Tres veces tú

Tres veces tú


Treinta

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TREINTA

—Ella se llama Alice.

—Mucho gusto.

Es una chica guapa, con el pelo corto de color castaño, de complexión delgada pero tampoco demasiado. Una sonrisa decidida destaca sobre un par de vaqueros oscuros y una camisa azul claro con un ribete blanco en las mangas y el bolsillito. Lleva zapatos serios, oscuros, tal vez Tod’s.

Me parece incluso demasiado perfecta, pero no puedo confiar en mis sentidos porque últimamente están bastante confusos.

Giorgio me sonríe, está satisfecho.

—Le he contado lo que ha pasado… Puedes irte, Alice.

—Sí, gracias, solo quería decir una cosa. Para mí es muy importante este trabajo. Me gusta cómo está creciendo Futura y me gusta lo que han construido hasta ahora. Nunca me vendería por dinero, nunca le contaría a nadie ninguno de sus secretos. Si tuviera una oferta más importante, la discutiría con ustedes e intentaría llegar a un acuerdo.

Dicho esto, se va y cierra la puerta de mi despacho. Giorgio me mira.

—¿Y bien? ¿Qué me dices? ¿Te gusta?

—¿Desde qué punto de vista?

—Profesional.

—Me da un poco de miedo.

—¿Te da miedo alguien que dice la verdad? No es propio de ti.

—Tienes razón, era una broma. Me parece que se puede confiar en ella. Es directa, sincera, transparente. Tal vez sea lesbiana.

—Yo también lo he pensado. Y eso ha hecho que me dé cuenta de una cosa.

—¿De qué?

—De que somos dos tremendos machistas.

—Exacto.

—Y, sin embargo, en este caso ella tiene dos hijos y un marido con el que se entiende. Él es un excelente diseñador, un creativo, hace grafismo, cómics, en resumen, un poco de todo. Su nombre artístico es Lumino, y debo decir que su talento no me disgusta. Mira, ha hecho esto.

Giorgio me muestra un logo con la palabra «FUTURA». Hay un sol estilizado, una línea azul debajo, una roja encima. Sencillo pero efectivo.

—No está mal.

—Para mí tampoco. Haré hacer pruebas para ver el efecto en papel y en los sobres.

—De acuerdo.

Voy a sentarme detrás de la mesa.

—Una curiosidad, ¿cómo has encontrado a Alice?

—Buscando…

Giorgio sabe lo que se hace. Quién sabe qué hay detrás de esa búsqueda. Luego me señala algo encima de la mesa:

—Si no te lo crees, te he dejado ahí su currículum. Tanta importancia que le dais a internet y, cuando alguien lo usa de manera adecuada, desconfiáis y no os convence porque lo consideráis un camino inseguro. Introduje los datos de lo que necesitabas y activé la búsqueda. Llegaron unos quinientos currículums, luego añadí mis filtros y salió Alice Abbati.

—¿Cuáles son esos filtros tuyos?

—Ahora quieres saber demasiado.

—Tienes razón. Me estaba preguntando qué era lo que se me escapaba.

—Por ejemplo, esto: habla inglés perfectamente y conoce el chino, un mercado en el que estaría bien que Futura se implantara; y un último detalle: su padre es general de la policía fiscal.

Lo miro con curiosidad.

—Algún día podría sernos útil.

—Espero de verdad que no. Me gustaría seguir trabajando sin tener problemas.

—Los problemas a veces te los crean los demás. Por eso podría sernos útil.

—Sí, es verdad. Pues ¿sabes qué te digo? —Ojeo el currículum, sus habilidades son extraordinarias—. Que definitivamente Alice me parece la ayudante perfecta, felicidades por la elección. Nos tocará darle ya un aumento.

Giorgio se echa a reír.

—Nunca logro entender si me estás haciendo un cumplido en serio o siempre me tomas el pelo…

—Una de las dos cosas es la correcta. Elige tú.

Se sienta frente a mí.

—La fuerza de una empresa siempre es su equipo: cuanto más unidos estemos, más posibilidades tenemos de ganar, y hoy es un día muy importante. A propósito, ¿cómo te fue ayer? ¿Se puede hablar de ello?

Lo miro. Me parece estar viendo a Pollo sentado en el sofá a mi derecha asintiendo. Así que tengo claras dos cosas: debo empezar a beber menos e ir a terapia para admitir que tengo visiones sin cesar. Abro la reja y luego la ventana que da al jardín de par en par; así es mucho más bonito, y entra más luz.

—Sí, fue bien. En un mismo día descubrí que soy padre…

—Eso ya me lo habías dicho…

—¡Pero padre de dos hijos!

—Esto no me lo esperaba. Creo que deberías tener en cuenta un aspecto de tu vida. Entiendo que te gusten las mujeres, pero te recuerdo que estás a punto de casarte y, por si eso no bastara, Futura está creciendo. Si sigues haciendo hijos de esta manera, no sé si la empresa podrá seguir tu ritmo…

¿Por casualidad no has oído hablar de esos objetos raros de látex parecidos a globos llamados preservativos?

—Tranquilo. El otro niño lo espera Gin.

—Entonces me alegro mucho. ¿Crees que tenemos que recibir más noticias de este estilo durante el día? ¿Hay posibles acontecimientos que podríamos no haber tenido en cuenta? No, perdona, solo por saberlo.

—Por muy raro que te parezca, en los últimos años no me ha sucedido nada que pueda ocasionar más hijos, ¿de acuerdo? Me he dedicado en cuerpo y alma a Futura, y aun así…

—Dos me parece un bonito número para empezar a ser un buen padre, luego ya veremos, ¿no?

¿Se sabe algo ya del sexo?

—No.

—¿Del nombre?

—Gin sugirió Massimo… Así es más fácil y no me equivoco.

Giorgio me mira sorprendido por segunda vez.

—¿En serio? Babi y Gin no se conocen, ¿verdad?

—¿Gin y Babi amigas, haciéndose esas confidencias? No hay nada más imposible; ¿por qué?

—Piensa mal y acertarás.

—Esa es buena.

—Es de Andreotti, pero no está sujeta a derechos, así que, si quieres, eres libre de usarla.

¿Puedo preguntarte otra cosa?

—Claro.

—¿Has hablado con Gin?

—Todavía no.

—¿Piensas hacerlo?

—No lo sé. Ayer quería hacerlo, pero fue una cena perfecta, preparada con mucho amor, no deseaba estropearlo. Me propuse decírselo todo después de cenar, pero la noticia me la dio ella.

—Entonces ¿no se lo contarás nunca?

—No lo sé. En este momento no veo a qué podría conducir.

—Ciertamente. ¿Crees que volverás a ver a Babi?

—No lo sé.

—Pero ¿sabes que dentro de un rato tenemos una reunión con el director de ficción de la Rete y que tú tienes que hacer la presentación de todos nuestros proyectos?

—Sí, lo sé.

—Bueno, por lo menos tienes algo claro.

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