Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto

Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto


I. LOS ALBORES DE LA CIVILIZACIÓN » El desarrollo cultural del Período Dinástico

Página 21 de 95

EL DESARROLLO CULTURAL DEL PERÍODO DINÁSTICO

Uno de los factores que hizo avanzar a Egipto como sociedad fue el concepto del arte. En el transcurso de estas dos primeras dinastías se fue forjando una idea o un concepto que, como bien señalan las pruebas arqueológicas, estaba concebido antes del estado faraónico, es decir que formaba parte de la cultura de las gentes del sur que sometieron el norte. No obstante, y a pesar de que ya existían muchísimos factores que hoy identificamos como faraónicos, hubo una notable evolución en todos los aspectos que, con el transcurso de los años y la evolución de Egipto como país unificado, permitirá a los nobles del Imperio Antiguo construir sus tumbas en las áreas más sagradas. Esta idea sería totalmente imposible durante la I Dinastía, donde los altos dignatarios sí se construían sus propias tumbas, pero no con la concepción que adquirieron las mastabas de Ptah-Shepses o Hesire. Hay varias características que unen al Egipto predinástico y al reinado de los faraones del Imperio Nuevo. Uno es la elaboración de estatuas dedicadas a la fertilidad, como bien pudiera ser una serie de estatuillas halladas en Coptos y dedicadas al dios Min, en las que podemos ver a la divinidad con su falo erecto en la mano. Como vemos, la asociación entre la masturbación del dios y la fertilidad de la tierra no era algo nuevo para los egipcios que compusieron la teología heliopolitana. Incluso la fertilidad es asociada a las imágenes de mujeres semidesnudas que, con sus pechos al aire, tienen la zona de su pubis marcada generosamente para dejar así constancia de cuál es su propósito.

La denominada Paleta de los Canes es una pieza de pizarra datada alrededor del predinástico Medio. En esta pieza podemos ver una serie de animales salvajes, perros, hienas, cabras y unos extraños seres mitológicos. Sus grabados son toscos; se refleja la poca perfección que los artistas tenían en estos trabajos. Sin embargo, durante este período tinita que acabamos de ver, el arte floreció no sólo en el ámbito estatuario, sino que se tallaron grandes y hermosas estelas como la del rey Djet, que mide 1,43 metros de altura, y se elaboraron piezas de cerámica como pueden ser los jarrones y cuencos hallados en la Pirámide Escalonada, que pertenecían a este período. La evolución de la escritura jeroglífica vino acompañada por la perfección de las figuras humanas. Si, como dijimos más arriba, la Paleta de Narmer contiene escenas que se repetirán a lo largo de los siglos durante tres mil años, estas bases que se forjaron durante el predinástico fueron modelándose y evolucionando poco a poco hasta alcanzar su perfección durante la IV Dinastía.

Paleta de los Canes. Museo de El Cairo. Egipto.

Fotografía de Nacho Ares.

A lo largo de este período ya encontramos exquisitos ejemplos de joyería para uso funerario. Durante el predinástico, la práctica totalidad de las joyas eran amuletos destinados a proteger la vida de quien lo portaba contra una gran variedad de peligros, ya fueran muertes prematuras o picaduras de serpiente y escorpiones. Con la llegada del Período Dinástico, se fabrican para ser usados en vida y luego formar parte del ajuar funerario. Las más primitivas recuerdan formas del cuerpo humano, tales como ojos, boca, manos y pies, que suelen ir acompañadas de fórmulas escritas con jeroglíficos. El Ojo de Horus, llamado Uadjet[19], es uno de los amuletos más poderosos. No debemos olvidar que la magia es un elemento esencial en la vida del Antiguo Egipto. Pero sin duda alguna el amuleto más conocido por nosotros es el Anj. De toda esta enorme galería de formas y figuras, la denominada ‘cruz de la vida’ está unida al cetro de poder Uas y simbolizan el dominio y la vida. Otras uniones con el Anj serían el ojo divino, o sea el Sol, que da la vida al trigo, y el juramento, ya que para los antiguos egipcios el dar su palabra era un acto sagrado y mantenerla los acercaba a la condición divina. Siendo la palabra sagrada, el juramento se convertía en un compromiso que se anteponía a la propia vida, y si traicionabas ese juramento tu vida sería horrorosa en el Más Allá.

Una de las apariciones más enigmáticas de este período son los objetos circulares. Estos objetos bien pudieran ser una prueba de que los antiguos egipcios conocían la rueda, a pesar de que en innumerables obras y tratados se diga lo contrario. El primer objeto perteneció a uno de los hijos de Horus Adjib, el príncipe Sabu. Apenas mide sesenta centímetros de diámetro, presenta tres oquedades ojivales a modo de asas y en su centro tiene un agujero que hizo pensar a los egiptólogos que tal vez nos hallemos ante una base que soportaba un objeto que hoy desconocemos, ya que no se ha encontrado nada vinculado con él ni tampoco se halla una relación con ninguna representación pictórica, así como tampoco se ha vuelto a encontrar nada semejante. No obstante, el egiptólogo Cyril Aldred barajó la posibilidad de que esta pieza fuera una réplica de un disco realizado en metal. Se conoce como el «Disco del príncipe Sabu», pero se desconoce su finalidad. Está elaborado en esquisto verde, uno de los materiales más duros que existen en Egipto, y sorprende la calidad del terminado final y la asombrosa imaginación de los artistas que le dieron forma.

Disco de Hemaka, I Dinastía.

Fotografía de Nacho Ares.

