Los amorosos

Los amorosos


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A mí no me gustó la idea y .1 las punirías de cambio me negué, pero él insistió mucho y por fin quedamos en que hoy a las 3:30 iría yo a Bellas Artes a conocer el “papel " y a resolverle. Tuve pensado telegrafiar a mi casa, para conocer la opinión de mis viejos y de Juan y Jorge, pero he pensado que, mejor, conozco antes de qué se trata. La tentación es mucha porque si digo que sí, entonces está resuelto mi viaje, en avión y toda la cosa (la cosa es también dinero). Pero se trata de una comedia y de representarla en Tuxtla, ante la gente de Tuxtlal Esto me tiene en un brete. No sé todavía qué vaya yo a resolver. Con este señor Wagner es con quien me comprometí allí en Tuxtla para los recitados del Ballet, pero esto solo no me garantiza el viaje. (El día 1o y el 2 no hay clases y el 3 y el 4 son sábado y domingo. Muy bien podría yo ir varios días.) Bueno, luego te contaré. A mis viejos les voy a escribir pronto, en cuanto sepa a qué atenerme, pero de todos modos llévales esta carta para que se enteren de todas estas chivas.

La poesía te la enviaré mañana o pasado porque en este sobre ya no va a caber.

OK, amorcito, te besa y te quiere mucho Jaime A tus hermanitos no he vuelto a verlos. Mañana veré a Chita. En cuanto a Jorge estamos enteramente de acuerdo.

PS. A las 5 de la tarde: Siempre no acepté el papel. Pero todavía tengo esperanzas de ir por el asunto de los recitados. Esto lo sabré hasta el próximo jueves. Ya te contaré. OK. Te beso Jaime

 

17 de octubre 1951

Amorcito:

Con tanto catarro no he tenido ni ganas de escribir.

A Tuxtla voy a ir hasta diciembre (ya no voy a ver a Wagner, ya no tengo ganas). A la Chita no la he visto desde hace 8 días. Me quedó mal. No vino ni el sábado, ni el domingo en que la estuve esperando. Jorge la vio el lunes y dice que está bien. A Jorge lo he visto diariamente. Anda un poco afligido porque tu papá no le contesta. (Se siente culpable pero se da valor.) Yo he estado muy mal, adolorido, afiebrado —con toda clase de fiebres, incluso de ti.

1.- ¿Ya no llegas a Salubridad? 2.- ¿Cuando vas a mi casa, vas sola? 3.- ¿Con quiénes fuiste al cine? 4.- ¿Qué otras cosas has hecho? 5.- ¿Sigues con ronchas? 6.- ¿Encrespada? 7.- ¿Ya no tienes ganas... de nada? 8.- ¿No te da lástima el pobre de Jaime? 9.- ¿No quisieras el dulce que te doy siempre? 10.- ¿No me darías tú de tu veneno? 11.- ¿Estoy loco? 12.- ¿Sabes que te adoro, chula, linda?

Jaime

 

Sábado 20 de octubre /51

Hace tres días que no recibo carta tuya. La última fue del martes. En un principio me enojé, pero ahora estoy afligido. ¿Es que estás enferma, chula? ¿Qué pasa? Yo he seguido muy mal del catarro; ahorita voy a inyectarme Estreptocilin para que se me quite de una vez. (Ya lleva más de una semana.) Cuando piensa uno que ya está pasando, vuelve con más fuerzas. Ya me aburrió, de plano. Y luego en esta época en que tengo clases hasta de mañana (de 9 a 12).

