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—Lo mereces—insistí.

Las lágrimas se acumularon en las esquinas de mis ojos mientras silenciaba sus nuevas protestas con un beso feroz. Cada célula de mi cuerpo estaba lista para explotar. No hay un mundo exterior. Ni Denazen. Ni papá. Sólo Kale y yo.

—Para mí—dijo. Salió como un cruce entre un gruñido y un gemido ahogado. Fue emoción y fue posesivo. Lleno de dolor, y mezclado con alegría—Fuiste hecha para mí.

Por un breve momento el tiempo se detuvo, luego continuó su marcha. El mundo explotó. Y hubo paz.

 

 

Capítulo 27

Mantuvimos un perfil bajo en lo de Misha todo el día siguiente. Kale estaba fascinado con la TV, sobre todo con los anuncios. Había visto un poco mientras estaba en Denazen, pero nada extenso. No podía creer que hubiera tantos productos para el mismo propósito. Siete tipos de soda. Tres tipos de limpiador de baños. Un centenar de diferentes tipos de coches. No podía entender por qué la gente necesita más de uno de algo.

En el almuerzo, el desayuno y la cena, un carro de comida aparecía misteriosamente en el camino al pasillo afuera de nuestra puerta. Cada comida era algo diferente y nuevo para Kale, y cada vez encontraría algo que le fascinara. A la hora de la cena, su favorita era la gelatina de sandía.

Y, por supuesto, yo. Yo era otra cosa de la que Kale parecía no tener suficiente, lo cual funcionaba para mí porque yo tampoco podía conseguir suficiente de él.

—Dime que esto es diferente—dijo Kale en algún momento después de la cena. Estábamos enroscados en su cama, acurrucados juntitos. Él jugaba con un mechón de mi cabello, haciéndolo girar entre sus dedos mientras la otra mano trazaba círculos ligeros a través de mi brazo—Dime que esto es algo especial.

—Es algo especial—le dije, retorciéndome para mirarlo.

TV, buena comida, besos, abrazos y muchos más toques. Todo el tiempo, Kale se maravillaba con la suavidad de mi piel. Insistía en que todo era un sueño, porque nada en su vida podría ser tan bueno. Durante unos momentos, olvidé que estábamos al borde de algo importante. Algo que cambia la vida. Algo peligroso.

Durante unos momentos, olvidé la voz persistente en la parte de atrás de mi cabeza. Esa voz que venía con campanadas de alerta. Campanadas de advertencia, grandes y brillantes señales de neón. Las ignoré, a pesar de que era como ignorar a un elefante en la habitación.

Ginger dijo que ayudaría a Kale a aprender a controlar su poder. Pero ella nos había jodido. Su promesa de entregar al Reaper había sido una mentira. Más o menos. Por razones egoístas, no la había interrogado sobre su otra promesa. La de ayudar a Kale. En la oscuridad, en un rincón egoísta de mi mente, yo quería que se quedara como estaba. Exactamente cómo estaba. Quería cadenas. Si Kale nunca cambiaba, esas cadenas no me ahogarían. De la manera en que yo lo veía, tendría que besar a muchas ranas hasta encontrar a mi príncipe. Merecía un poco de felicidad.

Sin embargo, al final, mi conciencia ganó. Tenía que encontrar a Ginger, siempre y cuando las cosas no se fueran al carajo, y pedirle ayuda con Kale. Se merecía poder elegir. Si esa elección al final no era yo, tendría que vivir con ello. Lo amaba. No lo engañaría para que no viviera su vida por el hecho de quererlo para mí. Eso es lo que Denazen había hecho. Lo que papá había hecho.

Temprano en la tarde del día siguiente, nos despedimos de Misha y nos pusimos en camino para recoger los trajes que necesitaríamos para esta noche. Sólo una tienda de disfraces permanece abierta todo el año, pero me negué a comprar allí. Eran demasiado caros y las opciones eran un chiste. Criadas francesas, trajes de gorila, sombreros de vaqueros…nada original. Pero yo era una chica de recursos. Podría improvisar. Tenía una idea alucinante para el pasado Halloween, pero me había enfermado de neumonía y nunca llegué a sacarla adelante. Ahora era la oportunidad perfecta.

