Valentina

Valentina


Capítulo 14

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Había nacido una amistad tan sincera y bonita entre Valentina y el Sr. Lambert, que una de esas tardes, mientras caminaban por el jardín, él le manifestó su inquietud:

—Me siento muy preocupado por ti, trabajas mucho y no descansas ni los fines de semana, ya me dijo el Sr. Wilson que apenas tocas los alimentos. Además, ya van tres semanas que no asistes a las reuniones de los sábados.

—Lamento haberte preocupado Michael, estoy bien, me siento bien, es solo que quise entregarle con la mayor rapidez las traducciones al Sr. Messerli. Ya solo me falta entregarle el último de los escritos, que seguramente terminaré el día de mañana. —Sorprendido le preguntó:

—¿Ya terminaste todo tu trabajo de traducción? —Ella sonrió.

—Qué más quisiera Michael, pero no, solo es la primera parte, falta que el Sr. Messerli me haga entrega de lo que ha escrito de su nuevo libro, para que yo pueda escribirlo en chino. —Michael volteó a verla con admiración

—Los documentos escritos en chino al inglés y lo que escribe Fabián al chino… eres una joven muy inteligente Valentina.

—No es eso Michael, desde niña estudié el inglés y puedes decir que el chino es mi idioma natural.

—Tú eres una joven muy inteligente y no me discutas porque me enojo, ahora bien, mañana sábado vendrán a la reunión algunos de mis amigos, muchachos jóvenes de espíritu como yo y me gustaría mucho que los conocieras.

—Me encantará conocerlos Michael.

—Entonces… ¿Me prometes que asistirás a la reunión?

—Sí Michael, te lo prometo, pero ya regresemos, porque si quiero terminar mañana el último documento, debo trabajar hoy.

Platicando sobre los amigos de Michael regresaron a la oficina y ahí se despidió él para dejarla trabajar.

El sábado desde muy temprano empezó a trabajar, y entre terminar la traducción del último de los escritos y revisar su trabajo se le fue el tiempo. Conociéndola, Michael la llamó por teléfono para recordarle la reunión de esa noche. Al colgar, Valentina revisó su reloj y al ver que ya eran las cinco de la tarde se sorprendió por lo rápido que se le pasaron las horas. Apagó la computadora, ordenó su escritorio y después se dirigió a su habitación para refrescarse y cambiarse. A las siete en punto alguien llamó a su puerta y antes de que pudiera abrir escuchó la voz de Michael:

—¿Ya estás Lista? —Y sonriendo ella salió.

—Lista Michael.

Luciendo tan hermosa y elegante como siempre, Valentina llegó del brazo de Michael al salón que ya se veía muy concurrido y de inmediato se acercaron a ellos los amigos que deseaban conocer a la joven de la que tanto hablaba Michael. Mientras los saludaba, vio que la actriz Jennifer Akerman rodeaba con sus brazos el cuello de Andreas y sintiendo unos inevitables celos pensó, que la rubia era una auténtica sanguijuela.

Los amigos del Sr. Lambert eran tan amables, simpáticos y platicadores, que Valentina no dejaba de reír por todas las divertidas anécdotas que vivieron cuando eran unos jóvenes. Andreas sonreía al verla tan contenta y rodeada de esos caballeros que eran de la edad de su tío Michael. De pronto llegó el Sr. Wilson y le dijo a Valentina:

—Sria. Bai Bucci, tiene una llamada de Nueva York, le llama el Sr. Edward Ziff. ¿Desea atender la llamada en la oficina? —Disimulando su sorpresa, Valentina respondió:

—Sí Sr. Wilson, por favor. —Entonces volteó a ver a Michael y sus amigos —Señores… ¿Me disculpan un momento?

—Por supuesto.

Al caminar hacia la salida de la sala, Valentina se encontró con la mirada de Andreas, que muy serio parecía querer saber quién era ese hombre que la llamaba. Aunque no era vengativa, cuando entró a la oficina sonrió, pues le gustó que él sufriera un poco de lo mucho que ella sufría al verlo con la rubia sanguijuela que no se le separaba. Se acercó al escritorio y tomó la llamada:

—Hola…

—Por favor no cuelgues Valentina, necesito hablar contigo…

—Entre nosotros ya no hay nada que decir Edward.

—Yo sí tengo algo muy importante que decir, te ruego que me regales unos minutos.

—Bueno… dime.

—No, no por teléfono, necesito que veas en mí la sinceridad de mis palabras, si tú aceptas, estaré ahí el jueves.

—No voy a regresar Edward.

—Lo sé, pero es muy importante para mí que escuches lo que tengo que decir. Si tú quieres, podemos ir a cenar el viernes.

—No sé Edward…

—Por favor Valentina, acepta.

—Está bien, pero llámame cuando llegues, porque no sé si tendré libre el viernes o el sábado.

—Lo haré, gracias Valentina.

—Hasta entonces Edward.

Pensando si había hecho bien en aceptar, Valentina regresó a la sala y aunque sentía la inquisitiva mirada de Andreas, con una radiante sonrisa continuó platicando con sus nuevos amigos. Más tarde, cuando terminó la velada, Michael y ella acompañaron a sus amigos hasta su automóvil y después, mientras caminaban de regreso a la casa él le informó:

—Valentina, Fabián me preguntó quién era Edward Ziff y yo le informé que era el joven con el que te ibas a casar… ¿hice mal?

—No Michael, aunque no entiendo el interés del Sr. Messerli.

—Yo creo que le agradas y mucho. —Respondió, observando de reojo su reacción.

—No digas eso Michael, él tiene novia.

Al entrar ya no siguieron hablando y ambos se retiraron a descansar. Esa noche, pensando en Andreas y en la sorpresiva llamada de Edward, Valentina no podía conciliar el sueño, por lo que decidió ir a la biblioteca por un libro. Revisando algunos tomos, inevitablemente se decidió por uno de los que Andreas había escrito y mientras regresaba a su habitación escuchó:

—¿Tú tampoco puedes dormir Valentina? —Ella detuvo un emocionado suspiro y seria respondió:

—Buenas noches Sr. Messerli, si no le molesta, tomé de la biblioteca uno de sus libros. —Él se acercó tanto, que ella se estremeció

—Tú puedes disponer de todo lo que quieras…

Como Andreas la veía con el evidente deseo de tomarla entre sus brazos, temerosa de no poder resistirse, Valentina le dijo:

—Gracias Sr. Messerli, buenas noches.

—Buenas noches… —respondió haciéndose a un lado y al verla entrar en su habitación completó: — mi amada Valentina Bai Bucci.

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