Los amorosos

Los amorosos


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Dime nada más: “Jaime, estuvimos lejos”. Yo lo sabré todo entonces. Dime qué he deseado obsequiarte, a qué partes iríamos juntos si estuvieses aquí, qué cosas te diría, cómo te querría, con qué silencio, con qué labios inventaría nuevos besos; qué cuerpo mío te amaría hasta la muerte. Mis manos te han de aprender de nuevo, y mi corazón cada día descansará en tu amor.

Yo sé nacía más esto. No quiero más distancias. Sé que seré mejor, quizás humilde. No podré olvidarlo.

Pero te quiero ya para la paz. Tú eres el hogar de mi corazón (el hijo pródigo, vuelve, deshecho, esperanzado).

Hasta ese día.

Jaime

 

Oct. 17/49

Mi Chepita linda: Acabo de recibir tu carta del 14, desesperada, apasionada, igual que un papel en llamas, más dura que la soledad. Te estás muriendo por esto y por lo otro, estás cansada, hastiada, sin sostén, vacía. Yo te puedo decir todas esas palabras porque son las que me acompañan diariamente. Todo es estúpido y carece de razón. La muerte, entonces, es un largo descanso, un amable descanso, blando, silencioso, acogedor. La muerte, a veces, es más dulce que una dulce madre, más tierna que su corazón. Correcto. Sólo que no se trata de eso. Se trata de algo más importante: de vivir.

En este momento no eres tú mi novia, la mujer que quiero, la mía; eres sólo una muchacha tonta y desesperada a la que es preciso regañar.

Y, a principios de cuentas, voy a decirte una cosa: el mismo día que recibas ésta te vas a ver al médico, obedeces a tu papá, tomas todas tus medicinas y te portas bien.[46] Como dicen aquí en México, ya estuvo suave. Si en tu próxima carta no me dices que has hecho todo eso, mejor no me escribas. Te estás portando como una niña malcriada, y por Dios que te voy a jalar las orejas. ¿Qué cosa es todo eso? ¿Caces tú que tienes derecho a hacer lo que se le antoje, y a jugar con las esperanzas y los altibajos de tus papás y con el amor mío? ¿Crees tú, a un lado ellos, que no me perteneces, que no eres una cosa mía de mi vida, a la que tengo que defender aun en contra de ti misma?

Por Dios que si estuvieras aquí ya verías. Te voy a enseñar que tú no eres solamente tú, que hay muchas personas que tienen derecho sobre tu vida, y que si no quieres hacer caso a las demás, de mí no te vas a librar. Yo ya te puse mi marca, te sellé ya con mi corazón. ¿Lo entiendes? Yo no te voy a dejar hacer lo que quieras de tu vida, porque si la lesionas me lesionas, y todo lo que hagas con ella lo haces conmigo. Ya estuvo suave de llanto y lloriqueo y desesperación. Llora y desespérate todo lo que quieras, pero me tienes que rendir cuenta de ti misma. No falta mucho. Ahora en diciembre me vas a decir: “estoy entera y sana”, y me lo vas a decir porque te tienes que venir conmigo. ¡Bonitas ausencias éstas para el fracaso, bonito esperar inútilmente! No, señorita. Aquí se acabaron esos enjuagues de la aflicción, esos tartamudeos de la soledad. “¿Qué es la vida?” ¿Y todavía lo preguntas? La vida es quererte así, desaforadamente, y lograrte y defenderte. Llanto y risa y ruinas y esperanzas es la vida. Y no hay margen en ella para evadirla.

Harto bien sabemos, que la muerte espera en cualquier parte; a cualquier hora llega y zas, se acabó. Pero mientras estemos aquí, llorando o riendo, desesperándonos o esperanzados, tenemos que vivir. Porque cuesta mucho trabajo aprender, pero cuando se aprende no se olvida, que la vida se vive y no se muere. Ya basta de morirse. Dejémosle a Santa Teresa su morir viviendo. A nosotros nos toca vivir viviendo. Vivir. Una cosa tan difícil y fácil a la vez. Tan difícil y fácil como quererte, y tener que decirte todo esto.

Enójate si quieres, o alégrate si te place. Pero ya es hora de que te des cuenta de lo que tienes que hacer. Hay mucha gente que se enferma, hay mucha gente que padece soledad o sufre miseria. A la boca ele todos los hombres acude el lamento, la desesperación, el grito.

Somos animales de emoción, reaccionamos a todo lo que nos maltrata, tratamos de rebelarnos contra el mundo. Llegamos a última hora a decir: “Todo es vanidad y aflicción de espíritu” Pero a lo largo de todo este caminar hay también alegría y paz y consuelo. No pretendamos que la noche es todo. Tanto miente el que ríe demasiado como el que sólo llora. El mundo no es “un valle de lágrimas”; en él hay también el corazón tranquilo, la hora alegre.

Acude a tu corazón, acude al mío. Llora cuando tengas ganas de llorar, pero no estés llorando siempre. Cree que tu dolor es mi dolor, que yo padezco tu hambre y tu sed, que yo también desespero y maldigo, que yo también no sé qué hacer muchas veces. Pero mira también que me levanto y que no confío en la muerte. La muerte no es ningún remedio para el que desea vivir. La muerte es un débil consuelo que no me sobornará nunca. Es aquí en la vida en donde tengo que encontrar remedio de la vida. Y una buena receta es el amor y el saber mirar por encima de mi hombro mis propias penas. Mi miseria es una parte de la miseria humana. Y pueden sufrir con mi corazón todos los hombres.

Sí, mi Chepita linda. Ya ves cómo, en sólo el tiempo de escribir una carta, puede uno ir de la cólera a la serenidad, de la alegría al dolor. Todo es mutable y todo pasa. Ni siquiera a la aflicción se la puede llamar eternidad. Somos, nada más, un suceder de instantes diferentes y hasta contradictorios entre sí. Tú debes portarte bien y ser buena. Siempre has sido buena.

Si no, no te quisiera tanto, ni te deseara de este modo. Todo eso pasará. Ya verás. Lo único que no pasará es este amor de Jaime Posdata: Aquí tu carta del 16, ya ves. Pensabas en vestidos. Lo dicho. Aguántate. Yo pronto estaré contigo y tendrás mis labios para todo lo que tiemble en ti. Mis manos, como yo, te extrañan mucho.

