Los grandes personajes de la Historia

Los grandes personajes de la Historia


3: Aristóteles » De Macedonia a Atenas: la Academia de Platón

Página 18 de 268

De Macedonia a Atenas: la Academia de Platón

El nombre de Aristóteles siempre se vincula a Atenas dado que fue en esa ciudad donde desarrolló su labor más importante como filósofo, pero no era originario de ella ni por tanto ciudadano ateniense. Aunque carecemos de datos que permitan confirmarlo, parece que Aristóteles pasó su infancia y los primeros años de su adolescencia en la corte del rey macedonio Amintas situada en la ciudad de Pella. Su padre, Nicómaco, era amigo personal y médico de Amintas, por lo que cabe suponer que, al ser huérfano de madre, debió de crecer junto a éste. Además, el hecho de que el hijo de Amintas, Filipo —de la misma edad de Aristóteles—, le llamase años más tarde para que se hiciese cargo de la educación de su hijo (Alejandro Magno), parece confirmar la presencia del futuro filósofo en Pella durante sus primeros años. La vida en la corte macedonia así como la dedicación a la medicina de Nicómaco debieron de favorecer el interés de Aristóteles por el estudio y la ciencia, de modo que cuando tras la muerte de su padre se hizo cargo de su tutela un pariente llamado Próxeno, éste no dudó en enviarle a estudiar a la Academia de Platón en Atenas.

La formación intelectual de los jóvenes griegos, aunque presentaba diferencias en las distintas polis, comenzaba sobre los seis años, cuando se les separaba de sus madres para confiarlos a un maestro o pedagogo que, en las escuelas o palestras, les iniciaba en el estudio de las letras griegas a través de los textos de Homero y Hesíodo. Además se les instruía en música y gimnasia, básicamente en las cinco pruebas del péntatlon, es decir, carrera, salto de longitud, lanzamiento de disco, jabalina y lucha. Esta etapa solía prolongarse hasta los dieciocho años, edad con la que los jóvenes solían ingresar en el servicio militar obligatorio. Sólo los miembros de las clases sociales más altas o los estudiantes más brillantes continuaban con posterioridad su formación intelectual en las instituciones creadas por los pensadores más destacados de su época y que, desde los cambios introducidos de mano de los sofistas, se orientaba claramente al ejercicio de la política. Aristóteles, cuya familia gozaba de una posición económica desahogada y con tradición en la formación académica de sus miembros (también su abuelo había sido médico), llegó hacia el año 367 a. C. a Atenas, con diecisiete años, para completar sus estudios. La capital del Ática era reconocida por sus contemporáneos como el más importante centro cultural de toda Grecia, lo que en parte se debía al gran prestigio intelectual de sus dos grandes centros educativos superiores, la Escuela de Isócrates y la Academia de Platón.

Ambas instituciones se habían creado casi al mismo tiempo (la primera en el 390 a. C. y la segunda en el 386 a. C.) y mantenían una fuerte rivalidad pues, aunque en las dos se formaba a sus alumnos para ejercer la política, en la Escuela de Isócrates se concedía para ello atención preferente a la Retórica mientras que en la Academia de Platón el acento formativo se ponía en la Filosofía. Aristóteles ingresó en la Academia platónica posiblemente atraído tanto por la formación filosófica que ésta ofrecía como por la gran reputación de su fundador. Platón, discípulo aventajado de Sócrates, había fundado su Academia tras la muerte de éste, acusado de impiedad y condenado a muerte por motivos políticos. El desengaño hacia la democracia ateniense que supuso la muerte de su maestro determinaría en buena parte la orientación filosófica de su Academia consagrada al pensamiento puro, y en la que el ejercicio de la política se entendía como puesta en práctica del mismo y no como el fin de la formación académica.