La idea para los disfraces de la fiesta servía a dos propósitos principales. El más obvio era que sería más fácil para Kale y para mí ocultarnos a plena vista. Ellos sabían que estaríamos allí, según la información que Mercy nos habían dado, por lo que al ser más difíciles de detectar, por lo menos seríamos capaces de movernos entre la multitud con mayor libertad. ¿La otra razón? Las posibilidades decían que Mercy y papá no averiguarían sobre el cambio de último minuto en el tema, lo cual estaba a nuestro favor. Conociendo a Denazen, siempre había una posibilidad, pero era escasa. Estaríamos ocultos y ellos sobresaldrían como signos de exclamación. Ganar, ganar.

Gracias a un par de tijeras, una libreta, y un préstamo de veinte en mi bolsillo trasero, teníamos dinero suficiente para llevarnos todo lo que necesitábamos.

Ya era verano, así que mi traje había sido bastante fácil de conseguir. Un viaje rápido al centro comercial –Target, luego Toys ‘R’ Us y CVS– y ya estaba lista. Kale demostró ser un poco más difícil. Cuando vio lo que había comprado, se puso nervioso por la exposición de piel, pero le aseguré que tenía algo diferente en mente para él. Nos las arreglamos para encontrar la mayor parte de lo que necesitábamos en el centro comercial, jeans negros y una camiseta, gafas de sol oscuras y botas, pero la chaqueta de cuero era un problema.

—Tengo una pregunta—dijo Kale mientras nos dirigíamos a la tienda de cuero a pocas cuadras de distancia.

El sol comenzaba a ponerse y necesitábamos darnos prisa si íbamos a hacerlo antes de que la tienda cerrara.

—Mientras no implique a un enano y un poco de crema batida, estoy dentro.

Se detuvo y levantó las cejas.

—Es broma, sigue.

Echamos a andar de nuevo.

— ¿Qué va a pasar después?

— ¿Después?

—Esta fiesta. Cuando se acabe, ¿entonces qué?

— ¿Qué quieres decir con entonces qué?

— ¿Qué va a pasar conmigo?

— ¿Pasar? Nada va a pasar. Eres libre de vivir tu vida ahora. Puedes ir a donde quieras y hacer lo que quieras.

— ¿Ir?

—Sí, como de viaje.

Sus ojos brillaban.

—Hay todo un mundo ahí fuera, Kale. Cosas que ni siquiera puedes imaginar. Lugares fascinantes que ver, personas interesantes por conocer…—chicas lindas que besar. Maldita sea.

Sonrió.

—Quiero ver todos los lugares sobre los que he leído. Quiero navegar en barcos y sentir la arena entre mis dedos de los pies—su sonrisa se amplió—Quiero dormir bajo las estrellas y nadar en el océano.

—Buenas metas—dije en voz baja.

Él asintió.

—Metas, eso me gusta. Tengo metas ahora. ¡Se siente bien! ¿Y tú? ¿Cuáles son las tuyas?

Me eché a reír.

— ¿Las mías? No creo que jamás las haya tenido realmente. Aparte de molestar a mi padre, estoy muy desmotivada.

—Así que puedes hacer algo. Cuando esto termine, podemos viajar a todos estos lugares y puedes idear tu propia lista.

La expresión de su rostro podría haber iluminado las esquinas más oscuras de la tierra. Eso hizo que mis palabras tuvieran un sabor amargo.

—Kale, no sé si seré capaz de salir cuando todo esto termine. Algún día, sí, pero no estoy segura de que podré tan pronto. Puede que tengas que irte sin mí.

Kale se detuvo, agarrándome el brazo.

—Todos estos lugares a los que quiero ir no existen sin ti. Todas mis metas vienen de un lugar. Tú. Tú eres mi meta más grande. ¿Eso no está mal, verdad?

—No—vacilé—Pero no puedes dejar de vivir tu vida por mí. No sé qué va a pasar con mi mamá. Estuve engañada durante diecisiete años. Quiero llegar a conocerla…lo que no sucederá si logramos liberarla y luego salgo corriendo.

Pasan unos momentos de silencio, y entonces vemos la tienda de cuero. Afortunadamente, las luces del interior seguían encendidas.

—Pero todavía podremos estar juntos, ¿verdad? ¿Incluso si nos quedamos aquí?

