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—Me gustaría que te pusieras al día para que te puedas hacer cargo de la tarea que le pusimos a 121. Quiero que te infiltres en los Sixes delincuentes. Hay una mujer, Ginger Midlen. Ha sido ingeniosa e imposible de encontrar. Ella es la que organiza a esa gente. Sacándonos de quicio. Necesitamos encargarnos de ella antes de que el problema aumente.

Esto tiene que ser una broma. En algún lugar del patio trasero, Ashton Kutcher va a saltar y me voy a dar cuenta que había caído en una trampa. O quizá ese otro chico más viejo, ¿cuál era su nombre…Jamie Kennedy?

—Y siguiendo, guardamos lo mejor para el final. —Dijo papá. Pasamos varias jaulas, parando en la última— ¿Lo ves? Está atado fuertemente.

En el otro lado del vidrio, estaba Kale sentado en el piso contra la pared más lejana, sus rodillas hacia arriba pegadas a su pecho, con su cabeza hacia abajo. Como los demás, vestía los pantalones de chándal y camiseta blanca regulares. Tomó sólo un momento, pero me di cuenta que él estaba usando la misma ropa que usaba el día que nos conocimos.

—Hola, Ken—dijo papá mientras el hombre usando el mismo traje de leotardo del hombre que persiguió a Kale por el bosque, apareció detrás de nosotros. Dejó el maletín negro y buscó en su bolsillo delantero, sacando un distintivo de seguridad con una línea roja en el frente— ¿Ya es hora de recolectar?

El hombre asintió y pasó la tarjeta por el lector al lado de la puerta de Kale.

—No te importa si miramos ¿verdad? Estoy dándole a Deznee un gran recorrido.

Ken se encogió de hombros sin importancia y recuperó su maletín antes de meterse en la celda de Kale.

— ¿Hora de recolectar?—Pregunté, viendo cómo la puerta volvía a cerrarse detrás del hombre. Kale todavía no había levantado la mirada.

—La junta votó para sacrificarlo, pero tenemos un dilema. 98 es realmente un raro individuo. Su don, por supuesto, es altamente peligroso, pero también tiene una latente habilidad que nosotros necesitamos. Algo en el componente químico de su sangre seda a los Sixes y los vuelve dóciles. A diferencia de los fármacos modernos que tienen desagradables efectos y hacen al sujeto en última instancia inútil por un tiempo. La sangre de 98 borra cualquier tendencia violenta y los hace completamente obedientes.

—98 es un caso interesante—continuó papá—El chico ha estado con nosotros desde su infancia. Fue recogido por otro de nuestros residentes y ha trabajado para Denazen toda su vida.

—Pensé que dijiste que no era un empleado.

Papá sacudió la cabeza.

—Solía serlo. Se le fue dado un grado militar de entrenamiento de combate y acondicionamiento físico continuo. Lo usamos en las misiones más importantes. Pero después de un ataque no provocado y su escape, y por supuesto su secuestro por ti, muchos de nosotros sentimos que 98 es insalvable en este punto. Algo en él se rompió y ahora él está roto.

Como un juguete.

— ¿Lo mantienen con vida así pueden drenarle la sangre?—Traté que el horror no se reflejara en mi voz pero fallé.

Papá se encogió de hombros sin darse cuenta de mi reacción.

—Hemos tratado de reproducirla sintéticamente, pero no tuvimos suerte. Aumentamos la recolección programándola de una vez por día a cuatro, en caso de que algo pase y tengamos que cesarlo antes. Desafortunadamente, esto será solo de ayuda por un corto tiempo. Después de varios días, el producto químico de su sangre queda inactivo y ya no puede ser usado en el suero. Estamos tratando de perfeccionar una manera de almacenarlo, pero hasta ahora no hemos tenido éxito.

Me volví hacia el cristal y observé como Ken arrastraba a Kale a sus pies. Kale miró hacia arriba, notándonos por primera vez. Nuestros ojos se encontraron y el suelo abandonó mis pies. Estaba muy pálido, con hematomas azules en ambos ojos y en su mejilla izquierda. Estaba teniendo un momento difícil intentando levantarse, por segunda vez. Ken tenía que sostenerlo contra la pared para que no se desplomara en el suelo.

—Se ve horrible—susurré, era la cosa menos perjudicial que se me ocurrió decir. Papá estaba observándome. No había manera que no notara mi reacción.

