Una breve historia de casi todo

Una breve historia de casi todo


Notas

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Notas

Capítulo 1: Cómo construir un universo

[1] Bodanis, E = mc2, p. 111. <<

[2] Guth, The Inflationary Universe, p. 254. <<

[3] New York Times, «Cosmos Sits for Early Portrait, Gives Up Secrets», 12 de febrero de 2003, p. 1; US News and World Report, «How Old Is the Universe?», 18-25 de agosto de 1997, pp. 34-36. <<

[4] Guth, The Inflationary Universe, p. 86. <<

[5] Lawrence M. Krauss, «Rediscovering Creation», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, p. 50. <<

[6] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 153. <<

[7] Scientific American, «Echoes from the Big Bang», enero de 2001, pp. 38-43. <<

[8] Guth, The Inflationary Universe, p. 101. <<

[9] Gribbin, In the Beginning, p. 18. <<

[10] New York Times, «Before the Big Bang, There Was… What?», 22 de de mayo de 2001, p. F 1. <<

[11] Alan Lightman, «First Birth», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, p. 3. <<

[12] Unas palabras sobre la notación científica. Como resulta engorroso escribir cifras muy grandes y es casi imposible leerlas, los científicos emplean una taquigrafía que se vale de potencias (o múltiplos) de 10, en la que, por ejemplo, 10.000.000.000 se escribe 1010 y 6.500.000 se convierte en 6,5 × 106. El principio se basa simplemente en múltiplos de 10. 10 × 10 (100) se convierte en 102, 10 × 10 × 10 (o 1.000) es 103; y así sucesivamente, de un modo obvio e indefinido. El pequeño exponente indica el número de ceros que siguen al número principal. Las notaciones negativas aportan básicamente una imagen especular, en la que el exponente indica el número de espacios a la derecha de la coma de los decimales (así, 10-4 significa 0,0001). Aunque aplaudo el principio, sigue asombrándome que alguien que lea «1,4 × 109 km3» se dé cuenta inmediatamente de que eso significa 1.400 millones de kilómetros cúbicos, y resulta no menos asombroso que se inclinasen por lo primero en vez de por lo segundo en letra impresa (especialmente en un libro destinado al lector medio, que fue donde se encontró el ejemplo). Considerando que muchos lectores saben tan pocas matemáticas como yo, haré un uso frugal de las notaciones, aunque algunas veces son inevitables, sobre todo en un capítulo que aborda las cosas a una escala cósmica. (N. del A.) <<

[13] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 216. <<

[14] Guth, The Inflationary Universe, p. 89. <<

[15] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 242. <<

[16] New Scientist, «The First Split Second», 31 de marzo de 2001, pp. 27-30. <<

[17] Scientific American, «The First Stars in the Universe», diciembre de 2001, pp. 64-71; New York Times, «Listen Closely: From Tiny Hum Came Big Bang», 30 de abril de 2001, p. 1. <<

[18] Guth, The Inflationary Universe, p. 14. <<

[19] Discover, «Why Is There Life?», noviembre de 2000, p. 66. <<

[20] Rees, Just Six Numbers, p. 147. <<

[21] Financial Times, «Riddle of the Flat Universe», 1-2 de julio de 2000; Economist, «The World is Flat after All», 20 de mayo de 2000, p. 97. <<

[22] Weinberg, Dreams of a Final Theory, p. 26. <<

[23] Hawking, A Brief History of Time, p. 47. <<

[24] Hawking, A Brief History of Time, p. 13. <<

[25] Rees, Just Six Numbers, p. 147. <<

Capítulo 2: Bienvenido al sistema solar

[1] New Yorker, «Among Planets», 9 de diciembre de 1996, p. 84. <<

[2] Sagan, Cosmos, p. 261. <<

[3] US Naval Observatory, comunicado de prensa, «20th Anniversary of the Discovery of Pluto’s Moon Charon», 22 de junio de 1998. <<

[4] Atlantic Monthly, «When Is a Planet Not a Planet?», de febrero de 1998, pp. 22-34. <<

[5] Citado en PBS Nova, «Doomsday Asteroid», primera emisión, 29 de abril de 1997. <<

[6] US Naval Observatory, comunicado de prensa, «20th Anniversary of the Discovery of Pluto’s Moon Charon», 22 de junio de 1998. <<

[7] Artículo de Tombaugh, «The Struggles to Find the Ninth Planet», del portal de Internet de la NASA. <<

