Los amorosos
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Lo bueno es que voy a verte pronto. ¿Te das cuenta? Dentro de 10 días es casi seguro que esté contigo. Mi corazón dice: “Ya era tiempo!” —y entonces me alegro y me impaciento.
Creo que las vacaciones empiezan el 16 —no estoy seguro aún. De cualquier modo ya no falta mucho para vernos. Ponte bonita. Y alégrate. Y sana ya.
A Jorge lo veo todos los días. A la Villa no la he visto desde hace 8, cuando te escribí. Pero los dos están bien, no te aflijas.
Y perdona que no te escriba más. Lo cierto es que no puedo. Estoy dado a todos los diablos.
Es que quería decirle nada más que me quinas mucho porque yo te adoro. Me debes mucho amor todavía.
Y ahora le va a besar Jaime
Amorcito: ahorita, al salir a cenar, encontré tu carta del 3 en el buzón, Te prometo que mañana o pasado te escribiré bastante. Ojalá estén muy buenas tus ideas; ya las revisaremos juntos.
Naturalmente que voy a ser exclusivamente para ti en mis vacaciones. Ya sabes que es todo tuyo Jaime
Mayo 10/49
Mi Chepi linda:
Ahora que estoy tan cerca de ti ya no tengo deseos de escribirte. Antier recibí tu carta en que decías no tener noticias mías. Ojalá ya estés tranquila. El caso es que ya no veo las horas de que sean las vacaciones. Ésta es la hora en que no se sabe nada a ciencia cierta; sin embargo, creo que lo más seguro es que salga yo el domingo. Dentro de 8 días ya estoy contigo, ¿no te parece maravilloso?
Yo he estado bien; de mi aburrimiento ni hablar. Sólo teniendo esto por delante: vernos.
Besarte. ¡Tengo unas ganas! Y hay tanto que platicar contigo! No te imaginas la falta que me has hecho. Pero ya te contaré bastante.
Cuídate mucho, alégrate, te adora Jaime
Mayo 17/49
Chepita linda:
No te había escrito porque no sabía a ciencia cierta, y quería decirte cuándo podría salir para ésa.
Ayer fui con Villa a la línea de camiones y nos llevamos el gran disgusto al enterarnos de que no hay pasajes sino hasta el lunes próximo.
No hay otra salida. Pero ya me propuse robarme dos días más de lo que me corresponde, con tal de estar siquiera 8 días en Tuxtla. Para el martes próximo, pues, ya estaré en ésa.
Tengo muchas ganas de besarte y decirte, ya no escribirte, de decirte te quiero. ¡He estado tan aburrido, tan solo!
Cuídate mucho y ponte muy bonita (como quiera eres bonita).
Te besa
Jaime
Mayo 20/49
Amor mío:
Hoy recibí tu carta del 18. Yo te escribí también ese día, contándote que hasta el lunes podría salir para ésa. Ya tenemos, en efecto, comprados los pasajes para ese día. Así es que el martes podré verte. Yo le diré a la Villita que te diga dónde y cómo. Ya no tengo ni tantitas ganas así de escribirte. Estoy insoportable —¡pensar que hoy hubiese podido salir para ésa!— Bueno, ya no vale quejarse. Aunque sean 8 días me voy a estar allí. Tú ya no escribas. Ahora sí: Hasta la vista!
Te adora
Jaime
Junio 1°/49
Mi Chapi linda:
Tu cartita llegó antes que yo. A decirte verdad ya la esperaba, y sin embargo fue una sorpresa muy agradable, muy honda.
Llegó antes que yo, porque el camión no pudo haber llegado más atrasado, hace dos horas, a las 6 de la tarde. Un viaje de todos los diablos, incidentado, latoso, horrible. A mi mamá se lo cuento más ampliamente. Lo cierto es que ahorita me voy a acostar porque ya no aguanto más. Solamente salí para escribirles. Para agradecerte tu carta, desde luego, y para decirte por primera vez: te quiero. Con todo el dolor de mi cuerpo en este momento, y con el de mi alma en todos, te quiero.
Cuídate mucho; recuérdame harto.
Saluda a tu mamacita, a Chita, Villa y tus otras hermanitas. Okay. El sábado volveré a escribirte.
Te besa —como el domingo— te besa mucho Jaime
Junio 7/49
Amor mío:
Yo creo que si voy a esperar a encontrarme bien, no te voy a escribir en todo el mes.
En realidad, no tengo tiempo para nada. Ayer le escribí a mi mamá y le decía que si te veía te dijese que había yo estado enfermo y por eso no te había escrito. Lo cierto es que desde que llegué no se me ha quitado ni la calentura, ni el dolor del cuerpo, ni la molestia general del catarro un solo instante, sino merced a pastillas y embustes que trago a cada rato.
Ahorita son las 6:30 de la tarde y estoy en clase, pero como está muy aburrida, y después tengo que acostarme temprano, pensé escribirte aunque sea así.
Ahora en la mañana recibí tu cartita del 5, es decir, de antier y me alegra que ya no hayan vuelto las calenturas y que todo vaya bien. (Quisiera yo sacarla del bolsillo ahorita, pero no podría leerla con calma.)
Tu hermanito Jorge está bien y dice que ya le vayas diciendo a tu mamá que él no va a poder ir en julio como ella cree; que él no va a ir hasta diciembre, porque no le dan permiso sino hasta entonces.
¿Qué te cuento? En realidad no hago nada nuevo. Estuve 2 días en cama. Hoy en la mañana, con todo y el catarro, dije un discurso en la Rotonda de Hombres Ilustres con motivo del 10 aniversario de la muerte de Sarabia[34] (vinieron a buscarme desde hace días y no pude negarme —la cosa salió bien). Ya empecé a normalizarme en la escuela. No he faltado a ninguna de mis clases. (Me acosté, pero esto fue el sábado y domingo.) Tengo mucho que hacer, sobre todo en Latín y Fonética y las literaturas e Historia —(bueno en todas)—. Ya te voy a escribir como se debe. Pero acuérdate de cuando estábamos con Chita en la Pérgola: “Para qué decir las cosas que ya se saben!
