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Abrí la puerta y le señalé que se pusiera en movimiento. Mi corazón iba a mil, tenía que concentrarme en cada paso –izquierda, derecha, izquierda, derecha– para estar segura de no tropezar. La sangre golpeaba en mis oídos, y tuve que contener una sonrisa. El ímpetu no era como nada que hubiera sentido antes. Un salto en bungee en el Puente Westend justo afuera del pueblo, deslizarme en parachoques por la autopista a sesenta millas por hora, incluso entrar a la escuela a la fuerza y besarse en el escritorio del director, todo palidecía al lado de esto. Al lado de la emoción de estar con Kale, nada nunca ha golpeado mi sistema como esto.

Lo guié pasando el escritorio hacia el elevador.

Dentro y hasta el primer piso.

Fuera del elevador y fuera por la puerta delantera.

Era todo demasiado fácil.

En el momento que salimos del edificio y nos dio el sol, empezó. Una diminuta voz en la parte de atrás de mi cabeza que me decía que algo no estaba del todo bien. Como si me estuviera olvidando de algo, algo enorme, pero no ubicaba el qué.

Le señalé un juego de mesas de picnic a nuestra izquierda.

—Puedes sentarte—un rápido vistazo por encima de mi hombro y pude ver al guardia de seguridad del primer piso observándonos.

—Escúchame con mucha atención—dije sentándome frente a él—Nos vamos a sentar aquí y charlar por unos minutos, luego vamos a dar un paseo a través del estacionamiento hacia la parte de atrás del edificio donde están los jardines. Después de eso, vamos a saltar la cerca y correr como si nos fuera la vida en ello.

Kale pestañeó varias veces.

—Estás sangrando—dijo, entendiendo.

Me encogí y me pasé el pulgar por mi nariz. Diablos. ¿Alguien más lo había notado?

—Soy yo.

—Estás sangrando—repitió, estirándose hacia delante.

Me pasé la mano por debajo de la nariz. Por supuesto, mi mano volvió con una delgada línea roja.

Negando con la cabeza, dije.

—Soy Mercy. Si alguien te ve tocarla van a sumar dos más dos bastante rápido.

Retiró su mano, con su sonrisa desapareciendo.

— ¿Estás bien?

— ¿Tú eres el que está encerrado en el infierno y preguntas si yo estoy bien?

—Tú eres la que está…

Me sentía como si hubiera un ejército de hombres con martillos hidráulicos golpeando en mi cabeza y probablemente podría dormir como por un mes, pero el tener a Kale en frente de mí de alguna manera hacía que todo estuviera bien.

—Sangrando. Sí, lo sé. Estoy bien.

Sus labios se arrugaron y frunció el ceño.

—Lo saben todo. Ella me interrogó tan pronto como volví. No contesté, pero eso fue suficiente confirmación para ellos. Me preguntaron si sabías de tu madre. Lo siento.

Negué con la cabeza.

—Está bien. No había nada que hubieras podido hacer. Créelo o no, Mercy está de nuestro lado. Ella lo preparó. Cambiamos lugares. Está en mi casa, esperándonos.

— ¿De nuestro lado?

Asentí. Kale no estaba convencido, pero no podía culparlo. La idea de que alguien en Denazen pudiera querer ayudarnos tenía que ser irreal para él después de todo lo que ha vivido a sus manos.

—Muy bien, levántate lentamente, trata de verte triste o algo, y vamos a caminar hacia el jardín.

Los dos nos levantamos y empezamos a caminar, cada paso llevándonos más cerca de la libertad. Todo estaba yendo genial…Hasta que dimos vuelta la esquina y vimos a los dos guardias parados allí, esperando.

—Buenas tardes, Mercy—dijo el más alto de los dos. El otro sacó una pistola eléctrica. En su otra mano sostenía una gran sábana blanca.

—Buenas tardes—dije suavemente, con la esperanza de que no esperaran que los llamara por sus nombres. Denazen no creía en etiquetas con nombres. Era realmente un inconveniente.

—Me temo que nos han ordenado llevar a 98 de nuevo adentro.

—Habremos terminado en unos minutos—traté de sonar casual, pero fracasé.

—No puede esperar—se metió el bajito—Muévase a un lado para que podamos someterlo.