[8] Economist, «X marks the spot», 16 de octubre de 1999, p. 83. <<

[9] Nature, «Almost Planet X», 24 de mayo de 2001, p. 423. <<

[10] Economist, «Pluto Out in the Cold», 6 de febrero de 1999, p. 85. <<

[11] Nature, «Seeing Double in the Kuiper Belt», 12 de diciembre de 2002, p. 618. <<

[12] Nature, «Almost Planet X», 24 de mayo de 2001, p. 423. <<

[13] PBS NewsHour transcripción, 20 de agosto de 2002. <<

[14] Natural History, «Between the Planets», octubre de 2001, p. 20. <<

[15] New Scientist, «Many Moons», 17 de marzo de 2001, p. 39; Economist, «A Roadmap for Planet-Hunting», 8 de abril de 2000, p. 87. <<

[16] Sagan and Druyan, Comet, p. 198. <<

[17] New Yorker, «Medicine on Mars», 14 de febrero de 2000, p. 39. <<

[*] La denominación correcta es nube Öpik-Oort, por el astrónomo estonio Ernst Öpik, que planteó la hipótesis de su existencia en 1932 y por el astrónomo holandés Jan Oort, que perfeccionó los cálculos dieciocho años después. (N. del A.) <<

[18] Sagan and Druyan, Comet, p. 195. <<

[19] Ball, H2O, p. 15. <<

[20] Guth, The Inflationary Universe, p. 1; Hawking, A Brief History of Time, p. 39. <<

[21] Dyson, Disturbing the Universe, p. 251. <<

[22] Sagan, Cosmos, p. 5. <<

Capítulo 3: El universo del reverendo Evans

[1] Ferris, The Whole Shebang, p. 37. <<

[2] Robert Evans, entrevistado en Hazelbrook, Australia, 2 de septiembre de 2001. <<

[3] Sacks, An Anthropologist on Mars, p. 189. <<

[4] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 164. <<

[5] Ferris, The Whole Shebang, p. 125. <<

[6] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 18. <<

[7] Nature, «Twinkle, Twinkle, Neutron Star», 7 de noviembre de 2002, p. 31. <<

[8] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 171. <<

[9] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 174. <<

[10] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 174. <<

[11] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 175. <<

[12] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 18. <<

[13] Harrison, Darkness at Night, p. 3. <<

[14] BBC Horizon, documental, «From Here to Infinity», transcripción del primer programa emitido, 28 de febrero de 1999. <<

[15] Entrevista a John Thorstensen, Hanover, NH, 5 de diciembre de 2001. <<

[16] Nota de Evans, 3 de diciembre del 2002. <<

[17] Nature, «Fred Hoyle (1915-2001)», 17 de septiembre de 2001, p. 270. <<

[18] Gribbin y Cherfas, The First Chimpanzee, p. 190. <<

[19] Rees, Just Six Numbers, p. 75. <<

[20] Bodanis, E = mc2, p. 187. <<

[21] Asimov, Atom, p. 294. <<

[22] Stevens, The Change in the Weather, p. 6. <<

[23] New Scientist, suplemento, «Firebirth», 7 de agosto de 1999, n.p. <<

[24] Powell, Night Comes to the Cretaceous, p. 38. <<

[25] Drury, Stepping Stones, p. 144. <<

Capítulo 4: La medida de las cosas

[*] La triangulación, el método que eligieron, era una técnica popular basada en el principio geométrico de que, si conoces la longitud de un lado de un triángulo y dos de sus ángulos, puedes hallar el resto de sus dimensiones sin levantarte de la silla. Supongamos, por ejemplo, que tú y yo decidimos que queremos saber la distancia entre la Tierra y la Luna. Para valernos de la triangulación, lo primero que tenemos que hacer es poner cierta distancia entre nosotros, así que digamos que tú te quedas en París y yo me voy a Moscú, y los dos miramos la Luna al mismo tiempo. Ahora bien, imaginemos una línea que una los tres puntos principales de este ejercicio (es decir, la Luna, tú y yo) y tendremos un triángulo. Midiendo la longitud de la base, la línea trazada entre tú y yo, y los ángulos de las líneas que van desde donde estamos ambos hasta la Luna, puede calcularse el resto fácilmente. (Porque los ángulos interiores de un triángulo suman siempre 180° y, si se conoce la suma de dos ángulos, puede calcularse el tercero. Y conociendo la forma precisa de un triángulo y la longitud de uno de sus lados, se pueden calcular las longitudes de los otros dos). Ése fue en realidad el método que empleó el astrónomo griego Hiparco de Nicea en el año 15 a. C. para determinar la distancia de la Tierra a la Luna. Al nivel de la superficie de la Tierra, los principios de la triangulación son los mismos, salvo que los triángulos no se proyectan hacia el espacio sino que quedan situados uno al lado del otro en un plano. Para medir un grado de meridiano, los agrimensores irían recorriendo el terreno y formando una especie de cadena de triángulos. (N. del A.) <<

