Los grandes personajes de la Historia

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13: Marco Polo » Las peripecias asiáticas de un veneciano

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Las peripecias asiáticas de un veneciano

Pese a estos solapamientos y lagunas, sí ha sido posible reconstruir el itinerario que siguieron los tres venecianos a través de Asia hasta llegar a China. El plan inicial era salir de los territorios cristianos de Oriente (Armenia) hasta el valle alto del Éufrates para girar hacia el sur y dirigirse a Ormuz. En aquel entonces esta ciudad portuaria era el extremo occidental de todas las rutas marítimas que partían hacia la India y China. El plan era tomar un navío que les llevase hasta China y hasta allí llegaron con ese objetivo. Pero parece que por problemas en la nave tuvieron que renunciar a su proyecto y al final optaron por una vía terrestre que atravesaba Persia, los reinos tribales del Asia central (el actual Afganistán) hasta Badakhshán, y desde allí, por la depresión del Tarim y el desierto de Gobi, se adentraba en el territorio chino. Quitando algún encuentro ocasional con bandidos, el viaje no fue demasiado sobresaltado. Según Severin, los Polo aprovecharon la organización del sistema de comunicaciones instaurado por los mongoles en los reinos asiáticos: «Cada vez que llegaban a un puesto fronterizo negociaban con dos o tres soldados para que los escoltasen a ellos y a sus carros desvencijados. A medida que se introducían en un territorio más difícil tenían que pasar las mercancías a las alforjas de los animales. Eso significaba que sólo se podían transportar bienes de alto valor en pequeña cantidad, y finalmente esa pequeña cantidad acabarían siendo las joyas, ya que los hermanos Polo comerciaban con ellas, y podían llevarlas encima». Éste era el método usado normalmente por los comerciantes, que les permitía aprovechar sus recursos intentando obtener la mayor seguridad posible.

El viaje fue largo —tres años según el propio Marco Polo— debido a las inclemencias del clima, que retrasaron mucho su avance. Finalmente pudieron adentrarse en el territorio bajo soberanía del Gran Kan, desde donde la ruta fue más fácil ya que contaban con el salvoconducto con el sello que Kubilai había proporcionado a Niccolò y Maffeo en su primer viaje. El propio Marco Polo afirma en su libro que en cuanto el rey tuvo noticia del regreso de los comerciantes venecianos les hizo llevar a su presencia. El primer encuentro entre Marco Polo y Kubilai kan se produjo en su palacio de verano de Shangdu (que él llamó en su libro Ciandu y que posteriormente se ha conocido por el nombre de Xanadú). La impresión que produjo el palacio en el joven de veinte años debió de ser profunda, y la descripción que de él dejó en el libro da muestra de la sofisticación y el refinamiento de una civilización que era prácticamente desconocida en Europa: «A tres jornadas de la ciudad de Cigamor se encuentra al aquilón la ciudad de Ciandu, que edificó el gran rey Kubilai, en la cual hay un palacio de mármol muy grande y hermoso, cuyas salas y habitaciones están adornadas de oro y pintadas con gran variedad. Junto al palacio se extiende el bosque del rey, cercado en derredor de muros de mármol que tienen quince millas de perímetro. En ese bosque hay fuentes y ríos y muchas praderas; está poblado de ciervos, gamos y cabras para que sirvan de alimento a los gerifaltes y halcones del rey (…). A menudo caza allí el soberano, y lleva a la grupa del caballo que monta un leopardo domesticado (…). En medio del bosque tiene el rey una casa bellísima hecha de cañas y dorada totalmente por fuera y por dentro y adornada con pinturas diversas, que están cubiertas de barniz con tal esmero que no puede borrarlas la lluvia». Ésta sería sólo una de las descripciones que legaría al mundo un hombre fascinado por la revelación de una civilización tan avanzada o más que la europea y de la que apenas se tenía conocimiento en su patria.

Marco Polo relata también la grata acogida que les brindó el rey y cómo se le entregaron las misivas papales a él destinadas y el óleo de la lámpara del Santo Sepulcro que había solicitado. Kubilai debió de quedar muy complacido, puesto que hizo permanecer al joven Marco junto a él, tomándole a su servicio y encargándole varias misiones de relevancia en regiones fronterizas o vecinas a su imperio. En opinión de Timothy Severin, Marco «estaba muy cualificado para esto porque después de todo no tenía un interés personal en ello. Era ciertamente un buen observador y un comerciante, lo que tuvo que resultar muy importante para el Gran Kan. Kubilai estaría interesado en información, especialmente en la comercialmente valiosa, aquella que podría incrementar su riqueza». Además hablaba varios idiomas asiáticos después de tres años de viaje, por lo que reunía unas condiciones inusuales que lo convertían en un invitado muy útil para el mandatario chino.

Así fue como comenzó un servicio que le llevaría en 1277 a ser nombrado comisionado de segunda clase y agregado al consejo privado del kan. Ese mismo año emprendería misiones a Sichuán y Yunnan, en 1284 viajaría hasta Ceilán y en 1288 a Tíbet y Birmania. Se ha sugerido que también podría haber servido al kan formando parte de embajadas a destinos tan lejanos como la India e incluso Java. Durante tres años se le encomendó también la administración del gran centro comercial de Yangzhou. Según el profesor Rossabi, «Marco Polo estaba deslumbrado con Yangzhou, una ciudad de tres millones de habitantes aproximadamente. Una ciudad bellamente salpicada de canales, lagos, parques… Era sofisticada, mucho más que Venecia o cualquier otra ciudad europea del momento».

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