Me volví hacia Kale, quien dio un paso atrás. La cerca, y el bosque, estaban a solo diez pasos detrás de los dos guardias. Diez pasos. Eso era todo lo que separaba a Kale de la libertad. Ahora que había probado la libertada, Kale no iba a dejar que algo tan pequeño como diez pasos se entrometieran en su camino.

Sin importar qué.

Pestañeé, y Kale arremetió.

 

 

Capítulo 24

El guardia alto, el extrovertido, demostró ser una gallina al salir del camino de Kale de un salto. Inteligente teniendo en cuenta la alternativa, pero tan malditamente cobarde. El más pequeño, no lo era tanto. Él abrió las piernas y disparó la Tazer, afortunadamente con una puntería de mierda. Cuando eso no funcionó, arrojó el arma al suelo y corrió hacia Kale.

Me costaba creer que esos hombres hubieran sido enviados a llevarlo adentro sin saber las consecuencias que tenía el contacto de piel a piel. Y, sin embargo, apartando lo obvio, este idiota cargó contra Kale como un toro a un torero, brazos y dedos intentando alcanzar su garganta. Ellos chocaron a mitad de camino.

Alzando los brazos, el hombre dio una bien ejecutada patada dirigida a la cabeza de Kale. Kale la esquivó con facilidad, dando vueltas hacia la espalda del hombre. Si hubiera pestañeado, me lo habría perdido. El hombre giró y volvió a intentarlo; esta vez, en lugar de esquivar el golpe, Kale atrapó el pie del hombre pulgadas antes de que chocara contra un lado de su cara. En lo que tan sólo puedo suponer que fue estupidez, la mano del hombre salió disparada, agarrando a Kale del cuello. Hubo una sola contracción en sus dedos cuando exhaló bruscamente, liberó su agarre sobre Kale, y cayó de rodillas. Su piel estaba gris y agrietada, su cabello opaco caía al suelo en grumos polvorientos. Un grito murió en sus labios cuando, en instantes, se convirtió en nada más que un montón de polvo disperso por la brisa.

Kale no perdió el tiempo. Me agarró la muñeca y nos fuimos por encima de la cerca.

Libres.

 

 

Cuando estuvimos seguros de que ya no nos seguían, paré de imitar. Tomó más tiempo de lo que lo había hecho con Rick y fue diez veces más doloroso, pero se sentía bien volver a ser yo otra vez. Se sintió aún mejor estar en mi propia ropa. Aquel traje había sido restrictivo, horrible, y picaba como el infierno.

—No puedo creer el riesgo que tomaste—dijo Kale mientras íbamos a través del bosque—Podrías haberte herido.

—Probablemente no—recordé lo que Mercy había dicho justo antes de que entrara en el coche y traté de ignorarlo.

"Tu padre sabe por qué estás realmente aquí. Él sabe sobre ti y 98."

—Supongo que papá quería una oportunidad de usarme como hizo con Kat Hans, la primera que enviaron para desenterrar información sobre los Sixes. No creo que me hubiera hecho daño. Por lo menos, no tan pronto en el juego.

Kale se detuvo y me arrastró junto a él. Me estremecí por el brusco movimiento, haciendo mi mayor esfuerzo para no gritar.

—No pienses de esa forma. Nunca los subestimes. Lo que hacen…las cosas que podrían haber hecho…—Tragó saliva. La parte que sobresalía de su nuez de Adán se balanceaba sólo un poco—Si esto vuelve a ocurrir en el futuro, me dejas allí. No hagas esto otra vez.

—Sin embargo, está bien. Estamos fuera y todos…—Un nudo se formó en mi garganta y mi sangre se congeló—Alex. Dejé a Alex allí adentro.

— ¿Alex? ¿Qué está haciendo en Denazen?

—Lo convencí de que me ayudara a sacar a mi madre—gemí—Conseguí sacarte y me olvidé de él. ¡Cómo pude dejarlo allí! Ahora sólo Dios sabe lo que podría sucederle.

—Lo sacaremos. Y a Sue.

Sue. Mamá.

— ¿La has visto? Mientras estabas allí, ¿la viste?

Él sacudió su cabeza y comenzamos a caminar otra vez.

—Me mantuvieron en la cárcel todo el tiempo. Con excepción de los hombres que entraban diariamente a sacarme sangre, no vi a nadie más que a ti y a Cross el otro día. —La decepción debe haber estado escrita en toda mi cara, porque dijo—Sin embargo, ella está bien, no debes preocuparte. Sue sabe controlarse a sí misma. Ella sabe cómo funciona.

