Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto

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I. LOS ALBORES DE LA CIVILIZACIÓN » Jasejemui

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JASEJEMUI

Una vez Horus y Seth se han visto dominados por la figura del rey, este decide apaciguarlos ante su pueblo, así que de ahora en adelante tomará el nombre de Jasejemui, ‘Los dos de gran alcance aparecen en él’. Para celebrar los eventos, Jasejemui ordena la elaboración de varios objetos donde se grabaron las inscripciones «El año de la lucha contra el enemigo del norte en la ciudad de Nejen». El rey refuerza los protectorados y en los principales centros sitúa a su gente de confianza, que habrían sido miembros de la familia real, y se deshizo de ‘Los diez grandes del sur’, restableciendo el orden bajo la autoridad de funcionarios, posiblemente de igual grado sanguíneo. Asimismo, derogó los privilegios de los nomos del norte, y para regentarlos creó puestos de intendentes que dependían totalmente de las decisiones reales que dependerían directamente de los intendentes, exceptuando las tareas judiciales y económicas. Sabemos que reforzó también las relaciones con los pueblos del levante. El comercio con las tierras levantinas debió emerger desde el propio predinástico, pues en una de las variantes de la leyenda de Osiris ya es mencionada la ciudad de Bibblos.

Jasejemui sabe que con su reinado el país ha cambiado definitivamente, y desde luego vemos que no sólo la estructura interna sufre ese cambio. Hasta ese momento, la edificación de monumentos funerarios se llevaba a cabo mediante ladrillo de barro cocido, pero Jasejemui realiza la primera construcción en piedra, un acto insólito hasta la fecha. Si esos edificios estaban destinados para la eternidad, la materia prima a emplear también debería ser imperecedera. Aparece por vez primera el gremio de canteros. En Abydos se construye su morada para la eternidad, una figura trapezoidal cuyas medidas son setenta metros de largo por diecisiete metros en su cara norte y diez metros en su cara sur. Dividió su replanteo en cincuenta y ocho estancias. La sala central era la cámara funeraria, y es la primera construcción del mundo realizada en piedra caliza. Aquí se hallaron numerosos objetos de su ajuar funerario: un cetro de oro macizo, objetos de piedra revestidos con láminas de oro, tarros repletos de semillas de frutas, grano, enseres cotidianos, herramientas de cobre, artículos de mimbre y un gran número de sellos reales.

Otra importante obra de Jasejemui se halla muy cerca de su mastaba. Emplazada en el desierto, se conoce hoy día como «El almacén de las flechas», y se trata de una gran estructura de forma rectangular, cuyas medidas son ciento veintitrés por sesenta y cuatro metros. Su planta es muy similar a la que adoptaría el rey Djeser para su recinto funerario de Saqqara, o sea, la imitación de los muros de un palacio, con sus entrantes y sus salientes, puertas falsas, persianas de juncos, etc. La mayoría del complejo ha sobrevivido entero y se cree que en su interior se oficiaban ritos funerarios así como se llevaban a cabo los oficios diarios de las divinidades.

Poco más sabemos de Jasejemui, pero sin duda es la pieza clave que divide un Egipto enfrentado, heraldo todavía por los lastres que sufrieron los primeros reyes tinitas, de ese otro Egipto grandioso que inició el período más grande conocido del mundo antiguo. Las Dos Tierras habían ascendido un peldaño gigantesco en esa nueva escalera que se elevaba hacia el cielo, en busca de la eternidad.

Cerámica del Período Dinástico. Museo de El Cairo, Egipto.

Fotografía de Nacho Ares.

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