Los grandes personajes de la Historia

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La última reina de Egipto

Hacia finales del siglo I a. C. tuvieron lugar una serie de hechos que marcarían para siempre la historia de Occidente. El mundo helenístico que había encontrado su más acabada expresión en la obra política de Alejandro Magno cedía el paso a una nueva potencia que extendía con fuerza imparable su dominio sobre el Mediterráneo: Roma. Paralelamente, la propia Roma vivía un proceso de transformación interna que tendría como fruto el fin de la República y el establecimiento de las bases sobre las que se levantaría el Imperio romano. En mitad de ese terremoto político, una mujer, heredera de la milenaria corona de Egipto, llegaría a jugar un papel de tal relevancia que la Historia terminaría haciendo de ella un verdadero mito. Cleopatra, la última reina de Egipto, amante de Julio César y Marco Antonio, madre del único hijo del primero, calculadora política, ambiciosa reina, asesina de sus hermanos, protectora de sus hijos y su propia verdugo sigue siendo hoy un personaje cuya trayectoria vital despierta tanta fascinación como controversia.

Tras más de dos mil años de historia, la corona de Egipto cayó hacia el 525 a. C. en manos del Imperio persa. Daba comienzo con ello la última fase de su historia, la que los historiadores denominan como Período Tardío y que se caracteriza por el sincretismo cultural primero con el mundo persa y después con el grecorromano. Los persas fueron derrotados por Alejandro Magno en el año 332 a. C. y Egipto quedó incorporado a su vastísimo imperio. A su muerte, uno de sus generales, Ptolomeo, logró hacerse con la corona egipcia; empezaba así una nueva dinastía de faraones, la Ptolemaica —pues todos los faraones adoptaron el nombre de Ptolomeo— o Lágida, cuya última representante fue Cleopatra. Pero aunque los Ptolomeos se consideraban a sí mismos una legítima dinastía egipcia, lo cierto es que bajo su reinado Egipto vivió un profundo proceso de cambio cultural vinculado al origen macedonio y, por tanto, culturalmente helenístico de su dinastía gobernante. Se produjo una masiva y constante inmigración de población griega a Egipto y con ella llegaron sus costumbres y su cultura. Los egipcios comenzaron a usar y acuñar moneda, el panteón tradicional se enriqueció con dioses helenos cuyos atributos frecuentemente se mezclaban con los de las deidades locales, buena parte del funcionariado estatal quedó en manos de griegos y el griego pasó a ser la lengua de la administración y la corte. Su uso se extendió de tal modo que los textos legales que debían hacerse públicos terminaron por redactarse en ambas lenguas, el egipcio y el griego), y a partir precisamente de uno de estos textos, un decreto de Ptolomeo V inscrito en la famosa piedra Rosetta, se consiguió por fin descifrar la escritura jeroglífica. En este Egipto profundamente helenizado nació Cleopatra hacia el año 70-69 a. C.

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