Por eso ahora
Te besa
Jaime
Junio 13/49
Mi Chepi linda:
Ayer recibí tu cartita del 9 (ya vi que es un buen truco ése de los papelitos rosados: parecen una carta formal, y en realidad no tienen más que cuatro palabras —un día de éstos yo también te voy a escribir así). Y ahora bien: ¿qué te cuento? En realidad estoy fastidiado de tener que escribir cartas; ya no las aguanto; ya sé que no puedo decir sino: me haces falta, te quiero; voy así en la escuela, no salgo a ninguna parte, de vez en cuando escribo o leo, a todas horas me fastidio... Y es que en el fondo estoy desazonado; la idea de estos seis meses me aplasta. Necesito una realidad, una vigencia, a ti, presente, cercana, para decir te quiero. Mi corazón se nutre de mis ojos, de mis manos, de todo lo que miro y toco. La ausencia es un engaño; estas cartas son un engaño que nos hacemos a nosotros mismos; queremos distraer esta soledad, este faltarnos alguien —tú a mí, yo a ti— en tanto llega el día de vernos y tenernos. No es precisamente aquello de “Amor de lejos, sino, más bien, amor de solos que quieren compañía.
Es, en resumen, es la esperanza del encuentro, del volverse a tener, lo que sostiene a todos los distantes, a todos los ausentes; y en mí es ahora muy pequeña la esperanza, porque es muy grande mi necesidad de ti.
Esto, ya lo sé, esto no es más que una queja; pero tengo derecho a quejarme de todo lo que pasa. Si no, no podría siquiera escribirte.
¡Cómo me da gusto que ya hayas vuelto a sentirte bien! Ojalá que no vuelvan ni las calenturas, ni los dolores de cuerpo, ni el estar todo el día dormida (aunque sueñes conmigo). Ya te lo adiviné. En realidad ese sueño estuvo magnífico. Mételo de nuevo en tu cabeza esta noche. Yo voy a hacer lo mismo.
¿Te enseñó mi mamá la foto del Universal? Yo no pude conseguir más periódicos, por eso no te la envío. La cosa salió bien y gustó mucho. Fuera de eso de Sarabia, no he hecho más Desde que estoy aquí. No te imaginas que gran cantidad de cosas tengo que hacer antes de exámenes. Hay como 10 libros aquí en mi buró que están esperando que yo los lea; y luego otros 4 que tengo para estudiar, y los apuntes y los trabajos de Historia y de Español (el viejito Torri[35] siempre me recibió los 2 que le estaba debiendo; fue la gran cosa) y los de literaturas que tengo que hacer. Hasta dentro de un mes no voy a poder respirar. Pero ojalá todo salga bien. Ojalá.
Y que tú quieras a Jaime y le perdones todo lo que dice y lo beses con esos labios tuyos tan sabrosos. Porque es tuyo Jaime
Junio 21/49
Amor mío:
A yer recibí tu carta ésa del 18 en que me cuentas de la enfermedad de Sarita. Ojalá a estas fechas ya se encuentre bien y no tengan más preocupaciones en tu casa.
Yo en verdad no sé ni de qué hablarte. Tengo, por Dios, tengo reteharto trabajo en la escuela. El 29 es mi primer examen y de latín. No te imaginas cómo estoy de miedo y de necesidad. Me haces una falta terrible. Te estoy deseando a todas horas. Quisiera tenerte aquí para descansar mi cabeza entre tus brazos y olvidarme de todas estas cosas. Me acuerdo tanto de aquellos ratos tan deliciosos de febrero y marzo. Te deseo tanto! Sueño con verte entrar mientras escribo, y a veces no vuelvo la cabeza cuando escucho el timbre, pensando que puedes ser tú.
De veras, te quiero tanto, te necesito tanto! Quisiera tener muchas cosas para contarte y distraerte; pero tú ya sabes lo que es esto; en la casa, en la escuela, en el restorán, en todas partes lo do siempre. Alguno que otro suceso. Con algún amigo (ya lo conté las sorpresas que se lleva uno aquí) y nada más.
En estos días —sí— hubo un relajo padre. Lo armó Últimas Noticias contra Fuensanta[36] (la revista —el pliego— que te llevé en mayo) porque apareció un cuento “procaz y pervertido”
en números anteriores y por esos “versitos estúpidos” (míos) en que “se vierten las blasfemias más espeluznantes”. La cosa fue —y va a seguir siendo, ya verás—de escándalo.
Educación Pública dijo que ya no daría más papel para el pliego, pero éste va a seguir saliendo a pesar de eso. Toda la gente más o menos culta se ríe desde luego de las mojigaterías y melindres de estos pobres diablos de Últimas Noticias.
En realidad es una gran publicidad para Fuensanta aunque sea en este sentido del insulto. Y
a mí me alegra porque me ha ahorrado bastante tiempo en darme a conocer: en los cafés de literatos y en todas las reuniones —me da risa— se estuvieron comentando mis versos y hasta formando grupos en pro y en contra —“que sí es blasfemo”— “que no es”, etc.
¡Estuvo rebueno! —Y hoy me enteré de que algunos poetas van a publicar una carta abierta dándole por la torre a Últimas Noticias por confundir el arte con los prejuicios; carta que publicará algún periódico y que va a ser fijada en las esquinas y lugares concurridos.
¡Magnífico! Pero ya te contaré todo lo que pase.
Y ahora sí cuídate mucho, linda, y guarda bien a Chepita, que es mía.
La besa mucho
Jaime
Dice Jorge que le escriban (ya sacó sus lentes).
Junio 24/49
Mi Chepi linda:
H ace un rato, a las 8, al llegar a mi casa encontré tu carta, y a eso de la media hora me llegó el bultito.
Las dos cosas me gustaron mucho: tu carta, porque me cuentas bastante; y el bulto, porque la carne y los aguacates están riquísimos. Me preparé una cena excelente, y he dejado una parte aun para mañana (con la que voy a convidar a Jorge). ¿Cómo te lo voy a agradecer?
¡Eres tan linda! Ah, mi Chepi querida!
Desde hace como 10 días estoy terriblemente enfermo de ti. Te deseo tanto, a todas horas!