Mañana comprare la Odisea y te la enviaré. Tu hermanito Jorge dice que ya están en huelga de nuevo. Yo creo que quiere irse ya para Tuxtla... De todos modos ha sido una buena lección y si regresa regresará más humilde y más hombre.

 

Oct. 28 [49]

Corazón (como quien dice, Chepita): A horita me acabo de decir “¡Vaya! menos mal”, y fue al ver tu foto —porque las primeras que me enviaste, sin retoque, por Dios que me asustaron—. Te estaba yo viendo y te preguntaba yo por Chepita —a lo macho que se te pasó la mano—. Tu cara linda, relinda, quizá más linda que nunca, pero tu cuerpo, Dios! ¿Qué se hizo? ¿Por qué procuraste esconderlo bajo tanta grasa? —¡ni modo! ¡Resignación!

Es preciso ya que venga diciembre para que yo intervenga en el consumo de tejidos. Es importantísimo. Urgente.

¿Qué tal de fiesta? Salúdame a doña Elvira,[47] por favor, y dile que le deseo mucho bien desde esta su casa.

¿Yo? Cusí-cusá. Pasándola, como dicen. Y con unas ganas de tenerte!... que el día que te agarre vas a rebajar seis kilos (lo que sería excelente).

Te quiero reteharto, como la chingada Jaime

 

Nov. 5 /49

Mi Chepita linda: Recibí tus cartas de esta semana y quedo enterado de todo eso. Si no estás gorda. Tanto mejor. Si estás muy guapa, excelente. A mí me gustan las mujeres bonitas (¡qué raro!). Lo que no me gusta es este frío desgraciado que está haciendo. Se me engarrotan lo dedos, casi no puedo escribir. Necesito urgentemente una mujer. ¿Me la puedes proporcionar? Ahí voy!

Tu hermanito está bien. Todos los días lo veo. ¿Qué te has hecho? Yo creo que para dentro de un mes estoy allí —del 6 al 8 de diciembre—. ¿Me vas a dar curtidos?[48] ¿Qué me vas a obsequiar? ¿Y Villita, todavía no regresa? ¿Y tú? ¿No piensas casarte todavía? ¡Qué mujer!

¿Así que el año entrante?... bueno, es prodigioso. A mí no me gustan las mujeres flacas —okay—. ¿Qué decías? Mira: hace mucho frío... Sí, eso es...

Jaime

 

Nov. 16/49

Chepita linda:

Hoy recibí tu carta de antier. ¿Te escribí el sábado pasado?

No me acuerdo. Tuve, al menos, la intención de hacerlo.

De cualquier modo, no es mucho lo que hay que decir. Esto ya está terminando. El último examen lo tendré en los primeros de diciembre —aún no fijan la fecha—. Yo creo que antes del 10. Nos quedan pues, más o menos, 20 días.

¿Que si estarás bonita? Yo espero que sí. Es tonto el estar pensando en ello, como si fuese una tragedia. ¿Por qué no habrías de estar bonita? Acaso de te haya pasado la mano con la gordura, pero eso no es esencial. Va te dije que colaboraremos: Tú nunca dejarás de ser bonita.

Y en cuanto a tu villismo, es decir, a tu hambre perpetua, eso es mejor. Ya sabes cómo trata México: así que debes venir con hartas reservas.

Yo a eso voy. Voy primordialmente a alimentarme —con el pan de mi casa y contigo—. ¿Si estoy flaco? ¡No! Estoy transparente. Al fin y al cabo soy poeta —y a la poesía, como a la flor que crece en la falda de los volcanes, si la tocan, la deshacen. (De cualquier modo, siguiendo tú ejemplo, desde ahora voy a tener miedo de no gustarte.) Pero oye, en serio: si de un momento a otro quedase yo cacarizo, ¿me quisieras? Después de tantos años, a veces me digo que todavía no sabes que te quiero.

Quizá sea mejor. Porque así procurarás gustarme diariamente. Y yo no te conoceré nunca.

Los que se quieren más son los que no han acabado de descubrirse, los que nunca acabarán.

El día en que sepas a ciencia cierta cómo soy y qué soy, estaré perdido. (Aun las mujeres, en el momento del amor, no han de desnudarse enteramente. El placer es lo oculto.) Guárdame siempre un pedazo de tu alma. Multiplícate. Que la mirada de tus ojos hoy no sea la de ayer —y que siga siendo tu mirada. Que en tus labios haya palabras nuevas cada vez, para decir la misma cosa. Que tú —¿ya ves?— que toda tú seas la misma siempre, pero distinta a cada hora. El amor es esa variedad dentro de lo uniforme. Un gesto, una palabra, una caricia nuevas. Yo te sé de memoria, pero el día en que no ignore nada tuyo, te perderé totalmente. Y ahora, gracias a Dios, siento que me falta mucho por conocerte.

En realidad, tú no has sido nunca enteramente tú cuando estás conmigo. Algo te inhibe, te ata, te mutila. Ni siquiera en lo que dices hablas con entera libertad. A veces he pensado que me temes (una crítica, una censura, como si estuvieras delante de un maestro). Algo hay de ello. Temor en el fondo no es más que orgullo, el orgullo de no enseñar nuestra ignorancia.

Pero hay también un no sentirse enteramente a gusto, es decir, un no entregarse totalmente.

Temor, falta de confianza. Confiar quiere decir creer. Querer debe ser creer (creer que el que queremos no nos hará daño. Más concreto: que si yo te censuro no hay en mi censura ni doblez ni engaño, sino amor. Amar a una persona es corregirla, hacerla buena). Todo esto viene en ti desde pequeña. Nunca has sido libre; libre de ánimo, libre de voluntad, no de acción (la libertad de acción no la tienen el 90% de las mujeres... es toda la sociedad, la moralidad actual). Sin embargo, yo sé que de un tiempo a esta parte te aproximas a ti misma, a tu libertad. Y yo te quiero así: mía, pero tuya al mismo tiempo. Es cosa que has de alcanzar definitivamente. Yo recuerdo algunos momentos en que lo has alcanzado conmigo.

Pero ya hablé mucho. ¡Y todo lo que hablaremos dentro de unos días!

