Mecenas virtuales, proyectos vivos

Mecenas virtuales, proyectos vivos

Teko

Hace poco recibí un bonito puzzle dedicado a la figura de Ada Lovelace, considerada como la madre de la informática. Su historia da para un especial completo, pero no es de ella que quiero hablar en este comentario.

Dicho puzzle ha visto la luz gracias a dos razones principales: la pasión por dicha figura por parte de su autor, y la posibilidad que ofrecen las páginas de crowfunding para llevar a cabo proyectos de toda índole. Veamos en qué consiste.

El crowfunding, o micromecenazgo, es un sistema por el cual una persona o varias, un equipo, etc. plantean un proyecto a la comunidad, explican todos sus pormenores y piden una determinada suma de dinero para llevarlo a cabo. Si en un plazo de tiempo determinado por la plataforma utilizada (Kickstarter, Verkami, etc.) se llega a dicha suma o incluso se supera, los mecenas abonan su contribución y el proyecto se lleva adelante.

En los inicios este tipo de financiación se utilizó mucho para, por ejemplo, editar un disco, publicar un libro o un comic, etc. Pequeños proyectos que no caben en los planes empresarias de discográficas, editoriales, etc. De este modo los grupos sin notoriedad, escritores, guionistas y dibujantes noveles podían acceder a la financiación necesaria para cubrir las necesidades económicas de su proyecto. Con el tiempo esta solución se ha utilizado y se sigue utilizando para una gran variedad de objetivos: juegos, gadgets, herramientas, electrónica, y un larguísimo etcétera inagotable. Cualquier idea es válida para proponerla a la comunidad. Si el proyecto recibe el apoyo mínimo necesario, el sueño de alguien o de algunos se materializa.

¿Qué ocurre cuando se sobrepasa la cifra propuesta? Por lo general suele permitir que el objetivo original vaya más allá, ofreciendo variantes o mejores del item en cuestión. Por ejemplo, si el objetivo inicial era la fabricación de un juego de dados utilizando plástico o resina, si el presupuesto ha sido sobrepasado, su autor o autores pueden decidir añadir algún elemento, tal como un estuche de lujo, o bien un acabado distinto con otros materiales, etc. Como no es nada extraño que esto suceda, muchas campañas ya preveen que pueda ocurrir, y plantean una meta inicial, la básica, así como alternativas superiores si el presupuesto alcanzado supera en cierto número las expectativas originales.

El mecenas tiene diversas opciones para participar en el mecenazgo. Desde una cantidad de dinero casi simbólica, para que su nombre aparezcan entre la lista de mecenas, hasta diferentes opciones, tales como un descuento sustancial si es de los primeros en participar, o bien diversas opciones tales como más de un objeto, o un acabado especial, una edición firmada, etc. De esta manera el patrocinador tiene ante sí varias posibilidades acorde a su capacidad de patrocinio.

A esto se le llama lista de recompensas. Es decir, según se decida, se opta por tal o cual "recompensa" a la cantidad aportada.

¿Y luego qué pasa?

Si el proyecto recibe el apoyo necesario, éste se inicia, tal como se haya descrito. Es importante leer bien toda la información antes de participar. Si el proyecto es complejo, tal como el desarrollo de un aparato electrónico, deberán pasar varios meses hasta que recibamos el producto. Como todo artículo que entra en un proceso de fabricación, la financiación permitirá abordar todas las fases del mismo: diseño, planificación, materiales, encontrar proveedores y fabricantes, realizar unos primeros modelos de prueba, comprobarlos y si todo está correcto, ponerlo en línea de producción. Luego vendrá la recepción de los productos, su embalaje y distribución. Es un proceso largo. Por tanto, si nos encontramos con un proyecto muy llamativo tengamos claro que la "compra" no será inmediata. Puede pasar hasta un año o más incluso hasta que le pongamos la mano encima al objeto en sí.

En otros casos no es así, es más rápido. Depende del proyecto. Como digo, es importante leer bien toda la información que proporciona el creador del proyecto antes de embarcarnos en la aventura del mecenazgo.

