Los grandes personajes de la Historia

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31: Mahatma Gandhi » De regreso en la India

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De regreso en la India

Si Gandhi había llegado a Sudáfrica desde la India como un abogado inseguro, tímido y sin grandes expectativas profesionales, cuando decidió emprender el viaje de regreso era ya un líder político popular, seguro de sí mismo y profundamente religioso. Había entablado relación a distancia con varios líderes políticos indios y, aunque no conocemos a ciencia cierta los motivos que le llevaron a volver en 1915, es seguro que tenía la intuición de que una misión importante estaba por cumplir en su país de origen. Por aquel entonces no era todavía un abierto defensor de la independencia (en ese momento Gran Bretaña estaba inmersa en la Primera Guerra Mundial y no dudó en solicitar el apoyo para la metrópoli), pero estaba convencido de la necesidad de regenerar a sus compatriotas y cambiar el sistema político de dominación colonial, fuente de tantas injusticias.

Nada más desembarcar no optó por comenzar una acción política directa. Llevaba mucho tiempo fuera de la India y no estaba seguro de lo que iba a encontrar a su regreso, por lo que decidió seguir el consejo de uno de los políticos indios que más admiraba, Gopal Krishna Gokhale, y anduvo un año recorriendo el país de una punta a otra para tomar contacto con la realidad social. Uno de los temas que más le preocupaban era el de la educación de los niños, por lo que visitó una escuela en Shantiniketan fundada por el poeta bengalí Rabindranath Tagore, el primer literato no europeo que recibió el Premio Nobel de Literatura, en 1913. Pese a sus diferentes puntos de vista sobre la situación general de la India y sobre la educación, Tagore le recibió usando por primera vez el apelativo honorífico hindú mahatma («alma grande») para dirigirse a él. Era una señal de reconocimiento por su labor en Sudáfrica y de que podía hacer algo por su país. Esta convicción arraigó en él ante la constatación de que el rechazo al gobierno colonial se estaba extendiendo con fuerza y de que el marco institucional gubernativo era incapaz de lograr la puesta en marcha de las demandas de la sociedad india. Ante semejante situación, consideró que el saty¯agraha podía ser un buen método de presión.

Además, quedó convencido de que era necesario sacudir las conciencias de sus paisanos para regenerar el país. Tantos años de dominación extranjera habían producido un síndrome que mezclaba conformismo, desmoralización, cobardía y falta de conciencia cívica. Como señala el profesor Parekh, «fue entonces cuando Gandhi preguntó: “¿Cuándo seremos capaces de rebelarnos contra nosotros mismos?”. Nos habíamos vuelto tan dependientes que teníamos que aprender a rebelarnos contra nosotros, deshacernos de nuestra psicología de la dependencia, de obtenerlo todo mediante sobornos en vez de mediante la valentía. No sería posible rebelarse contra el gobierno sin antes rebelarnos contra nosotros mismos». Para conseguirlo desarrolló un completo programa de regeneración política que incluía la unidad entre hindúes y musulmanes (las dos religiones más enfrentadas), la supresión de los «intocables» (la inferior de las castas de la sociedad india), la prohibición del alcohol, el uso del khadi (ropa tejida a mano), el desarrollo de industrias rurales, la educación basada en los oficios, la igualdad de las mujeres, el uso de las lenguas indígenas en convivencia con una única lengua vehicular para todo el país, igualdad económica y la formación de organizaciones de obreros y campesinos.

Algunas de estas medidas tuvieron una amplia repercusión, como el uso del kh¯adi. Ya en Sudáfrica Gandhi había alterado profundamente su imagen acorde a su transformación espiritual y política. Había sustituido la ropa occidental de producción británica por los tejidos indios de algodón blanco, que constituían al tiempo una seña de identidad y de rechazo a las imposiciones forzosas de la industria británica. A su regreso a la India fomentó el uso de las vestiduras tradicionales entre la población con ese mismo propósito. En palabras de Bhikhu Parekh: «Como él dijo, la ropa extranjera significaba nuestra dependencia cultural de Occidente, y también implicaba que éramos cómplices indirectos de nuestra propia esclavitud. La quema de la ropa occidental fue una purga colectiva». Efectivamente se organizaron grandes actos de quema de ropa occidental propiedad de indios y Gandhi lanzó la iniciativa de dedicar una hora diaria al hilado de fibras como una forma de fomentar la producción nacional india, de propagar los símbolos propios y de identificarse con la realidad social del país.

Además, introdujo nuevos elementos en sus estrategias de resistencia pasiva. De estos años datan los primeros ayunos a los que se sometió el Mahatma no como forma de chantaje, sino dentro de la estrategia de acción moral, como medio de purificarse a sí mismo y de hacer que los demás tomasen conciencia de sus demandas. Seguía así con la vía comenzada en Sudáfrica, inspirado por las ideas tradicionales de renuncia al mundo que según la religión y la filosofía hindúes otorgaban un gran poder espiritual (otras facetas de la religión tradicional como el ritual o la mitología no despertaron su interés). Pronto Gandhi tuvo ocasión para poner en práctica su personal estilo político que había desarrollado en Sudáfrica y que ahora se sentía listo para aplicar en la nueva realidad que había encontrado. El camino no iba a ser fácil pese a que él se sintiese seguro de lo que hacía.

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