OK, hermosa. Cuídate, y hazte más bonita —si puedes—. ¡Eres relinda!

Te adora

Jaime

 

Lunes 19 de noviembre

[1949]

Mi Chepi Linda: H e recibido todas tus cartas. Me dan mucho gusto siempre y muchas ganas de estar contigo. Me desespero. He pasado estos días verdaderamente loco, deseándote a todas horas, a todas horas. No puedes imaginártelo. Hasta el punto de llamarte en voz alta.

Ayer estuve con Chita y Jorge. Pasado mañana pasa su examen de topográfica y entonces —me dijo— hará tus encargos. Estuve allí anoche en casa de Ruth. Óscar sacó unas cervezas y después nos salimos los tres —Jorge, Óscar y yo— y parrandeamos. A las 2 me vine a dormir.

He estado mal todo el día, pero estudiando porque tengo mucho qué preparar. ¡Qué falta me haces! ¡Cómo no estás aquí, chula! Te tengo tantas ganas! ¿Qué hiciste ayer?

Estos domingos míos son horribles. Me paro en la ventana a esperarte. Me acuesto a pensar en ti, a desearte, a hablar contigo un montón de cosas. Te tengo en los ojos todo el día, y mi boca necesita estar en ti. Mi cuarto me recuerda tantas cosas! Extiendo aquí sobre la cama tus fotografías. ¡Cómo me gustas! Mi mamá dice que estás “gordita, preciosa”. Ya me muero por verte. Te voy a acabar a besos y mordidas. Estoy loco, hecho un idiota, desesperado. Me diste toloache. ¿Cuándo me das más? Cabrona! Ya voy a ir, espérame.

 

Noviembre 29 de 1949

Doña Chepita:

¿Cómo le ha ido? ¿Bien? ¡Qué bueno! Me alegro mucho; en serio... Aquí no pasa nada; mejor dicho, pasan tantas cosas juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada. La máquina es una cosa excelente; se puede escribir aprisa y decir más cosas de las acostumbradas. Por ejemplo que es de noche. Por ejemplo que estoy cansado (nomás para que no digas que perdí la costumbre). Se puede escribir que la Lalas está loca, que tú estás lejos, que yo no estoy en ninguna parte. En realidad, le haces mucha falta a mi salud...

Ahora no hace tanto frío. El cielo es como una lámina obscura que se aleja perpetuamente.

Tú eres, a veces, como el cielo. Yo te escribí una carta y estaba enojado; pero era una carta que te iba a lastimar y no la envié. A última hora no eres más que una tonta que no sabe lo que dice. La culpa fue mía. A una mujer que se pone a pensar no hay que tomarla en serio.

Pero te estaba platicando de las estrellas. No hay ninguna. Quizá se acostaron temprano por el frío que hace allí arriba. ¿Así que en enero regresas? Y ¿cómo está eso? Digo, aquello, eso. Tú sabes. Bien.

Pero ahora es primero de diciembre. Se me hizo tarde. No me dejan escribir a gusto. Estaré para el baile. Ya verás. Tu hermanito ha estado conmigo todo el día. No ha recibido carta de ustedes. Ahora son las seis y estoy solo. Ayer pagué mi penúltimo examen. Historia del Arte. Oral. Diez. En pocos días más liquido. Estoy preparando mi libro. Esto me urge. El sábado me emborracho. Me despiden. A pesar de todo, ha sido un año bueno. En la escuela, en la literatura, en la calle. Sólo puedo quejarme de ti. Pero la vida se hace de todas estas cosas. Me gustó que hayas comido en mi casa. Tú eres mi novia en realidad. Te llevas bien con ellos; me gusta. Ahora procura llevarte bien conmigo. He cambiado un poco.

A las seis de la tarde siempre estoy solo. En estos meses me ha fermentado un licor en el corazón. Soy, tal vez, más soberbio, más despreocupado. Me he muerto tantas veces que ya no me importa morirme definitivamente. ¿En dónde estoy? No sé. Ya no me importa nada.

Los coches abajo. Abajo el ruido. Yo no tengo a nadie; con nadie estoy. Algunas gentes me quieren; mis viejos, mis hermanos, tú; alguien más; quién sabe; yo sigo solo; nadie me alcanza, nadie se da cuenta de todo esto. Quizás Tuxtla me salve. Pero Tuxtla no es ya el refugio que fue en años pasados tan urgente, tan necesario. Voy, otra vez, cansado, pero no creo en la esperanza. Igual que las gentes a las que encerraron durante muchos años y para las cuales la libertad, ahora, no significa nada. Tuxtla, sin embargo, puede despertarme poco a poco.

Pero, ni hablar. Ahora tú misma no eres más que una posibilidad, un probable resurgimiento. Todo, para mí, es como una aventura, en la que, acaso, se consiga el vivir.

No te escribiré otra carta. Probablemente el miércoles saldré. Hasta la vista.

Jaime

 

 

1950-1952

[Tuxtla]

En. 11/50

Mi Chepita linda: Hace un momento, a las 6 de la tarde, recibí tus cartitas de ayer y antier, comentando todo eso de tu viaje y tus dolores y la vecindad. Los viejos también se enojaron por ello, ni modo. La pobre Chita es la que más lástima me da. Pero tú debes estar pendiente de ella. Al fin y al cabo se pueden cambiar a la casa de las Araujo y estar más o menos bien. De cualquier modo, aguántense unos días allí y piensen bien todo lo que hagan. Yo aquí también he estado mal. Creo que es paludismo. No se me ha quitado ni un momento el dolor de la cabeza, de todo el cuerpo, y cierta irritación muy molesta. Desde que te fuiste he estado así. Me paso acostado la mayor parte del día. Pero ya mañana voy a empezar a medicinarme correctamente. Ojalá se me quite ya la calentura y el dolor.

Bueno, pórtense bien y hagan pronto todo lo de la escuela. No dejes de tomar el Vogan.

¿Cuándo va a ser tu examen? A mí me haces mucha falta. Te abrazan todos. Y yo a la Chita.

Cuídate. Te besa, te quiere mucho. Saludos a Angélica.1[49] Escribe.