—Por supuesto. Estaré aquí todo el tiempo que quieras, Kale. Y cuando sea posible, te seguiré hasta los confines de la tierra si es allí donde quieres ir. Sólo necesito cuadrar las cosas primero.

—Mientras sepa que esto—él levantó nuestras manos unidas—es mío para tener, voy a esperarte por siempre.

Yo esperaba que sí.

La dependienta no había estado feliz por quedarse hasta tarde. Nos lanzaba dagas con la mirada hasta que le di los trescientos cuarenta y dos dólares en efectivo. Ella había cerrado la jornada con una venta agradable y nosotros nos fuimos con una chaqueta preciosa de motociclista negra.

Ahora, con todas las piezas de nuestros trajes recogidas, necesitábamos un lugar donde prepararnos. Kale no estaba muy emocionado con la idea de una ardua caminata todo el camino de regreso al hotel, pero no teníamos otra opción. La misma mujer estaba sentada detrás del escritorio cuando entramos, esta vez su sonrisa un poco más auténtica que antes. Un poco.

—Odio ser un dolor de cabeza, pero ¿podríamos volver a subir a la habitación y alistarnos?

Ella me tendió un juego de llaves.

—Vayan a la habitación 309 en su lugar. Hay alguien ahí esperando por ustedes.

Nadie sabía que estábamos aquí, y mucho menos que volvíamos de nuevo esta noche. Sospeché inmediatamente.

— ¿Alguien me espera?

Debe haber sido obvio, porque la mujer dijo.

—No hay nada de qué preocuparse. Es un amigo—ella frunció el ceño—Más o menos.

Ahora tenía curiosidad. Todavía estaba un poco preocupada, aunque curiosa.

—Espera—dijo Kale cuando llegué a la puerta—Yo primero—me esquivó y abrió la puerta, dando un paso en el interior. Yo estaba justo detrás de él.

En una de las camas, girando una cerveza fría y viendo la televisión, estaba Sheltie, el amigo de Brandt. Nos vio y sonrió, saludándonos.

—Gracias a Dios. No estaba seguro de que fueran a volver.

Kale seguía en pie delante de mí, con los hombros tensos.

— ¿Quién eres?

—Cristo, ¿todavía estás aquí?—El hombre miró alrededor de Kale y torció un dedo hacia mí—Necesito hablar contigo.

Me giré hacia Kale.

—Este es Sheltie, él es…—tragué saliva y me corregí—él era amigo de mi primo Brandt. —Volviendo a Sheltie, le pregunté— ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que habías dejado la ciudad.

—Esa es una buena pregunta, una que estaría encantado de contestar, pero es complicado.

Kale resopló.

— ¿No lo has oído? Todo es complicado.

Miré hacia la puerta, y luego al reloj de la mesilla de noche. Teníamos poco menos de dos horas.

—No va a tomar mucho tiempo, ¿verdad? Como que tenemos un sitio en el que estar.

Él asintió.

—Lo sé—tomó una respiración profunda y luego exhaló—Soy yo.

Lo miré fijamente.

—Estás drogado, ¿no?

—Mírame. Realmente mírame. ¿No lo ves?

Traté de dar un paso hacia él, pero Kale me agarró del brazo.

— ¿Qué estoy buscando exactamente?

Sheltie frunció el ceño.

—Si alguien puede verlo, ese alguien serás tú. Prueba. Mira detenidamente.

Examiné su cara, su ropa, todo parecía igual que antes.

—Lo siento. No sé de qué estás hablando.

—Brandt. Soy Brandt.

Mis ojos comenzaron a lagrimear y me di la vuelta, horrorizada.

—Eres un enfermo, ¿lo sabías?

—Dez, sé cómo suena. Tienes que confiar en mí. Técnicamente, soy Brandt. Y ahora Sheltie también.

—Wow, cabrones de Denazen, deben encerrarse en una habitación con una botella de Jack y una bolsa de hierba muy buena para llegar a esta mierda—me libré de golpe de las manos de Kale y di un paso adelante, con los dedos picándome— ¿Fuiste tú? ¿Mataste a Brandt?

Cuando Sheltie no respondió, Kale estalló.

— ¡Respóndele!

Sheltie saltó de la cama, lo ignoró, y retrocedió hacia la ventana.

—Dez, escúchame, estoy hablando en serio. Realmente soy yo.