[1] Sagan, Comet, p. 52. <<

[2] Feynman, Six Easy Pieces, p. 90. <<

[3] Gjertsen, The Classics of Science, p. 219. <<

[4] Citado por Ferris, Coming of Age in the Milky Way, p. 106. <<

[5] Durant, The Age of Louis XIV, p. 538. <<

[6] Durant, The Age of Louis XIV, p. 546. <<

[7] Cropper, Great Physicists, p. 31. <<

[8] Feynman, Six Easy Pieces, p. 69. <<

[9] Calder, The Comet Is Coming!, p. 39. <<

[10] Jardine, Ingenious Pursuits, p. 36. <<

[*] Lo deprisa que giras depende de dónde estés. La velocidad de giro de la Tierra varía entre algo más de 1.600 kilómetros por hora en el ecuador a cero en los polos. En Londres, la velocidad es de 998 kilómetros por hora. (N. del A.) <<

[11] Wilford, The Mapmakers, p. 98. <<

[12] Asimov, Exploring the Earth and the Cosmos, p. 86. <<

[*] El siguiente tránsito fue el 8 de junio de 2004, y el siguiente será en el 2012. En el siglo XX no hubo ninguno. (N. del A.) <<

[13] Ferris, Coming of Age in the Milky Way, p. 134. <<

[14] Jardine, Ingenious Pursuits, p. 141. <<

[15] Dictionary of National Biography, vol. 12, p. 1302. <<

[16] American Heritage, «Mason and Dixon: Their Line and its Legend», de febrero de 1964, pp. 23-29. <<

[17] Jungnickel y McCormmach, Cavendish, p. 449. <<

[18] Calder, The Comet Is Coming!, p. 71. <<

[*] Herschel se convirtió en 1871 en la primera persona de la era moderna que descubrió un planeta. Quiso llamarle Jorge, por el rey de Inglaterra, pero se rechazó la propuesta y acabó llamándose Urano. (N. del A.) <<

[19] Jungnickel y McCornmach, Cavendish, p. 306. <<

[20] Jungnickel y McCornmach, Cavendish, p. 305. <<

[21] Crowther, Scientists of the Industrial Revolution, pp. 214-215. <<

[22] Dictionary of National Biography, vol. 3, p. 1261. <<

[*] Masa y peso son dos cosas completamente distintas en física. Tu masa permanece invariable vayas adonde vayas, pero el peso varía según lo lejos que estés del centro de algún otro objeto masivo, como por ejemplo un planeta. Si viajas a la Luna, pesarás mucho menos pero tendrás la misma masa. En la Tierra, y a todos los efectos prácticos, masa y peso son iguales, y por eso los términos pueden considerarse sinónimos, al menos fuera de las aulas. (N. del A.) <<

[23] Economist, «G Whiz», 6 de mayo de 2000, p. 82. <<

Capítulo 5: Los coleccionistas de piedras

[1] Dictionary of National Biography, vol. 10, pp. 354-356. <<

[2] Dean, James Hutton and the History of Geology, p. 18. <<

[3] McPhee, Basin and Range, p. 99. <<

[4] Gould, Time’s Arrow, p. 66. <<

[5] Oldroyd, Thinking About the Earth, pp. 96-97. <<

[6] Schneer (ed.), Toward a History of Geology, p. 128. <<

[7] Geological Society papers, A Brief History of the Geological Society of London. <<