Estábamos en los arbustos más lejanos de la casa. Papá había dicho específicamente que estaría fuera de contacto hasta después de las cinco. Pero no pasaría mucho antes de que Denazen enviara a alguien a la casa en nuestra búsqueda. Teníamos que conseguir entrar y salir. Con suerte, Mercy estaría bien.

Mercy había utilizado las llaves bajo el porche de entrada de la casa de las que le había hablado, así que Kale y yo tuvimos que entrar a través de mi ventana. No fue fácil considerando que mis extremidades se sentían como estiradas bandas de goma. Cuando nos balanceamos dentro, el cuarto estaba vacío.

— ¿Mercy?

Caminé por el cuarto, agarrando una grapadora de camino a la puerta. No era la mejor arma, pero sí la única que tenía a mano. Lentamente, di vuelta a la perilla y eché un vistazo alrededor de la esquina. Vacío. Arrastrándome a través del descanso, me incliné sobre el pasamanos. Nada.

—Debe haberse ido por alguna razón—dije, volviendo al cuarto—Quizás alguien de Denazen apareció.

—Agarra lo que necesites y vámonos. No debemos permanecer aquí por mucho tiempo.

Kale estaba en lo cierto, por supuesto. Estar aquí era una mala idea. Recogí una vieja mochila. Rellenándola con cosas que encontraba a mano, me moví a través de la habitación. Cuando llegué a la esquina, noté que mi libreta de direcciones estaba de lado sobre mi escritorio. No recordaba haberla sacado del cajón de mi mesa de noche. No fue hasta que miré al lado de la cama que me congelé. Sobre mi almohada, había una pequeña nota doblada debajo de un pendrive rojo.

Dez:

La imitación desapareció y no quería correr ningún riesgo, así que me fui. No voy a volver a Denazen. Van a averiguar tarde o temprano que te ayudé. Espero que todo esté bien, y tú y 98 Kale logréis salir bien. En este pendrive, encontrarás dos cosas. En primer lugar, está la lista de nombres que buscabas. Mientras estaba trabajando en Denazen, no había manera de que pudiera tirar los archivos sin despertar sospechas. Como no voy a volver, ya no importa. También hay un poco de información que podría ayudarte a estar un paso más cerca de tu madre. No es mucho, pero podría ayudar. Buena suerte.

Mercy

— ¡Premio gordo!—Chillé, agitando el pendrive arriba y abajo.

Kale miró el pequeño pedazo rojo de plástico entre mis dedos y entrecerró los ojos.

— ¿Cómo hará eso algo?

—Esto es un pendrive—cuando su única respuesta fue una mirada en blanco, continué—Esto tiene la información de un ordenador.

Él me lo sacó, dándole un fuerte apretón. Cuando nada salió, procedió a golpearlo ligeramente contra el borde de la ventana.

— ¿Cómo sacamos la información?

Rescaté el pendrive antes de que pudiera romperlo en pedazos.

—Tenemos que conectarlo a un ordenador—mi propio ordenador estaba en la esquina, pero esa era una mala idea. La maldita cosa tardaría una eternidad en arrancar y no sabía cuánto tiempo teníamos. Todos los que conocía tenían un ordenador. Era sólo cuestión hasta que encontráramos a alguien en su casa—Vamos, salgamos de aquí.

El hecho de que era tarde en la noche trabajaba en contra nuestro. La mayoría de mis amigos ya se habrían desvestido. Pero me negaba a darme por vencida. Podríamos ir directamente a Ginger y entregarle el pendrive, pero quería saber qué había en él. Nunca juegues tus cartas sin al menos verificar la mano.

Después de dos horas de búsqueda, terminamos en el lugar de los Rinaldis. Ellos habían estado pasando sus vacaciones en la costa de Jersey cada verano durante los últimos cuatro años. El año pasado, le habían pagado a Brandt para que cuidara a su perro y a la casa. Según lo que sabía, no le habían pagado a nadie este año porque el perro había muerto. Conduje a Kale a la parte posterior de la casa, bajo el pórtico. Allí, pegada a la parte inferior del escalón más alto, estaba la llave de la puerta del sótano. Cuando entramos en la casa, fuimos de una habitación a otra en busca de un ordenador. Finalmente, encontramos uno en el último cuarto en que buscamos. Sentí como si hubiera entrado en otra dimensión. Un santuario. Las estanterías estaban llenas de objetos de colección y las paredes cubiertas de carteles.