—Puso un poco de resistencia el primer día que volvió. Me temo que alguno de nuestros empleados se vieron forzados a ser más duros. Lo está haciendo mejor, sin embargo. Casi se aguanta de pie por sí mismo.

Rabia burbujeaba en el fondo de mi estómago. Necesitaba sacarlo de aquí.

Papá asintió hacia la esquina de la celda. A lo largo de la pared varios vasos fueron alineados como soldados marchando hacia la guerra, todos llenos con un líquido espeso amarillo.

Jugo de naranja.

—Hasta el momento, ha estado rehusándose a comer o beber.

Dentro de la jaula, Ken estaba poniendo su equipo de nuevo dentro del maletín. En su camino a la salida, paró para agarrar uno de los vasos con jugo y acercárselo a Kale. Él lo tomó y se volvió hacia mí.

— ¿Puede escucharnos desde aquí afuera?

Papá asintió con la cabeza y caminó para encontrarse con Ken mientras salía de la celda.

Kale avanzó mientras yo miraba sobre mi hombro a papá. Él hablaba con Ken en un tono bajo, ignorándome.

—Tómalo—musité. Para mi alivio se llevó el vaso a los labios y se bebió todo el líquido. Mantuve mi cara lejos de papá, metiendo mis manos en los bolsillos para evitar colocarlas en el vidrio—Lo siento.

La expresión de Kale seguía neutral. Pero sus ojos transmitían un anhelo que coincidían con los míos. Si pudiera tan solo tocarlo, solo por un minuto…

— ¿Estás lista para regresar?—Salté cuando papá colocó una mano en mi hombro.

CRASH.

Kale lanzó el vaso vacío al vidrio delantero de la jaula, directo a donde estaba la cabeza de papá. Pequeños restos de jugo bajaban sobre el vidrio sin fisuras y se agrupaban en el piso.

Él volvió a la esquina de la celda, con sus ojos fijos en los de papá, y con una sonrisa escalofriante.

 

Capítulo 20

Llegamos a casa alrededor de las 19:30 de esa noche. Papá volvió a Denazen para hacerse cargo de algo, así que me quedé sola. Como la primera vez desde hace tanto tiempo como puedo recordar, todo lo que quería hacer era tirarme al suelo y llorar.

Empecé a caminar por el comedor, recogiendo pequeños recuerdos de una vida que nunca ha existido. Una pequeña estatua de un gatito de porcelana, una rosa azul de vidrio. Todo mentira. Fui hacia el florero, ese florero horrible y feo, lo tomé dándole la vuelta como lo había hecho Kale la noche en que nos conocimos y le di una buena sacudida.

Esto debería de tener flores, ¿verdad?

Recorrí el borde con mi dedo índice antes de lanzarlo contra la pared. Se rompió, por mucho que le guste el cristal a Kale, y los pedazos explotaron por todos lados. Cayeron diminutos y ruidosos cuando golpearon la madera dura y rebotaron por todo el suelo.

El resto del cuarto era todo lo mismo. Una niebla pesada se había establecido encima de mi cabeza y no importaba lo que hiciese, no se marcharía. Rompí y desgarré cosas, y nada me ayudó. Traté de llamar a Brandt otra vez, pero no contestó. Le escribí. No contestó. En este momento, estaba empezando a preocuparme. Podría haber sido que él estaba dejándome a fuera porque seguía investigando. Yo lo vi en sus ojos en el cementerio. Él nunca ha podido resistirse a un desafío, y desde que él no podía ocultarme nada a mí, me estaba evitando. La lógica fue rebuscada y no parecía correcto, pero me hizo sentir bien ligeramente.

Entré a la cocina y empecé a prepararme mi sándwich favorito de pavo, tomate y mantequilla de cacahuete, pero después de la inspección encontré que no tenía mucho apetito. Le di un mordisco indiferente, pero el pan sabía a rancio y desmenuzable, y el pavo olía mal aunque estaba fresco. Escupí el bocado en mi palma abierta, casi con arcadas. Mi estómago rugió en protesta hambrienta, pero dejé el resto del bocadillo en la basura y me fui a mi cuarto.

Televisión, nada. Radio, todas las canciones malas. Ordenador, todas las salas de chat usuales vacías. Consideré la idea de salir furtivamente afuera y encontrar algo de acción, algunas llamadas bien escogidas y tendría al 411 en una fiesta en algún lugar a lo largo de la zona, pero no tenía energía.