[8] Rudwick, The Great Devonian Controversy, p. 25. <<

[9] Trinkaus y Shipman, The Neanderthals, p. 28. <<

[10] Cadbury, Terrible Lizard, p. 39. <<

[11] Dictionary of National Biography, vol. 15, pp. 314-315. <<

[12] Trinkaus y Shipman, The Neanderthals, p. 26. <<

[13] Annan, The Dons, p. 27. <<

[14] Trinkaus y Shipman, The Neanderthals, p. 30. <<

[15] Desmond y Moore, Darwin, p. 202. <<

[16] Schneer (ed.), Toward a History of Geology, p. 139. <<

[17] Clark, The Huxleys, p. 48. <<

[18] Citado en Gould, Dinosaur in a Haystack, p. 167. <<

[19] Hallam, Great Geological Controversies, p. 135. <<

[20] Gould, Ever since Darwin, p. 151. <<

[21] Stanley, Extinction, p. 5. <<

[22] Citado en Schneer (ed.), Toward a History of Geology, p. 288. <<

[23] Citado en Rudwick, The Great Devonian Controversy, p. 194. <<

[24] McPhee, In Suspect Terrain, p. 190. <<

[25] Gjertsen, The Classics of Science, p. 305. <<

[*] Nosotros no haremos ningún examen, pero, si alguna vez necesitas memorizarlos, te iría bien recordar el consejo de John Wilford de concebir las eras (Precámbrico, Paleozoico, Mesozoico y Zenozoico) como las estaciones del año y los períodos (Pérmico, Triásico, Jurásico, etcétera) como los meses. (N. del A.) <<

[26] McPhee, In Suspect Terrain, p. 50. <<

[27] Powell, Night Comes to the Cretaceous, p. 200. <<

[28] Fortey, Trilobite!, p. 238. <<

[29] Cadbury, Terrible Lizard, p. 149. <<

[30] Gould, Eight Little Piggies, p. 185. <<

[*] Aunque casi todos los libros le conceden un espacio, hay una variación notoria en los datos asociada con Ussher. Algunos textos dicen que comunicó sus conclusiones en 1650; otros, que en 1654; y hay otros aun que prefieren 1664. Muchos dan como fecha del supuesto inicio de la Tierra el 26 de octubre. Al menos en un libro notable se escribe su apellido, erróneamente, «Usher». Stephen Jay Gould hace un interesante examen del asunto en Ocho cerditos. (N. del A.) <<

[31] Citado en Gould, Time’s Arrow, p. 114. <<

[32] Rudwick, The Great Devonian Controversy, p. 42. <<

[33] Cadbury, Terrible Lizard, p. 192. <<

[34] Hallam, Great Geological Controversies, p. 105 y Ferris, Coming of Age in the Milky Way, pp. 246-247. <<

[35] Gjertsen, The Classics of Science, p. 335. <<

[*] A Darwin le encantaban las cifras exactas. En una obra posterior proclamaba que el número de gusanos que se podían encontrar en un acre medio de suelo del campo inglés era de 53.767. (N. del A.) <<

[36] Cropper, Great Physicists, p. 78. <<

[37] Cropper, Great Physicists, p. 79. <<

[38] Dictionary of National Biography, Supplement 1901-1911, p. 508. <<

[*] Formuló en particular la Segunda Ley de la Termodinámica. Para analizar esas leyes haría falta un libro dedicado sólo al tema, pero expongo aquí este resumen escueto del químico P. W. Atkins, sólo para dar una idea de ellas: «Hay cuatro leyes. La tercera de ellas, la Segunda Ley, fue la que primero se identificó. La primera, la Ley Cero, fue la última que se formuló. La Primera Ley, fue la segunda; la Tercera Ley podría no ser siquiera una ley en el mismo sentido que las otras». Resumiendo: la segunda ley afirma que siempre se desperdicia un poco de energía. No puedes construir una máquina de movimiento continuo porque, por muy eficiente que sea, siempre perderá energía y acabará parándose. La primera ley dice que no se puede crear energía y, la tercera, que no se pueden reducir las temperaturas al cero absoluto; habrá siempre algo de calor residual. Como indica Dennis Overbye, las tres leyes principales se exponen a veces irónicamente como (1) no puedes ganar, (2) no puedes quedar igual y (3) no puedes salirte del juego. (N. del A.) <<

Capítulo 6: Grandes y sangrientas batallas científicas

[1] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 4. <<

[2] Kastner, A Species of Eternity, p. 123. <<

[3] Kastner, A Species of Eternity, p. 124. <<

[4] Trinkaus y Shipman, The Neanderthals, p. 15. <<

[5] Simpson, Fossils and the History of Life, p. 7. <<

[6] Harrington, Dance of the Continents, p. 175. <<

[7] Lewis, The Dating Game, pp. 17-18. <<

[8] Barber, The Heyday of Natural History, p. 217. <<

[9] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 5. <<

[10] Barber, The Heyday of Natural History, p. 127. <<

[11] New Zealand Geographic, «Holy Incisors! What a Treasure!», abril-junio de 2000, p. 17. <<

[12] Wilford, The Riddle of the Dinosaur, p. 31. <<

[13] Wilford, The Riddle of the Dinosaur, p. 34. <<

[14] Fortey, Life, p. 214. <<

[15] Cadbury, Terrible Lizard, p. 133. <<

[16] Cadbury, Terrible Lizard, p. 200. <<

[17] Wilford, The Riddle of the Dinosaur, p. 5. <<

[18] Bakker, The Dinosaur Heresies, p. 22. <<

[19] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 33.

