Sexy girl
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—Llegó el momento de despertar…
Era la misma voz que me había hablado tantas veces a través de mis pensamientos.
Entonces se hizo el silencio y desapareció todo y surgió una luz blanca y resplandeciente. La luz del Espíritu del Bosque.
—Aquí acaba tu sueño, Daniela —añadió.
—¿Por qué? –pregunté, sintiéndome confundida.
—Has visto el alma de los besugos. Has conseguido desnudarlos. Y ahora sabes que por dentro son simples patitos feos. Aunque en la vida real se hayan vuelto terribles y hagan mucho daño con las serpientes de su dinero.
—Me ha costado muy caro aprender esa lección –le reproché al Espíritu del Bosque.
—Lo sé, querida. Has perdido tu Circo Aleinad. Has perdido la inocencia…
—¿Por qué me has obligado a hacerlo?
—Estás llamada a despertar las conciencias, Daniela. ¡Eres la elegida! Sólo el corazón puro de una niña puede ver la verdad.
—¿Por eso me enviaste a ese sabio del desierto de África?
—Sí, él era un mensajero. Debías venir aquí, al fondo del mar, donde está escrito el futuro, para sacrificar tu circo y tu inocencia y mostrar al mundo a lo que se ha de enfrentar.
—No lo entiendo…
—Allí arriba las cosas se ven de diferente manera. No se puede percibir la realidad invisible. Las limitaciones materiales os mantienen demasiado ocupados. Os impiden proyectaros en el futuro, ver las consecuencias de vuestros actos presentes.
—¿Y cuál es tu misión, Espíritu del Bosque?
La luz blanca y brillante, que lo envolvía todo, parpadeó.
—Proteger a la Humanidad de sí misma para garantizar su supervivencia. Ésa es mi misión, Daniela. Yo soy la Conciencia Colectiva de la Humanidad.
—¿Qué significa eso?
—Digamos que soy el alma de la Humanidad. La identidad unificada de todos los seres humanos.
—¿Entonces tú vives desde el principio de los tiempos?
—¡Exacto! Y desde el principio de los tiempos he tenido que escoger a elegidos como tú para salvar a la Humanidad de sí misma, del impulso autodestructivo que a veces la corroe. Por eso en los momentos críticos, en las crisis, siempre ha habido un héroe que mostraba el camino a sus semejantes.
—¡Es absurdo! ¡Yo soy una simple niña de nueve años!
La luz del Espíritu del Bosque volvió a parpadear.
—La Humanidad nunca es igual en los momentos críticos, en esas crisis adonde a veces la lleva su impulso autodestructivo. Los héroes cambian y se adaptan a su época. Ahora vivimos tiempos en que los héroes del pasado no podrían hacer nada. Los besugos lo han comprado todo. Hoy todo tiene un precio contante y sonante. Todo se vende y todo se puede comprar. Lo único que importa es la verdad de los besugos. La promesa de felicidad sin límites de su dinero. Las serpientes han carcomido el corazón de las personas, Daniela.
—Incluyendo mi Circo Aleinad…
—En efecto, tampoco tu circo ha podido salvarse. La Humanidad se enfrenta a un enemigo muy poderoso que ha debilitado su voluntad hasta anularla. La gente se deja llevar, no piensa, no se rebela, no ve más allá de las cuatro paredes de su casa. En un mundo así es imposible que haya héroes como los del pasado. Nadie se arriesga a perder lo poco que tiene. Nadie se atreve a nadar contracorriente. El dinero de los besugos ha comprado las voluntades, en algunos casos a un precio irrisorio. La triste realidad es que la Humanidad ha sido esclavizada por el dinero de los besugos. De esos patitos feos metidos a dictadores del mundo.
—¿Por eso me has elegido a mí?
—Sí, Daniela. Tú representas la única esperanza de salvación. La historia de tu Circo Aleinad está llamada a conmover a la Humanidad para despertar de su sueño de muerte a las conciencias que los besugos han dormido con las serpientes de su dinero.
Sonreí, llevándome la mano al pecho.
Las palabras del Espíritu del Bosque me daban fuerza.
—¡Lo haré! ¡Te lo prometo! ¡Soy lo bastante fuerte para conseguirlo! ¡Esos estúpidos patitos feos no podrán conmigo!
La luz del Espíritu del Bosque me devolvió la sonrisa.
—¡Estoy seguro de ello, Daniela! ¡Mi querida Aleinad! Y ahora abre los ojos. Ha llegado el momento de regresar a casa…