Jaime

 

Ene. 13/50

Chepita linda: Ayer y hoy recibí tus cartitas del 11 y 12. Es verdaderamente atroz el que no te den tu examen. Te hubieras quedado aquí mejor. Yo he estado en cama estos días. El paludismo resultó una infección intestinal, que hoy favorablemente ya me ha dejado en paz gracias a que me vio a tiempo el doctor.

Aquí, pues, no he salido para nada y he estado con muchas ganas de tenerte. Yo te avisaré a tiempo cuando salga para ésa. Dime a qué hora llegaron. Saluda a Jorge, ojalá se siga portando bien. Escríbeme así con frecuencia. Yo estoy aburrido ya. Dale un abrazo muy fuerte a la Chita y un saludo a Angélica.

Te escribí desde el otro día. Bueno, pórtate bien y no dejes de tomar el Vogan.

Te besa, te quiere mucho (van 5 lunas) Jaime

 

En. 20/50

Mi Chepita linda: Hoy en la mañana, hace un momento, recibí tu cartita del 17. Estos días he estado con ganas de recibir carta tuya del diario. Cuando se está enfermo se tiene mucho tiempo para pensar en todo. Yo he estado acordándome de ti a cada instante y deseándote con todos mis deseos. No te puedes imaginar cómo me altera, cómo me alegra, cómo me deshace eso que dices de un dulce que extraña tu boca. ¡Si te tuviera yo aquí conmigo! ¡Imagínate todo lo que yo pensaré estando aquí tirado en la cama, afiebrado, todo el día!

Cómo te dije aquella vez, se trataba de una infección intestinal. Al día siguiente me levanté de la cama. El lunes me pesqué un catarro de los buenos. Antier, miércoles, recaí con lo del intestino. El médico me mandó a la cama. Ahora se volvió una colitis aguda, con unos dolores atroces que me tuvieron noqueado todo el día de ayer. Anoche, como a las 12, se me quitó el dolor y pude ya dormir en paz; del catarro también estoy mejor. Hoy toda la mañana he estado tranquilo; ahorita son las 12 y me siento muy bien; desde anoche no he vuelto a hacer ningún asiento y mucho menos arrojar sangre. Hace rato vino el doctor y dice que mañana ya me puedo levantar. El tratamiento sin embargo va a durar como 20 días (allí en México lo voy a continuar). Por hoy voy a seguir tomando una cucharada cada hora, una cápsula cada dos, y una inyección diaria de Emetina. Después seguiré sólo con la Emetina y Wintodrón y no sé qué otras cosas. Así es que estoy armado.

Desde que te fuiste, como ves, no he pasado un solo día enteramente bien. ¡Y tengo unas ganas de tenerte a mi lado! Ya no veo la hora de que llegue el 30; ahora sí, de plano, me voy el 30 —el día ultimo estoy en México y el Io nos vemos—. Todo esto ha sido enfermedad y cansancio; si no fuera por mis viejos y mis hermanos ya me hubiera largado desde hace tiempo.

Ya me había extrañado que tu hermanito no hiciera de las suyas. Ya va a ver el cabrón cuando yo llegue. Es el colmo que no quiera entender de ningún modo.

¿Así que ya no tienes nada que hacer? Menos mal que puedes tejer y distraerte. Salúdame a Chita y a Angélica. ¿Cómo estamos de lana? Ahí te van otros 5, con tal de que te acuerdes de mí y sigas deseando el dulce que te tengo. Ya veras en qué buenas condiciones. Te voy a endulzar la cara, los oídos, la boca. Y voy a beber de tu miel, también, bajo tu lengua, entre tu carne apretada y escondida. Espérame. Ya voy.

Cuídate ahora, no vayas a enfermarte. Dentro de 12 días nos vemos. Te beso, te quiero mucho.

Jaime

 

En. 27/50

Mi Chepita linda: Recibí ayer tu cartita del 23. En mi mente sólo quedan, cuando leo tus cartas, frases como ésa: “mi sangre quema”, “Te siento a mi lado, en mi carne, a todas horas..

Y quedan estas frases porque son precisamente las que yo me repito incesantemente. ¡Si supieras esta fiebre y este ardor de ti! Es, en realidad, un sentimiento enfermo, una lujuria enferma y agotadora, que tienen que morir por sí mismos, en su propia hoguera. Ya viene felizmente, el día en que estarás conmigo. ¡Qué día! Nunca te había deseado como ahora.

Voy a salir siempre el lunes; el martes en la noche estoy en México. ¿Te das cuenta?, unas cuantas horas después de que recibas ésta. Ya algún amigo me ha escrito que iría a esperarme al camión. Tú podrías ir también si no hace frío, pero sólo bajo esta condición, porque si hace frío te espero mejor el miércoles en la mañana en mi casa. Debes cuidarte mucho y muy bien. Tu estancia en México es peligrosa, y yo no quiero que tengas que regresarte a Tuxtla. Yo, como tú, no quiero más separaciones; tengo el presentimiento de que si nos separamos otra vez va a ser definitivamente. Cuídate, pues, si me quieres, cuídate como debe ser. Y espérame, ahora sí, con ganas, que pronto te apretaré en mis brazos.

Te voy a deshacer, ya verás. Te va a deshacer, lentamente, beso a beso, Jaime Ahora en la tarde acabo de recibir tu carta de ayer. Te espero, como dices, a las 11 de la mañana, en mi casa. Saludos a Chita, Angélica y Jorge. Hasta la vista.

J.

 

Tuxtla, 8 de mayo de 50

Mi Chepita linda:

Te he quedado mal estos dos días, y lo siento mucho. En realidad, me propuse contarte algo de tu familia, y el tiempo se le pasa a uno asombrosamente.

Cuando llegué me sentí raro. He estado acostumbrado a ir a buscarte inmediatamente después de abrazar y besar a los míos, y esta vez sentía que me hacía falta algo, que tú deberías estar aquí en tu casa, que debería encontrarte allí. Me pasé el día como sonámbulo, yendo de un lado a otro sin darme cuenta; encontré a tu papá en Palacio, lo saludé y le dije que después iría a verlo. Ayer domingo fui a tu casa, en la mañana, y estuve largo rato platicando con tu mamá. Todos ellos están bien. La Olguita estuvo un poco enferma este año y no entró a la escuela. Platicamos bastante de todo.

