Día 92. Lunes 15 de junio de 2020

Día 92. Lunes 15 de junio de 2020


¿Por dónde comienzo?

Hoy es el día del libro. Hace exactamente un año presentaba públicamente mi libro Diario de una Artesana en un evento pequeño pero muy íntimo y emotivo.

Las efemérides del día. Bien. ¿Qué más? Ah, sí. Miré el documental, era acerca del Papa Francisco y sus crímenes. Me abrume con tal profusión de datos, pero no me sorprendió la conclusión. Ya estaba al tanto de que Jorge Bergoglio, compatriota mío, había intimado con los líderes de la Dictadura Militar en los años setenta y su contacto con ellos tenía más tintes oscuros que claros.

Además un rápido sondeo a mis aprendizajes del colegio me hizo recordar que los jesuitas tuvieron mucho que ver con la educación de los indios nativos en la época colonial. Recordaba haber estudiado las famosas reducciones jesuitas en la asignatura de Historia. Hay quién ha dicho que la esclavitud de los indios guaraníes también era algo que ellos enseñaban. Y Bergoglio pertenece a esta orden.

Por último después de tantos documentales conspiranoicos, ya me hacía idea de que el Vaticano mantenía alguna relación con el Deep State. Que el Papa, sea quien sea el individuo que ocupe temporalmente la silla de Pedro, es más un político que un líder espiritual era una noción que tenía muy clara desde hace años, de las clases de Derecho Internacional cuando un apasionado profesor nos contó en clase, con pelos y señales, los desmanes del Vaticano en el conflicto de las Islas Malvinas, por ejemplo. Y esto por mencionar un suceso de relaciones internacionales de los muchos que vimos en ese cuatrimestre.

En conclusión, nada nuevo. Solo datos que confirmaban mis sospechas.

Hoy otra vez, casi paso de largo la escritura del día. Dudaba de tener las neuronas suficientes para un segundo escrito, después de haber utilizado gran parte de mi energía en escribir un artículo hablando de los bots de Telegram.

¡Es que alucino!

Estoy sumamente feliz por las cosas que me permite hacer la inteligencia artificial. Y tenía que escribir ese artículo para explicárselo a más personas. Es que incluso hasta es aburrido chatear por Whatsapp cuando existe esa maravilla de app llamada Telegram.

¿Porque seguir manejando el Fiar 600 si se puede conducir un Tesla? Así de abismal es la diferencia entre uno y otro.

Y ya que hice uso de la analogía, vale contar algo que está sucediendo en mi ciudad ahora mismo. Desconozco los orígenes y detalles así que comunicaré la noticia al estilo teléfono cortado, pero da igual. Intentaré que se comprenda lo esencial.

No sé si el gobierno provincial o solo el municipal, dada la cantidad de casos de coronavirus que han surgido en este rincón del país, ha dictaminado que las estaciones de servicio no vendan nafta, para evitar que la gente salga de sus casas y circule en vehículos.

Primera observación a esto: querido estado de sitio, que utiliza sus órdenes arbitrarias y plenipotenciales para evitar que los negocios privados funcionen con normalidad. Hoy es la nafta ¿y mañana que va a ser? ¿Otra vez los cigarrillos? ¿O irán por los alimentos? Ah, no. La supremacía alimenticia ya tiene un precedente en la expropiación de Vicentín, la empresa de aceites de la que he hablado la semana pasada. En fin.

Segunda observación: son tan inoperantes que no lograron concientizar a las personas de que permanezcan en sus casas, o bien, la mentira es tan burda que nadie les cree. Entonces, la solución ¿cuál es? Cortar el suministro de combustible. Muy bien. Aplausos. Genios.

En este momento hay colas de cuadras y cuadras de gente tratando de comprar nafta. ¿Querían evitar que salieran? Ahora están todos afuera apiñados como cucarachas esperando su turno para cargar combustible.

Tercera observación: mañana van a salir todos igualmente. Ya saben en qué orificio oscuro de su humanidad se pueden meter sus dictámenes.

Somos muchos los anti-cuarentena. Yo me suscribo a esa tendencia que ya contagió a medio país. No obstante, y solo por si acaso, y por la responsabilidad que llevo por el hecho de ser madre, he tomado todas las medidas de precaución y me he lavado las manos como una enferma mental a lo largo de estos tres meses.

Puede que el virus sea una excusa para encerrarnos y terminar de quebrar la frágil economía que de todos modos se iba a ir a pique con o sin cuarentena. Puede que no, y el virus sea real. Y así exista un cero coma cero cero cero uno por ciento de probabilidad que ese bicho esté entre nosotros, no puedo arriesgarme a contagiarme y contagiar a mi familia. Fin de la historia.

Mi hijo y yo salimos a la vereda casi todos los días a tomar el sol y respirar aire. Aun así seguimos tomando medidas higiénicas para evitar cualquier tipo de posibilidad de contagio. No es muy difícil de comprender esto.

Real o no ese bicho redondo de mil patas, me seguiré lavando las manos religiosamente.

Y hablando de lavar, aquí corto.

Le prometí a mi marido que iba a lavar los platos aunque sea una vez después de meses sin pasar por esa terra incognita, la cocina. 



◼️ Siguiente: Día 93. Martes 16 de junio de 2020
◼️ Anterior: Día 91. Domingo 14 de junio de 2020

Índice


Report Page