Suponiendo que todo el proceso se realice correctamente, tendremos en nuestras manos un producto único gracias a nuestro apoyo financiero. También sucede que tras la producción inicial, el producto creado pase a formar parte de comercios online dedicados a este tipo de creaciones, o incluso a comercios estándar. ¿Cuál es la diferencia entre ser patrocinador o cliente final? El precio. Durante la campaña, el precio del producto se establece teniendo en cuenta el patrocinio y la voluntad de los patrocinadores por llevarlo a cabo. Si más tarde el producto pasa al circuito comercial estándar, el precio de venta suele ser más alto. Es decir, por haber sido partícipes en la fase de desarrollo inicial, el patrocinador tiene un sustancioso descuento.

Plataformas de crowfunding

Las hay de todo tipo. Personalmente he utilizado apenas dos o tres:

Kickstarter junto a IndieGogo son las más potentes hoy por hoy. La segunda actúa más como el mercado resultante de las campañas exitosas. Como explicaba anteriormente, el producto Equis se desarrolla, los patrocinadores reciben sus recompensas, y luego el producto pasa a ser parte del catálogo de IndieGogo. Para participar en Kickstarter basta crear una cuenta gratuíta, sin ningún tipo de compromiso ni cuota. De este modo, si alguna campaña nos llama la atención podremos participar en ella y tener un seguimiento completo del proceso. Kickstarter es multi-idioma, con lo cual la interface de usuario se puede ajustar a nuestras necesidades. Otro tema es que el proyecto que nos interese esté desarrollado por un equipo de habla inglesa o de cualquier otro idioma.

Verkami tiene su origen en España, concretamente en Mataró (Barcelona) y su propósito inicial se centraba en los autores, ya sea de productos musicales, literarios, artísticos, etc. Actualmente alberga proyectos muy diversos que van más allá de ese objetivo inicial. Alimentación, tecnología, ciencia y demás comparten espacio con el arte, la música, la fotografía o el cine.

¿Cuál es la mejor? Eso depende del proyecto, por supuesto. Cada plataforma ofrece proyectos únicos, así que es difícil decidir cuál es la mejor. Hay muchas otras, algunas de ámbito local, circunscritas a un solo país (por ejemplo en Colombia existen plataformas "propias"), otras más generalistas. El proyecto es la parte esencial de nuestra elección, no la plataforma. Baste decir que confiemos en las grandes plataformas y no en aquellas que susciten la mínima duda. En este caso conviene comprobar qué tipo de seguridad al comprador, o mecenas, ofrece la plataforma elegida.

El producto final no me convence, ¿qué puedo hacer?

Es frustrante recibir el producto por el cual hemos apostado y ver que no se corresponde con lo prometido, o que no funciona bien, o que llega en mal estado, etc. Lo mismo que pasa con cualquier compra online, de hecho.

El artífice del proyecto debe responder con un servicio post-venta dispuesto a resolver cualquier problema. Cuando el producto llega estropeado por causas ajenas, como por ejemplo el transporte, es su responsabilidad reponer el mismo o bien ofrecer una compensación económica (en el caso de que la producción esté limitada al número exacto de mecenas, con lo cual no hay margen para una reposición o cambio). Si el producto no funciona o no corresponde con la descripción, lo mismo.

Con el tiempo esa responsabilidad y respuesta o por decirlo claro, el servicio al cliente, ha mejorado o se ha puesto al mismo nivel que cualquier otra compra online. No por el hecho de ser mecenas hay que aceptar una mala experiencia. En ocasiones un proyecto se han demorado más de lo previsto por causas ajenas al equipo que lo desarrolla, y el mecenas tiene dos opciones: esperar con paciencia o retirarse del mismo tras ser compensado. Aunque parezca una batallita o leyenda urbana, alguno de los proyectos en los que he participado se vieron afectado por el tsunami de 2018 o el accidente nuclear de Fukushima de 2011. Proveedores que quedaron sin materia prima, fábricas devastadas, etc. En otros el problema surgió por la escasez de materiales o de la imposibilidad de fabricar tal o cual componente tras haber comprobado que sus especificaciones requerían de un rediseño que afectaba mucho al coste del mismo. Son los riesgos de embarcarse en la fabricación.

