Los grandes personajes de la Historia

Los grandes personajes de la Historia


40: Bill Gates » Navegando en solitario

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En 1983 Microsoft experimentó un cambio de importancia capital. En aquel año Paul Allen se vio obligado a apartarse de su actividad profesional debido a que se le había diagnosticado la enfermedad de Hodgkin, un tipo de linfoma. Aunque superó la enfermedad nunca volvió a incorporarse a la primera línea de trabajo en la empresa que había cofundado. Para Bill Gates fue un duro golpe personal y le obligó a cambiar todo el planteamiento de cómo trabajaba la compañía, donde la sensación de pérdida irreparable fue generalizada. Su biógrafo Paul Andrews definió así la situación: «La Historia está demostrando que su conjunción daba como resultado un dinamismo increíble… Habitualmente los comparo con los Beatles Lennon y McCartney. Las canciones que escribieron juntos son las que recordamos siempre y las que ponemos una y otra vez. Eran grandes escritores de canciones por separado, todavía escuchamos las canciones que cada uno compuso. Pero juntos eran todavía más grandes que la suma de las partes. Paul y Bill eran también así».

Bill Gates se convirtió de este modo en el único responsable a la cabeza de Microsoft. En abril de aquel año fue elegido por la revista Time como el representante de una nueva generación de hombres de negocios cuyo mérito residía en comprender y liderar no sólo el campo del avance tecnológico sino el de la estrategia empresarial. De hecho habían llamado la atención poderosamente las rutinas de trabajo que se aplicaban en Microsoft, que a menudo se habían descrito como «un campamento veraniego de matemáticas», donde la capacidad creativa y el bombardeo de ideas jugaban un papel esencial. Gates se rodeaba de equipos muy dinámicos en los que el reto de presentar nuevas ideas era constante y en el que el ritmo de trabajo era frenético y absorbente. Jeff Raikes, de Microsoft, todavía recuerda que una mañana, la nueva secretaria de Gates, Miriam Lubow, «llegó y no sabía si llamar a la policía porque había un tipo durmiendo debajo de un escritorio. Resultó que era Bill».

A ello se habían unido una rápida internacionalización (la compañía abrió su primera delegación en Tokio en 1977 y en Europa al año siguiente) y diversificación de los productos desarrollados. Ya no eran sólo sistemas operativos, sino aplicaciones que aumentaban exponencialmente la utilidad práctica de los ordenadores y, por tanto, el número de sus potenciales compradores. En 1983 lanzó al mercado el procesador de textos Word y en 1986 un entorno gráfico para su sistema operativo MS-DOS que hacía mucho más asequible el trabajo informático: Windows. Los usuarios se dieron cuenta rápidamente de que muchas de sus características (el uso imprescindible del ratón y el de iconos para la ejecución de comandos, entre otras) lo hacían sospechosamente similar al sistema operativo de los Macintosh de Apple. La polémica fue mayúscula, puesto que Apple había otorgado a Gates pleno acceso al software del nuevo Macintosh cuando la compañía de la manzana era todavía cliente de Microsoft. Gates había intentado comprar una licencia de uso para incorporar algunas de las novedades de Apple en sus programas, pero la estrategia de esta compañía consistía en vender sus propios ordenadores con su propio sistema operativo, por lo que desecharon la solicitud de Microsoft. Gates procedió entonces a aplicar algunas de las novedades de Apple a sus programas. Las dos compañías se amenazaron mutuamente: Apple con demandar a Microsoft por Windows, Microsoft con denegar a Apple el acceso a software de su propiedad que necesitaba para sus ordenadores. Las demandas no se hicieron esperar mucho, y finalmente Gates ganó ante los tribunales cuando logró demostrar que, pese a las apariencias formales, cada función individual de Windows era diferente a sus análogas en Macintosh.

En 1986 se produjo un nuevo salto cualitativo en la escalada de la compañía. Microsoft salió a Bolsa, y Gates conservó el cuarenta y cinco por ciento de las acciones. Pero no todo el mundo veía con buenos ojos el éxito creciente de la compañía: la omnipresencia de sus productos estaba empezando a levantar ampollas. Uno de los primeros inconvenientes que se presentó fue que IBM decidió prescindir del sistema operativo de Microsoft para desarrollar el suyo propio (bautizado con el nombre de OS/2). Irónicamente, la empresa de Gates había tenido cierto papel en su desarrollo. El envite era importante ya que IBM era el principal fabricante de ordenadores y podía privar a Microsoft de una importante cuota del mercado del software. Pero su respuesta fue potenciar y actualizar la apuesta por Windows, cuyo resultado fue el lanzamiento de Windows 3.0 el 22 de mayo de 1990. Fue todo un superventas. A comienzos de esa década la lucha por el mercado se produjo entre estos dos sistemas operativos, y finalmente OS/2 fracasó estrepitosamente. Ese mismo año vio la luz el paquete de programas de ofimática Microsoft Office, que reunía varios de los programas previamente desarrollados por la empresa (Word y la hoja de cálculo Excel, entre otros) e introducía mejoras sustanciales. Otra vez el éxito del producto fue arrollador, dando importantes beneficios y cuota de mercado a su fabricante.

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