<<

[20] Nature, «Owen’s Parthian shot», 12 de julio de 2001, p. 123. <<

[21] Cadbury, Terrible Lizard, p. 321. <<

[22] Clark, The Huxleys, p. 45. <<

[23] Cadbury, Terrible Lizard, p. 291. <<

[24] Cadbury, Terrible Lizard, pp. 261-262. <<

[25] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 30. <<

[26] Thackray y Press, The Natural History Museum, p. 24. <<

[27] Thackray y Press, The Natural History Museum, p. 98. <<

[28] Wilford, The Riddle of the Dinosaur, p. 97. <<

[29] Wilford, The Riddle of the Dinosaur, p. 100. <<

[30] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 73. <<

[31] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 93. <<

[32] Wilford, The Riddle of the Dinosaur, p. 90. <<

[*] Hay una excepción notable, el Tyrannosaurus rex, que encontró Barnum Brown en 1902. (N. del A.) <<

[33] Psihoyos y Knoebber, Hunting Dinosaurs, p. 16. <<

[34] Cadbury, Terrible Lizard, p. 325. <<

[35] Newsletter of the Geological Society of New Zealand, «Gideon Mantel - The New Zealand Connection», abril de 1992; New Zealand Geographic, «Holy Incisors! What a Treasure!», abril-junio de 2000, p. 17. <<

[*] Bone Cahin Quarry significa en inglés Cantera de la Cabaña de Hueso. (N. del A.) <<

[36] Colbert, The Great Dinosaur Hunters and their Discoveries, p. 151. <<

[37] Lewis, The Dating Game, p. 37. <<

[38] Hallam, Great Geological Controversies, p. 173. <<

Capítulo 7: Cuestiones elementales

[1] Ball, H2O, p. 125. <<

[2] Durant, Age of Louis XIV, p. 516. <<

[3] Strathern, Mendeleyev’s Dream, p. 193. <<

[4] Davies, The Fifth Miracle, p. 14. <<

[5] White, Rivals, p. 63. <<

[6] Brock, The Norton History of Chemistry, p. 92. <<

[7] Gould, Bully for Brontosaurus, p. 366. <<

[8] Brock, The Norton History of Chemistry, pp. 95-96. <<

[9] Strathern, Mendeleyev’s Dream, p. 239. <<

[10] Brock, The Norton History of Chemistry, p. 124. <<

[11] Cropper, Great Physicists, p. 139. <<

[12] Hamblyn, The Invention of Clouds, p. 76. <<

[13] Silver, The Ascent of Science, p. 201. <<

[14] Dictionary of National Biography, vol. 19, p. 686. <<

[*] En inglés hay una doble grafía del término (aluminum / aluminium) debida a cierta indecisión característica de Davy. Cuando aisló el elemento por primera vez en 1808, le llamó alumium. Por alguna razón se lo pensó mejor y, cuatro años después, lo cambió por aluminum. Los estadounidenses adoptaron diligentemente el nuevo término, pero a muchos ingleses no les gustó aluminum, porque decían que incumplía la regla del -ium establecida por el sodio (sodium), el calcio (calcium) y el estroncio (strontium), así que añadieron una vocal y una sílaba. Entre los otros éxitos de Davy figura la invención del casco de seguridad de minero. (N. del A.) <<

[15] Asimov, The History of Physics, p. 501. <<

[*] El principio condujo a la adopción muy posterior del número de Avogadro, una unidad básica de medición en química, que recibió el nombre de Avogadro mucho después de la muerte de éste. Es el número de moléculas que contienen 2,016 gramos de gas hidrógeno (o un volumen igual de cualquier otro gas). Su valor se calcula 6,0221367 × 1023 que es un número enormemente grande. Los estudiantes de química se han entretenido durante mucho tiempo en calcular lo grande que puede llegar a ser exactamente, así que puedo informar de que es equivalente al número de palomitas de maíz necesarias para cubrir Estados Unidos hasta una altura de 15 kilómetros, de tazas de agua necesarias para vaciar el océano Pacífico o de latas de refrescos necesarias para cubrir la Tierra, cuidadosamente apiladas, hasta una altura de 320 kilómetros. Un número equivalente de centavos estadounidenses bastaría para hacer a cada uno de los habitantes del planeta billonarios en dólares. Es un número grande. (N. del A.) <<

