Valentina

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Capítulo 19

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A la mañana siguiente Valentina sacó sus maletas del guardarropa y al depositarlas sobre la cama empezó a descolgar su ropa. No bien había empezado cuando tocaron a la puerta y un tanto distraída ella pidió:

—Adelante… —Era su amigo Michael, que al ver lo que estaba haciendo preguntó:

—¿Te vas? —Ella detuvo su actividad y asintió — No Valentina, no puedes irte.

—¿No? ¿Por qué no puedo irme? —Preguntó seria.

—No puedes irte porque Fabián te necesita. —Valentina sintió un dolor en el corazón que ocultó muy bien.

—No, yo creo que no.

—Pues yo creo que sí, y te quedas… —dijo con desfachatez al cerrar las maletas y regresarlas al guardarropa. Después se paró frente a ella y añadió: — Además, no debes olvidar que firmaste un contrato… —Valentina suspiró con desaliento, se sentó en la orilla de la cama y cruzando los brazos le dijo:

—Pero Michael… necesito irme… ¿Por qué quieres impedirlo?

—Vamos Valentina… en el fondo tú también quieres quedarte.

—No Michael, no quiero quedarme.

—Sí Valentina, sí quieres quedarte, pero no encuentras un motivo lo suficientemente válido para hacerlo…

—No te entiendo Michael, no entiendo de qué hablas.

—Por supuesto que me entiendes y ya no tienes que buscar, yo soy ese motivo… te amenacé con hacer valer legalmente el contrato que firmaste y por cuidar tu prestigio, pues no te vas... eso le informaré a Fabián. ¿De acuerdo?

Valentina le sonrió, pues tenía razón, necesitaba irse, pero no quería hacerlo. Después de convencerla, con sonrisa triunfal Michael caminó hacia la puerta, pero antes de salir se giró para decirle con seriedad:

—Los dos se aman profundamente y sufren al pensar que su amor no tiene futuro, si se atrevieran a ser sinceros uno con el otro… ¿Qué sucedería Valentina?

Antes de que le diera tiempo a reaccionar, él salió y cerró la puerta. Poco después, Valentina regresó a su oficina para iniciar la revisión del trabajo que ya había concluido y al enfrascarse en sus labores, trató de tener el menor contacto posible con Andreas, que sin lugar a duda había calado hondo en su corazón.

Al paso de los días, cuando percibía que él andaba cerca, la felicidad se reflejaba en su hermoso rostro, pues cada vez le resultaba casi imposible el poder ocultarlo.

Precisamente por lo difícil que ya le resultaba disimular sus sentimientos, Valentina se negaba a asistir a la siguiente reunión de los sábados, pero no pudo resistirse a la cariñosa insistencia de Michael y volvió a ir. Después de la cena y mientras los invitados platicaban en pequeños grupos, Michael se excusó con ella para atender una llamada telefónica y al verla sola, la Sra. Giordano se acercó para decirle:

—Me alegra encontrarla sola Valentina, quería preguntarle si alguna vez le dijeron que usted es idéntica a una famosa cantante de los 50’s. —Valentina la miró atónita —Sí, lo es… desde que la vi la primera vez lo pensé, dígame… ¿alguien de su familia fue cantante?

—Mi madre, pero no de manera profesional.

—Bueno, pues ella sí lo hacía de manera profesional y tenía un gran futuro por delante… pensando en el sorprendente parecido, busqué entre la enorme cantidad de fotos que tengo y encontré esta... — La Sra. Giordano sacó de su bolso de noche una antigua foto en blanco y negro, la foto de una bella mujer vestida de brillante negro. Si Valentina no estuviera segura de que jamás le tomaron esa foto, juraría que era ella misma — Y eso no es todo… ¿Ya vio al apuesto y elegante caballero que la mira desde una de las mesas? —Valentina observó con tal asombro la foto, que la Sra. Giordano afirmó: —Sí Valentina, ese hombre es idéntico al escritor Fabián Messerli.

—Esto es… no sé… no tengo palabras… ¿Ella vive?

—No, sucede que esa noche resultó trágica…

—¿Por qué Sra. Giordano?

—Se dice que ella salía con un poderoso miembro de la mafia y que al descubrir su idilio, loco de celos les disparó a la salida del teatro.

Valentina volvió a ver la foto, los dos jóvenes se miraban con tanto amor, que parecían muy felices… así como ella y Andreas en el viaje por el Mediterráneo, entonces volteó a ver al escritor Fabián Messerli y al observar que él la miraba arrobado, la coraza de su corazón comenzó a romperse como flor deshojándose.

—Valentina, espero que esto no haya resultado demasiado perturbador para usted.

—No Sra. Giordano, solo me resultó sorpresivo el parecido, gracias por mostrarme la foto.

—No tiene nada que agradecer, ahora la dejo porque debo regresar con mi esposo antes de que piense que me escabullí para fumar.

En cuanto la Sra. Giordano se retiró, ella se dirigió hacia la siguiente sala y se escondió detrás de un muro, porque todos los sentimientos que ocultaba comenzaron a surgir de su corazón, pues al ver la foto, finalmente entendió el significado de sus sueños.

El amor que la unía a Andreas era una antigua historia, una historia de amor que por extrañas causas se había reanudado cincuenta años después, pero que también estaba condenada a la separación.

Pensando en su historia de amor, Valentina derramó dolorosas lágrimas por haberse dejado llevar por el orgullo, por haberse negado el consuelo de su cercanía.

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