Por Dios que ya no veo las horas de que pase este año. Quiero tanto repetir febrero y marzo!
Ahora sólo te escribo para decirte muchas gracias. Mañana o pasado lo haré formalmente.
¿Ya viste lo de Novedades? Si visitas a mis viejos diles que te cuenten, porque aquí ya no hay espacio; y ese día sólo tuve dinero para un periódico (he estado rebruja). Sigo reteapurado con los exámenes (el Io es el 29). Pero eso no me impide quererte mucho y besarte ahora.
Jaime
Junio 29/49
Mi muchachita linda: A hora, de repente, me di cuenta que ya han pasado días sin escribirte. Y me vine corriendo al correo. He estado como loco estos días por esta cosa del latín, de la falta de centavos, de ti, de la literatura española, de todo.
Te estoy queriendo reteharto y me estás haciendo mucha falta. Mañana tengo exámenes: Latín y Literatura, a las 4 y 6 de la tarde. De allí un respiro de 3 días y así hasta el 14 de julio en que descansaré en paz. Ya no veo las horas de ese R.I.P.
¿Cómo has estado? He recibido tus cartas, y te he querido mucho. Tu hermanito se intoxicó antier con algo que comió, pero ya está bien. Yo me estoy intoxicando con todas estas cosas. Ausencia y tiempo ¿para qué inventaron eso? ¡Con las ganas que tengo de besarte!
US-I-O-UM-E-O (2a declinación).
Bueno. Me acuerdo cuando me ayudabas a estudiar. Me acuerdo cuando me ayudabas a
estudiarte. ¿Me quieres ayudar a quererte? No es necesario: sin ti te quiero. Pero qué bárbaro, cómo te quiere Jaime
Julio 2/49
Amorcito:
Ayer y antier recibí cartas tuyas. Me gustaron mucho. Antenoche te escribí también.
Ahora sólo lo hago para decirte que eso de mi mamá está arreglado; fue simplemente una equivocación mía. Quería decirte también del latín; aún no sé mi calificación, pero creo que ha de ser buena, al menos un 9 porque me fue muy bien.
El lunes tengo español y el martes las 2 literaturas, porque pospusieron una ese día de latín para el martes.
No tengo, pues, gran cosa que contarte, excepto que —¿sabías?— te quiero reteharto. —En estos días va a salir ¡por fin! América; trataré de conseguir varios números para enviarte uno—.
¿Ya estás rebajando la pancita? ¿Todavía te siguen inyectando? Cuéntame de esto. No se le olvide quererme mucho.
Saluda a tu mamacita, Villa y cía.
Te besa, pero sabroso!
Jaime
Julio 10/49
Mi Chepi linda:
He recibido en estos días tus 2 cartitas de la semana pasada. En realidad no te las he contestado porque no tengo qué contarte, excepto que he estado pasando mil apuros con mis exámenes, pero que favorablemente me ha ido bien en todos. Ya sólo me faltan 3, mañana, pasado, y el jueves. Ya no veo las horas de que se acabe todo esto; tengo ganas de leer muchas cosas y de escribir más. ¿Nos quedan cuántos meses? Esto es una eternidad a gotas. A veces la siento insoportable. Ni modo. Hay que hacer gárgaras de vinagre.
Ya sabes que me gustas gorda, pero de buen tanto. No le hagas mucho a la panza. Pórtate bien, y no rompas el tratamiento. Mañana le daré tu encargo a Jorge. OK.
Te quiere
Jaime
Julio 14/49
Chepita linda:
Hace 3 o 4 días te escribí y aún no he vuelto a recibir carta tuya, pero eso no importa para escribirte hoy.
En realidad no tengo mucho que contarte, y un examen que tengo hoy en la noche me aflige y apresura. Sin embargo, mañana hacen dos años de estar juntos y quería recordártelo.
Quiero decirte que te quiero, que estoy contento contigo, que me siento satisfecho de ti.
Me siento orgulloso de llamarte mi novia, mi mujer, la mía. No puedo arrepentirme de quererte. Sé que eres limpia y noble. Y sé que tu amor no me traiciona.
Me gustas por linda y por buena. Y por saber quererme. Yo sé que en ti puedo descansar mi corazón. Sé que, como mi brazo, no puedes alejarte. Eres como mi brazo, como mi corazón.
Ahora te deseo y te quiero, pero no me aflige ni la distancia, ni el amor. Pasarán estos meses y estarás de nuevo a mi lado; pasarán todas las ausencias que nos esperen en la vida, y siempre estarás a mi lado, no podremos dejar de estar juntos; yo bebiendo de ti todo el amor que necesito, y tú encontrando en mí todas las fuerzas que te faltan. Somos necesarios uno al otro; eso es todo. Ambos nos damos vida; y fuera de los dos toda intención se frustra.
Debemos aceptarlo así y alegrarnos de ello. Yo, de veras, me alegro. Me alegro de ti y de quererte.
Es posible que te haya hecho daño muchas veces. Es posible que aún te haga más mal. Pero quiero pedirte que todo lo perdones. Yo siempre he querido estar seguro de que me quieres como soy, y entonces me he propuesto ser como soy. Nada me ha detenido. Nada podría tampoco hacerme falso, distinto. Muchas veces me he puesto a pensar en aquello de Neruda: “amor que quiere libertarse para volver a amar”. A mí me ha pasado muchas veces, siempre me pasa. Quiero quera le libremente, yo mismo. Todo lo que traía de detener mi amor, de hacerlo otro, de encerrarlo, ya sea una fórmula social, una caricia cerrada, o una costumbre, todo eso me mortifica y me hace huir. Pero tú sabes ya la clave del regreso: tu humildad, tu fe. Tú misma. No lo olvides. Sabes bien que mientras tú seas tú yo seré tuyo. Que giro alrededor de ti, que sólo en ti he encontrado paz y alegría. Y que muchas veces me voy, sólo porque quiero volver.
Que estés guapa y linda. Y que en este segundo aniversario me quieras tanto, casi tanto como te quiero yo.