Es muy molesto. Ojalá se me quite ya con esta inyección. (Yo creo que sí porque anoche le puse una a doña Anita que estaba muy mal, y ahora amaneció curada.) Pero tú ¿qué tienes? ¿Por qué no escribes? Imagínale cómo estaré así, enfermo, nervioso, solo, y sin cartas. (Luego la última carta de mi mamá coincide con la última tuya; así que no sé nada.) He pensado tanto en ti estos días! (Antier te puse una tarjetita.) Ahora es una fiebre mansa, un fuego lento e interminable. Te quiero tanto! No sé qué podría hacer sin ti, Chepita, amor mío. Ahora me duele la cabeza, el cuerpo, estoy como con náuseas, tengo ganas de tenerte aquí, de oírte, me sentiría bien, me quejaría contigo, no sería todo esto tan hostil. Los gringos me van a dar la beca el año entrante, ya la tengo segura, ¿no quieres casarte, pues, el 21 de agosto? Ahora hasta los gringos lo saben, todo el mundo lo sabe: me voy a casar con la más linda de todas las mujeres, con la mejor, con mi Chepita chula.

Ahora en la tarde he tenido una reacción muy fuerte a la inyección, pero creo que me hará bien. Jorge estuvo aquí un momento; me contó que venía del entierro de la mamá de Pepe Tavo Rivera,[58] que falleció hoy en la madrugada. Dice que no fue al trabajo; acaba de irse al cine. A Chita no la he visto tampoco desde hace 12 días (yo no he podido ir a verla con mis clases en la mañana, y a ella, por lo visto, ni se le ocurre venir).

Bueno, amorcito, cuídate y pórtate bien, y escríbeme. No sabes cómo me haces falta!

Estas tardes, enfermo, sin poder salir, sin tenerte, son horribles. Tengo una gran ternura y un gran deseo de ti. Es inútil buscarte, inútil esperarte, no estás, no llegas. Tengo que escribirte estas cosas cuando quisiera no escribirte ni decirte nada, sino abrazarte y besarte en silencio, y mirarte, y sentirte a mi lado y estar juntos no más, así, todo el tiempo.

Jaime

 

Jueves 25 de oct. /51

Josefita chula: He recibido tus cartas puntualmente (hoy, la del 23) y estoy contento de ti y enamorado de ti como nunca. Ojalá que ya no tengas pesadillas y que puedas resistir bien a todo eso.

Yo te quiero y te beso a todas horas, por todas partes, con todas las bocas que me crecen diariamente hacia ti. Ahorita te beso, y te dejo que pongas mis labios donde tú quieras. (¿Te parece bien?) Estoy enteramente tuyo, totalmente de ti. Tú lo sabes.

Lo que no sabes es que vino Chita el martes. (Jorge no fue a verla el lunes y entonces se afligió y vino.) Ya la invité a comer el domingo. Está bien y muy estudiosa. Le di tu recado, pero ella dice que no entiende nada, que qué es lo que quieres. (Dice que tú le escribiste haber gastado 2000 pesos en instrumentos... Y entonces ¿qué?) Mejor escríbele directamente y dile lo que quieres que haga. A Jorge también lo he visto y anda afligido porque tu papá guarda ese silencio. (A mí puedes decirme cómo está el asunto.) Yo sigo con catarro para no perder la costumbre. Creo que tú tienes la culpa por no estar aquí. Por más que le hago no se me quita. Mi cuerpo ha de decir “si no está ella, me enfermo, me enfermo, me enfermo”, y es como esos niños tercos y malcriados. No puedo hacer nada por convencerlo, para que me ayude a estar bien.

Te tengo unas ganas! ¡Cuídate! El día que te agarre te voy a deshacer. No te voy a dejar un lugareño intacto. (Yo no necesito la noche para tener pesadillas. A cualquier hora que cierre los ojos le miro, y te miro como quiero verte, por donde quiero, lo que prefiero de ti en tal momento. Pero son pesadillas que me gustan; no son en realidad pesadillas, son sueños deliciosos y sed y hambre de ti.) Como ahorita, que te estoy besando con bocas y manos grandes que te aprietan para no dejarte nunca. Porque eres de Jaime.

Yo no he ido al cine desde hace dos semanas. No me dan ganas de ir, tal vez sea el catarro.