Aristóteles permaneció en la Academia durante veinte años, entre los diecisiete y los treinta y siete años, iniciando su andadura en ella como estudiante y finalizándola como maestro. La Academia era una institución caracterizada por ofrecer una formación amplia en todas las disciplinas del pensamiento científico y por estar abierta al libre ejercicio de la crítica, de modo que Aristóteles pudo disentir abiertamente de la teoría de las ideas defendida por Platón e incluso discutir acerca de ella con su maestro. Como indica el catedrático de Filosofía griega Tomás Calvo Martínez, «durante su larga estancia en la Academia tuvo ocasión de participar en el ejercicio vivo de la filosofía, en largas e intensas discusiones sobre la ciencia, sobre matemáticas y astronomía, sobre las Ideas y la dialéctica, sobre retórica, ética y política». A esta etapa pertenecen sus escritos denominados exotéricos, es decir, aquellos de carácter divulgativo, no destinados a un público especializado y que publicó él mismo. Estos escritos de juventud se han perdido y sólo se conservan de ellos sus títulos y algunas referencias a su contenido procedentes de autores griegos y latinos. El análisis de estos indicios ha permitido establecer la enorme influencia del pensamiento platónico en los primeros escritos filosóficos de Aristóteles tanto por lo que a su contenido se refiere (en ellos Aristóteles aún acepta la teoría de las Ideas de Platón y otras cuestiones esenciales de su legado filosófico como la defensa de la inmortalidad del alma) como por su forma, pues son diálogos. A pesar de las importantes analogías de estos escritos filosóficos con los diálogos platónicos, pueden detectarse ya algunos rasgos específicamente aristotélicos entre los que destaca en especial el progresivo abandono de la estructura de estos textos en preguntas y respuestas cortas frente al desarrollo de largas y rigurosas demostraciones teóricas.

El peso de la herencia platónica en el pensamiento de Aristóteles es indiscutible, pero es igualmente cierto que de forma progresiva éste se fue separando de los principios filosóficos de su maestro para, desde la crítica, crear su propio sistema filosófico. Las diferencias intelectuales entre Platón y Aristóteles eran ya sobradamente conocidas en la época que ambos compartieron en la Academia, y algunos historiadores han visto en ellas el motivo de que, a la muerte del maestro, el discípulo no fuese designado como su sucesor al frente de la institución filosófica. Sin embargo y teniendo en cuenta que el ejercicio de la crítica no sólo no se rechazaba sino que se alentaba y era bien recibido en la Academia, parece razonable pensar que otras razones pudieron influir en su debatida sucesión.

Aristóteles formaba junto con Espeusipo y Jenócrates el trío de alumnos más aventajados de la Academia, de modo que a la muerte de Platón en el año 347 a. C. los tres eran los más claros candidatos a sucederle. La elección recayó finalmente en Espeusipo, sobrino de Platón, también crítico como Aristóteles con la teoría de las Ideas. Quizá la relación familiar entre ambos pesó en su designación como nuevo director de la Academia, pero en cualquier caso su elección no sorprendió como tampoco lo habría hecho la de cualquiera de los otros dos candidatos. Con la desaparición de Platón y la elección de Espeusipo los alicientes intelectuales de Aristóteles para permanecer en Atenas eran cada vez menos. Además había razones políticas que aconsejaban su salida de la ciudad pues un año antes de la muerte de Platón la ciudad de Olinto había caído en manos del rey macedonio Filipo II que comenzaba a extender su poder por toda la Hélade. Como apunta Tomás Calvo, la esperable «reacción antimacedonia de los atenienses pudo aconsejar a Aristóteles alejarse de Atenas, dados sus viejos vínculos con Macedonia y con el propio Filipo». Así, en el año 347 a. C. Aristóteles, probablemente molesto por la designación de Espeusipo como sucesor de Platón, deseoso de encontrar nuevos estímulos para su labor intelectual y consciente de que por su pasado en la corte de Amintas podía ser sospechoso de simpatizar con el enemigo, salió de Atenas junto con su amigo y compañero Jenócrates para iniciar una época de viajes que habrían de llevarle de vuelta a su origen en Macedonia, y convertirse allí en el maestro del mayor genio político y militar de toda la Antigüedad, Alejandro Magno.

Ir a la siguiente página

Report Page