Los grandes personajes de la Historia

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36: Nelson Mandela » El que empuja la rama de un árbol

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El que empuja la rama de un árbol

El 18 de julio de 1918 nació en Mvezo, un pueblo de una idílica región rural de Transkei (uno de los departamentos orientales de Sudáfrica), el hijo de Henry Mgadla Mandela y su esposa Nonqaphi Nosekeni, Rolihlahla; el nombre significa literalmente en lengua isiXhosa «el que empuja la rama de un árbol», pero coloquialmente quiere decir «que causa alboroto». Su padre era el consejero principal del regente de los Tembu, grupo tribal al que pertenecían y en cuyo seno transcurrió la infancia del niño. Como señala Rick Stengel, biógrafo de Mandela: «Creció en un mundo aparte. Básicamente era un mundo africano. No creció entre blancos y no tenía el sentimiento de inferioridad que tenían muchos africanos porque aquél era todo su mundo, el mundo de su padre y de su madre, el mundo de su aldea. Era una sociedad ritualista en la que la familia era muy importante. Era un vaquero, llevaba a pastar las vacas por las mañanas, bebía la leche de las ubres de las vacas. Era la existencia más simple que se pueda imaginar… un mundo idílico». Su padre disfrutaba de una posición acomodada con ganado, cuatro esposas y trece hijos, pero aquello no significaba que Rolihlahla no conociese a los blancos colonizadores que dominaban el país, ya que ocasionalmente visitaban la aldea para tratar asuntos con los Tembu. En palabras del propio Stengel, «siendo niño veía a los blancos como dioses que venían de otro sitio que él no conocía y que ocasionalmente los visitaban. Los miraba con temor y respeto porque veía la forma en que los mayores, incluido su padre, trataban a los blancos y supo, de la forma que intuyen los niños, que algo ocurría».

A la edad de siete años comenzó a acudir a una escuela rural cerca de Qunu, y el primer día vivió una experiencia que le acercaría un poco más al mundo exterior. Su maestra, miss Mdingane, le puso otro nombre, uno británico, siguiendo la extendida costumbre de dar a los nativos un nombre que pudiesen entender con facilidad los colonos blancos, que no mostraban mucho interés por aprender las lenguas sudafricanas. El nombre elegido fue Nelson, sin que se sepa a ciencia cierta cuál fue la razón de esta elección. Sin embargo, el hecho que dio realmente un vuelco tanto a su educación como a su vida entera fue el fallecimiento de su padre en 1927; a partir de entonces fue acogido como pupilo del regente Jongintaba Dalidyebo, que se encargó de que recibiese la formación necesaria para sustituir a su padre en el cargo de consejero. Dejó su aldea natal para trasladarse a la residencia del jefe, «el gran lugar». Para Stengel, esta etapa en la infancia de Mandela le dejó una huella imborrable, especialmente las reuniones del consejo de la tribu, adonde lo llevaban para que aprendiera. «Observaba todo con admiración y respeto porque todos esos jefes eran grandes hombres, elocuentes y fuertes, y cuando tenían estos encuentros cada uno de ellos hablaba por turno, muchos de ellos criticaban al regente con severidad, lo que a Nelson le sorprendía mucho… para él todo esto quedó grabado como un modelo de democracia».

Pero aquella formación no descuidaba la educación reglada del niño, que siguió sus estudios y desde 1934 acudió a diferentes instituciones educativas: al instituto en Engcobo, al college en Fort Beaufort y, por fin, a la Universidad de Fort Hare, un centro especializado en ofrecer educación universitaria a la población negra. Allí dio sus primeras muestras de rebeldía. Cuando lo eligieron como representante de los estudiantes, se sumó a una campaña de boicot contra la política de la universidad, lo que le valió su expulsión en 1940, al año de haber ingresado. De vuelta a Transkei se encontró con que el regente había concertado para él un matrimonio de conveniencia, algo por lo que no estaba dispuesto a pasar, por lo que decidió huir e ir a la ciudad junto con su primo Justin, para quien habían buscado una esposa también sin su consentimiento. Así es como llegó Nelson Mandela a Johannesburgo y entró en contacto por primera vez de forma directa con la discriminación que vivían los negros en su país. Como señala Stengel, «de alguna forma extraña el racismo de la ciudad le definió como un hombre negro y de alguna forma comenzó el fuego interno del resentimiento que finalmente condujo a una rebelión en toda regla». Fue la toma de contacto con aquella sociedad controlada por blancos, en la que los negros estaban segregados en todos los ámbitos de la vida desde la cuna hasta la tumba, lo que hizo que empezara a tomar conciencia de su propia condición y de la discriminación que vivían los suyos. El sentimiento de rebeldía contra esta situación iría produciendo un cambio en el interior del joven Nelson, y «el que empuja la rama de un árbol» iría dando paso a un rebelde.

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