— ¿Crees que soy idiota? Los vi llevándose lejos el cuerpo de Brandt esa mañana. El tío Marcos lo vio. Muerto

—No es así de simple. Te lo dije en mi funeral. Soy un Six. Algo llamado Soul Jumper. Somos raros, sólo hay como cuatro de nosotros allí fuera. Cuando mi corazón dejó de latir, mi alma saltó al cuerpo de la persona más cercana. Sheltie.

—No te creo.

—Cuando éramos pequeños, fuimos de viaje de camping. Tú y yo nos perdimos en el bosque.

Kale se puso tenso.

— ¿No puede cualquiera obtener esa información?

Estaba en lo cierto. Cualquier persona, especialmente alguien con conexiones en Denazen, podría encontrar un montón de diminutos detalles íntimos sobre mi vida. Demonios, el periódico había escrito una gran historia sobre eso. Se vendieron un montón de copias. Habían puesto a la tía Cairn como una madre negligente que dejaba a niños pequeños jugar en una zona peligrosa sin supervisión. Más tarde se retractaron de esa declaración, pero el daño ya estaba hecho.

Necesitaba una prueba sólida.

—La casa del árbol en tu patio trasero. Había una caja de seguridad metálica. ¿Qué teníamos en ella?

Él sonrió.

—Un auto azul Hot Wheels y tu cuaderno de Hello Kitty. Nuestras posesiones más preciadas.

Me sentí enferma. Sólo dos personas lo sabían. Una de ellas se suponía que estaba muerta.

—Entonces, ¿a dónde fue Sheltie?

Su sonrisa se había ido; él inclinó la cabeza y sacó la maldita rueda de skate de su bolsillo.

Lanzándola al aire, la atrapó y dijo.

—No lo sé. Él solamente se fue, y no es que lo lamente. El bastardo únicamente me usó. Se presentó en la casa diciendo que tenía información sobre Denazen. Lo dejé entrar y ¡boom! Adiós Brandt. Tan pronto como mi corazón se detuvo, me metí en su cuerpo. He estado tratando de decidir si debía decírtelo o no.

—Esto no está sucediendo…

—El otro truco es que, al parecer, cada vez que salto a un nuevo cuerpo de un Six, conservo su regalo. Sheltie tenía la habilidad de visitar los sueños de la gente. Yo traté de advertirte en un sueño, pero no salió bien. Estaba desorientado, todavía tenía fresco lo del salto.

— ¿Ese eras tú?

Él asintió una vez más y mi estómago se revolvió. Esta era la idea más demente que había escuchado alguna vez.

—Sip. Pero sigo siendo yo. El mismo chico que has conocido tu vida entera. Es extraño, tengo todos mis viejos recuerdos, pero tengo todos los recuerdos de este tipo también.

—Esto realmente es un lío.

— ¿Quieres hablar sobre líos? Recuerdo a Sheltie matándome. Fue como matarme a mí mismo. Intenta vivir con eso por un rato.

No podía imaginar tener que vivir con ese tipo de recuerdo.

—Eso es horrible.

—No, horrible es que tú eres mi mejor amiga, mi prima, y que lo único en lo que puedo pensar es acerca de lo caliente que te ves en estos momentos.

—Oh, Dios mío…

Junto a mí, Kale gruñó.

Agarré su mano y tragué saliva.

—Creo que voy a vomitar.

—Lo mismo digo.

—Así que, ¿qué pasa con Sheltie?

—Él estaba trabajando para tu padre. Después de que dejé el cementerio, comencé a excavar. Es increíble lo que puedes encontrar si miras con la suficiente atención. Supongo que cuando descubrí demasiado fue cuando enviaron a Sheltie. Dijo que oficialmente había cruzado la línea y que mi tiempo había terminado. Mi colega sacó un cuchillo y eso es lo último que recuerdo hasta que desperté en su cuerpo. No sabía qué hacer, así que le seguí la pista a Misha y le expliqué lo que pasó. Ella ha estado ayudándome a recopilar información acerca de los Soul Jumpers—se giró hacia Kale—Esto es tú culpa. Si no te hubieras ido a casa con ella esa noche, las cosas hubieran seguido normales.

Le di un golpe en la cabeza.

— ¿Normales? ¡Lo que están haciendo en Denazen no es normal!

Kale asintió.

—Denazen debe ser detenido.

Él miró a Kale y luego se giró hacia mí.

