Valentina

Valentina


Capítulo 17

Página 21 de 33

17

El sábado por la tarde, Michael se encargó personalmente de que Valentina asistiera a la reunión. Él no podía entender lo incómodo que le resultaba a ella el asistir a esas reuniones donde se encontraba Jennifer, la rubia actriz que se la pasaba abrazando y besando a Andreas, para que los periodistas de espectáculos que invitaba su representante le tomaran fotos y que todos se enteraran de cuánto se amaban ella y el famoso escritor.

Durante la cena y con la mayor discreción, en dos ocasiones Valentina volteó a ver a Andreas, pero no lo hizo más por temor a que sus ojos revelaran sus sentimientos. Después de la cena y mientras tomaban el café en la sala, algo le pidió Andreas a su tío que nadie escuchó y acto seguido Michael tomó a Valentina del brazo y la acercó al hermoso piano de cola, entonces le pidió a los invitados:

—Amigos… ¿Me ayudan a pedirle a la Srta. Bai Bucci que cante? —Los presentes se entusiasmaron y sorprendida Valentina se negó:.

—¡No Michael! Eso es imposible, yo no sé cantar. —Ignorando su negativa él agregó:.

—Sé de muy buena fuente que lo hace estupendamente. ¿Me ayudan a convencerla? —El grupo de amigos y colaboradores aplaudió y Valentina le dijo en voz baja a su amigo:.

—Michael, no puedo creer que me expongas al ridículo, entiende que yo no sé cantar. —Sorpresivamente Andreas se acercó a ella y mirándola a los ojos le pidió:

—Por favor Valentina, no te niegues y canta.

Al sentir esa mirada, Valentina tomó asiento y empezó a tocar en el piano una bella melodía y unos segundos después, con hermosa voz ya cantaba la romántica canción que solía cantar su mamá. A través de esa canción, Valentina revelaba el pesar de su alma al que había sido su único y real amor.

Todos la veían con admiración y cuando terminó de cantar le aplaudieron con tal entusiasmo, que ella reaccionó y le costó un poco de trabajo regresar al mundo, pues a través de la canción se había transportado a otro tiempo, a un lugar donde vio otros rostros, otra forma de vestir, un lugar donde todo era diferente, menos él. Ver el atractivo rostro de Andreas que la miraba con admiración, fue lo único que la ayudó a aferrarse a su verdadera realidad.

Al observar cómo la miraba su Fabián Messerli, Jennifer bostezó un tanto ruidosamente y luego dijo en voz alta:

—¡Por favor! ¡Cómo puede gustarles esa música tan aburrida, esa música es para gente tan vieja como mi abuela!

Nadie le prestó atención, pues se habían levantado para felicitar a Valentina por su hermosa voz y por la bella canción que no conocían. No faltaron los que la animaban para que se dedicara al canto de manera profesional.

Mientras Valentina recibía las felicitaciones, con discreción Michael observaba que Andreas la miraba con embeleso. El Sr. Lambert lamentaba que su joven amigo no pudiera darle continuidad a tal idilio, porque siempre traía colgada del cuello a Jennifer Akerman, que parecía que no lo soltaría nunca. El Sr. Giordano le dijo a Valentina:

—Nos tiene asombrados Srta. Bai Bucci, la conocíamos como una de las más respetadas traductoras y ahora descubrimos que está llena de talentos, toca el piano de maravilla y canta con hermosa voz. —Michael dijo emocionado:

—Qué manera de cantar Valentina… tienes un alma antigua que siente y vibra de tal manera, que nos hace soñar a todos los que tenemos el privilegio de escucharte. —Y la Sra. Giordano agregó:.

—Bien dicho Sr. Lambert, definitivamente ella canta con amor. Valentina, usted tiene todo para triunfar, con su encanto, belleza y talento lograría fama y fortuna y por supuesto, un sinfín de admiradores. —Valentina sonrió y Andreas se puso serio, pues no le gustó lo de los admiradores.

—Gracias Sra. Giordano, pero no pretendo fama ni fortuna, como todas las mujeres solo una cosa quiero, aunque es algo tan especial y difícil de lograr, como lo es encontrar una perla negra en un inmenso mar…

—¿Qué es lo que quieres Valentina?

Preguntó Andreas con marcado interés, entonces ella se dio cuenta que estaba parado a su lado y que se veía ansioso por escuchar su respuesta.

—Quiero luz de estrellas en la mirada, esa luz que provoca la maravillosa magia del amor que es para siempre…

Respondió con sinceridad mientras sus nuevos admiradores la veían pasmados, entonces Andreas le dijo con firme voz:

—Todo eso ya lo tienes Valentina y cualquiera puede verlo.

Después Andreas se retiró y Valentina se quedó mirando cómo se alejaba, mientras que todos asentían como hipnotizados por la bella y enigmática mujer.

Al finalizar la velada, Valentina regresó a su habitación y cuando se dejó caer en la cama sonrió radiante, pues recordó las palabras y la mirada de su Andreas… sí, su Andreas. No le importaba que se llamara Fabián y que todos se dirigieran a él de esa manera, para ella siempre sería Andreas y aun cuando a él no le gustara, así lo llamaría, así sería, ya lo había decidido.

Valentina se levantó muy temprano el domingo, se bañó, se arregló con esmero y cuando ya estaba lista bajó a la cocina y solicitó un desayuno ligero. Después fue a su oficina para continuar con su trabajo de traducción. Dos horas más tarde entró Michael y sentándose frente a ella empezó a hablarle sobre la importancia de tomar un buen desayuno, no un café y un jugo pequeño. Aunque él seguía hablando, ella solo levantaba la mirada un par de segundos y luego continuaba con lo suyo.

Como Valentina se perdía en su trabajo y no le prestaba atención, Michael decidió decirle algo que lograra captar su total atención:

—He visto cómo lo miras. —Como resorte ella levantó la cabeza

—¿Qué dijiste Michael?

—¡Vaya! ¡Al fin me brindas tu atención! —Muy seria insistió:.

—¿Qué fue lo que dijiste Michael?

—Dije… que he visto cómo lo miras. —Disimulando su nerviosismo preguntó:

—¿Cómo miro a quién?

—¿A quién? ¡A Fabián, por supuesto!

El corazón de Valentina se aceleró porque todo indicaba, que Michael había descubierto el amor que sentía por Andreas, pero aun así tranquila preguntó:

—Y según tú… ¿Cómo es que lo miro?

Al verla un tanto inquieta, sonriendo Michael se levantó, caminó hacia la salida y una vez que llegó a la puerta se giró y le dijo a la expectante joven que no había apartado su mirada de él:

—¡Con luz de estrellas en la mirada!

Ir a la siguiente página

Report Page