— ¿Qué clase de lugar es éste?—Susurró Kale, con sus ojos muy abiertos mientras me seguía a través de la puerta.

—El hijo de los Rinaldis tiene doce años. Supongo que es un fan de Pókemon—dije sobre mi hombro mientras iba directa hacia el equipo.

Mientras la máquina arrancaba, me hundí en la silla. Cuando el monitor cobró vida, el pequeño amigo de un color amarillo molesto –Picabu o algo así– saltó a través de la pantalla, balbuceando una charla incoherente en una voz chillona. Reprimí mi burla y deslicé el pendrive en la ranura USB.

Después de un momento, el archivo se abrió y una lista de nombres se desplazó por la pantalla. Leyéndolo por encima pude ver que había al menos un centenar. El título en la parte superior del documento decía Residentes. Era una lista de todos los Sixes Denazen que había en el lugar.

¡Anotación!

Miré el documento, sorprendida de reconocer muchos de los nombres. Algunos eran personas de la comunidad que habían desaparecido en los últimos años, otros eran compañeros de clase y vecinos.

Recorrí la habitación, encontrando finalmente la impresora debajo de la mesa. Accioné el interruptor de encendido e hice clic en Imprimir, esperando las páginas. Kale estaba en silencio a mi lado.

— ¿Estás bien?

— ¿Si estoy bien?

— ¿Te duele?

Kale tocó el hematoma color amarillo a un lado de su cara y sacudió la cabeza.

—No pueden hacerme daño—dijo—Pero cuando Mercy me dijo que ellos te habían…

—No fue Mercy, fui yo.

—No lo sabía en ese momento. Yo lo creí. Todo en lo que podía pensar era en lo que te harían a ti.

Giré la silla y tomé sus manos entre las mías.

—Yo estoy bien. Tú estás bien.

—Los dos estamos bien—dijo, plantándome un rápido beso en la mejilla.

Asentí.

—Lo estamos. Y una vez que Alex y mi madre estén fuera, podremos dejar todo esto atrás. Tal vez después de establecernos pueda llevarte a ver una película real. Nada de esas cosas de baile. Una película en un cine IMAX. Una con una gran cantidad de explosivos. A los chicos les encanta ver cosas explotar, ¿verdad?

La impresora se detuvo. Me incliné hacia atrás con la mano de Kale aún en la mía y recogí las hojas. Mirándolas, sonreí. Perfecto. Sólo quedaba una última cosa por hacer.

Abriendo el navegador, me detuve en Craigslist. Buscando entre los anuncios, me sentí aliviada al encontrar que no había muchos nuevos que fueran extraños. De hecho, sólo había dos. Uno era de clases sobre la manera de criar ganado y el otro afirmaba enseñar entrenamientos para llamas.

— ¿Se supone que estas personas estarían en casa pronto?

Doblé la lista y la metí en mi bolsillo trasero. Agarrando un lápiz del otro extremo de la mesa, escribí los dos números en el dorso de mi mano.

—No, ¿por qué?

—Porque alguien está aquí.

Fui a la ventana y maldije. Los Rinaldis, obviamente, habían reemplazado a Brandt. Agarré la mano de Kale.

—Date prisa, tenemos que irnos.

 

 

Llegamos a la cabina telefónica frente a Blueberry Bean, inclinándonos más cerca cuando la gente que nos rodeaba nos bordeaba en la acera ocupada. El primer anuncio, el que era sobre crianza de ganado, resultó ser legítimo. Cuando marqué el segundo, recité una silenciosa plegaria.

—Estoy llamando por su anuncio en Craigslist. ¿El del entrenamiento de llamas?

— ¿Cuántas llamas posees?

—Um, ¿dos?—Contesté. No tenía ni idea de cuál era el número mágico.

Hubo una larga pausa en el otro extremo. Nada bueno.

—Lo siento. Eso es demasiado.

—Quien habla es Dez Cross—dije en voz baja al receptor. Por favor, por favor, por favor, que éste sea el anuncio correcto. Luego, añadí por si acaso—Tengo la información que Ginger quería.

El hombre en el otro extremo dudó por un momento. Pareció una eternidad, pero al final me dio una dirección y colgó.