—Sabes lo que quiero decir.

— ¿Y ahora qué? ¿Qué vas a hacer?

—Me voy. Quiero ayudarte a encontrar a tu madre, pero ya no puedo. Tienes que entender…tu padre me ha matado…Si se enteran de lo que soy, de lo que puedo hacer…no lo entiendo completamente todavía, pero creo que él podría hacer mucho daño con alguien como yo.

Negué con la cabeza.

—Está bien, no es necesario que lo expliques—sería mejor así.

Brandt tenía razón. Matarlo, arrojándolo de cuerpo en cuerpo para que acumulara los regalos de otros Sixes, fácilmente podría convertirse en un arma mucho más poderosa que Kale. No podía permitir que eso sucediera. Dormiría mejor sabiendo que estaba muy lejos, y que mi mejor amigo estaba vivo y seguro. Arrojé mis brazos alrededor suyo.

— ¿Volveré a verte?

— ¿Cómo siquiera podrías abandonarme?—Me dio un abrazo rápido y se alejó, agarrando una bolsa verde del suelo junto a la cama— ¿Tienes la lista que te di, ¿verdad?

— ¿Lista?

Le dio a la bolsa una sacudida y suspiró.

—La que te di en mi funeral.

Me había olvidado de ella.

—Está en mi casa. Ni siquiera la abrí.

—No la pierdas, Dez. Es una lista de todos los Six conocidos en el país. Están todos en la bolsa de Denazen y están etiquetados en la lista. Siendo monitoreados. Estás en ella también, Dez.

— ¿Yo? ¿Cómo podría estar en ella? Me diste la lista antes de que le dijera a mi padre lo que podía hacer.

Él sacudió su cabeza.

—Como he dicho antes, esto es más grande de lo que crees. No pierdas esa lista.

La había dejado en el bolsillo de la chaqueta que había usado en el funeral.

—Está segura. Volveré por ella tan pronto como me sea posible. Lo prometo.

Él asintió y metió de vuelta la rueda de patineta en su bolsillo.

—Le hablaré a Misha cuando llegue a donde voy. No te preocupes, este no es un adiós para siempre—se giró hacia Kale, con los ojos entrecerrados—Será mejor que te asegures de que no le pase nada a mi chica.

Kale me apretó la mano. La mirada que le dio a mi primo no era precisamente amigable.

—Ella es mi chica.

 

Capítulo 28

Solía llevar minifaldas, pero por alguna razón, los pantalones cortos me hacen sentir insegura. O quizás no eran los pantalones cortos. Podría haber sido por el cabello. Hice lo impensable y cambié mi marca personal de cabello a dos tonos, por un simple castaño rojizo muy similar al de mi heroína de videojuegos favorita de toda la vida, Lara Croft de Tomb Raider.

El traje de Kale era perfecto. El atuendo de Terminator podía mantener la mayoría de su piel escondida, sin mencionar que se veía tan caliente como el infierno. Él se dejó el cuello de la chaqueta hacia arriba así que solo una parte de su cara estaba expuesta. Éramos como polos opuestos, yo con un simple top corto y pantalones cortos, y Kale cubierto de pies a cabeza.

Cuando salí del baño, la funda del arma estaba fija en su lugar, miré a Kale, y no pude evitar sonreír.

Con una mirada de evaluación y observadora, extendió la mano y acarició la trenza de mi cabello.

— ¿Cómo hiciste eso? ¿Cambiaste de color?

Pasé una mano por mi cabello.

— ¿Te gusta? Lo sé, es diferente, ¿verdad?

Nada tenía sentido. Por alguna razón estaba triste de verlo diferente, he estado usando los mechones rubios y negros por casi un año hasta ahora. El color de cabello no te define, el espíritu y el alma sí. Sin embargo, me sentía desnuda.

—Mi personaje tiene el cabello oscuro. Necesitamos mezclarnos y papá nunca pensaría que yo podría ir tan lejos como para teñirme el cabello.

— ¿Teñirte?

—Es un mejunje que te pones en el cabello y después te lo lavas, cambia el color.

— ¿Y volverá a ser como antes?

— ¿Rubio? A no ser que lo decolore, no.

Tomó los enredados mechones de cabello negro que caían en su cara.

— ¿Puedo cambiar el color?

Me reí.

