Rockabilly

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Lo que más le duele son las palmas, lleva horas cavando, sus manos no dejan de transpirar, el metal y la madera de la pala vibran en ellas. Siente como la piel se le parte, se forman llagas, astillas penetran su mano izquierda, mientras la derecha se adormece. Ha perdido el control de su cuerpo, como si fuera un autómata, un zombie que tiene una sola función. Un ser de carne, hueso y tinta operando mecánicamente, hundiéndose cada vez más en la tumba de su propia elaboración. Se pregunta qué irá a encontrar en el fondo del pozo. Ya no está tan seguro, debe ser algo más que un simple meteorito. Si no por qué todo esto, piensa, por qué sigo enterrando la pala. Corre algo de viento, el aire lo alivia, la noche está calurosa y la corriente le enfría el sudor. Los árboles y los arbustos se agitan, se imagina el oleaje del mar. Le recuerda la semana que pasó en la costa, bocabajo, en una cabaña cerca de la playa. Estaba recuperándose del tatuaje de Penny, no sanaba como otros que se había hecho. Las heridas permanecían abiertas, el ardor no daba tregua, se ponía una bolsa llena de hielo, pero a los pocos minutos quedaba hecha agua. A veces, cuando se quedaba dormido, lo despertaba un hormigueo, juraba que las líneas de tinta se movían, que estaban acomodándose a su cuerpo. Después de cinco días, se formó una ampolla enorme, le cubrió el tatuaje entero. La palpó. Era un domo suave y blando. Estaba lleno de líquido. Cuando hacía presión con los dedos, podía oír como el fluido se agitaba. Un día se levantó y sintió que el peso de la ampolla se desplazaba a la parte inferior del domo. Una suerte de embarazo espinal, pensó. Fue al baño y se miró la espalda sosteniendo un espejito de mano entre su cuerpo y el espejo del muro. La ampolla era más grande y transparente de lo que se había imaginado. Podía ver a través de ella, la forma convexa del bulto actuaba como un lente que amplificaba el rostro de la

pin-up. En cierto momento, al acercarse al espejo, el movimiento de su cuerpo provocó una ondulación en el líquido y la imagen se distorsionó. Las facciones de la

pin-up se hinchaban y estiraban, la boca floreció, después se le amplió la nariz y los ojos… cuando las pupilas se agrandaron, abarcando la superficie entera del domo, el líquido de la ampolla se ennegreció. Ya no podía ver a través de ella, pero sintió un cosquilleo en el interior del saco. La solución oscura se agitaba como si algo estuviese adentro, dando coletazos. Rockabilly dejó caer el espejo. En el mismo instante en que se quebró el cristal, la espalda se le abrió y el líquido se derramó. Trató de alejarse, pero se resbaló en el suero viscoso. Al caer, se golpeó la cabeza contra la taza del baño.

Ya era hora que despertaras.

Vamos. Eso. Abre bien los ojos. No temas, estás bien, te diste un golpecito en la cabeza.

¿Penny? ¿Qué… qué haces aquí?

Vengo a ver cómo avanza la convalecencia, a ver cómo está Ella, si la tinta está sanando bien.

Pero ¿cómo…?

La puerta estaba abierta, vi las luces encendidas, toqué el timbre varias veces, pero no venías, así que me tomé la libertad de entrar y te encontré tirado en el baño.

Eh… es que… sigo un poco aturdido… gracias por cuidarme.

No me malentiendas, me eres simpático, pero tu bienestar no me concierne, la vine a ver a Ella, a ver si se ha acomodado. Ya te irás dando cuenta de que tú la adornas, tú eres la carne que le agregué a la tinta, nada más. Pero no te preocupes, mientras estabas inconsciente, pude ver bien tu espalda. Está radiante, es hermosa, más de lo que me imaginaba. Y tú… tú le vienes bien.

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