—Estamos dentro—dije, girándome hacia Kale—Veamos lo que tenemos aquí y luego iremos a ver a Ginger.

Quedarnos frente al Blueberry Bean era una mala idea. Demasiado público. Así que tiré de la camisa de Kale y asentí hacia un lado del edificio. Una vez que estuvimos en las sombras, saqué las páginas de mi bolsillo. Había sólo tres hojas de nombres, el resto del bulto era algo más. Un correo electrónico. De mi papá a alguien llamado Vincent.

La fiesta es la opción perfecta. Bullicio y ruido; no deberíamos tener problemas. Mis fuentes han confirmado que ambos objetivos estarán presentes. También espero manejar un pequeño problema que recientemente ha salido a la luz. He descubierto al instigador de nuestra reciente ola de desobediencia. Trataré con él.

¿Fiesta?

Debajo, estaba la respuesta de Vincent, con fecha de hace dos días.

Esa es una muy buena noticia y también está por encima de tu otra sorpresa. Tengo que felicitarte. Me han dicho que la Supremacía está en pleno funcionamiento. Tienes mi visto bueno en lo de la fiesta, Cross. Creo que esto va a funcionar. ¿A quién enviarás?

Página siguiente. Otro correo electrónico.

Gracias. Estoy muy complacido con lo de la Supremacía. Estaba empezando a perder la esperanza. En cuanto a la fiesta, tengo el grupo perfecto. Estoy pensando en enviar a Alex Mojourn, junto con Sueshanna Odell. Entiendo que sería la primera misión de Alex, pero él sabe sobre esta gente y creo que podría funcionar en beneficio de nuestro objetivo el enviar a alguien conocido. Tengo a alguien persiguiendo la ubicación de la fiesta en estos momentos.

—Oh, dios mío—suspiré.

— ¿Qué va mal?—Kale saltó sobre sus pies, girando la cabeza de un lado a otro.

—El archivo—agité los papeles—Esto tiene información sobre dónde va a estar mamá. ¡Y Alex también!

— ¿Dónde?—Kale sonaba optimista.

Pasé a la página siguiente, la última.

Entonces está arreglado. El día después de este Sumrun, deberíamos tener a dos nuevos Sixes en nuestro establo y los problemas de insubordinación deberían ser reprimidos.

 

 

Capítulo 25

El portero afuera de la fiesta nos guiñó un ojo a medida que avanzábamos hacia el interior. Era el mismo tipo al que había prometido esperar la primera vez que habíamos venido aquí. Era bueno saber que no me guardaba ningún rencor.

Sin Alex, no sabía dónde encontrar a Ginger. Sin embargo, después de unos veinte minutos de búsqueda, vi a Dax en la esquina hablando con un hombre alto, delgado y rubio. Nos movimos a lo largo del borde exterior de la habitación –estaba menos atestado y así Kale se sentía mejor– de camino a Dax. Él nos vio acercarnos y se separó del rubio, saludándonos con una risa amistosa y un ademán.

—Es bueno verlos a ambos otra vez. Y en una sola pieza.

—Igualmente—dije sonriendo— ¿Cómo está Mona?

Él suspiró.

—Ha dejado de gritar por las noches, y a veces pensamos ver una pequeña chispa de reconocimiento en sus ojos—él sacudió su cabeza—Pero no está mucho mejor que la última vez que la viste. No habla, salvo para llamar a su hermana.

—Lo siento.

—De todos modos, aún tenemos la esperanza de que con el tiempo pueda salir de esto.

Asentí, pero no dije nada. ¿Por qué arremeter contra su esperanza con mi negatividad?

— ¿Alguna idea de a dónde ha ido Alex? No lo he visto durante días—preguntó Dax.

—Alex está en Denazen.

Dax dejó caer su bebida al piso. La taza plástica rebotó, enviando gotitas de líquido azul en todas direcciones.

— ¿Qué?

Metí la mano en mi bolsillo y saqué el pendrive.

— ¿Sabes dónde puedo encontrar a Ginger? Esto tiene la información que ella quería. Si lo que está aquí es exacto, podemos salvar a mi madre y a Alex.

Dax no perdió el tiempo. Se encaminó hacia las escaleras y nos hizo señas para que lo siguiéramos. Parecía que el edificio había sido un departamento de tiendas algún día. Encontramos a Ginger en el otro extremo de la construcción, en lo que alguna vez había sido la sala de recepción, rodeada de hombres sin camisa que sostenían bandejas llenas de ponche.