Jaime
Julio 18/49
Mi Chepi linda:
A yer recibí dos cartas tuyas al mismo tiempo, las del 13 y 15. No sé si las hayas depositado simultáneamente, o fue error del correo, debido a que una de ellas traía la palabra “Cuba” casi ilegible. Bueno. El caso es que yo me pasé toda la semana pasada sin noticias tuyas, y ésta tu carta ahora me dejó preocupado. Debes cuidarte mucho; eso es una cosa seria. Fíjate que una recaída a estas alturas sería insoportable: estaríamos separados de nuevo el año entrante. Yo ya no podría, a lo macho. Me haces mucha falta. Sería el colmo.
Pórtate bien, pues, si no quieres que te jale las orejas en cuanto llegue. Ya vi que no te acordaste del 15, ni modos. Ah, dile a Villita estos precios de las jeringas (desde hace tiempo lo averigüé y se me había olvidado): 500 c.c. = $110.00; 100 c.c.- $50.00; 50 c.c -$30.00 y 20 c.c - $14.00. Ojalá le puedan servir todavía.
Saluda a tu mamacita y Chita y todas. OK. Pronto te escribiré bastante cómo quieres. Te besa Jaime
Julio 21/49
Chepita:
Esta tarde me quiero dar el lujo de no ir a clases y escribirte largo.
Se me ocurría preguntarte: ¿cómo estás? Pero he recordado tus cartas y sé ya que estás bien, un poco con ronchas, un poco pasadita de gorda, pero guapa, muy guapa y antojadiza.
Quieres tú que yo te cuente lo que hago, cómo vivo y qué sueño. Vamos a complacerte.
Son ahora las 4:30 de la tarde; estoy sobre mi cama, hacia la ventana. Cae, ligera, una llovizna delgada, y hay poca luz. Desde hace tiempo llueve en las tardes, puntualmente, y yo me pongo a desearte y a enojarme conmigo por no tener todavía un impermeable. Estos últimos días me he levantado tarde, entre 9 y 10; quería descansar de esa época de exámenes. Casi todas las noches leo hasta cerca de las 3 o 4, y no quiero dormir menos de 6 horas. Cuando me despierta Lalas, estiro el brazo y pongo el radio: busco música escandalosa, un swing, un bolero, una sinfonía de ésas con trueno, para despertar completamente. Me quedo todavía unos instantes en la cama; a veces pensando en Tuxtla, otras en algún suceso reciente. Me levanto descalzo y enciendo la parrilla; mientras se hace el café me visto lentamente. Con la taza ya en los labios, termino de leer o escribir lo que dejé pendiente la noche anterior, y en seguida me voy al baño. Allí, frente al espejo, me miro flaco y a veces me hago muecas. La Lalas entre tanto arregla el cuarto, y me espera para pelear por los escupitajos sobre el piso, y para levantar polvo con la escoba cuando estoy lomando los huevos. Le doy de nalgadas y a veces se ríe y otras se enoja seriamente, hasta el grado de no bajar a ver si hay cartas. En éstas estoy pensando desde hace rato, y me dispongo .i romper lo sedentario, a ejercitar mi salud, y cuando alcanzo a convencerme, bajo, valeroso, todas las escaleras para ver si me ha dejado algo el cartero. Cuando hay, siento que la vida es completa y que no hay esfuerzo baldío. Me echo sobre la cama y a leer, hasta las 2:30 o 3 al restaurante; allí estudio a veces, allí escribo, allí descanso de este no hacer nada. A las 4 a la escuela: “presente”, escuchar maestros imbéciles, soportar amigos insoportables, y desear de vez en cuando, un par de apetitosas... que frente a mí están subiendo las escaleras.
Si termino a las 8 o a las 9, tomo el camión y a cenar. Pláticas con el compadre (desde hace 2 meses volvió a su casa) y con el plato en que 2 bisteces muy mal hechos son toda mi felicidad. A las 10, 10:30, estoy en mi casa y a veces, desde abajo, me llega el “¡Jaime!” de algún amigo que quiere platicar. Le tiro la llave del zaguán y sube apresuradamente. Si es inteligente, y además me lo pide, le leo el poema más reciente. Si es un tonto, le escucho sus problemas. Algunos sábados —algunos— mi cuarto está al reventar: los del grupo 30 (pintores), los del “Xenia” (escritores y mampos) y algún otro sin grupo, sobre la cama, en las sillas, sobre el suelo, todos hablan, gritan, cantan, declaman, y cuando ya acabada la botellita de Batey a rigurosa cotización comprada, van desfilando en el laberinto del cuarto vecino, entre la satisfacción común y la paciencia santa de doña Anita. Hay, entre ellos, 4 ateos y 6 mochos, 3 salidos de un seminario, y 2 hipócritas. La cosa se pone buena, casi siempre con el triunfo de los ateos y el escándalo de los creyentes. Todos escuchan y aplauden mis versos, y se van convencidos de que soy el mejor poeta de México; convencimiento que es necesario reforzar el sábado siguiente, " y culpándolos después de no haber ido el tiempo.
He conocido mucha gente estos meses. Escritores que gozan de prestigio, pintores famosos, periodistas, gente de teatro, artistas de toda clase. Gente de ésas a las que yo veía muy lejos allí en Tuxtla, y que aquí me tratan como a uno de los suyos, y con cierta consideración especial, con cierto i espeto, no sé si debido a mi figura incomunicable o a estima espiritual.
Diversas circunstancias me han dado a conocer más de lo que yo esperaba y con mejores consecuencias. Aquel ataque contra los “versos blasfemos” de Últimas Noticias me hizo recorrer los cafés y ser discutido (unos “sí” otros “no”) en los más importantes círculos literarios de la capital. Después de eso, todos mis amigos, cada uno de ellos convertido en agente de publicidad, propagando mi nombre donde han querido escucharlo. Todo esto, pues, como una buena introducción, como un buen principio. Me halaga, porque he encontrado ya hasta envidias. Cuando a uno lo envidian es porque, sin quererlo, está uno haciendo mal a los que no han podido, a los falsos. Ramón Gálvez se llama uno de éstos, y está muy celoso de su “fama” de poeta, de su “prestigio” como escritor. Creen todavía que la vida es estar diciendo: “Yo soy esto. Yo soy lo otro. No me lo quiten!” Pobres diablos. En verdad me hacen bien.
