Los grandes personajes de la Historia

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13: Marco Polo » Los preparativos del gran viaje a China

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Los preparativos del gran viaje a China

Los tíos de Marco regresaron a Venecia en 1269. Entonces se supo que habían tenido éxito en su viaje y que habían llegado hasta China, donde habían entrado en contacto con el emperador de origen mongol que entonces regía el país. Se trataba de Kubilai kan, nieto de Gengis kan. Más allá de la leyenda, como ha afirmado Morris Rossabi, profesor de Historia de la Universidad de Columbia (Nueva York), «Kubilai fue una de las grandes figuras del siglo XIII. No fue sólo un conquistador y un dominador como su abuelo Gengis kan. Era un hombre verdaderamente civilizado, había recibido una educación, toleraba la diversidad religiosa… era un individuo ciertamente excepcional». Tras permanecer un tiempo en su reino y al tener noticia de que partían, el soberano les comunicó que tenía deseo de establecer comunicación con el Papa, del que ya había tenido noticias por las embajadas que había enviado y por lo que de él contaban los cristianos que llegaban a China. Les dio unas cartas a él dirigidas y les proporcionó una credencial de plomo con su sello que garantizaba su inmunidad mientras viajasen por sus dominios. Además, les expresó su deseo de que le enviasen cien sacerdotes para tener conocimiento de la religión cristiana y de obtener una muestra del óleo de la lámpara de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Cargados con estas misivas y con el éxito de haber llegado por una ruta segura que podían volver a emplear en el futuro, regresaron a Europa.

No se conoce con exactitud cuáles fueron los preparativos que hicieron en Venecia los dos hermanos para reemprender el regreso a China, aunque debieron de ser rápidos, ya que en la primavera de 1271 se encontraban en el puerto de San Juan de Acre (en el actual Israel) en compañía del hijo de Niccolò, Marco, que les acompañaría en su nueva aventura. El joven debía estar preparado para una larga ausencia, como la que había mantenido alejado a su padre desde hacía una década, pero eso era algo que iba prácticamente en la educación y el espíritu de los comerciantes de Venecia. Como afirma el explorador y escritor irlandés Timothy Severin, «la forma de pensar de un comerciante medieval era completamente ajena a nuestro concepto moderno. Un comerciante veneciano no tenía la misma noción del tiempo. Estaba preparado para pasarse años y años fuera de su hogar».

Se sabe que en Acre se entrevistaron con el legado papal Teobaldo Visconti, que se encontraba de paso mientras cumplía su promesa de peregrinar a Tierra Santa. En 1268 había muerto Clemente IV y todavía no se había elegido un sucesor, por lo que no era posible facilitarles una respuesta a las cartas que tenían de Kubilai. Los venecianos, deseosos de emprender el viaje, no esperaron más y abandonaron el puerto camino a Oriente. Pero cuando estaban en Armenia recibieron la noticia de que Visconti había sido elegido Papa el 1 de septiembre con el nombre de Gregorio X, por lo que regresaron a Acre a esperar noticias de él. Efectivamente, el papa Gregorio les envió a dos dominicos para que les acompañasen en el viaje, en vez de los cien sacerdotes que había solicitado Kubilai kan, con instrucciones precisas para responder en su nombre a sus cartas. Es de suponer que en algún momento los venecianos se habrían acercado a Jerusalén a recoger la muestra del santo óleo que les había pedido el rey mongol.

Sin embargo, al poco de empezar el viaje, los dos dominicos abandonaron el empeño. En la ciudad de Ayas (en la actual Turquía) fueron testigos del ataque lanzado por el sultán de Egipto contra el rey León III de Armenia y, atemorizados, entregaron a los venecianos los escritos que llevaban consigo y se despidieron. Pese a este contratiempo, los Polo no se arredraron y continuaron con el viaje. De nuevo el espíritu aventurero veneciano y la ventaja nada desdeñable de que ya tenían experiencia en viajar hacia Oriente afianzaron su empeño de seguir adelante.

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