Yo voy a salir hasta el 20. Posiblemente Jorge[50] y su mujer se vayan conmigo. Aquí no habían hecho nada de mi libro.[51] Hoy empezaron a imprimirlo. Yo creo que en estos días que esté aquí podré corregir más o menos la mitad. No esperaré más.

Todo en Tuxtla es el mitote de la carrera. Esto está muy bien, porque tengo en qué entretenerme; no nos despegamos del radio en todo el día. Ayer encontré a Carlos Ruiseñor y nos fuimos al Bonampak en la mañana; había baile y cervezas y muchachas en traje de baño. No bailé nada, pero casi me emborraché. Regresamos a comer como a las 4. Después, en la tarde, un bailecito (tertulia de 6 a 8) en el ICACH,[52] bailé una tanda con la hermanita de Jorge Castañón;[53] no más; me salí y me fui al cine; regresé a acostarme a las 11.

Hoy vi a don Panchito.[54] Y estuve además en la imprenta corrigiendo pruebas. Ahora en la tarde (son todavía las 5) pienso ir a ver a doña Chepita.

La casa es una casota grande y muy de provincia. Paredes gruesas; robustos pilares, amplio patio. Hace calor, pero ha estado lloviendo y esto favorece la temperatura. La piel se te hace, sí, insoportable, pegajosa, resbaladiza. Me recorren sensaciones antiguas, ilocalizables. Una como animalidad; una como abertura de la carne, de última sensualidad.

¡Qué hermoso es el amor en la tierra cálida! Apenas llego te quiero espantosamente. Te quiero hasta el punto de no ser solamente yo el que te pide, sino cada célula de mi cuerpo, independiente de mí, autónomamente.

Quizá te quiera igual que en México, pero, ¡cómo te deseo y te necesito!

Ahora que estoy en la hamaca, todo húmedo y tibio a mi alrededor, me cortaría un brazo porque estuvieras junto a mí. Le dije a tu mamá: “No quiso venir porque tenía miedo de que no la dejasen regresar”. “Tontas: debieron haberse venido las dos; aquí se reponen y luego se van”.

¿Qué tal si estuvieras aquí?

Yo he estado en ayunas estos días, y en realidad con hambre pero sin apetito (¿ves la diferencia? Es un hambre que se satisface en sí misma, sin urgencias de ninguna clase).

Pienso conservar la línea todos estos días y creo que no será difícil.

Bueno, amorcito, conste que hoy recibí carta de Tito,[55] y tuya quién sabe hasta cuándo.

Portate bien y cuidate. Saludos a Chita y Jorge. Te beso como si estuviera a tu lado, fuerte, golosamente.

Jaime

P.S. bueno, chula, ya fui a ver a doña Chepita y ya recibí tu cartita de antier. Sigue escribiendo, y cuídate. Te quiero reteharto.

 

Mayo 11/50

Chepita de mi alma, mi Chepita linda, locura, ternura, vida mía: ¡cómo me haces falta, cómo te quiero, cómo me estoy muriendo por ti, cómo me estás matando, amor, dulce mía!

Jamás nadie se ha muerto tantas veces así. Te quiero con todas las partes de mi cuerpo, te quiero espantosamente, desoladamente, insoportablemente. Ya no puedo más. ¡Cómo es posible vivir sin ti! ¡De qué modo me eres necesaria, ineludible! Cadena de mi corazón, filtro mío, vida mía, te quiero, te quiero, oye que no puedo estar sin ti, te lo voy a decir por primera vez, que la vida me quite todo pero que me quedes tú, que pierda yo un brazo, las piernas, que yo quede ciego pero contigo, que yo me haga un miserable, un imbécil, un triste, pero contigo, amor, contigo. No puedo respirar, tú eres el aire, el agua, el pan, todo lo que vive; perdóname porque te quiero así, perdóname porque este amor me mata, porque este amor te matará diariamente a mi lado, perdóname porque estarás conmigo todos los días de mi vida, porque no te dejaré nunca, porque seré tu castigo y tu culpa, porque nos vamos a morir juntos. Chepita de mi alma, mi Chepita linda, mira cómo me espanto de este amor, de este hierro al rojo sobre mi carne, porque tú eres mi marca y yo soy tu marca, ya te lo dije, clausuraste mi corazón, lo encadenaste, es tuyo.

¡Con qué locura te amo! ¡Qué atrocidad la de los días lejos! Enciérrate, amor, cuídate, cuídame tu cuerpo, guárdame tu boca, tu corazón, no salgas, que no te mire nadie, entrégame al regreso lo que dejé, intacto, sin sol siquiera, encerrado, de mis manos a mis manos. Yo ya no puedo más. Saldré el 19, estaremos todo ese domingo juntos, desespero, estoy loco por ello. Si llega temprano el camión ve a esperarme el sábado; si no, ve el domingo temprano a mi casa. Ya el viaje de Jorge no me está gustando, piensan estarse allí en mi casa, nos estorbarán, estoy viendo la manera de arreglarlo; de cualquier modo el domingo estaremos solos, yo sé en dónde; me preocupan los otros días pero lo arreglaré.

Estuve desesperado sin carta tuya; hasta hoy en la tarde me entregaron dos al mismo tiempo, las del 9 y 10. Pero escríbeme a todas horas. A todas horas me haces falta, me dueles. Mi Chepita linda, qué ganas tengo de tenerte a mi lado, de acariciarte, de hablarte, de saber que existes, porque ya no sé cómo eres, cómo besas, cómo es tu voz; sólo sé un montón de cosas acerca de los dos, pero todo me parece un cuento, no sé en dónde estás, quiero saberlo, quiero tocarte; vamos a empezar a querernos, nos vamos a conocer ahora, antes no existíamos, todo esto es un lío tremendo, sólo sé que me faltas, que me estás matando.

Chula, linda, ya voy...

Jaime

 

Mayo 14/50

Mi Chepita linda (mula): ahora es domingo y no he vuelto a recibir carta tuya. Pensaba que me escribirías del diario pero me equivoqué. Sólo tus cartas del 9 y 10, y no más. Te escribí el 11 y tampoco me has contestado. Bueno, ni hablar. Se ve que te hago mucha falta.