Al lado de éstos, algunos que de veras me estiman y procuran ayudarme. En general, un buen panorama y una gran satisfacción y un incesante trabajo. Yo creo que, como poeta, estoy siendo mejor cada día, y de allí me aflijo porque esto me obliga a más. Pero estoy contento porque sé que me realizo, y mientras pueda hacerlo, seguiré.
Ya ves. Sigue lloviendo, y no sé todavía si estás contenta. La casa está completamente sola, y no hay la amenaza de visitas. Puse más café. Ya casi anochece. Me gustaría prepararte una taza, mientras tú me contaras los líos de tu escuela. Platicaríamos a gusto, dueños de la tarde y de nosotros. Muchas veces te deseo así, y pienso, siento, pienso: ¡cómo no estás aquí! ni quién nos molestase, ni quién se pusiera entre nosotros. Juntos miraríamos llover mansamente, y quitaría mis ojos de la lluvia para mirarte a ti. Y estaríamos callados un gran rato. Y no sería necesario decir: te quiero. Y volvería a saber que eres dulce y tibia, deliciosa, delgada como la lluvia, honda como esta tarde en que estoy solo.
¡Si estuvieras aquí, cómo te besaría!
Jaime
Julio 29/49
Mi Chepi linda:
R ecibí tus cartas y el giro oportunamente. La Villita ha de estar pensando que ya me gasté el dinero. Dile que no se preocupe. Hoy fui a comprarle ya la tan deseada jeringa que, por falta de tiempo, le enviaré en el avión de mañana. Espero que quede satisfecha. Y recuérdale que estoy para servir a tan encantadora cuñada. Cuantas veces quiera.
Yo no tengo ahora sino la cabeza vacía y la pluma sin noticias. He estado muy mal de los nervios últimamente; pero ya va pasando. Perdona, pues, el que te escriba así. De veras, no puedo hacer más. Tu hermanito está bien. Dime el resultado de la nueva radiografía; ojalá sea favorable. Cuídate mucho; atiende bien a todas las indicaciones del médico. Yo no sé cómo es que estoy de pie si te deseo tanto. Es injusto que estés lejos.
Te adoro
Jaime
5 de agosto/49
Mi Chepi linda:
Recibí tus cartitas (1 y 2) de días pasados y me alegra que estés contenta y saludable. Me dio mucho gusto también la noticia acerca de la Villita; ojalá que le vaya muy bien en su matrimonio; dile que lo deseo sinceramente. Hazme el favor de saludar a tu mamacita y Chita y tus hermanitas.
Yo aquí la voy pasando. Días fríos estos últimos en que el café y la nostalgia no consuelan de nada.
Jorge, tu hermanito, está bien. Todo mundo está bien. La gente piensa que 2 y 2 son 4.
Cuatro meses son los que faltan para vernos. Yo más flaco y tú más gorda. Qué bueno. Éste es el mejor de los mundos posibles. ¿Oyes Glostora?[37] ¿Es cierto que los gallos se desvelan todas las noches? ¿Por qué es todo esto? ¡Si vieras que frío hace, hasta en el corazón de Jaime!
Sábado 6 de agosto (Esto es ya un exceso de escribir. Perdónalo) Ayer se me hizo haber depositado la tarjeta y hoy me la encontré en el bolsillo. Quizás estuvo mejor porque puedo decirte que ya recibí la número 3, y que todo eso que me cuentas me da mucha risa. (¿A ti no?) ¿Quieres que yo te consuele? ¡Dios mío! ¡Pero si estoy más loco que tú! A mí no hay quien me inyecte ni me regañe, lo cual sería a última hora una distracción. Pero te voy a dar un consejo: cuando estés aburrida, ponte a pelear con tus hermanitas, con toda la gente que se te ponga enfrente, y busca más tarde, cada vez, una manera diferente de reconciliación. Es un sistema excelente. A mí no me da resultado, pero no importa.
Sólo la lluvia y el aire nos separan. (Estas 6 de la larde, desocupadas, te reclaman a gritos, pero la pobre laza de cale no tiene tus labios.) Y aquí en el cuarto anda dando vueltas, soñándote, Jaime
Agosto 13/49
Mi Chepi linda:
Hoy recibí tu carta de antier (#5) y he estado alegre de que la radiografía haya salido favorable. Es la gran cosa. Ahora sólo tienes que seguir ese pequeño tratamiento y estás del otro lado, es decir, aquí en México. Tienes que portarte bien, hacer todo lo que te indiquen, ya has pasado lo peor. De otro modo no te dejarán venir el año entrante, y eso no quiero ni pensarlo.
Me acuerdo de ti más de lo que tú imaginas. Ah, y una noticia: antenoche te soñé. Fue una cosa confusa: yo bailaba con una muchacha morena, esbelta, guapa; la muchacha, de pronto, me besó, delante de toda la gente; yo creo que me puse colorado, y la saqué del baile; quizás llevaba yo el propósito de besarla en un lugar ad hoc, pero de pronto me puse a correr, al rato me seguían tú y la Villa, estábamos jugando al escondite; me introduje tras de una pared de adobes y una casa derruida; pasó Villa frente a mis ojos, corriendo, sin encontrarme; y luego tú; pero tú volviste la cara en el preciso momento en que yo levantaba la cabeza; nos dividía la pared como de un metro de altura; en ese momento me enamoré de ti. Tenías la cara más linda que visto en mi vida. Era tu cara, pero como piulada, un óvalo perfecto, una expresión de amable y sonriente disgusto. Yo supe allí que te quería para siempre. En tu sonrisa había algo de beatitud y de elegancia; en tus ojos una mirada inmóvil, transparente. Fui hacia ti, descubierto, perdido. Reímos los dos.
La tarde del sábado es obscura, mojada, penetrante. Empiezan a caer gruesas gotas. Se oye abajo una melodía yanqui. La taza de café está vacía, y el cigarro sobre la caja de cerillos se consume perezosamente. Nadie me molesta. Todos me saben y me dejan enteramente solo.