—Bienvenido a la tecnología. —Me agaché, tome un cuaderno de color azul neón y lo sostuve—Podrías teñirte de este color si quisieras.

—No te pongas ese mejunje para volver a cambiar el color, me gusta este—dijo acercándose, rozó sus labios contra los míos y se alejó.

Eso no iba a funcionar. Lo atraje hacia mí y lo besé de nuevo, como debe ser.

—Nunca me voy a acostumbrar a eso—dijo sonriendo.

— ¿Acostumbrarte a qué?

—La manera en que me siento, como si fuera a explotar, siempre que te acercas. El modo en el que mi cabeza se llena de ti cada vez que haces eso.

 

 

Cuando llegamos a la fiesta, las cosas iban viento en popa. El aire crujía con energía, puede que fuera por la fiesta o por la emoción de saber que algo grande iba a suceder pronto, no tenía ni idea. Estaba nerviosa y lista para funcionar.

Estaba aliviada de ver que la mayoría de la gente estaba enterada de lo de los trajes. Había criadas francesas, esclavas alienígenas, y un puñado de brujas escasamente vestidas… ¿Cuándo aparecería gente con algo original? Obviamente, todas fueron al mismo lugar de disfraces para zorras.

Por parte de los chicos, vi de todo, desde un montón de Cowboys amontonados en la esquina acechando a un grupo de universitarias, hasta el hombre de las cavernas y salvavidas. Pasé por lo menos cuatro parejas de "Edward y Bella".

Kale estaba nervioso, incluso cuando el noventa por ciento de su piel estaba tapada.

— ¿Estás listo?

Él asintió y tomó mi mano. Nos abrimos paso entre la multitud, moviéndonos dentro y fuera de bailarines medio borrachos. Como mucho, vi a dos o tres personas sin disfraz. Todos conocidos, pero no había señal de Alex ni de papá.

Por las preguntas que Mercy, como yo, había hecho a Curd, supuse que Fin era uno de los objetivos de Denazen después de esta noche. No teníamos ni idea de quién era el otro, pero al menos podríamos seguir a Fin y mantenerlo a salvo.

—Aún es temprano, quizá no estén aquí todavía—dijo Kale, estudiando la habitación.

Señaló la posibilidad de que probablemente no reconocería a mi madre porque ella ya habría imitado antes de venir, pero Alex iba a ser fácil de detectar.

—Quizá—digo, poniéndome de puntillas para ver por encima de la gente. ¡Bingo! Fin estaba solo en la esquina de la barra, con una cerveza—Es Fin, vamos. —Tiré de Kale detrás de mí entre la gente.

— ¡Wow!—Fin dejó escapar un fino silbido—Te ves genial, Dez. Puedes allanar mi tumba cuando quieras.

—Aww, que dulce. —Forcé una sonrisa—Fin, este es Kale, mi novio.

La cara de Fin cayó un poco, pero después se levantó.

—Novio, ¿eh? Pero Curd me dijo…

—Es, mmm, bastante nuevo.

Kale hizo un gruñido profundo desde la garganta hacia Fin.

—Está bien, entonces—dijo Fin, alejándose de Kale.

Asentí con la cabeza hacia la pista de baile, a punto de sugerir que bailemos, cuando vi la cabeza rubia-blanca de Alex entre la gente.

— ¡Gracias a Dios!—Me volví hacia Kale y le dije—Quédate aquí y conoce a Fin. Voy por Alex, ¿sí?

Mientras caminaba, oí a Kale decirle a Fin que dejara de mirarme el trasero o que él se encargaría de darle su merecido. No pude evitar sonreír.

Subí por las escaleras y pasé entre el gentío, cuando llegué arriba, Alex estaba apoyado en la barandilla, hablando con una pelirroja alta.

—Alex—dije, sin aliento.

El vestía unos vaqueros azules normales y una camisa sin abotonar negra. Iba sin disfraz. ¡No se había enterado!

Alex se giró hacia mí con una mirada de alivio en su rostro. La chica fue olvidada.

—Dez, tenemos que irnos. Toda esta cosa es un montaje.

—Lo sé. Fue Mercy. No estoy segura de sí la información es real o no, pero podrían estar detrás de Fin Meyer y alguien más.

Alex dejo escapar un leve gemido y agarró mi brazo, llevándome a una esquina oscura.

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