Todos los días espera y espera para nada.

Te estoy escribiendo con una pluma nueva. Cambié la mía por esta que era de Jorge (le doy 10 pesos de ribete), una estupenda Sheafferś casquillo cerrado. Sólo por estrenarla es que te escribo, porque sin duda no tiene importancia que te cuente nada de aquí. Yo podría decirte por ejemplo que sigue haciendo mucho calor, que no me ha tocado ningún baile ni fiesta formal desde que estoy aquí, que me la paso casi siempre aburrido y desesperado, que a todas horas te deseo, que platico con las viejos de ti, que ya no sé a quién contarle que te quiero con toda el alma, pero todo esto no tiene importancia. Mejor voy a esperar carta tuya para escribirte y sentirme un novio formal.

Ya son las 4 de la tarde y todavía no he tomado café porque mi mamacita está haciendo tamalitos para la noche. El viejo se fue al béisbol y yo todavía no sé si voy al cine. Me está doliendo un poco la cabeza —es el calor—. Si no me escribes pronto, me voy a robar alguna muchacha de Tuxtla porque ya necesito una mujer ¡por Dios! (ya no aguanto, chula). Esto también es el calor.

Acuérdame dentro de 8 días, a estas mismas horas, algo a que me estoy decidiendo ahorita.

(Una vez te dije que lo pensaras y me dijiste: sí. Piénsalo otra vez.) Bueno, linda, te pongo un dulce en la boca, te beso. Jaime

 

Mayo 17/50

Mi Chepita linda: Recibí tus cartas del 14 y 15. Hoy no recibí nada, pero ya 5 tiempo de avisarte que definitivamente salimos pasa do mañana. Hace un calor horrible, insoportable, ésta es la peor de las tardes desde que estoy aquí. He perdido el apetito desde hace días, y creo que hasta voy a llegar más delgado a México.

Todos los días me los paso en la imprenta; cuando menos voy a dejar corregido todo el libro. Ya perdí las esperanzas de que me toque un baile, pero mañana da una cena el gobernador a las gentes del Ateneo y ya estoy invitado. Me he portado estupendamente, no se puede hacer más. De mi deseo de ti mejor ni hablar. Entré en un periodo de miseria tal, que ni te llamo. Estoy desflecado, roto, aniquilado.

Pero ya está aquí el domingo. Espérame. Espéranos, porque son 4, 5, 100 hombres los que en mí te quieren hoy.

¡Hasta la vista, linda!

Jaime

 

[México] Junio 4/51

Mi Chepi linda: Acabo de escribir a mi mamá y ahí le cuento todo lo del viaje y otras cosas más. Ahora que vayas a verla te va a enseñar la carta, sin duda. Llegué bien y estoy tranquilo, y eso es todo.

No he tenido tiempo para entristecerme, ni para pensar en ti con nostalgia. Miro todas las cosas como si este domingo vayas a estar aquí, y eso he dicho a quienes me han preguntado.

Casi es una certeza, pues de los últimos incidentes en tu casa no se puede deducir otra cosa.

Así que si no vienes (lo escribo como escribo “si no llueve”, ahora que todo es lluvia), si no vienes, digo, ya veremos, no va a ser difícil echarte de menos. Lo que me preocupa es que sanes, que te cuides. El jueves o viernes sabré si regresas o no. Mientras tanto sigo creyendo que el domingo estás aquí. Y así te escribo a la carrera, porque, además, no tengo qué contarte, a no ser que me llueves más que el cielo de México, por todas partes. Una llovizna mansa, uniforme, tranquila.

Si estás, no estés triste. Toma tu medicina, come bien, y acuérdate de mí, que soy tuyo.

Te beso al margen, un besito chiquito, como caminando por tu calle. No te quiero agarrar y apretarte porque es malo. Pero te quiere mucho.

Jaime

 

Viernes 8 de junio /51

He estado un poco disgustado contigo, porque en realidad me has hecho más falta de lo que yo pensaba, y el no recibir carta tuya con frecuencia me tiene incómodo y molesto. He estado disgustado con todo, es la verdad, desde el martes que me contó la Chita lo de la casa, pues es lo más probable que ya no vengas. En tu carta de antier que recibí hace un momento todavía lo ignoras, pero a estas horas ya ha de haber dispuesto tu papá lo que tengas qué hacer.

A mí me parece que para venirte a una casa de asistencia como esa que le recomendaron a Chita, es preferible tu tía Helia. Esas famosas casas son cien veces peor. Y si tus viejos desean que te vengas pues nada mejor que a lo conocido.

Allí en la escuela el martes, se acercó a hablarme Luz Estela y me preguntó por ti, y me dijo que ella vería de conseguir casa para ti, y que se lo comunicaría a Chita si tuviese éxito.

Yo sigo en la incertidumbre, y ahora me temo que no vengas. Me dio un coraje ese día saber lo de la casa, después de estar alimentando esa esperanza, y de no habernos despedido y de todo eso. Me he acordado de ti y de tu tristeza de esa tarde.

Tu carta del lunes me dejó un sabor amargo con todas esas cosas que pasaste. Me puse a esperar carta diariamente, y hasta ahora. He estado afligido por ti, preocupado, inquieto.

Desde el martes han sido días en blanco, con un deseo de distraerme, de salir, de no estar conmigo ni un momento. He ido a la escuela, al teatro, a cines, a hacer visitas a doña Chusita y a don Pancho,8 y todo es inútil. Cuando regreso al cuarto estoy más solo, siento que me falta algo, que no he vivido enteramente, que no estás tú.

Quiero que pase pronto todo esto para casarnos y no estar lejos más. Sería muy amarga la vida sin ti. Me siento mutilado, incompleto.

Querida, entrañable Chepita, quiero saber que estás bien, que te cuidas, que sanas, que nuestra separación no va a ser inútil. Vamos a aprender mucho todavía. Yo he aprendido ya en estos días que eres mi mujer, mi esposa, mi compañera, que no hay nada fuera de ti. Esto es definitivo. Así es. Sólo la muerte podría cambiarlo, mantenernos lejos.

Anoche me puse a leer una libreta de 48 y encontré que te llamaba a ti con todos estos nombres. En realidad nada ha cambiado. Sólo se ha hecho más sólido, más claro, más permanente.