En cambio, me quité los zapatos y me tapé con las sabanas. Toda la imitación que hice antes me había alcanzado de nuevo y aunque mi cabeza zumbaba, molesta con Brandt, asqueada con mi padre, y con miedo por Kale, el sueño llego más fácil de lo que pensaba.

Me desperté en algún momento al escuchar un sonido tintineante, suave pero notable. Sentándome, inspeccioné el cuarto. Era la segunda noche de luna llena, la que más brillaba de las tres, y el suelo de mi habitación se iluminó por la luz plateada que brillaba a través de la ventana.

De allí es de donde venía el ruido. Me deslice fuera de la cama, abrí la ventana, y me asomé. Alex.

— ¿Que estás haciendo aquí?

— ¿Puedo subir?

Me encogí de hombros y me alejé mientras él empezaba a subir.

Él entro a través de la ventana abierta y me dio una rápida recorrida una vez más, con el entrecejo fruncido. Me alegre repentinamente de nunca haberme puesto mi pijama.

— ¿Acabas de llegar a casa? Estuve esperándote.

—He estado aquí toda la noche—le dije sentándome en la cama— ¿Por qué estabas buscándome? ¿No nos hemos dicho todo lo que necesitamos decirnos la última vez que nos vimos? ¿Recuerdas? ¿Tú me dijiste que me fuera al infierno?

—Estaba preocupado por ti. Quería asegurarme de que estabas bien.

—La próxima vez, usa el teléfono. O email. Infiernos, usa una paloma mensajera.

—Yo ya no tengo tu número. O tu email. Y no tengo ninguna paloma.

—Mi email siempre es el mismo.

—Oh.

Silencio.

— ¿Bien?

Le di una mirada al reloj de mi mesita de noche. Sólo medianoche. Debo haber estado dormitando porque la última vez que lo había mirado el reloj decía 23:20.

— ¿Bien qué?—Él preguntó, irritado.

—Me dijiste que querías ver si yo estaba bien—giré una vez—Obviamente, estoy bien.

—Dios—siseó entre dientes— ¡Eres tan irritante!

—Gracias—le dije, mientras apuntaba hacia la ventana— ¿Sería irónico si yo te dijera que te fueras ahora infierno?

Alex suspiró.

—Mira, siento lo de la otra noche. Denazen como que me asusta, yo…

Yo no estaba interesada en una evidente disculpa sin entusiasmo por parte de Alex de Mojourn.

— ¿No es grande, de acuerdo? Tienes que mirar hacia fuera. Lo entiendo.

Él estaba callado durante un minuto, mientras inspeccionaba el cuarto sutilmente.

— ¿No ha cambiado mucho por aquí, huh?

Las paredes todavía eran del mismo tono azul real que cuando yo tenía siete años. Alguno de los muebles habían sido renovados, pero en general todo se había puesto en el mismo lugar. Si se separa la cama de la pared, se puede que vea el pequeño corazón tallado en la parte de atrás de la cabecera de cama con nuestros nombres que lo atraviesan. Mil veces después de esa noche en la que Roude y yo había arrancado la cama, me preparé para aclarar el recordatorio con el cuchillo de cocina en la mano. Cada vez me detuve, era incapaz para llevarlo a cabo.

— ¿Quieres algo más? ¿Quiero decir, además de admirar mi decoración?

Él estaba inquieto y miraba el suelo. Alex tambaleó un poco.

—Necesito decirte algo.

Cualquier cosa que tuviera que decir lo estaba poniendo nervioso. Merecía la pena unos minutos más de mí tiempo. Me senté atrás en la cama para disfrutar mientras él se retorcía.

—Yo sabía quién eras.

Me imaginé que finalmente me daría un poco de tonterías y que atrasaría la disculpa para lo que él había hecho. El cierre. Debí de haberlo sabido bien.

— ¿Huh?

Él se movía de un pie a otro.

—Ya sabía quién eras. Desde el principio. Sabía que eras la hija de Marshall Cross.

Todo el aire de la habitación se agotó. Ese fue el último golpe bajo. Mi boca se abrió y se cerró otra vez. Palabras. Me había olvidado de todas. ¿Él me uso? ¿Era eso lo que me estaba diciendo? ¿Todo había sido una mentira?

—Me imaginé que al acercarme a ti podría tener información de tu padre y de Denazen.

Se detuvo para calcular mi reacción. Lo que vio en mi cara lo debió de haber preocupado, porque empezó a caminar de un lado al otro.