Otro objeto sorprendente perteneció a Hemaka, el oficial y canciller de Horus Den, y fue hallado en su tumba de Saqqara. El disco mide apenas nueve centímetros de diámetro y es la primera representación de un perro mordiendo a su presa. Así pues, nos hallamos ante una escena de caza. Se cree que formaba parte de un juego de mesa, tal vez como soporte, pues al igual que el disco de Sabu, tiene una pieza central a modo de mesa. Lo más enigmático de esta pieza es que está realizada con esteatita negra, un mineral extremadamente blando y frágil, que en la escala de Mohs se sitúa como dureza 1. Hoy en día, el uso que le damos a la esteatita es bastante singular, ya que si se machaca hasta conseguir un polvillo homogéneo se puede emplear para fabricar papel, cerámicas y plásticos. No obstante, es muy resistente al calor; por ello se emplea en materiales que han de soportar temperaturas muy elevadas. Además, el artista supo hallar una combinación admirable a la hora de elaborar las figuras de este disco. Los cuerpos de las dos gacelas y de uno de los perros fueron confeccionados con alabastro, mientras que las cornamentas y las pezuñas de las gacelas están elaboradas con esteatita.

Durante el tercer milenio a. C., los artesanos ya saben elaborar perfectas imitaciones de turquesa o la pasta de vidrio, que se conseguía mezclando arena, compuestos de cobre, sodio, fundente y agua. Con la llegada de estos primeros reyes tinitas, se desarrollan las artes necesarias para elaborar pulseras de oro y lapislázuli, colgantes de amatista, turquesa o incluso diminutas cuentas recubiertas con láminas de oro. Todos estos trabajos eran realizados por los orfebres y los joyeros, partiendo de unas pautas ya establecidas que fueron avanzando con la sociedad. Como en casi todos los campos de la vida, el poder adquisitivo fijaba la calidad de la materia prima. Sin embargo, las piezas más impactantes de este momento, que también es conocido como Período Dinástico Temprano, son las piezas trabajadas en la piedra. No sólo estamos hablando de jarras trepanadas, sino de vajillas completas labradas en esquisto y alabastro, que ya en su momento fueron cuidadosamente estudiadas por Flinders Petrie entre 1880 y 1883. El resultado de sus investigaciones es, cuando menos, sorprendente, ya que el brillante arqueólogo y egiptólogo comprobó que había piezas de granito rojo que tenían trépanos de hasta 5,6 milímetros de diámetro, dejando una espiral en las marcas de perforación con una separación de tan sólo dos milímetros, lo cual resulta sorprendente. Se ha hablado mucho acerca de este tema, y se ha llegado a la conclusión de que los antiguos egipcios de la I y II dinastías sólo conocían herramientas de cobre. Algunos especialistas han realizado pruebas de arqueología experimental; el más serio de ellos es el egiptólogo inglés Denys Allen Stocks, el cual realizó unos experimentos en unos bloques de piedra caliza de once centímetros de altura. Para perforar este bloque, con un diámetro de diez centímetros, Stocks empleó un poco más de veintitrés horas de duro trabajo. Lo más sorprendente es que en Egipto se han hallado piezas de diorita que miden entre treinta y sesenta centímetros. Según los cálculos, un egipcio de la época tardaría un año de trabajo, con una jornada de ocho horas diarias, para conseguir elaborar uno solo de estos objetos, lo cual resulta absurdo.

Los mejores ejemplos de estos trabajos se encuentran a partir de la IV Dinastía, en las tumbas privadas de los altos dignatarios, aunque no cabe duda de que el sistema que se empleó durante la I y II dinastías no debía de ser muy diferente. A todas luces, estas mentes inquietas, como lo fueron los artesanos del Período Dinástico Temprano, sólo pensaban en evolucionar sus técnicas para poder elaborar mejores productos, lo cual desembocó en la innovación, y esto los condujo al desarrollo de las técnicas y al mismo tiempo la expansión del comercio con países fronterizos. En todos y cada uno de sus períodos el Antiguo Egipto estuvo regido por un espíritu de superación, si bien es cierto que, tras el colapso del Imperio Antiguo, Egipto pareció dedicarse a vivir de las rentas del pasado, perdiendo la herencia de muchos elementos. Un claro ejemplo lo hallamos en la tumba de Merenptah, en el Valle de los Reyes. Cuando los obreros excavaron la tumba del hijo y sucesor de Ramsés II se toparon en una de las cámaras con un bloque de pedernal que no pudieron romper y ha quedado como testigo mudo de este encontronazo. Partamos del hecho de que la diorita tiene una dureza de entre 7 y 8. Está compuesta casi en su totalidad por feldespato, casi un cincuenta por ciento. También está compuesta por andesita, biotita, mica, cuarzo y clinopiroxenos. El pedernal es una variedad del sílex, y tiene una dureza 7 en la escala de Mohs. Ahora la pregunta reside en saber por qué los egipcios del Imperio Antiguo podían doblegar la diorita a su antojo, tallando bloques como la estatua de Jafre, y los egipcios que trabajaron en la morada para la eternidad de Merenptah no pudieron deshacerse del bloque de pedernal que apareció en la tumba del faraón.

A finales de la II Dinastía Egipto caminaba hacia una época gloriosa, donde no sólo se construirían grandes templos de piedra y enormes pirámides. Egipto caminaba lenta, pero progresivamente, para convertirse en la cuna de la sabiduría del mundo antiguo, un país que nacía en medio del dios Sol, y que había recogido la herencia que los dioses habían dejado plasmada en la piedra. Comenzaba el Imperio Antiguo.

Ir a la siguiente página

Report Page