Terminaré esta carta y me pondré a leer. De vez en cuando miraré hacia fuera. El cielo más obscuro, la lluvia más recia. Nadie toca el timbre de mi casa. Caen rayos cerca de aquí. El agua entra un metro a mi cuarto. Está cayendo granizo; rebotan en este momento y suben hasta mi cama. Esto ya no es estar solo. Un trueno me asustó. ¡Qué dura cae el agua, cómo golpea fuerte el granizo! Si estuvieses aquí tendrías miedo. Entró doña Anita con las 2 niñas. Georgina,[38] su nieta, se me abrazó y me preguntó: ¿por qué cae el agua, Jaimito?
Ya se han ido. Las gentes cuando tienen miedo se comunican, hablan. No me gustaría que me cayese un rayo ahora.
Aún no he escrito: te quiero.
Jaime
Sábado-ag. 20/49
Mi Chepi linda:
Hoy recibí tu cartita (la 7) y aunque no tengo en realidad nada que contarte, te escribo
porque ya hace días que no lo hago y es preciso recordarte periódicamente que le quiero mucho y que me haces falta.
La revista América ya salió y en cuanto me den los ejemplares que deseo, incluiré uno para ti de los que envíe a mi casa.
Las clases empiezan de nuevo el lunes. Es una lata. Tan sabrosos que han estado estos días, de puro leer y escribir y no hacer nada. Ni modo.
La huelga de tu hermanito Jorge ya terminó también. Dice que está muy contento.
Saluda a tu mamacita y hermanitas. En estos días te escribiré como se debe. Pórtate bien y quiéreme. Yo lo hago más de la cuenta. Te deseo a todas horas, a cada minuto. Te quiero mucho.
Jaime
Agosto 21/49
Mi Chepi linda:
A la hora en que recibas ésta has de estar muy enojada conmigo, y con razón. El día de tu santo ni siquiera una letra. (Ayer te escribí pero sin duda la recibes hasta mañana, y además no te decía nada sobre ello.) De cualquier modo, no voy a justificarme ante ti, porque no quiero hacerlo ante mí mismo. Las cosas suceden de pronto y aunque desee y se afane ante ellas, suceden como son. Quise aviarte un regalo y no tuve dinero; entonces me dije que no valía ninguna excusa y que era mejor que te enojaras conmigo a ver si yo tenía vergüenza. Ahora casi estoy convencido de no tenerla.
A última hora, es decir ahorita, a las 6 de la tarde decidí escribir y decirte que he estado muy contento penando en ti. El domingo de México, siempre aborrecible, ha sido hoy delicioso. Las calles limpias y abandonadas (limpiaste gente y ruidos) lo dejan a uno más solo y como más tranquilo para recordar y para amar.
Había yo decidido irme a un baile esta tarde y enamorar alguna muchacha y no volver a verla más. Pero lo había yo decidido junto con tu hermanito Jorge, el que quedó en pasar por mí a las 5, y me ha dejado esperándolo. (Sin darse cuenta, pues, ha ejercido aquí tu venganza.) Y ahora yo me siento más tranquilo y justo, y contento de ser enteramente tuyo.
Todos me han dejado solo, como para darme cuenta de ello y se ha apartado el mundo y los trastornos suyos como para dejarnos a ti y a mí querernos en paz.
Si estás en el cine en estos momentos, o en tu casa, o en donde quiera, eso no importa. Allí te estoy mordiendo el corazón, y aquí estoy contento sintiendo que acaricias el mío. Estas ausencias en realidad no tienen más razón de ser que el estar deseando su fin. A través de ellas se llega a querer como soñando, y a esperar como si no se esperase nada. Todos los días es lo mismo, vacío; vacío; pero en el fondo de ellos se extiende la conciencia gozosa de la aproximación; cada día más, así, es un día menos; y el encuentro viene lento pero seguro, irrevocable.
Todo lo que digo sólo quiere decir esto: Te quiero. Te quiero otra vez, la primera vez siempre.
Jaime
Sep. 2/49
Doña Josefita:
He recibido sus cartas con puntualidad, y me alegro de que esté ud. bien y de que se vaya de paseo a Coita 15 en el coche del novio de su hermana. Se ha de ver ud. muy bonita, bajo la lluvia, distante de los astros. Lamento de veras no estar en esas ocasiones a su lado.
Azulado está el cielo de México de vez en cuando. Usted es ahora una letra de cambio a 90 días, vista en el corazón. Las amortizaciones de la esperanza se cobran en cualquier zaguán a las 8 de la noche. Eso de matar conejos es la gran cosa. A los coletos15[39][40] les gustaría hacerlo del diario. Su hermanito de ud. se encuentra bien, y parece que huelga... el decirlo.
Hágame favor de saludar a la muy reverenda Chita. Espero que el año entrante continúe ud.
sus estudios. Esto sería muy bueno para mí y para las muñecas. Pórtese bien.
Ya sabe ud. que quedo suyo, redondamente, de plano.
Jaime
Sep. 13/49
Mi Chepi linda:
He recibido tus cartas ordenadamente. Perdona que no te haya escrito antes. He estado con mucho quehacer con lo del discurso y la escuela y las revistas. Ahora lo hago apresuradamente sólo para recordarte que te quiero mucho y para prometerte una carta formal en esta misma semana. Tu hermanito Jorge está bien. A mí me han salido las cosas
Idem, y estoy contento. El otro día recibí una curta desde la Argentina en que me felicitan por mi poesía. Todo okay. Ya va siendo hora de que empieces a rebajar la pancita. Me he estado acordando mucho de ti. A todas horas. Has de estar muy linda. Mañana empiezan mis vacaciones: como para tener más tiempo, como para desearte más. Saludos a Villy y Chita. A tu mamacita también.
Te quiero reteharto. Y te beso mucho (así).
O.K. Jaime
Sep. 18/49
Mi Chepita linda: Espero que te hayas divertido mucho en el rancho. ¡Si vieras cómo te envidio! Esto de aquí es sólo perder, matar el tiempo como se pueda; no hay en todos los días una alegría íntima, un goce perdurable, nada espontáneo, genuino, que nazca en uno como una verdad.