¡Qué alegre estoy ahora al ver que te quiero así! ¡Qué bueno que nos queramos así, Chepita linda! Es preciso mantener este 8 Francisco Siman y esposa Amor, cuidarlo. Esto es claro como el día: tú y yo nos queremos, somos uno del olio, para siempre, entre todas las cosas.

Entre todas las gentes, tú y yo tenemos que caminar juntos, mirar al mundo juntos, sufrir y reír juntos. Nos damos todo lo que tenemos, no puede haber nada que no sea de los dos. Tú me haces vivir y yo te hago vivir, y el uno sin el otro no puede nada.

¿Verdad que es maravilloso todo esto?

Alégrate y cuídate, porque me perteneces, porque eres mía, porque te espero, porque te quiero a todas horas...

Jaime

P.S. Va un bilimbique de 10, para que vayas al cine con tu mamá y tus hermanitas. Saludos para tío Luis y ellas. Escríbeme pronto y de todo.

Te adoro.

 

Octubre 1º de 51

Mi Chepi linda:

A hora en la tarde, de pronto, empecé a sentirme triste. No me había dado cuenta. En el viaje no se puede pensar de cansancio, y la primera noche cae uno rendido. Hoy en la mañana llegó Jorge, después fue por la Chita (ya tenía yo pensado ir a verla hoy mismo). Más tarde se fue Jorge al trabajo y yo invité a Chita a comer. A las 3 se fue a su escuela. Entonces me empezó. Se acostumbra uno a estar entre la gente, y la gente que quiere a uno lo malacostumbra. Cuando vuelve uno a estar solo se siente muy feo.

Yo estoy triste como un buey (si es que los bueyes se entristecen alguna vez). Peor. Yo estoy retriste.Jorge dice que de hoy a mañana tu papá, por un asunto “grave”, confidencial. Yo ya sé de qué se trata pero le prometí no decir nada. En realidad es para morirse de risa (o de cólico). Después de todo no es nada extraordinario considerando que se trata de Jorge, capaz de hacer las mayores tonterías del mundo. La Chita está gordita, muy bien, y estuvimos platicando reteharto y de todo. Se puso muy alegre con las cosas que le enviaron y más cuando supo que posiblemente venga tu papá. Me dijo que les escribiría pronto. Ya van a ser las 9 y yo ando con sueño. Ahora en la escuela quedé más afligido con todo lo que tengo que trabajar. No he cenado y no tengo ni hambre. Tuve ganas de ir al cine y escribirte mañana. Pero estoy muy triste. Tenía ganas de decírtelo.

Por lo visto van a estar fregados estos meses. Es el primer día y me haces falta.

Te quiero mucho. A lo macho. A todas horas.

Jaime

 

Viernes 5 de oct. de 51

Mi Chepi linda: Ya estaba yo con ganas de pelear contigo, pero hoy en la mañana (ahorita) se me olvidó todo. En realidad, me estás haciendo trampa, pero te lo perdono. En seis días no he recibido sino dos cartas (la del día primero y, en estos momentos, la del 2). Ayer la Chita recibió tu carta del dos y yo me pasé el día en blanco. Recuerda que yo no te pedí que me escribieras diariamente. Tú lo prometiste. (Yo te iba a decir que siguieses escribiéndome el diario poro que metieras dos en un sobre y las depositaras un día sí y un día no, para ahorrarte timbres.) También me dio coraje lo de tu encrespada, pero después de todo tú sabes lo que haces.

Antier recibí el giro de tu papá y ayer se lo llevé a Chita. Luego la invité al cine y nos metimos al Río y yo ya había visto las películas. (Así que prácticamente me he quedado sin cine toda esta semana.) En la noche vino Jorge y lo inyecté porque tiene tos. Quedó en venir esta noche otra vez. Me dijo que ya le escribió a tu papá.

Acabo de escribirle a mi mamá y ella te puede contar otras cosas que he hecho. Estuve con los gringos en una comida y he estado muy activo estos días, pero desoladamente triste.

Ayer la Chita se reía de verme tan fregado y sólo estuvimos hablando de ti (me acabó de joder). Me estás haciendo una falta horrible. He estado deseándote como nunca. Recuerdo muchas cosas. Te deseo. Te quiero.

En cuanto llego al cuarto me pongo a dar vueltas como en una jaula. No me dan ganas de leer ni de escribir (y ya sabes que no sé tejer). Francamente, estoy jodido. ¿A qué horas vas a llegar? Me dan ganas de hablarte por teléfono y decirte: ¡ven! El otro día pasé por tu casa (fui a ver a Emma Borges)[56] y me sentí remal. Me dieron ganas de bajarme del tren e irte a ver. ¡Mi Chepi linda! ¿Cómo estás, chula? ¿Ya se te quitó el dolor de cabeza? A mí me duele todo el cuerpo, todo, de tanto desearte.

Te imagino, te veo, aquí, como otras veces. ¿Te gusta? Sentada en la silla grande, al lado de la mesita, junto al balde, con el agua tibia en las manos. ¿No quieres venir?

Aquí voy a verte. En este sobre voy, para besarte harto, harto, harto.

¡Cómo tienes loco a tu Jaime!

 

Martes 9 de octubre

Mi Chepita linda, enronchada, bonita, queridísima: me estás haciendo mucha falta, fea, encrespada, te quiero mucho. Amor mío, chepita chula, muía, me estás jodiendo, me están dando ganas de irme a Tuxtla, ya no aguanto.

Amanece refeo, retriste, refrío. ¿Qué hago aquí? (Aun que amaneciera con sol, ¿qué hago aquí? ¿Qué hacemos, separados? ¿Por qué me vine? ¿Es que podemos estar lejos? ¿No nos vamos a morir así?) Yo creo que ni te estás dando cuenta. Después de todo estás en tu casa.

Pero yo me estoy muriendo. Chepita! ¡Me estoy muriendo, chula! ¿No vas a hacer nada?

