Los mejores relatos policiacos 1

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Cartas desesperadas (Barry N. Malzberg)

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CARTAS DESESPERADAS

Barry N. Malzberg

Si no ocurrió de este modo, debería haber ocurrido. Puede que no hubiera sido más fácil de aceptar, pero al menos podríamos haberlo llamado pasión… Quizá el deseo se soporta mejor que la intriga.

Caballeros:

Les adjunto mi relato corto «Tres para el universo», y sé que les parecerá adecuado para su revista Espíritus asombrosos.

Cordialmente,

Martin Miller

Muy señor nuestro:

Gracias por su envío reciente de un relato breve. Desgraciadamente, aunque lo hemos leído con gran interés, no podemos publicarlo en Espíritus asombrosos. Debido al gran volumen de originales que recibimos, no podemos responder personalmente a todos los colaboradores, pero puede tener la seguridad de que su manuscrito ha sido examinado cuidadosamente y su rechazo no supone ningún comentario de sus méritos literarios, sino que se debe a diversos factores.

Atentamente,

Los editores

Señores editores:

¡Es preciso poner fin a la ignominia de Vietnam! En ese suelo manchado hemos perdido no sólo nuestro honor nacional, sino también nuestro mismo futuro. Es preciso que las tropas regresen a casa y debemos recordar que es más honrosa la disensión que un acuerdo silencioso e incondicional.

Sinceramente,

Martin Miller

Muy señor nuestro:

Gracias por su carta reciente a los editores. Debido al gran volumen de valiosas colaboraciones, no podemos publicar todas las buenas cartas que recibimos y, en consecuencia, sentimos informarle que no publicaremos la suya, si bien ello no supone comentario alguno sobre el valor de su opinión.

Cordialmente,

Los editores

Querido congresista Forthwaite:

Deseo llamar su atención sobre una situación grave que se está produciendo en el West Side. Resido en esta vecindad desde hace cinco años y, recientemente, he observado que un gran número de prostitutas, drogadictos y delincuentes vagabundean en el cruce de la avenida Columbus y la calle Veinticuatro, casi a todas las horas del día, molestando a los transeúntes con su presencia y constituyendo una verdadera plaga en la zona. Además, con frecuencia piden a los transeúntes «limosna» de un modo amenazador, y hasta los «abordan». Sé que usted comparte conmigo la preocupación por un West Side mejor, y espero sus comentarios sobre esta situación, así como alguna acción concreta.

Cordialmente,

Martin Miller:

Estimado señor Millow:

Gracias por su carta. Apreciamos su preocupación por nuestro West Side, y estamos convencidos de que sólo mediante los esfuerzos y la diligencia de los ciudadanos como usted puede concebirse una Nueva York mejor. He remitido su carta a la correspondiente oficina de distrito en Manhattan, de la que sin duda pronto recibirá noticias.

Sinceramente suyo,

Alwyn D. Forthwaite

Muy señores míos:

En mayo pasado escribí al congresista Alwyn D. Forthwaite una carta de queja relativa a las condiciones del cruce de avenida Columbus y calle Veinticuatro, al oeste de Manhattan, y me informó de que pasaba dicha carta a su oficina de distrito. Dado que han transcurrido cuatro meses y no he tenido noticias suyas ni observado cambio alguno en las condiciones indicadas en mi carta, me dirijo a ustedes para preguntarles si recibieron o no esa carta y solicitarles sus comentarios al respecto.

Atentamente,

Martin Miller

Estimado señor Milner:

La carta a que se refiere no consta en nuestros archivos.

N. B. Karsh

Capitán, 33462

Muy señores míos:

He leído con gran interés el artículo de Sheldon Novack en el último número de Grito, pero creo que debo discrepar de su afirmación básica, la de que el sexo es el impulso biológico consumidor del que proceden todas las demás actividades y para el que las otras actividades llegan a ser sólo metafóricas. Esto me parece más bien una proyección del propio funcionamiento sexual del señor Novack, en vez de la realidad que él tan astutamente afirma percibir.

Atentamente,

Martin Miller

Apreciado señor Milton:

Debido al gran número de respuestas al artículo «Sexo y sexualidad: ¿nos estamos perdiendo algo?», de August Novack, publicado en el número de agosto de Grito, le comunicamos que no nos es posible publicar su propia colaboración en nuestra columna «Grito de la ciudad», pero le agradecemos su interés.

Cordiales saludos,

Los editores

Querido señor presidente:

Me han sorprendido las observaciones que la prensa de hoy le atribuye a usted acerca de la situación de la asistencia pública. Sin duda, usted conoce el hecho de que la legislación sobre el bienestar social procede de un compasivo intento de los políticos, en los años treinta, de enfrentarse a las miserias humanas de una manera sistematizada. Aunque muchas de las crueldades que usted señala son inherentes al sistema, no arrojan ninguna duda sobre su legitimidad. Toda nuestra historia nacional ha consistido en llegar a un acuerdo con la conciencia colectiva en oposición a la ley de la jungla, y no puedo comprender cómo puede usted sostener su posición.

Sinceramente,

Martín Miller

Querido señor Meller:

Muchas gracias por su carta del 18 de octubre dirigida al señor presidente. Apreciamos su interés y le aseguramos que sin la preocupación de los ciudadanos como usted, el país no sería lo que ha llegado a ser. Le estamos muy reconocidos y esperamos tener noticias suyas en el futuro sobre aspectos de interés nacional.

Mary L. McGinnity

Auxiliar presidencial

Muy señores míos:

Les adjunto mi artículo «Bienestar social: ¿nos estamos perdiendo algo?», con la esperanza de que les parezca adecuado para su publicación en la revista Claridad.