Todo es máquina, diversión estándar, cadena, relación sin sentido.
Hoy es domingo, son las 10 de la mañana, mi cuarto sin arreglar, en el radio una sinfonía, las ventanas cerradas, la taza de café sin café sobre la silla. A ti te gusta que yo te dé noticias. A mí no me gusta escribir esas cosas, pero hoy quiero dejarte contenta. Mi corazón está cansado, yo amanecí con cierta tristeza insobornable como otros muchos días, con alguna inquietud en algún sitio, con alguna aflicción no sé por qué ni para cuándo. En este momento quiero que tú estés contenta. Yo, desde que te fuiste, estoy desequilibrado, algo me falta íntimamente, un sostén, un soporte, un sentido. Cada vez que pienso sobre mi vida en este año, me queda la convicción de que, más allá de todo enamoramiento y toda poesía, tú me eres simplemente necesaria para vivir. Indispensable como un órgano mío de mi cuerpo, como mis pulmones o como mi brazo. Aquellos dos meses primeros han sido los únicos de mi normalidad, de mi equilibrio. Quizás por eso me han hecho tanto daño. Desde entonces todo ha sido desorganizado, falto de fuerza, zozobrante. Ni con la escuela, ni con mis amigos, ni con todas mis otras relaciones, he podido ser yo limpiamente, con estabilidad, con orden, con firmeza. Pero te he prometido noticias sobre estos últimos días. Aquí van:, Mi discurso fue el 11 y no el 14 como creías. Fue una cosa seria, bien pensada, madura.
Hablé contra la costumbre de celebrar el 14 de sep. históricamente, y políticamente es un absurdo. Convencí a muchas gentes; a otras no. A todos los dejé preocupados con la historia de Chiapas. Serra Rojas, don Pancho, el historiador Bejarano, y cien personas de las más inteligentes y poderosas están conmigo. Esto en cuanto a la idea que sostuve. Porque, por lo demás, aun los que se me oponen ideológicamente, me felicitaron en cuanto orador, y la “brillante pieza” que pronuncié.
El 14 fue el baile en el Hispano Mexicano. Estuve deseando como nunca que estuvieses allí. Me reprochaba lo absurdo de nuestros pleitos en los bailes, y me prometía, y me decía que ahí contigo nos hubiésemos divertido en paz. Casi no bailé. Había muchas muchachas pero yo no tenía ganas de enamorar a nadie, o de platicar sandeces con la primera que se presentase. Y yo quería confianza, intimidad, ternura, te quería a ti. Me la hubiese pasado bailando contigo toda la noche sin decir palabra. Encontré a Margarita Balboa, que es compañera mía en la escuela, y bailé 2 tandas. Eso fue todo. Y luego la barra, pláticas con algún político, saludo a alguna persona conocida, la charla con una tía, etcétera. Aparentar alegría y querer alegrarse. Y pasarse el tiempo intentándolo.
En estos días es posible que saquemos -Carlos Ruiseñor, Humberto Maldonado[41] y yo un periodiquito: Yuria. Es posible no mus, porque aún estamos tramitando la cosa del dinero.
Si sale, que será principios de octubre, te lo enviaré. Aun no he podido conseguir otro ejemplar de América; sólo tengo uno; ése te lo daré cuando llegue en diciembre.
Hace días recibí una carta de la Argentina (¿ya te había contado esto?). Es de un muchacho que me felicita y me admira. A mí me dio mucho gusto.
Mis vacaciones continúan hasta el lunes 26. Me paso los días encerrado en mi cuarto leyendo, escribiendo, platicando con algún amigo. Ayer comí en la casa de Chayito Castellanos. Hoy domingo es día de visita a mi tío Nato.[42][43] Mañana quién sabe qué haga. Todo es lo mismo siempre. Casi nunca voy al cine: me dan ganas de tener mi brazo sobre tus hombros y besarte de vez en cuando quietamente. El 15 andaba yo desesperado; había mucha gente, muchos gritos, cohetes, luces, alegría; se me antojó llevarte del brazo y caminar, juntos, despacio, por alguna callecita desierta, sin ruidos, toda la tarde. Cuando los demás están muy alegres, uno se siente más solo, sin nadie, desolado.
Hay muchas horas así, en que lloraría por tenerte conmigo. Le entra a uno un desprecio de las gentes y de la vida, atroz, gradual, insoportable. No se sabe qué hacer. Y luego viene una carta que dice: “espera”. Y uno se dice a sí mismo: espera, no hay más.
No he visto a tu hermanito desde hace días. Acaso él también tenga vacaciones. Saluda a Villy y a todas tus hermanitas. Igual a tía Esther. (¡Y a tío Luis![44] ¿Por qué no?) Aquí te quiere, se cansa de quererte, y vuelve a quererte Jaime
Sep. 25/49
Mi Chepita linda, relinda: Acabo de recibir tus cartas de antier (23) y el manojito de fotografías que envías. No te imaginas qué gusto me han dado, y qué diferentes consideraciones he hecho sobre ellas.
Hoy precisamente te soñé; el sueño de la mañana. Me habló Lalas a las 8 (una injusticia) para decirme que estaba listo el baño. A esas horas estaba yo contigo en el parque de Tuxtla y tú llevabas unos zapatos que te apretaban y no estabas a gusto. Desde luego, no puedo soñarte, imaginarte todavía, tan gordita. La muchacha que yo llevaba del brazo es la Chepita de febrero, delgada, esbelta, muy linda. Ésta de las fotos me descontrola un poco; me parece la mujer más linda del mundo pero aún no puedo creer que seas tú. (Me rebelé eso sí abiertamente contra las dos últimas fotos; no me gustan las comparaciones de ninguna clase.) Tu cara, más redonda, me encanta; estás primorosa, de veras, de-li-cio-sa.
Hasta hoy me vine a dar cuenta de que tienes un parecido asombroso con tu mamá; y hoy comprendí también el que mi mamá siempre me haya dicho que tía Esther fue muy guapa.