—No pasó mucho tiempo para que me diera cuenta de que no tenías ninguna pista sobre lo que pasaba en Denazen o lo que tu padre hacía. Tú simplemente eras una niña inocente en medio de algo de lo que no tenías ni idea.

En ese momento, él era peor que mi padre. Peor porque yo había tenido tanta fe en él. En nosotros. Para descubrir que todo había sido mentira…fue devastador.

— ¿Cuánto tiempo?

Él levanto sus manos como rindiéndose.

—Nosotros sólo habíamos estado saliendo como seis meses cuando descubrí todo.

— ¿Y el resto del tiempo?—Caminé hacia él. ¡Mi cabeza me daba vueltas, él me había usado para llegar a mi padre, de todas las personas!— ¡Nosotros estuvimos saliendo juntos durante un año!

—Lo sé y lo siento. Ginger y los otros, me dijeron que rompiera contigo una vez que estuvieses segura, pero era un callejón sin salida. Yo no podía. Yo me en…

Lo perdí. Mi puño conectó con la esquina de su mandíbula, fue genial, aunque doloroso y sonoro.

—No te atrevas a venir aquí y decirme que te enamoraste de mí.

— ¿No quieres oírlo?—Alcanzando su barbilla y frotándola, su expresión se oscureció—Maldición, demasiado mala. Yo me enamoré de ti. Nada de lo que nosotros teníamos fue falso.

Fui a pegarle de nuevo, pero él me conocía. Lo estaba esperado. Él tomo mi mano y la desvió y tropecé a su lado. Respirando profundamente.

—Eres como una punzada. ¿No fue suficiente para ti desgarrarme una vez, tenías que venir y tratar de hacerlo de nuevo?

—Si mal no recuerdo, tú viniste a mí esta vez. Yo no tenía ninguna intención de buscarte.

No contesté. Nos quedamos de pie allí en la luz de la luna, encerrados juntos en una mirada fija hacia abajo. Después de unos minutos él habló de nuevo, con su voz baja.

—Yo lo haré.

— ¿Hacer qué?—Pregunté.

—Denazen. Yo lo haré. Yo te ayudaré.

Esto no tiene precio. ¿Entra, escarba en mi corazón e intenta succionarlo? Típico movimiento de Alex Mojourn.

— ¿Por qué? ¿Por qué cambias tu mente? Si esto tiene algo que ver con la culpa…

—La culpa no tiene nada que ver con esto. No puedo dormir, sabiendo que estás sola en esto.

Me reí.

— ¿De repente te preocupas por mí? Yo no necesito que seas mi caballero con la brillante armadura. Eres una falta épica cuando se trata de eso, así que hazme un favor y lárgate de aquí.

—Jesús—juró—Yo realmente lo estoy intentando, Dez.

— ¡Bien, no lo hagas! ¿Quién te lo pidió?—Lo empujé fuerte hacia la ventana.

Él tropezó, se recuperó, y me empujó hacia atrás.

—Crees que lo sabes todo, pero no lo haces—gruñó—Esa noche, en lo de Roudey, esa muchacha era un Six.

Gruñí. La última cosa que necesitaba era los detalles ensangrentados. Luego él me diría el tamaño de su sostén y que le gustaban los paseos a la luz de la luna a lo largo de la playa.

— ¿Y por qué infiernos piensas que me importa? Es una noticia vieja. Historia. Si tú piensas que está bien, entonces lo que sea.

—Ella me estaba haciendo un favor.

— ¿Un favor?

Y lo gracioso seguía llegando. Si hubiera sido alguien que no fuese yo, podría haber encontrado todo el asunto ridículamente irónico. ¿Pero siendo yo era la estrella de esta pequeña tragedia? Sí. No tanto.

— ¿Permitiéndole que ella chupara tus labios? Ése es un infierno de favor.

—Eso fue una trampa…te puse una trampa. Quería que nos vieras juntos.

¿Una trampa? ¿Qué infiernos significaba eso?

—Nunca pensé que fueses un tipo sin pelotas. ¿Por qué no romper conmigo si te estabas aburriendo?

—Te lo dije, los otros querían que yo cortara las cosas contigo. Cuando no lo hice, se molestaron; pero bueno…Lo superaron. Con el tiempo, sin embargo, ellos empezaron a hablar sobre usarte para conseguir más información. Ellos quisieron usarte para llegar a tu padre. Yo no quería que te involucrases en nada que tuviese que ver con Denazen. Y se lo dije.

