Los grandes personajes de la Historia

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38: Margaret Thatcher » Una mujer en el partido conservador

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Una mujer en el partido conservador

Nada más salir de la universidad, Margaret Roberts ingresó en el Partido Conservador y mostró inmediatamente su disposición a representarlo en la lucha por los votos que podrían devolver a los conservadores al poder. El partido la ubicó en el distrito de Dartford, en el condado de Kent, con la vista puesta en los siguientes comicios. Por esta circunscripción concurriría en las citas electorales de 1950 y 1951, durante las cuales el partido la publicitó como la mujer candidata más joven de Gran Bretaña, pero en ambas ocasiones fracasó y no logró obtener un escaño para la Cámara de los Comunes. Aquello no fue una sorpresa para nadie, ya que Dartford era una circunscripción de clase trabajadora en la que la posguerra estaba dejando sentir su cara más amarga: los racionamientos, la carestía y las dificultades laborales estaban a la orden del día. Sin embargo fue la primera experiencia política real que tuvo, en la que afloraron rasgos que después serían definitorios de su imagen. Era una joven especialmente comunicativa, a la que le resultaba muy fácil entablar conversación con cualquiera, ya perteneciese a su misma tendencia política o a cualquier otra; no rehuía la discusión sobre los temas que importaban al electorado, aunque fuesen aquellos en los que su partido no podía presentar propuestas atractivas para un auditorio proclive a los laboristas, y además se expresaba en un lenguaje sencillo y directo, con una confianza en sí misma realmente envidiable.

En aquella localidad del sudeste de Inglaterra fue donde conoció a Denis Thatcher, un empresario local que dirigía un negocio familiar. El noviazgo duró dos años y el 13 de diciembre de 1951 se casaron, menos de dos meses después de que la novia hubiese sido derrotada por segunda vez en contienda electoral. Desde entonces, y siguiendo la costumbre anglosajona, la joven Margaret Roberts tomaría el apellido de su marido, dando origen al nombre con el que ha sido conocida en todo el mundo. Pero quizá el cambio más importante que trajo el matrimonio a su vida no fue el apellido, sino el credo religioso. Denis era divorciado y, como el metodismo no aceptaba ni el divorcio ni los matrimonios con divorciados, Margaret renunció a la fe que le inculcaron sus padres y abrazó el anglicanismo de su marido. La pareja tuvo a sus dos únicos hijos, los gemelos Mark y Carol, en agosto de 1953. Ya en la década de los sesenta, el marido cambiaría de ramo y comenzaría a trabajar en la industria del petróleo, en la que desarrollaría el resto de su carrera.

Los años cincuenta fueron un período de cambios laborales. La posición económica de su marido era más que holgada, permitiéndoles tener servicio y todo tipo de comodidades en casa. Pero sobre todo facilitó a Margaret el no tener que trabajar y poder reemprender los estudios (después de salir de la universidad apenas había ejercido tres años como química en una empresa de plásticos y otra de control alimentario). Quizá por su actividad en política se sintió atraída por las ciencias jurídicas, y en enero de 1952 comenzó a cursar estudios de derecho, y en diciembre de 1953 consiguió la habilitación para ejercer como abogada, especializada en materia tributaria. Todo ello hizo que Margaret se planteara la posibilidad de ampliar su horizonte profesional (y posteriormente político). En febrero de 1952 escribió en un periódico local sobre las ideas que cimentaban esta actitud. Según Hugo Young, «la joven señora Thatcher escribió que las mujeres no debían quedarse en casa. Que debían tener una carrera. “De esta forma se desarrollan unas cualidades y unos talentos en beneficio de la sociedad que, en caso contrario, se desperdiciarían”. En su opinión no tenía sentido decir que la familia se resiente. De hecho, las mujeres no sólo debieran trabajar sino luchar por alcanzar la cima de su profesión y oficio. Por encima de todo, esto debía aplicarse a las mujeres políticas. Debiera haber más mujeres en Westminster —en aquella época, de 625 diputados, sólo había diecisiete mujeres—, y no debieran conformarse con los rangos inferiores que ocupan. “Insisto en que si una mujer demuestra estar capacitada debe tener las mismas oportunidades que los hombres para los cargos relevantes en el Consejo de Ministros ¿Por qué no una mujer canciller? ¿O ministra de Asuntos Exteriores?”».

Fueron años en los que estuvo muy volcada en su vida personal y en el que la política pasó temporalmente a un segundo plano. De hecho no se presentó a las elecciones de 1955, en las que los conservadores revalidarían su mayoría parlamentaria y formarían un nuevo gobierno, ahora encabezado por Anthony Eden, que sustituía así a un viejo y cansado Churchill en retirada. En 1958 volvió a la actividad política, asumiendo el reto de representar al partido en la circunscripción de Finchley, al norte de Londres, para las elecciones generales que se debían celebrar al año siguiente. El nuevo marco en el que desplegar sus habilidades políticas no podía ser más favorable, ya que se trataba de una población de propietarios y clase media con una sólida comunidad de votantes conservadores. Los resultados de las elecciones del 8 de octubre de 1959 fueron más que satisfactorios para ella. Los conservadores ratificaron una mayoría parlamentaria que les permitió continuar en el poder y la señora Thatcher finalmente había logrado el escaño que tanto deseaba en la Cámara de los Comunes. Después de varios años de lucha por fin iba a poder poner el pie en el palacio de Westminster.

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