Reina

Reina


12 Keira

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Ay, mierda. Sé que esto me viene grande cuando Mount se levanta y empieza a meterme y a sacarme la polla de la boca con embestidas premeditadas, a cual más profunda que la anterior, hasta que casi me ahogo.

Me acaricia la mejilla y el mentón con el pulgar.

—Despacio. Respira por la nariz. Puedes hacerlo. Te la vas a tragar entera, joder.

Sus órdenes no avivan mi rebeldía en este preciso momento. No, estoy demasiado ocupada regodeándome en la victoria por cómo ha cortado la llamada y se ha concentrado por completo en mí.

Mount me está jodiendo la vida, pero yo también se la estoy jodiendo a él. ¿Y cuando ha arrancado el cable del teléfono? Impagable.

La punta de la polla me llega al fondo de la garganta de nuevo antes de que esté preparada y me provoca más arcadas.

Mount menea la cabeza.

—La próxima vez, traga saliva cuando sientas ganas de vomitar.

Me la saca y me la vuelve a meter despacio, e intento hacer lo que me ha dicho, pero soy incapaz. Me atraganto con su polla y empiezo a toser mientras él me la saca y me mira fijamente.

—¿Fracasas a menudo?

—A todas horas —susurro.

—¿Y eso te impide volver a intentarlo?

Aprieto los labios con fuerza antes de contestar:

—No.

—¿Vas a rendirte con esto? ¿Vas a tirar la toalla?

¿Y dejarlo ganar al demostrarle que no soy capaz de controlar su cuerpo tal como él controla el mío?

—No. —Mascullo la palabra.

—Bien. Porque casi lo tienes.

Me vuelve a tomar la barbilla con una mano, y la suavidad y la dulzura de la caricia me sorprende más que el hecho de que yo esté intentado meterme su polla hasta el fondo. Pero en lo referente a Mount, demostrar algo es demostrar algo, sin importar el contexto.

Mientras vuelve a meterme la polla en la boca, suelto el aire por la nariz y trago saliva, metiéndomela entera hasta que toco su duro abdomen con la punta de la nariz.

En sus ojos brilla el triunfo, pero esta vez es distinto a las veces anteriores. Tiene que volver a metérmela hasta el fondo para darme cuenta de que no me mira con expresión ufana, sino orgullosa.

Sigue follándome la boca, con varias embestidas más suaves antes de metérmela hasta el fondo, de lo que me avisa siempre con una leve presión de las manos, como si quisiera prepararme para lo que está por llegar.

Cuando me planté de rodillas delante de él, algo que juré que no haría, mi único propósito fue el de quitarle poder. Pero ahora está pasando algo más, algo que soy incapaz de nombrar.

—Vas a tragarte hasta la última gota, fierecilla.

Lo desafío con la mirada a que intente contenerse, pero no parece inmutarse. En cambio, me folla la boca cada vez más rápido, sin llegar al fondo, con embestidas que hacen que me concentre en la punta. No me suelta la cara en ningún momento, ni siquiera cuando echa la cabeza hacia atrás, grita y se corre en mi garganta.

Cumplo con mi parte del trato y me trago hasta la última gota mientras él me suelta y se aferra al escritorio para mantener el equilibrio.

En este instante, me doy cuenta de que Mount está jugando a algo mucho más peligroso de lo que cree, pero acabo de obtener ventaja.

Casi consigo postrar de rodillas al hombre más poderoso y temido de la ciudad, y me muero por repetir la experiencia.

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