Respuestas sorprendentes a preguntas cotidianas

Respuestas sorprendentes a preguntas cotidianas


Introducción

Página 5 de 33

INTRODUCCIÓN

Saludos, lector anónimo. Sé que seguramente no me conoces de nada y que si estás hojeando estas páginas, es porque el departamento de marketing ha hecho un buen trabajo pensando en una cubierta atractiva para el libro. De hecho, es probable que, antes de empezar a leer estas líneas, solo estuvieras vagando por la sección de divulgación científica sin rumbo y sin un título concreto en mente, pero con una idea más o menos clara en tu cerebro curioso: encontrar algún libro que responda a las preguntas sobre el universo que te han atormentado desde tu más tierna infancia, pero que nadie de tu entorno parecía poder (o querer) responder. Por ejemplo, ¿por qué casi todos los metales son de color gris?, ¿podríamos sobrevivir en el vacío del espacio, aunque fuera solo unos minutos?, ¿pesa más una pila cargada que una gastada?

Pues bien, si, de pura chiripa, he acertado, lo primero que te quiero decir es que hay muchas más personas como tú ahí fuera. Y no solo lo sé porque yo soy una de ellas, sino porque, además, en 2013 creé un blog llamado Ciencia de Sofá, e, inspirado en el genial trabajo de Randall Munroe, autor de la tira cómica XKCD, inauguré una sección en la que sugerí a mis lectores que me enviaran las preguntas de carácter científico que los atormentaban para intentar responderlas en mis artículos. A esta sección en la que respondía a las preguntas de la gente que me leía la llamé «Respuestas».

Te debió de echar humo el cerebro eligiendo un nombre tan imaginativo. Pero, oye, me parece muy feo que estés intentando llevarte el mérito de esos artículos y que ni siquiera me menciones.

Bueno, ya estamos otra vez... Eh... Lector anónimo, te presento a la voz cursiva. Me gusta pensar que está aquí exclusivamente para transmitirme las dudas que te podrían estar viniendo a la cabeza mientras lees mis explicaciones, pero lo cierto es que acaba haciendo puntualizaciones tiquismiquis y bromas cuestionables con más frecuencia de la que me gustaría.

En cualquier caso, lo que quiero decir es que en mi blog he respondido alrededor de un centenar de preguntas de mis lectores, que son tan curiosos como tú. El abanico de preguntas es bastante amplio, y, mientras algunas han acabado convertidas en artículos que tienen temáticas bastante razonables a primera vista (como «¿Existe algún planeta en el que nos podamos poner en órbita de un salto?»), otras eran tan extrañamente específicas que, aún hoy, me da miedo pensar en el uso que pudo dar el lector a esa información (véase «¿Cuántas anguilas eléctricas harían falta para abastecer una ciudad?»).

El caudal de correos electrónicos con preguntas fue incrementándose junto con la popularidad del blog y hace mucho tiempo que superó con creces la velocidad a la que puedo responder, así que hago una especie de criba en la que termino descartando las cuestiones que no me veo capacitado para solucionar, las que son de una temática que no me resulta interesante o que considero que no tienen mucho interés para el público en general y las que sospecho que son intentos de alumnos de instituto de mandarme sus deberes camuflados de curiosidad. Como resultado, por cada pregunta que trato en «Respuestas», unas diez o veinte se quedan en mi bandeja de entrada o en mi libreta de «posibles futuros artículos» y nunca llegan a ver la luz del sol.

Pero si una cosa he aprendido después de leer cientos de preguntas de mis lectores y de hacer un breve ejercicio de documentación cada vez que quiero comprobar si podría escribir un artículo curioso con alguna de ellas, es que a menudo encuentras información muy interesante intentando responder las preguntas que parecen más estrafalarias o «tontas» a primera vista. De hecho, me resulta especialmente satisfactorio cuando la respuesta a una de esas preguntas acaba abarcando muchos campos de la ciencia distintos que nunca habías pensado que pudieran estar relacionados.

Sí, sí, lo estás pintando todo muy bonito, pero también te mandan muchas preguntas que no tienen ni pies ni cabeza y no llevan a ningún lado.

También es cierto, voz cursiva, no voy a engañar a mis lectores. A lo largo de los años también he recibido unas cuantas preguntas incoherentes que no hay por dónde cogerlas.

Y comenta también que recibes muchos correos de iluminados que dicen haber descubierto que toda la física actual hasta el momento está mal.

Vale, sí, pero, pero no creo q...

Y no te olvides de toda la gente que escribe el contenido del correo electrónico en el aparatado del asunto y te pone de los nervios porque luego en la pantalla el texto queda cortado...

¡Vale, ya está, voz cursiva! ¡Ya ha quedado claro que no todos los correos que me envían contienen preguntas maravillosas! La cuestión es que en este libro quiero compartir esa sensación tan agradable que se experimenta cuando aprendes cosas que no te esperabas mientras intentas encontrar la respuesta a una pregunta aparentemente simple, porque, entre otras cosas, te das cuenta de que incluso fenómenos muy distintos están estrechamente relacionados. Y, además, muchos de esos fenómenos que explicaré afectan a nuestra vida cotidiana.

Por supuesto, no te puedo prometer que este libro resolverá todas tus dudas sobre el universo, lector anónimo, pero, al menos, espero que te ayude a entender un poco mejor cómo funciona el mundo que nos rodea y que puedas utilizar los principios que explicaré para deducir por tu cuenta el porqué de otras cuestiones que te atormentan.

Ir a la siguiente página

Report Page