— ¿Me estás intentando decir que rompiste mi corazón por mi propio bien?

—Era la única cosa que yo podría hacer para sacarte de mi vida. Yo no sabía que nunca me perdonarías—él cerró sus ojos y agitó su cabeza—Eso me mató, la mirada en tu cara. El dolor en tus ojos. Hice lo que tenía que hacer para dejarte fuera de esto. Si yo hubiera sabido que eras un Six…

—Me estás mintiendo. —Le dije, aunque profundamente en el fondo de mi estómago, yo quería creerle.

Nuestra relación había sido intensa o quizá sólo me había parecido así a mí porque él fue mi primer amor; pero no quise creerle, tenía todos los signos de una mentira. Si esto fuera verdad, no compensaría las cosas, pero, por lo menos, me dio un poco de paz en mi pequeña mente.

Él cerró la distancia entre nosotros y tomó mi cara entre sus manos.

—Lo siento.

Lo siento.

Lo último que tenía de voluntad se desmoronó. Todo el enfado se agotó yendo lejos, dejando la herida abierta y vacía que él había dejado. Había esperado mucho tiempo para oír esas palabras. Me estiré en mis dedos de los pies, aplastando mis labios contra los suyos. Él respondió, igual de entusiasmado. La manera en que él pellizcó mi labio superior, su barba áspera contra mi mejilla y mi barbilla, todas las sensaciones familiares de mi mente asociadas con él, todo explotó de la caja cerrada con llave en donde los había guardado oculto.

Él se apartó lo bastante como para sacarse la camisa por su cabeza, antes de apoyarnos en la cama. Dimos vueltas en el colchón, un enredo de piernas y manos codiciosas y toquetonas.

—Te extrañé—masculló en mi boca.

Sus dedos se arrastraron hasta el borde de mi camisa, mientras avanzaban hacia arriba.

El beso era eufórico una neblina de murmullos, mezclados con recuerdos que trajeron rubor a mis mejillas y encendieron un fuego en mi pecho. Esto…esto era familiar…Esto estaba…

Mal.

Él logró sacar mi camisa por encima de mis hombros, lo empujé lejos. El choque del aire fresco contra mi piel era bastante como para hacerme perder el tren de mis pensamientos y traerlo de vuelta. Distancia. Yo necesitaba distancia.

—Para—jadeé, mientras salía rápidamente de la cama.

Respirando difícilmente, él cerró sus ojos y tomó varias respiraciones profundas. Después de unos minutos, su respiración era lenta al igual que la mía. Él abrió sus ojos, mirándome.

— ¿Qué está mal?

—No puedo hacer esto—le dije—Ahora no. No contigo.

—No con…

—Kale—dije, mientras recordaba la noche en que él había sido capturado, y la noche anterior. Cómo su tacto tan suave, pero de alguna manera tan primordial, se había grabado en mi corazón, mente y alma.

El día que Alex rompió mi corazón, pensé que también me había roto. Que no habría un después. Yo no salí con nadie después de eso. No realmente. Nada serio y nada exclusivo. Yo vi a quien quería, cuando lo quería, y sin compromiso. No había dormido con cualquiera, pero sí estaba segura como el infierno que me había liado con cualquiera. Mucho. Ni una sola vez me había sentido culpable. No había ninguna razón para hacerlo. Nadie me había hecho alguna vez pensar dos veces sobre las opciones que yo había elegido. La monogamia no era para mí, ya no. No hasta Kale.

Alex se levantó, echando humo.

— ¿Hablas en serio? ¿Me estás diciendo que estas con él?

—Yo no estoy con él—dije, mientras intentaba alcanzar mi camisa. ¿O sí? Lo saqué de mi cabeza, poniendo en su lugar la camiseta y levantándome—Es complicado.

— ¿Ah, sí? ¿Cómo es eso? Yo todavía te amo—él alcanzó mi brazo—Sé que todavía sientes algo por mí.

—Quizá lo hago—admití, saliendo fuera de su alcance. Una parte de mí gritaba que esto es lo que había querido durante mucho tiempo, a él, pero otra parte se reía. Se merecía esto. Ser herido. Por mí. Justo a su vez y todo. Yo había soñado con devolverle a él la bofetada del rechazo. Ahora que estaba en la posición para conseguir lo que quería, yo no estaba en ella. Elegirlo ya no tenía el atractivo de antes—Pero eso no cambia mucho.