Las menos de las veces el motivo pudo ser por fallo humano, a veces trágico. Cuando un proyecto se extiende en el tiempo durante meses, estas cosas ocurren.

¿Vale la pena?

¡¡¡Si!!!

Por medio del micromecenazgo han visto la luz multitud de creaciones y productos que de otro modo no existirían. Algunos consiguen ser vistos y evaluados por grandes compañías que, gracias a esa visibilidad, apuestan por ellos, los mejoran y los fabrican en masa. Es como hacerles una demo a los empresarios, pero no con un prototipo de garaje, si no con un producto funcional y acabado.

Por parte de uno mismo, vale la pena, por supuesto. Es una forma de participar y ponerle ilusión a un objetivo compartido con la comunidad. Y cuando éste llega a buen fin la satisfacción es doble.

Por tanto, que no nos detenga el temor a que las cosas salgan mal. En toda transacción online las cosas pueden ir mal y sin embargo el comercio electrónico no para de crecer, ¿no es así? Así que, no hay nada perfecto y como decía antes, tomando las precauciones que nos dicta el sentido común, participemos en proyectos que nos interesen y seamos optimistas.

Proyectos mínimos y proyectos colosales

El proyecto más pequeño en el que participé en 2016 es un llavero mínimo, apenas una anilla y un bit destornillador, tal que así:

Por $25 es posible llevar un par de "destornilladores" en cualquier conjunto de llaves. Su financiación fue casi inmediata.

En el otro lado del espectro, seguro que nadie imaginaría cuál es el mayor proyecto jamás planteado (y que, por supuesto no se llevó a cabo). Nada menos que...

¡ LA ESTRELLA DE LA MUERTE !

Con un presupuesto aproximado de 850.000 billones de dólares, el gobierno de los EE.UU. fue contrario a tal proposición, alegando que con esa suma de dinero se podría erradicar el hambre en todo el mundo y un sinfín de objetivos más. Los promotores decidieron bajar el listón, y plantear otro proyecto, que se encuentra archivado en Kickstarter. Crear los planos completos de la nave, por un coste de 20 millones de dólares. Y a partir de ahí... si el mecenazgo daba cancha... pues... ¡plantearse la construcción! Una locura friki a más no poder.

Lo más loco del caso es que casi 3.000 personas participaron con una aportación de 384.000€, lejos del objetivo, por lo cual nadie pago un céntimo y se desestimó el proyecto:

Increíble, ¿verdad?

Pero... ¿cuál ha sido el proyecto más caro jamás realizado con éxito?

Pues, un Smartwatch que quiso hacer la competencia a Apple, el Pebble Time:

El Pebble Time tiene el récord absoluto de Kickstarter, con más de 20,2 millones de dólares recaudados. En su lanzamiento, Pebble Time llegó a ser una alternativa sólida y muy bien vista dentro del sector frente al Apple Watch.

Otras campañas de entre 5 y 20 millones de dólares supusieron la filmación de una película, como Veronica Mars, o la creación de videojuegos o apps para móvil. La tecnología seduce mucho a los mecenas...

En mi caso he participado en campañas mucho más modestas. Más allá del llavero anterior, he patrocinado juegos de cartas, puzzles, minicámaras de bolsillo, accesorios de fotografía, libros de colorear, cinturones de supervivencia, un cubo de Rubik electrónico o la última novedad en instrumentos MIDI compactos, como el Orba:

.. o un juego de dados de rol de otra época:

La experiencia global en micromecenazgo diría que está en 9 sobre 10, con algún proyecto fallido, o al menos no satisfactorio al 100%. A pesar de ello no pienso en retirarme de esta actividad. Y la recomiendo a quienes quieran aportar su granito de arena para que la creatividad que impera fuera de las imposiciones puramente empresariales siga adelante.



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