[16] Ball, H2O, p. 139. <<

[17] Brock, The Norton History of Chemistry, p. 312. <<

[18] Brock, The Norton History of Chemistry, p. 111. <<

[19] Carey (ed.), The Faber Book of Science, p. 155. <<

[20] Ball, H2O, p. 139. <<

[21] Krebs, The History and Use of our Earth’s Chemical Elements, p. 23. <<

[22] De una reseña de Nature, «Mind over Matter?», de Gautum R. Desiraju, 26 de septiembre de 2002. <<

[23] Heiserman, Exploring Chemical Elements and their Compounds, p. 33. <<

[24] Bodanis, E = mc2, p. 75. <<

[*] Si te has preguntado alguna vez cómo determinan los átomos qué 50 % morirá y qué 50 % sobrevivirá para la sesión siguiente, la respuesta es que lo de la vida media no es en realidad más que una convención estadística, una especie de tabla actuarial para cosas elementales. Imagina que tuvieses una muestra de material con una vida media de 30 segundos. No se trata de que cada átomo de la muestra exista exactamente durante 30 segundos, 60, 90 o algún otro periodo limpiamente definido. Todos los átomos sobrevivirán en realidad durante toda una extensión de tiempo totalmente al azar que nada tiene que ver con múltiplos de 30; podría durar incluso dos segundos a partir de ahora o podría ir fluctuando durante años, décadas o siglos futuros. Nadie puede saberlo. Pero lo que podemos saber es que, para la muestra en su conjunto, la tasa de desintegración será tal que la mitad de los átomos desaparecerán cada 30 segundos. Es decir, es una tasa media, y se puede aplicar a cualquier muestra grande. Alguien calculó una vez, por ejemplo, que las monedas estadounidenses de 10 centavos tenían una vida media de unos 30 años. (N. del A.) <<

[25] Lewis, The Dating Game, p. 55. <<

[26] Stratherr, Mendeleyev’s Dream, p. 294. <<

[27] Anuncio de la revista Time, 3 de enero de 1927, p. 24. <<

[28] Biddle, Field Guide to the Invisible, p. 133. <<

[29] Science, «We Are Made of Starstuff», 4 de mayo de 2001, p. 863. <<

Capítulo 8: El universo de Einstein

[*] Es, concretamente, una medida del azar o desorden de un sistema. Darrell Ebbing sugiere con gran sentido práctico, en el manual Química general, que se piense en una baraja[1]. Una baraja nueva recién sacada del estuche, ordenada por palos y numéricamente del as al rey, puede decirse que está en su estado ordenado. Baraja las cartas y la pondrás en un estado desordenado. La entropía es un medio de medir exactamente lo desordenado que está ese estado y de determinar la probabilidad de ciertos resultados con posteriores barajeos. Para entender plenamente la entropía no hace falta más que entender conceptos como nouniformidades térmicas, distancias reticulares y relaciones estequiométricas, pero la idea general es ésa. (N. del A.) <<

[1] Cropper, Great Physicists, p. 109. <<

[2] Cropper, Great Physicists, p. 106. <<

[3] Snow, The Physicists, p. 7. <<

[4] Kevles, The Physicists, p. 33. <<

[5] Ebbing, General Chemistry, p. 755. <<

[*] Planck fue bastante desgraciado en la vida. Su amada primera esposa murió pronto, en 1909, y al más pequeño de sus hijos le mataron en la Primera Guerra Mundial. Tenía también dos hijas gemelas a las que adoraba. Una murió de parto. La superviviente fue a hacerse cargo del bebé y se enamoró del marido de su hermana. Se casaron y, al cabo de dos años, ella murió también de parto. En 1944, cuando Planck tenía ochenta y cinco años, una bomba de los Aliados cayó en su casa y lo perdió todo, artículos, notas, diarios, lo que había acumulado a lo largo de toda una vida. Al año siguiente, el hijo que le quedaba fue detenido y ejecutado por participar en una conspiración para matar a Hitler. (N. del A.) <<

[6] Kevles, The Physicists, pp. 27-28. <<

[7] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 64. <<

[8] Cropper, Great Physicists, p. 208. <<

[9] Nature, «Physics from the Inside», 12 de julio de 2001, p. 121. <<

[10] Snow, The Physicists, p. 101. <<

[*] Einstein fue honrado, sin mucha precisión, «por servicios a la física teórica». Tuvo que esperar dieciséis años, hasta 1921, para recibir el premio, que es mucho tiempo si consideramos todo el asunto, pero muy poca cosa si lo comparamos con el caso de Frederick Reines, que detectó el neutrino en 1957 y no fue honrado con un Nobel hasta 1995, treinta y ocho años después, o el alemán Ernsy Ruska, que inventó el microscopio electrónico en 1932 y recibió su premio Nobel en 1986, más de medio siglo después del hecho. Como los premios Nobel nunca se conceden a título póstumo, la longevidad puede ser un factor tan importante como la inteligencia para conseguirlo. (N. del A.) <<

