Los grandes personajes de la Historia

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26: Beethoven » La plenitud del genio

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La plenitud del genio

A finales de 1802 Beethoven regresó a Viena y comenzó a trabajar con viva intensidad. Escribió entonces varias de sus obras maestras entre sinfonías, sonatas y cuartetos, y, como antes de su retiro, volvió a conquistar a la sociedad de su tiempo. Beethoven, como buena parte de los intelectuales de su época, admiraba profundamente a Napoleón y creía que de su mano podría surgir una nueva patria universal que rompiese con las injusticias y desigualdades ante las que se había levantado la Revolución francesa. Por ello mientras estaba componiendo su Tercera Sinfonía pensó en dedicarla al conquistador corso. Sin embargo los hechos le demostrarían que Napoleón estaba lejos de ser el héroe soñado. En 1804 extendió su guerra de conquista por Europa y se autoproclamó emperador. El hecho causó una decepción tal en Beethoven que rompió la dedicatoria y dio un nuevo título a su sinfonía. El episodio fue narrado por el alumno y amigo del compositor Ferdinand Ries del siguiente modo: «En esta sinfonía Beethoven tenía presente a Bonaparte, pero como era cuando desempeñaba el cargo de primer cónsul. Por entonces Beethoven lo estimaba mucho (…) yo y varios de sus amigos más íntimos vimos un ejemplar de la partitura depositado sobre su mesa con la palabra “Bonaparte” en el extremo superior de la portada (…). Fui el primero en comunicarle que Bonaparte se había proclamado emperador, y la cólera lo dominó y gritó: “Entonces, ¿no es más que un ser humano vulgar? Ahora también él pisoteará los derechos del hombre y se limitará a satisfacer su ambición. ¡Se elevará por encima del resto, se convertirá en tirano!”. Beethoven se acercó a la mesa, tomó por un extremo la portada, la desgarró en dos y la arrojó al suelo. Reescribió la primea página y sólo entonces la sinfonía recibió el título de Sinfonía Heroica».

En los años siguientes, y a pesar del avance de su sordera, compuso entre otras muchas obras su Quinta Sinfonía y la Sexta Sinfonía o Pastoral. El amor por la naturaleza que desprende esta última habla de la profunda sensibilidad de un hombre cuyo mundo exterior se hacía cada vez más pequeño pero cuyo mundo interior crecía al compás de su música de forma imparable. A partir de 1809, y tras una serie de recitales desastrosos por su sordera, decidió dejar de tocar en público y desde entonces y hasta su muerte sólo se dedicó a componer. También por entonces Beethoven encontró una nueva —y en esta ocasión feliz— inspiración amorosa. Tras varios desengaños, en 1812 aparecía en su vida la «Amada Inmortal» a la que dedicaría su famosísima carta y que fue el gran amor de su vida. Mucho se ha especulado sobre la identidad de la mujer que Beethoven denominó «Amada Inmortal» y todo parece indicar que debió de tratarse de Antonie Brentano, la esposa del amigo del compositor Franz Brentano. Beethoven visitaba a los Brentano con asiduidad pues formaban parte de la nobleza vienesa que compartía el gusto por su música. Entre ambos surgió un amor profundo que haría que Antoine le describiese como «una persona excelente, grande y excelente. Un ser humano más grande que artista». Sin embargo la relación terminaría rompiéndose cuando a finales de 1812 Beethoven decidiese retirarse consciente de la relación imposible con la esposa de su amigo. Volvió entonces a deprimirse y comenzó a descuidar su aspecto de tal modo que era fácil encontrarlo vagando por las calles de Viena completamente desaliñado y borracho.

Entre septiembre de 1814 y junio de 1815 tuvo lugar el Congreso de Viena, la reunión de potencias encargada de restablecer el orden político en Europa tras la conmoción napoleónica. Beethoven, que musicalmente estaba en el punto más alto de su fama (en 1814 se había estrenado con enorme éxito su única ópera, Fidelio), fue reclamado para ocuparse de los actos musicales de conmemoración de la reunión. Más recuperado, asumió con gusto el encargo que evidenciaba ante el mundo su relevancia como músico. Aún le quedaba mucho por hacer, pero en lo que le restaba de vida un importante cambio en su situación personal iba a convertirse en el centro de su existencia.

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