Él se puso su propia camisa y susurró.

— ¡Por supuesto que lo hace!

Yo agité mi cabeza.

—No. No, no lo hace. Me has fallado. No me importa cuáles sean tus razones, tú nos mataste. Podrías haberme dicho la verdad. Y no lo hiciste. Escogiste tu camino y ahora tienes que vivir con ello. —Las lágrimas llenaron mis ojos, amenazando con desdorarse—Todavía siento algo por ti. No sé si alguna vez va a desaparecer y lo siento por eso, pero también siento algo por Kale. Algo fuerte. Yo no sé lo que es, pero lo tengo que averiguar.

Parecía querer discutir pero se quedó callado.

—Debo irme. Probablemente sería catastrófico si tu padre me encontrara aquí.

Yo cabeceé.

—Probablemente.

Él levantó su mano y apuntó a mi escritorio. Una pluma voló en el aire, flotando cubierto con las alas por un momento, antes de sumergirse en el bloc de papel de mi mesa de noche.

Después de varios segundos de garabatear, la pluma cayó inanimada al suelo.

—Ése es mi número de móvil. Llámame por la mañana y encontrémonos para hablar sobre las cosas de Denazen. Lo digo en serio. Quiero ayudar a tu madre—él tragó e hizo una mueca amarga—y a Kale a salir de allí.

Asentí con la cabeza y lo seguí a la ventana. Balanceando sus piernas por encima del borde, él se agarró a la rama más cercana a la casa. Después de caer al suelo, hizo una pausa para mirarme.

—No voy a permitir que esto continúe, Dez. Sé que metí la pata, pero lo voy a arreglar. Kale o no Kale, tú me perteneces a mí.

Y se fue. Tragado por las sombras.

 

 

Capítulo 21

A la mañana siguiente me desperté con las sabanas enredadas como fideos alrededor de mis piernas. Mis hombros dolían, mi cuello estaba duro, y tenía un nudo del tamaño de un pomelo en mi espalda. Un sueño agitado. Me despertaba casi a cada hora, sobre la hora, teniendo la misma pesadilla rara como la de anoche, pero con algunas variaciones. A veces Kale me besaba con Alex mirándonos. A veces Alex intervenía, mientras empujaba a Kale en la multitud. Aquello era difícil de mirar porque Alex siempre termina muerto. A veces, los dos lo hacían.

Yo había dormido demasiado, eran casi las diez, pero no estaba preocupada. Papá me había dicho que me quedara en casa hoy ya que toda la imitación que había hecho me había desgastado. Mi cabeza todavía zumbaba y mi estómago se sentía fuera de sí, pero no era tan malo como pensé que sería. Vestida y duchada, hice mi camino hacia abajo, estaría encantada de evitar lo que se estaba volviendo un desagradable y retorcido ritual de cada mañana. El café con papá. Él lo habría dejado por ahora, seguro.

Como era de esperar, cuando entré en la cocina, él no estaba en su usual sitio, pero todavía estaba en casa.

Eso no era bueno.

Papá estaba a pasos de la habitación, su teléfono celular estaba metido firmemente debajo de su barbilla y él apuntando notas en un pedazo de papel. Cualquiera sabría que esa llamada, era importante. Yo lo supe por su mirada. Era la mirada que él llevaba cuando las cosas no iban bien con sus clientes.

Vertí los cereales en un cuenco mientras intentaba escuchar detrás de la puerta la conversación. Esto resulto imposible porque papá era casi inexistente.

Él murmuró las contestaciones, simples y escasas, a la persona en el otro lado, como: sí, seguro, no y absolutamente. Nada acerca de lo que decía podría darme cualquier pista de quién estaba al otro lado o del tema. Él normalmente dejaba sin falta la casa a las ocho, así que algo grande tenía que estar pasando. En ese momento, el oído de un súper perro habría sido más útil que la imitación.

Quince minutos después, él se unió a la mesa conmigo, el teléfono celular estaba fuera de la vista.

—Qué sorpresa verte todavía aquí. —Le dije a través de un bocado de Rice Krispies. Por una vez, el pensamiento de café me revolvió el estómago— ¿Teniendo un día libre?—Le dije en broma. Papá nunca se había tomado un día libre.

—He estado por teléfono con Mark la mayoría de la mañana.

— ¿De verdad?—Solté la cuchara.

— ¿Cuándo hablaste por última vez con Brandt?

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