[11] Bodanis, E = mc2, p. 6. <<

[12] Boorse et al., The Atomic Scientists, p. 142. <<

[13] Ferris, Coming of Age in the Milky Way, p. 193. <<

[14] Snow, The Physicists, p. 101. <<

[*] Es un tanto misterioso cómo llegó c a ser el símbolo de la velocidad de la luz, pero David Bodanis comenta que probablemente proceda del latín celeritas, que significa rapidez. El volumen correspondiente del Oxford English Dictionary, que se compiló una década antes de la teoría de Einstein, identifica c como un símbolo de muchas cosas, desde el carbono al críquet, pero no la menciona como símbolo de la luz o de la rapidez. (N. del A.) <<

[15] Thorne, Black Holes and Time Warps, p. 172. <<

[16] Bodanis, E = mc2, p. 77. <<

[17] Nature, «In the Eye of the Beholder», 21 de marzo de 2002, p. 264. <<

[18] Boorse et al., The Atomic Scientists, p. 53. <<

[19] Bodanis, E = mc2, p. 204. <<

[20] Guth, The Inflationary Universe, p. 36. <<

[21] Snow, The Physicists, p. 21. <<

[22] Bodanis, E = mc2, p. 215. <<

[23] Hawking, A Brief History of Time, p. 91; Aczel, God’s Equation, p. 146. <<

[24] Guth, The Inflationary Universe, p. 37. <<

[25] Brockman y Matson, How Things Are, p. 263. <<

[26] Bodanis, E = mc2, p. 83. <<

[27] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 55. <<

[28] Kaku, «The Theory of the Universe?», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, p. 161. <<

[*] Llamado así por Johann Christian Doppler, un físico austriaco, que fue el primero que reparó en él en 1842. Lo que pasa, dicho brevemente, es que, cuando un objeto en movimiento se aproxima a otro estacionario, sus ondas sonoras se fruncen al amontonarse contra el instrumento que las esté recibiendo (tus oídos, por ejemplo), lo mismo que se podría esperar de cualquier cosa a la que se esté empujando desde atrás hacia un objeto inmóvil. Este apretujamiento lo percibe el oyente como una especie de sonido apretado y elevado (el yi). Cuando la fuente sonora pasa, las ondas sonoras se esparcen y se alargan, provocando la caída brusca del tono (el yiummm). (N. del A.) <<

[29] Cropper, Great Physicists, p. 423. <<

[30] Christianson, Edwin Hubble, p. 33. <<

[31] Ferris, Coming of Age in the Milky Way, p. 258. <<

[32] Ferguson, Measuring the Universe, pp. 166-167. <<

[33] Ferguson, Measuring the Universe, p. 166. <<

[34] Moore, Fireside Astronomy, p. 63. <<

[35] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 45; Natural History, «Delusions of Centrality», diciembre de 2002-enero de 2003, pp. 28-32. <<

[36] Hawking, The Universe in a Nutshell, pp. 71-72. <<

[37] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 13. <<

[38] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 28. <<

Capítulo 9: El poderoso átomo

[1] Feynman, Six Easy Pieces, p. 4. <<

[2] Gribbin, Almost Everyone’s Guide to Science, p. 250. <<

[3] Davies, The Fifth Miracle, p. 127. <<

[4] Rees, Just Six Numbers, p. 96. <<

[5] Feynman, Six Easy Pieces, pp. 4-5. <<

[6] Boorstin, The Discoverers, p. 679. <<

[7] Gjertsen, The Classics of Science, p. 260. <<

[8] Holmyard, Makers of Chemistry, p. 222. <<

[9] Dictionary of National Biography, vol. 5, p. 433. <<

[10] Baeyer, Taming the Atom, p. 17. <<

[11] Weinberg, The Discovery of Subatomic Particles, p. 3. <<

[12] Weinberg, The Discovery of Subatomic Particles, p. 104. <<

[13] Citado en Cropper, Great Physicists, p. 259. <<

[14] Cropper, Great Physicists, p. 317. <<

[15] Wilson, Rutherford, p. 174. <<

[16] Wilson, Rutherford, p. 208. <<

[17] Wilson, Rutherford, p. 208. <<

[18] Cropper, Great Physicists, p. 328. <<

[19] Snow, Variety of Men, p. 47. <<

[*] El nombre procede de los mismos Cavendish que produjeron a Henry. Se trataba en este caso de William Cavendish, séptimo duque de Devonshire, que era un matemático de grandes dotes y un barón del acero de la Inglaterra victoriana. En 1870 donó a la universidad 6.300 libras para construir un laboratorio experimental. (N. del A.) <<