Sinceramente

Martín Miller

Estimado colaborador:

Hemos examinado detenidamente el artículo adjunto y lamentamos informarle que no se ajusta a nuestras actuales necesidades. Muchas gracias por su interés.

Los editores

Querido senador Partch:

Su voto para la Ley de Armamento ha sido vergonzoso.

Sinceramente,

Martin Miller

Querido señor Mallow:

Gracias por su carta reciente al senador O. Stuart Partch y la aprobación de su voto.

L. T. Walters

Ayudante del Congreso

Querida Susan Saltis:

Creo que su reciente decisión de posar desnuda en esa serie de «fotografía artística» en Compañera del hombre ha sido lamentable. Una vez más, llena de esas racionalizaciones intemporales y vacías de lo licencioso que tienen muy poca capacidad intrínseca de hacer daño, excepto cuando se mezclan, como en su caso, con abstractas y vagas «conexiones» a trivialidades tan enormes que la personalidad colectiva corre riesgo de demolición.

Sinceramente suyo,

Martin Miller

Muy señor nuestro:

Respondemos complacidos a su solicitud y le adjuntamos una fotografía de la señorita Susan Saltis, tal como aparece en su nueva película, Carrozas para el Sacro Imperio Romano.

Afectuosamente,

Henry T. Wyatt

Director de publicidad

Muy señores míos:

Tal vez interese a Grito el artículo adjunto, que no es tanto un artículo como un verdadero documental de los resultados que han obtenido mis esfuerzos en los últimos meses, durante los que he mantenido correspondencia con varias figuras públicas, estrellas de cine, etc., etc. Asusta contemplar el arrasamiento del individuo que los mismos mecanismos del siglo XX imponen, y quizá sus lectores podrían compartir mi horror (no tan retrospectivo).

Sinceramente,

Martin Miller

Muy señor nuestro:

Como posible colaborador de Grito, me satisface ofrecerle nuestro «Descuento en la suscripción de escritores», consistente en que por cinco dólares cincuenta y cinco centavos recibirá usted no sólo una suscripción anual (28 % de descuento sobre la tarifa normal y 14 % menos que las suscripciones habituales), sino también nuestro número especial de fin de año Grito en el vacío, sin cargo adicional.

Departamento de Suscripciones

Estimado colaborador:

Muchas gracias por su artículo «Cartas desesperadas». Lo hemos considerado con sumo interés y la junta editorial ha estimado que, si bien tiene un mérito fuera de lo corriente, no es del todo adecuado para nosotros. Agradecemos su interés por Grito y esperamos ver más trabajos suyos en el futuro.

Sinceramente,

Los editores

Estimado congresista Forthwaite:

No se ha hecho nada con respecto a las condiciones que mencioné en mi carta hace aproximadamente un año. ¡Absolutamente nada!

Amargamente,

Martin Miller

Querido señor Milis:

Le rogamos que acepte nuestras disculpas por el retraso en responder a su carta.

Como usted sabe, el congresista Forthwaite ha estado ocupado durante el invierno en la Junta de Alimentación, por lo que se ha visto obligado a posponer parte de su correspondencia importante, hasta poder dedicarle una mayor atención.

Ahora que tiene tiempo, le agradece sus amables palabras de apoyo.

Atentamente,

Ann Ananauris

Muy señor mío:

Los asesinatos múltiples de los Adams son muy interesantes no sólo por su violencia, sino por la confesión del acusado de que «Lo hice para que por fin alguien se fijara en mí». Eso es algo que puede comprender cualquier ciudadano: la necesidad desesperada de que le reconozcan como individuo, de romper la barrera de la burocracia para tener una percepción clara de su propia valía, es uno de los impulsos humanos más básicos, pero cada vez lo frustra más una tecnocracia que permite una ínfima libertad al individuo para que articule su propia identidad y haga oír su opinión. El asesinato es fácil: lo es en el sentido de que el asesino no necesita embarcarse en un difícil adiestramiento para lograr su hazaña; su exceso puede proceder de la simple extensión de los puros impulsos humanos…, ayudado por un armamento básico. El asesino no tiene que cultivar «contactos» ni «fama», sino que, simplemente estando ahí, puede saltar por encima del nihilismo y entrar en alguna clara y fría conexión con el yo. Cada vez más, la capacidad de asesinar acecha en nosotros; estamos limitados, nos compelen, nuestra existencia casi se ignora por completo, tenemos que dar un salto que nos lleve más allá del logro, hasta el conocimiento y el reconocimiento. ¿No les interesaría publicar esta carta?

Esperanzadamente,

Martin Miller

Muy señor nuestro:

Gracias por su reciente carta. Lamentamos no poder publicarla, debido a la gran cantidad de cartas similares que recibimos, pero esperamos que siga favoreciéndonos con su interés.

Sinceramente,

John Smith,

por los editores

Querido señor presidente:

Tengo intención de asesinarle. Le juro que no vivirá usted hasta fines de este año. Será con rifle o cuchillo, agua o fuego, miedo o terror, pero ocurrirá, y no hay manera de que pueda usted EVITAR EL JUICIO A QUE SE LE VA A SOMETER.

Váyase a la mierda,

Martin Miller

Querido reverendo Mellbow:

Como usted sabe, el presidente está actualmente en el extranjero, pero puede estar seguro de que cuando regrese, su carta, junto con millares de otras misivas y expresiones similares de esperanza, le será entregada, y no me cabe duda de que apreciará en su justa medida que le haya escrito.

Sinceramente suya,

Mary L. McGinnity

Auxiliar presidencial

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