Los grandes personajes de la Historia

Los grandes personajes de la Historia


33: Albert Einstein » Un año para la Historia: 1905

Página 213 de 268

Un año para la Historia: 1905

El trabajo de la Oficina de Patentes no era desde luego lo que Einstein había deseado al finalizar su carrera, pero resultó ser un buen empleo. Por una parte, le proporcionaba estabilidad económica y, por otra, le permitía disponer de un ambiente muy tranquilo y bastante tiempo libre para dedicarlo a profundizar en sus estudios de física, que era lo que verdaderamente le interesaba. Gracias a lo primero pudo casarse con Mileva en 1903, tener a su primer hijo, Hans Albert, en 1904, y al segundo, Eduard, en 1910. Para tratar de aumentar los ingresos familiares Einstein puso un anuncio en el periódico ofreciéndose para dar clases de matemáticas y física, hecho que le puso en contacto con un estudiante de filosofía, Maurice Solovine, y el matemático Konrad Habicht, con los que comenzó a reunirse periódicamente para discutir sobre ciencia, filosofía, literatura, física… Las reuniones de lo que Einstein llamó su «Academia Olímpica» se convirtieron en un acicate para sus investigaciones así como en un foro de discusión y análisis de sus novedosas propuestas. Ello unido a la presencia como compañero en la misma Oficina de Patentes de su amigo el ingeniero Michele Besso, hizo que el ambiente que rodeaba a su rutina laboral terminase siendo verdaderamente estimulante y adecuado para el desarrollo de sus inquietudes científicas.

En 1905 Albert Einstein publicó tres artículos en la revista Annalen der Physik que hicieron temblar los que hasta entonces parecían seguros pilares de la física. El primero de ellos versaba acerca del llamado efecto fotoeléctrico, es decir, aquel que describe la emisión de electrones producida cuando la luz incide sobre ciertos metales y que, en última instancia, permite explicar la transformación de la luz en corriente eléctrica. A comienzos del siglo XX el fenómeno fotoeléctrico se conocía y se había descrito, pero no se había logrado una explicación matemática de por qué la energía de los electrones liberados era proporcional a la frecuencia de la luz. Einstein aplicó la teoría de los números cuánticos (descubierta sólo cinco años antes por Planck) partiendo de la hipótesis de que la luz, como había afirmado Newton pero se había rechazado con posterioridad, era un fenómeno corpuscular y no ondulatorio. El resultado fue la explicación matemática del fenómeno fotoeléctrico y, de paso, el derrumbe de las teorías asumidas por los físicos desde el siglo XVIII acerca de la naturaleza de la luz. Como indica el profesor Isaac Asimov, «las teorías de Planck fueron aplicadas por primera vez a fenómenos físicos que no podían explicarse por las vías de la física clásica (…). Esto abrió casi todo el camino, incluso quizá realmente todo, del establecimiento de la nueva mecánica cuántica». La trascendencia de la aportación hecha por Einstein con este trabajo terminaría motivando que años más tarde, en 1922, se le concediese el Premio Nobel de Física.

El segundo trabajo desarrollaba matemáticamente el movimiento browniano de las partículas en suspensión, lo que le llevó a deducir una ecuación que permite establecer el tamaño de las moléculas, así como de los átomos que las componen. Pero fue su tercer trabajo, la formulación de la denominada «Teoría de la relatividad especial», el que le terminaría reportando mayor fama. En ella Einstein, que se centró en el caso especial de los sistemas de movimiento uniforme, establecía que todo movimiento es relativo al punto de referencia escogido para observarlo. Partiendo de esta afirmación creó y explicó matemáticamente un sistema teórico conceptual, la Teoría de la relatividad especial, que eliminaba las contradicciones que habían surgido entre la mecánica de Newton y la electrodinámica de Maxwell, es decir, los dos pilares sobre los que reposaba la física conocida. Como resultado de ello surgían además consecuencias inesperadas como que el transcurso del tiempo variaba con la velocidad del movimiento. Como explica el científico y académico José Manuel Sánchez Ron, «la relatividad especial que sustituyó a la mecánica que Isaac Newton había establecido en 1687, condujo a resultados que socavaban drásticamente conceptos hasta entonces firmemente afincados en la física, como los de tiempo y espacio, conduciendo (…) a la creación del concepto matemático y físico de espacio-tiempo de cuatro dimensiones». La incapacidad de Einstein para adaptarse a las normas establecidas y aceptar el principio de autoridad había dado, cuando sólo tenía veintiséis años, un grandioso e increíble fruto.

Por si esto fuera poco, ese mismo año publicó un artículo breve en el que explicaba una de las consecuencias de la Teoría de la relatividad especial. En él establecía la proporción existente entre masa y energía y formulaba la famosísima ecuación que la expresa: E = m × c². Gracias a ello daba explicación a la producción de energía vinculada a los procesos radiactivos, y abría la puerta a la posibilidad de convertir una pequeña cantidad de masa en una enorme cantidad de energía. Desgraciadamente, varias décadas más tarde la aplicación de este principio permitiría la fabricación y lanzamiento de las bombas atómicas con las que se puso fin a la Segunda Guerra Mundial. La polémica participación de Einstein en este asunto constituye uno de los puntos más interesantes y controvertidos de su biografía, pero difícilmente puede entenderse sin tener en cuenta lo sucedido con anterioridad.

Ir a la siguiente página

Report Page