[20] Cropper, Great Physicists, p. 94. <<

[21] Asimov, The History of Physics, p. 551. <<

[*] Geiger se convertiría también más tarde en un nazi leal, traicionando sin vacilar a colegas judíos, incluidos muchos que le habían ayudado. (N. del A.) <<

[22] Guth, The Inflationary Universe, p. 90. <<

[23] Atkins, The Periodic Kingdom, p. 106. <<

[24] Gribbin, Almost Everyone’s Guide to Science, p. 35. <<

[25] Cropper, Great Physicists, p. 245. <<

[26] Ferris, Coming of Age in the Milky Way, p. 288. <<

[27] Feynman, Six Easy Pieces, p. 117. <<

[28] Boorse et al., The Atomic Scientist, p. 338. <<

[29] Cropper, Great Physicists, p. 269. <<

[*] Hay cierta incertidumbre respecto al uso del término incertidumbre en relación con el principio de Heisenberg. Michael Frayn, en un epílogo a su obra Copenhagen, comenta que los traductores han empleado varias palabras en alemán (Unsicherheit, Unschärfe, Ungenauigkeit y Unbestimmtheit), pero que ninguna equivale del todo al inglés uncertainty (incertidumbre). Frayn dice que indeterminacy (indeterminación) sería una palabra mejor para definir el principio y que indeterminability (indeterminabilidad) sería aun mejor. En cuanto al propio Heisenberg, utilizó en general Unbestimmtheit. (N. del A.) <<

[30] Ferris, Coming of Age in the Milky Way, p. 288. <<

[31] David H. Freedman, «Quantum Liaisons», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, p. 137. <<

[32] Overbye, Lonely Hearts of the Cosmos, p. 109. <<

[33] Von Baeyer, Taming the Atom, p. 43. <<

[34] Ebbing, General Chemistry, p. 295. <<

[35] Trefil, 101 Things You Don’t Know About Science and No One Else Does Either, p. 62. <<

[36] Feynman, Six Easy Pieces, p. 33. <<

[37] Alan Lightman, «First Birth», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, p. 13. <<

[38] Lawrence Joseph, «Is Science Common Sense?», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, pp. 42-43. <<

[39] Christian Science Monitor, «Spooky Action at a Distance», 4 de octubre de 2001. <<

[40] Hawking, A Brief History of Time, p. 61. <<

[*] O así es al menos como casi siempre se cita. Sus palabras auténticas fueron: «Parece difícil echarle un vistazo furtivo a las cartas de Dios. Pero que juegue a los dados y utilice métodos “telepáticos”…, es algo que yo no puedo creer ni por un momento». (N. del A.) <<

[41] David H. Freedman, «Quantum Liaisons», en Shore (ed.), Mysteries of Life and the Universe, p. 141. <<

[42] Ferris, The Whole Shebang, p. 297. <<

[43] Asimov, Atom, p. 258. <<

[44] Snow, The Physicists, p. 89. <<

Capítulo 10: El plomo, los clorofluorocarbonos y la edad definitiva de la Tierra

[1] McGrayne, Prometheans in the Lab, p. 88. <<

[2] McGrayne, Prometheans in the Lab, p. 92. <<

[3] McGrayne, Prometheans in the Lab, p. 92. <<

[4] McGrayne, Prometheans in the Lab, p. 96. <<

[5] Biddle, A Field Guide to the Invisible, p. 62. <<

[6] Science, «The Ascent of Atmospheric Sciences», 13 de octubre de 2000, p. 299. <<

[7] Nature, 27 de septiembre de 2001, p. 364. <<

[8] Willard Libby, «Radiocarbon Dating», de Nobel Lectures, 12 de diciembre de 1960. <<

[9] Gribbin y Gribbin, Ice Age, p. 58. <<

[10] Flannery, The Eternal Frontier, p. 174. <<

[11] Flannery, The Future Eaters, p. 151. <<

[12] Flannery, The Eternal Frontier, pp. 174-175. <<

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