Los grandes personajes de la Historia

Los grandes personajes de la Historia


13: Marco Polo » Una familia modesta pero valiente

Página 82 de 268

Una familia modesta pero valiente

Los Polo (o Paulo) eran una familia de comerciantes venecianos que tenían una participación pequeña pero activa en el comercio con el Levante mediterráneo. Una tradición iniciada en el siglo XVI afirma que la familia tenía su origen en una villa costera de Dalmacia, Sebenico (en la actual Croacia), que era una de las numerosas posesiones venecianas en la costa oriental del Adriático. Según esta tradición, el traslado de la familia a Venecia se habría producido en el año 1033, pero los historiadores no han encontrado testimonios documentales que puedan confirmar esta información. El primer representante del que hay constancia escrita es Andrea Polo, abuelo de Marco y del que apenas se sabe nada. Tuvo tres hijos: Marco (llamado el Viejo para distinguirle del viajero), Niccolò (padre de Marco) y Matteo (llamado también, en dialecto véneto, Maffeo). Los tres se dedicaron al comercio con Oriente. De hecho, Marco el Viejo, que dirigió los negocios familiares durante décadas, vivió largo tiempo en la capital del Imperio bizantino, Constantinopla (actual Estambul), hasta que regresó a Venecia entre 1275 y 1280.

En el seno de esta familia nació el hijo de Niccolò y su mujer Fiordalisa Trevisan, Marco. Tradicionalmente se ha señalado como año probable de su nacimiento 1254, pero esta fecha tampoco se ha podido confirmar con seguridad. Se sabe además que tuvo un hermano, Matteo, y que no llegó a convivir mucho tiempo con sus padres. A temprana edad quedó huérfano de madre y su padre estuvo ausente largas temporadas por su dedicación al comercio. El niño fue educado en el seno de la familia y se le instruyó para que de adulto trabajase en el negocio familiar, como hacían su padre y sus tíos. Según Nicola di Cosmo, profesor de Historia de China y Asia central de la Universidad de Harvard, «la educación típica de los mercaderes venecianos, como los Polo, duraba hasta que el muchacho llegaba a los catorce o quince años. En ese tiempo aprendía, por supuesto, a leer, escribir y aritmética (el “ábaco”, como era llamado entonces). También aprendía contabilidad. En suma, los conocimientos básicos necesarios para la actividad comercial».

Mientras que el niño era educado en casa, su padre Niccolò y su tío Maffeo se habían lanzado a un viaje en busca de nuevos horizontes para la familia. En 1261 salieron de Crimea, a orillas del Mar Negro, rumbo a Oriente. En ese momento el interés en establecer relaciones directas con China era prioritario. La razón fundamental era que las rutas que durante siglos habían dirigido el comercio desde el Lejano Oriente hasta el Mediterráneo se habían visto repentinamente desarticuladas por la irrupción de las invasiones de los mongoles, a quien los europeos de entonces llamaban «tártaros». En 1206 el rey Temüdjin, que fue conocido en Europa con el nombre de Gengis kan, se hizo con el mando de todas las tribus de los pueblos mongoles comenzando una serie de campañas de conquista desde Mongolia hacia el sur y el oeste. Una de las primeras víctimas de estas campañas fueron los reinos de China del norte (Pekín fue conquistada en 1215). Las largas guerras, que no se detuvieron con su muerte pues sus hijos las continuaron hasta 1260, perturbaron el tráfico comercial entre Oriente y Occidente. Esta interrupción del comercio tradicional fue un acicate para que mercaderes como los Polo decidiesen arriesgar su propia vida para abrir nuevas rutas y posibilidades para el comercio. En cierta medida ése era el espíritu valiente que había permitido a los mercaderes venecianos abrirse camino en el comercio con Asia. Como afirma el profesor Cosmo, «la supervivencia de Venecia dependía de su sentido de la iniciativa comercial, de modo que era una especie de deber patriótico. Por supuesto había otra visión sobre esto, ya que existía una creciente demanda de productos orientales en Europa y los beneficios que proporcionaban eran fabulosos».

Pero también hubo motivaciones diplomáticas y religiosas en los viajes a China que se hicieron a mediados del siglo XIII. En unos siglos en que periódicamente los europeos se embarcaban en las Cruzadas, circulaban todo tipo de leyendas sobre posibles aliados más allá de los territorios de los sarracenos. Así, en el siglo anterior y tras las primeras derrotas en Palestina, surgió la leyenda del Preste Juan, un rey-sacerdote cristiano que desde Asia central atacaba a los musulmanes por Oriente aliviando la presión militar sobre los cruzados. Las campañas de los mongoles hicieron albergar a algunos mandatarios europeos esperanzas de que estas habladurías pudiesen materializarse. En 1245 el franciscano Giovanni dei Piano Carpini fue enviado a China por el papa Inocencio IV, y regresó de su viaje años más tarde. En 1253 fue el flamenco Guillermo de Rusbroek quien fue enviado por el rey de Francia Luis IX y por Inocencio IV para solicitar la alianza de los mongoles contra los musulmanes antes de comenzar la Sexta Cruzada. El viaje de Niccolò y Maffeo Polo se inició sólo ocho años más tarde.

Ir a la siguiente página

Report Page