Estos días son inimaginables. No sé cómo he pasado a través de ellos. No tengo ni con quién hablar. Pero no quiero hablar con nadie. Sólo quiero hablar contigo, pensar en ti a todas horas, encerrarme y estarte diciendo: Chepita, Chepita, Chepita. Esto es lo que he hecho. Desde el sábado no he hecho sino escribirte. (Pero es un poema. Ahí está. Tal vez lo publique y te lo envíe. No se puede decir que es para ti por las cosas que dice. Es muy sensual. Ya lo conocerás.) Te escribí el sábado, te escribí el domingo, te escribí ayer. No he hecho nada más, absolutamente nada más, no he salido, no he ido a ninguna parte, no he visto a nadie. (De veras estoy loco. Ahorita me estoy dando cuenta. Esto es anormal.) Jorge pasó un ratito en la mañana del domingo; dejó el dinero de Chita; se fue. Como a las 9 de la noche me chifló, me dijo que había llegado Costa, se fue. Yo estuve todo el día escribiendo y tirado en la cama.

Yo hubiese ido con Chita al cine, pero Chita tenía que estudiar, tenía examen ayer. No la he visto desde el jueves pasado. Ayer fui a buscarla para entregarle el dinero, pero no la encontré. Quién sabe a qué hora era su examen. Al rato voy a ir a verla.

Tú no sabes cómo estoy. A mí mismo me es difícil creerlo. ¿Me diste toloache? ¿Qué me diste? Ya sé. Tú también lo sabes, liso es peor que todas las drogas juntas. (¡Con ronchas!, ¡es el colmo!) Aquí la interrumpí porque vino Chita. Le di su dinero. Me dijo que su examen fue en el Hospital y que ayer te escribió, enviándoles sus calificaciones (ochos). Anda un poco acatarrada.

El sábado también vino Jorge un momento a que lo inyectara (ya está mucho mejor de su tos). Vino con la Lupita. Ahora Jorge trabaja en las mañanas (al menos esta semana) para poder verse en las tardes con su amorcito. Tu papá tiene razón. Yo creo que el casamiento lo compondría bastante, al menos por algún tiempo. Como ya estás enterada, puedo decirte que lo de la preñez fue una falsa alarma; simplemente se le había atrasado su regla. Pero la posición de Jorge continúa lo mismo. Después de todo, el casarse le va a hacer bien. (Jorge no quiere que tú ni tus hermanitas se enteren de estos asuntos; pretendía que ni tu mamá lo supiese, por eso escribió al hospital.) A veces dudo de que eso sea cierto, y pienso que lo que Jorge quería era una excusa para casarse con Lupita. De cualquier modo, ya está pensando más seriamente y es posible que ya no tome tanto. Bueno, yo pienso algunas cosas más. Pero ya estuvo suave de chismes.

Bueno, chula, escríbeme, pórtate bien. Te doy un besito en la punta del pie, y otro más arriba, y otro y otro, y mil más en todas partes.

Te adora

Jaime

 

Jueves 11 de oct. de 51

Mi Chepita linda: Acabo de recibir tu carta de antier y me acorde de la mía de antier. ¿Nos pusimos de acuerdo? Ése fue el día peor de los que he pasado en México. La cosa empezó así, durísimamente, el sábado, e hizo crisis el martes. Ya ves mi caria.

Ayer y hoy he estado más tranquilo. Me siento débil, can sado, como convaleciendo de una larga enfermedad. Ya no quiero pasar días como ésos. Ojalá este estado de ánimo me dure.

De aquel modo me moriría. El cuerpo, en realidad, sabe más que nosotros: padece y sufre días y días hasta un límite máximo. Después se queda como atontado, sin necesidad de nada.

Así estoy. Me acuerdo de tu carta del lunes: no pensar. Yo ya no puedo (aunque quisiera), ya no puedo pensar, imaginarte para mi deseo. Fueron días febriles, de continuo recordar, imaginar, desear. No sé si volverán (estas cosas han de darse así periódicamente). Pero me gustaría que no volviesen, me gustaría seguir así, queriéndote tranquilamente, triste, pero sin el tormento de mi cuerpo. Ojalá. Nos faltan muchos días. Es preciso resistir. Ya me propuse resistir, no se puede hacer más. Me volvería loco antes de un mes.

Ahora voy a ocuparme más de la escuela, voy a leer más, a escribir más, a no estar ocioso.

Esto también te hará bien: entretenerte, ocuparte. ¿Ya está tu consultorio?

No me gusta que sigas llegando a Salubridad así, indefinidamente. Recuérdales que tu nombramiento es para el Hospital, y que ya estuvo suave de suplir ausencias.

Ayer llevé a Chita al cine (otra vez al Río porque ya no tengo dinero), sigue con su catarro pero ya mucho mejor. A Jorge no lo he visto. La Chita dice que su último examen será el 15 o el 17 de diciembre. Escríbele y dile lo que tiene que hacer con tu dinero que cobra el 15.

Ok, saludos a tía Esther, a tío Luis y tus hermanitas. Cuídate, pórtate bien, y a ver qué haces y en donde te pones estos besos que te envía Jaime ¡Chepita chula, te adoro!

 

Día de la Raza de 1951

Amorcito:

A cabo de recibir tus cartas del 10 y del 11, esto es, de ayer. ¿A qué hora la pusiste? Me parece increíble y estupendo recibir carta tuya de un día anterior. Yo también te escribí ayer pero hasta ahora la dejaré con ésta en el correo.

No me gusta que te descuides y que tengas tos. Ni aquí en México tuviste tos, y sólo falta que en Tuxtla vayas a enfermarte. ¿No quieres, pues, que nos casemos ni en el año entrante? ¿No vas a tener cuidados contigo? ¿Vas a seguir enferma? Lo de tu trabajo también me disgusta, pero si estás obligada a hacerlo en Salubridad, ni modos. Pórtate bien, como hasta ahora, y empieza ya a preparar tu informe.

¿Te gustaría que nos viésemos a fin de mes? Pues es lo más probable. Estaré allí unos 5 u 8 días, para eso del Ballet Bonampak. No está seguro, ni te alegres demasiado. Yo tengo tantas ganas como tú, pero cualquier cosa puede impedirlo. Te contaré: Ayer vino a verme Fernando Wagner[57] (ese famoso director de teatro de aquí de México, que está ahora arreglando el Ballet Bonampak) y me propuso trabajar (actuar) en una comedia que piensa llevar a Tuxtla, en un papel principal.

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