¡Vaya si lo ha de haber sido! Menos mal que yo conocí siquiera a la hija. A la hija le voy a decir ahora que se deje de tonterías de hacer ejercicios para rebajar, ejercicios que la pueden perjudicar seriamente y que de nada servirán a última hora, pues su novio está enamorado de ella y aunque pesase 10 kilos más (sólo 10 kilos, eso sí) seguiría queriéndola lo mismo. Bastante trabajo le ha costado a tío Luis dejarte como estás. Por otra parte, no te debes preocupar mucho, que ya México se encargará de hacer por ti todos esos ejercicios de reducción.
Tienes en verdad el tipo de belleza del Renacimiento. Aquellas madonas rollizas, estallantes, nido de lujuria y de pecado, provocando pensamientos no muy santos... Pero tu rostro salvador establece el equilibrio. Tu cabeza es de niña sometida al sueño. Gestos de picardía, a veces, la levantan en encanto particular, y uno está de acuerdo ya con esa clara presencia de milagro. El ovalo, la línea de besos que te dibuja, esa atmósfera enrarecida que te envuelve, todo te hace como ríe estampa antigua, viviente y transfigurada. En una palabra: linda, relinda. Como para adorarte siempre; como para estarte sintiendo aquí tan necesaria, tan íntima, tan mía.
En esa primera foto, ese paraje... ¡Qué hubiese dado yo por estar allí contigo una hora aunque sea!
Bueno, me da coraje. Mejor no tocarlo más. Ni hablar.
A tu hermanito no lo he visto. Antier y ayer pasó por aquí en horas en que no estaba yo.
Pero mañana sin duda le podré enseñar las fotos y contarle de ustedes.
¿Cuándo es la fecha exacta del casamiento de Villa?
A nosotros nos faltan 2 meses y días ya, es cierto. Ya no veo las horas de salir de todo esto.
Estoy dado a la chingada. Ya no aguanto más.
Ayer vino el compadre Romeo[45] a verme. Me estuvo platicando de ti, y dice que su prima es muy guapa y seria. Todos éstos me hacen amenazas —igual que en mi casa—, pero no se dan cuenta de cómo te quiero. Ninguna mujer puede sustituir a mi Chepita. Ya lo verán.
Ya es casi mediodía y la cosa sigue fría y amenazando lluvia. Me he tomado también tu taza de café. Ya casi no tengo azúcar, pero me acordé que a ti te gusta amargo. Sabe muy feo. Como esta soledad. Como este estar deseándote a todas horas. Las fotos le dan un carácter de realidad a la ausencia; te hacen presente, real, existente en algún sitio. Deberías enviármelas con más frecuencia. Estás linda, linda, linda, ¡linda! ¡relinda! Si te tuviera en mis manos te deshacía. Te apretaría la cara, saltarían tus labios, y los pescaría. Tan sabrosos! Así te diría te quiero, te quiero, te quiero.
Porque, a lo macho, te quiere mucho Jaime
Oct. 2/49
Mi Chepita linda: He recibido tus cartas puntualmente. Me ha dado mucho gusto todo lo que me cuentas.
Yo te quiero mucho. Hasta sentirme desolado te quiero.
Domingo; lento, desesperante. Te he necesitado más que nunca. Ahora son las 10 de la noche y ya va a pasar.
Me la pasé encerrado en el cuarto, hasta con las ventanas cerradas. Toda la gente se fue a pasear. Estaba la casa sola, y yo en mi cama, tendido, desolado, sin ganas de nada. Nunca te he deseado tanto! Cómo te he llamado ahora! ¡Qué hubiese dado por tenerte allí, ir al cine, a un teatro, a la calle, a donde fuese, pero contigo, oírte, acariciarte, reír contigo, no sentirme solo!
Estoy enfermo de veras. Ya no quiero vivir solo. Bueno, ya te escribiré bien, después.
Perdona. Te quiero.
Jaime
Oct. 12 /49
Mi Chepita linda: Recibí hace un momento tu carta del domingo. Es una carta bonita. Me gustas cuando dices las cosas simples y llanas, como son. ¿Será preciso que llores para escribirme así?
Hoy es día de la Raza, no hay clases, y puedo hablar largo contigo. El día es hermoso; para ser en México, extraordinario. Mucha luz, una temperatura amable, y una música heroica en el radio. Tengo un pequeño dolor en el estómago (después de tomar los huevos me pasa casi siempre, he temido que sea úlcera), pero de veras casi estoy alegre.
Algo, muy hondo, en algún sitio de mí misino, se complace viviendo. Yo, como tu, desespero, me angustio, callo, me siento desolado. Pero más allá de todo esto hay una verdad secreta que sabe el corazón: vivir. Esta ternura de hoy es vivir. Me digo que si estuvieras aquí... pero no es necesario. En horas como ésta tu cuerpo, si deseado, no es imprescindible. Estás aquí tan cierta como el día, tan verídica como el amor. Quizá nunca como hoy hayamos estado tan juntos. Quizá nunca te haya querido tanto. Casi no quiero hablarte, porque es precisamente en lo que callo en donde te digo más.
Ya van a venir los exámenes. Tengo mucho que hacer y no he hecho nada. Es una aflicción igual a la de mayo, que tú aliviaste. En diciembre estaré de nuevo contigo; pero más que diciembre deseo febrero. Leeremos de nuevo Ezequiel incesantemente. Ya verás. ¿Conque aún no rebajas la pancita? Y ¿qué es eso de tantos dolores de cabeza? ¿No has vuelto a ver al médico? ¿No estás aún enteramente bien? El año entrante, si regresas —tiene que ser así—, ¿dónde vas a vivir? Pero voy a seguir preguntándote: ¿dónde va a ser el casamiento de la Villita? ¿Ya le contestaste a tu hermanito Jorge?
En realidad no tengo nada que escribirte. Te quiero demasiado para estarte contando tonterías. Lo de la escuela, lo del restaurante, lo de los literatos, todo eso no tiene importancia, y además podremos hablar bastante en diciembre. Sólo sé que te quiero a cada rato, que te deseo, que te pido muchas cosas diariamente. Cuando estemos juntos recuérdame, si los olvido, estos días de ausencia, y dime que te diga qué he soñado.