Los grandes personajes de la Historia

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¿Aficionados excéntricos u hombres de negocios?

El Altair lo fabricaba la empresa Micro Instrumentation and Telemetry Systems (MITS) con sede en Albuquerque (estado de Nuevo México) y su director, Ed Roberts, estaba buscando a alguien que pudiese crear un software específico para su producto, que había obtenido un inesperado y gran éxito en sus primeras semanas a la venta. Paul Allen viajó hasta Albuquerque en febrero de 1975 con un programa específico desarrollado por Gates y él para mostrárselo a Roberts. Cuando cargó el programa en el Altair funcionó. El director de MITS se interesó inmediatamente en lo que aquellos dos muchachos podían ofrecerle.

Gates abandonó sus estudios en Harvard antes de completar su segundo año y se trasladó también a Albuquerque. Sus padres se mostraron profundamente decepcionados por la decisión de su único hijo varón, no sólo por abandonar sus estudios, sino también por la elección del sector profesional y el lugar en el que comenzar su aventura profesional. Pero Bill no se acobardó; ese verano, Gates, de diecinueve años, y Allen, de veintiuno, fundaron Microsoft con el objetivo de desarrollar software específico para MITS, su principal cliente en aquel momento. Fueron meses de mucho trabajo y de lucha constante. Lucha contra el ambiente general entre los aficionados a la computación. Hasta entonces la informática había sido algo de científicos y amateurs de toda condición que se sentían atraídos por ese incipiente campo. Entre ellos el lanzamiento del primer microordenador fue un auténtico bombazo que sirvió para estimular el desarrollo de programas tomando como base los que Microsoft creaba para MITS, que después ponían en común y compartían. Bill Gates escribió una carta abierta a los aficionados denunciando que estas prácticas equivalían a robar el trabajo que otros estaban haciendo de forma profesional: «Como gran parte de los aficionados deben saber, la mayoría de ellos roban el software que usan. Por el hardware hay que pagar pero el software es para compartir. ¿Quién se preocupa de si se ha pagado a las personas que lo han desarrollado? ¿Es esto justo? Pero todos ellos deben saber que finalmente saldrán perdiendo». Este escrito enemistó a Microsoft con la mayoría de aficionados y dejó claro de que desde ese momento el software comenzaba a ser un negocio que generaba beneficios y cuyos productos estaban sujetos a derechos que sus autores iban a defender celosamente.

Microsoft también tuvo que luchar por mantenerse como proveedor de software de MITS. En primer lugar, porque su director, Ed Roberts, no les tomaba demasiado en serio. Para él no dejaban de ser dos extravagantes chicos amantes de los microchips y no verdaderos hombres de negocios. Además, la empresa no marchaba de la forma que Roberts deseaba, por lo que en mayo de 1977 tomó la decisión de venderla. El choque con Gates y Allen fue inmediato, ya que éstos no estaban dispuestos a perder los derechos sobre los programas que habían creado para MITS. Roberts no cedió, Microsoft acudió a los tribunales para reclamar lo que consideraba suyo, y ganó.

Sin el imán de MITS ejerciendo de ancla en Albuquerque, Microsoft pronto cambió de sede. A finales de 1978 y con ventas próximas al millón de dólares, la empresa se trasladó a Seattle. Allen y Gates estaban felices de volver a casa, pero no iba a resultar fácil ya que había desaparecido su principal cliente. Para Bill el regreso fue además una reconciliación con sus padres, que ahora fueron de gran ayuda para asegurar que la empresa se asentase en el estado de Washington. Bill se convirtió de hecho en el principal agente de marketing de la compañía, y en sus operaciones acudió frecuentemente a su madre para que usase de su influencia y le abriese importantes puertas en su nueva ubicación. Bill Gerberding, antiguo rector de la Universidad de Washington, recuerda que «Mary formaba parte de varios consejos de dirección como el de nuestra propia universidad. Estaba en el consejo nacional de United Way, donde también estaba el director general de IBM… y así es como su hijo conoció al director general de IBM, a través de ella».

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