—Debe ser agradable ser la reina—susurré.

Kale se acercó más.

— ¿Por qué están todos sin camiseta?

Ginger aparentemente tenía las orejas de un perro, porque lo oyó. Girándose hacia Kale, le guiñó un ojo, tomando un sorbo de ponche.

—Es una ventaja de ser la reina—despachó a los hombres y nos hizo señas para que nos acercáramos— ¿He oído que has encontrado mi información?

Sólo se los habíamos dicho a Dax, quien nunca había dejado nuestro lado. Cómo sabía el por qué estábamos aquí estaba más allá de mí.

—Y algo más—di un paso acercándome y le entregué el pendrive.

Codiciosos, sus dedos arrugados se sacudieron un poco mientras arrebataban el plástico rojo de mis manos. Lo examinó antes de entregárselo a uno de los hombres que estaban detrás de su silla. Después de que ella le susurrara algo al oído, él se fue.

— ¿Y?—dije, cuando Ginger no hizo ademán de hablar— ¿Qué pasa con nuestra información? ¿El Reaper?

— ¿Crees que todavía lo necesitas? Ya tienes la información necesaria para salvar a tu madre y a Alex.

Quería preguntarle cómo sabía qué tipo de información tenía. Ella no había mirado el pendrive, pero yo ya estaba demasiado enojada. Abrí la boca y la cerré nuevamente. Tenía razón, más o menos. Sabía que mamá iba a estar en el Sumrun por el correo electrónico en el pendrive, pero muchas cosas aún podían salir mal. Quería un respaldo, sólo por si acaso. Además, me había roto el trasero para conseguir lo que ella había pedido. Había tomado un riesgo enorme y había abandonado el secreto que había atesorado durante años. Aunque ya no lo necesitaría más, lo que era justo era justo. Además, tenía curiosidad.

Me paré más derecha y crucé los brazos. Con expresión feroz y la barbilla erguida, dije.

—Un trato es un trato.

Ginger lo consideró por un momento antes de señalar a Kale. Lo miré, y luego volteé hacia ella.

— ¿Qué pasa con él?

—Querías saber quién era el Reaper—ella movió su muñeca hacia él—Ahí está.

Kale miró sobre su hombro. No había nadie allí.

— ¿De qué estás hablando?

Rojo. Todo lo que veía era de color rojo.

— ¡Tú, manipuladora, arrugada vieja perra! ¡Jugaste conmigo! No hay Reaper, ¿verdad?

Los nudillos blancos agarraron su bastón y Ginger se levantó. Los hombres que la flanqueaban dieron dos pasos atrás, distanciándose.

—No hice nada de eso, niña, y te sugiero que tengas cuidado con esa lengua tuya. Muestra algo de respeto—cojeó por la habitación, con la copa de plástico todavía en su mano— ¿Sabes cuál es mi don?

—No—le espeté—Y puedo decir que realmente me importa un bledo en este momento.

—Soy una visionaria. Puedo ver el camino de una persona cuando veo en sus ojos.

—Sólo me conoces desde hace unos días, ¿y ya estás insinuando que soy el Reaper? Sue me habló de él cuando tenía doce años. ¿Cómo puede ser eso?—preguntó Kale.

—Te conocí años antes de que te presentaras en mi fiesta.

—Eso es pura mierda—escupí.

Kale se giró hacia mí y frunció el ceño. Se sentía frustrado.

—Esto es muy confuso.

Tomé su mano y la apreté.

Mirando a Ginger, dije.

—Algunas personas se divierten jugando con los demás.

Ginger nos estrechó los ojos.

—Estuve allí cuando Kale nació.

—No le hagas caso, Kale, todo esto es pura mierda.

—Miré a esos ojos azules y vi a la persona que un día tendría la oportunidad de salvarnos de Cross. Empecé el rumor del Reaper hace años para darle esperanza a nuestra especie.

Ella tenía toda su atención. Con el Reaper olvidado, él se centró en Ginger.

— ¿Tú me conoces? Si estuviste presente cuando vine a este mundo, dímelo. Dime quién soy. Dime quién es mi madre.

Ginger suavizó su expresión.

—Felecia. El nombre de tu madre era Felecia.

La cara de Kale decayó.

— ¿Era?

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