Los grandes personajes de la Historia

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31: Mahatma Gandhi » Sudáfrica: el aprendizaje de sí mismo y de la política

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Sudáfrica: el aprendizaje de sí mismo y de la política

El joven abogado indio conoció en sus propias carnes el ambiente que se vivía en la colonia africana nada más llegar, sobre todo para quienes no tenían la piel de color blanco. Debía viajar de Durban a Pretoria, por lo que adquirió un billete para ir en un vagón de primera clase de un tren que cubría dicha línea. Cuando subió al vagón un viajero blanco se quejó al revisor de su presencia, ya que los nativos de territorios colonizados sólo tenían permitido viajar en tercera clase. Gandhi se negó a trasladarse a tercera porque había pagado para viajar en ese vagón. Cuando el tren llegó a la primera estación importante, Petermaritzburg, fue expulsado de muy malos modos (literalmente arrojado) del tren, y tuvo que pasar toda la noche en el andén a la espera del primer convoy del día siguiente para continuar el viaje. Él mismo dijo que aquella noche se la pasó decidiendo si volver a la India o si permanecer en Sudáfrica y hacer algo para que abusos de ese tipo no volviesen a producirse. En opinión de Arun Gandhi, nieto de Mohandas y activista político por la paz y los derechos humanos, «aquella humillación fue realmente lo que despertó en él el deseo de cambiar las cosas, y pasó toda la noche sentado en el andén pensando cómo se podría hacer justicia».

Esto le llevó a comenzar una actividad en la comunidad india de Sudáfrica, muy nutrida desde la década de 1860, para desarrollar mecanismos de solidaridad que les permitiesen defenderse de los abusos y las humillaciones. Como abogado, decidió servirse de los instrumentos que le proporcionaba la ley para actuar. Así lo explica Dennis Dalton: «Como abogado creyó que cambiando las leyes cambiaría el comportamiento humano. Así que desde 1893 hasta 1906 se empleó a fondo en los tribunales de justicia para hacer algo. Pero el problema es que los británicos fueron más inteligentes que él, de modo que siempre que se cambiaba una ley se promulgaba otra que perpetuaba de algún modo la discriminación». Eran las acciones de un hombre que se movía dentro del sistema y que todavía aceptaba la autoridad colonial británica. De hecho, Gandhi participó junto con los británicos como camillero en la guerra de los Bóers, que enfrentó a las autoridades coloniales británicas con los descendientes de los antiguos colonos holandeses entre 1899 y 1902, y también en la rebelión de los zulúes de 1906, que fue cruelmente reprimida por los británicos. La experiencia en este segundo conflicto le dejó profundamente marcado. En palabras de Arun Gandhi, «fue la experiencia de la guerra zulú la que realmente le puso en contacto estrecho con una violencia inhumana, dándose cuenta de que aquello no era una guerra entre dos pueblos, sino una auténtica masacre».

Aquello le llevó a comenzar una profunda reflexión sobre la dominación no sólo de los colonizadores europeos, sino de cualquier ser humano sobre sus semejantes. Según Dennis Dalton, «comenzó a reflexionar sobre el modo en que los zulúes eran dominados por los británicos y en lo que significaba la propia dominación. Entonces pensó que él mismo ejercía una dominación sobre su familia, especialmente sobre su mujer. Había contraído matrimonio a los trece años y él mismo había sido lo que con el tiempo denominaría un marido dominante, celoso y cruel. Y es de esta forma tan fascinante como, a partir de sus reflexiones surgidas de la rebelión zulú y de la forma en que dominaban los británicos, lo interioriza y se cuestiona qué parte de culpa le correspondía en semejante comportamiento. Y se respondió que era culpable en su propio matrimonio, en su relación con Kasturbai». Fruto de estos pensamientos comenzó un profundo proceso de reflexión espiritual y religioso que pronto le llevaría a desarrollar una nueva forma de actuar en política. De momento, a los treinta y siete años, y tras haber tenido cuatro hijos con su esposa, decidió hacer voto de castidad como una forma de controlar sus sentidos y su sexualidad (una práctica muy arraigada en la religión hindú, que lo consideraba como expresión de una realidad superior). En opinión de Bhikhu Parekh, «así es como se volvió totalmente puro, a partir de ese momento no habría a su alrededor impureza, violencia o agresión alguna».

Pero pronto esta filosofía que comenzó por aplicar en su ámbito más cercano tuvo la posibilidad de trasladarse al ámbito público. En 1907 las autoridades británicas aprobaron una ley que obligaba a todos los inmigrantes indios a registrarse con sus huellas dactilares y que facultaba a la policía a registrar sus casas para asegurar el cumplimiento de la ley. En esta ocasión puso en marcha por primera vez el satyagraha (literalmente en sánscrito, «aferrar firmemente la verdad»). Con esta palabra designó a su doctrina de poner en práctica la desobediencia civil (o no colaboración con las autoridades) combinada con la noviolencia. Puestas en práctica de forma colectiva daban como resultado una resistencia pasiva por parte de la población que dejaba desarmadas a las autoridades: los desobedientes no delinquían, sencillamente se limitaban a no colaborar con las autoridades en aquellas cuestiones que consideraban injustas o ilegítimas; si se reprimían violentamente sus manifestaciones, como era frecuente, no oponían la violencia a la autoridad agresora, que quedaba deslegitimada ante la sociedad. El método de nuevo se puso en práctica, y con éxito creciente, a raíz de otras medidas en Sudáfrica, como la invalidación por las autoridades británicas de los matrimonios de indios y musulmanes, o las regulaciones injustas de la inmigración. En estas ocasiones llamó a la participación activa de las mujeres en la movilización, ya que consideraba injusto el papel pasivo que la sociedad india solía atribuirles e incluyó la huelga pacífica entre las medidas de presión, comprendió la importancia de la prensa como medio para dar a conocer su mensaje y aprendió cómo comunicar políticamente. Como señala el profesor Parekh, Gandhi «descubrió en Sudáfrica por primera vez un método de resistencia no violenta. Se levantaba frente a su oponente, le decía que no estaba dispuesto a ceder, pero también le aseguraba que no se le haría ningún daño».

Y todo ello como resultado de un programa de desarrollo moral personal iniciado por su convicción de que un líder político debía ser puro. El Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz, ha destacado muchas veces la importancia revolucionaria del método de resistencia pasiva elaborado por Gandhi. Según él, «Mahatma Gandhi pensó que para poner en práctica la noviolencia, era necesario que ésta estuviese primero en su propia mente, de forma que la semilla de la paz y la reconciliación se desarrollase. Sin eso ¿cómo podría predicar la auténtica noviolencia?». Pero Gandhi tendría que trabajar mucho para que esta convicción funcionase en un contexto más adverso al que dirigía su mirada desde hacía tiempo, su India natal. Sus desvelos por mejorar las condiciones de sus compatriotas emigrados le hicieron pronto popular en su país de origen, adonde quiso trasladarse en 1915. El trabajo que le esperaba para aplicar allí sus renovadoras ideas políticas iba a ser muy arduo.

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