Aquí te envío esos timbres. Saludos a tío Luis y tu mamá y tus hermanitas. Pórtate bien, y que ya no te duela la cabeza, sino Jaime

 

Sábado 27 de oct. /51

Josefita chula: En este momento es un descanso escribirte. He estado leyendo un libro de lit. francesa desde las 10 de la mañana y sólo interrumpí su lectura media hora para ir a comer (ahorita son las 7). Estoy bastante cansado y bajé un momento por tu carta (la de ayer), me afligiste con eso de tus vómitos y dolores, pero ya estoy menos intranquilo que tus últimas noticias.

Debes cuidarte como me lo recomiendas, y no sólo predicarlo. Mi catarro se ha reducido a una inflamación de la garganta, por dentro, que me molesta como un empacho; pero ya se irá. Ahorita estoy flojo y cansado. Si no fuera porque el martes es mi examen, me iría al cine. (Además, estoy bruja.) No tengo ganas de nada, listas noches he dormido mal. Me duele el cuerpo como si estuviese irritado. (¡Qué flojera, Chepita!) Sería magnífico que estuvieses aquí. Harías la cena. Yo te miraría moverte de un lado a otro y no te ayudaría en nada. Echado en mi cama, boca arriba, te pediría, sí, un besito, y luego me quedaría pensando en cualquier cosa. En estos momentos se da un beso como tomar un vaso de agua (así son esos besos, inadvertidos pero eficaces). Por eso, también, son tan necesarios, eres tan necesaria tú.

Josefita linda! Estoy tan débil, tan desvalido, tan solo! Es como un agotamiento general; no tengo ganas ni de decirlo; tengo sueño, cansancio. Si estuvieras aquí, en realidad, nomás me quedaría dormido en tus manos.

No he hecho nada. Todos estos días no he hecho nada sino tonterías, apresuramientos, estar con amigos, platicar, perder el tiempo; ni siquiera leer o escribir. Estoy terriblemente incompleto sin ti. Me doy cuenta de que me faltas y de que te busco entre las gentes, en el ruido, pero todo es inútil. Cuando me quedo solo me quedo doblemente solo, por ti y por mí.

Amor, Chepita, mi mujer, no podemos hacer nada sino decirnos esto. Y esperar. Esperar por ti, todo el día, a todas horas, hasta que no llegas. Hasta que se duerme uno y tú no estás y no has llegado y uno se queda dormido y cansado y sin saber nada.

Bueno, chula, cuídate, ya voy.

Jaime

 

Viernes 2 de nov. /51

Josefita chula: He recibido tus cartas —excepto la que no escribiste— puntualmente. Me da gusto que ya tengas clientes y que hagas dinero, y que ya no estés tan mal. Y que me quieras mucho.

Yo estoy bien. Mi catarro se me hizo una bolita y se me atravesó en la garganta y allí lo tengo. Ya no le hago caso. ¿Quieres que te cuente lo que hago? OK.

Hasta el miércoles fui a la escuela. A partir de ayer ya no hay clases, salvo algunas extras que tengo en las mañanas. El martes pasé mi primer examen y me fue muy bien. Ayer llevé a Chita al cine (al Venus). Ella ha engordado bastante y está muy bien. Está enojada porque no le han escrito ni tú ni tu mamá. A Jorge lo veo con frecuencia. Antier me contó que ya terminó con la Lupita (ella lo mandó de paseo). Vamos a ver hasta cuándo dura la separación.

Yo he estado muy estudioso y muy trabajador. (A Chita voy a verla hasta el martes porque este domingo Jorge va a ir por ella; escríbele y pídele tus trabajos porque ya va a estar más desocupada.) De vez en cuando vienen amigos a verme y platicamos y jugamos y la pasamos bien. A veces me aburro mucho y no sé qué hacer. Pero últimamente me pongo a estudiar y así pasan fácilmente las horas. El martes, después de mi examen, me festejé con una ida al cine. Hoy amanecí contento. He escrito algunas cosas de mi Adán y Eva,[59] y esto me alegra. Termino mis exámenes a fin de mes, pero no sé si me atrase mi libro[60] (todavía no lo llevo a la imprenta). Si mi libro está pronto, yo creo que en los primeros 5 días de diciembre estoy allí. (Dentro de un mes, amorcito, ¿te das cuenta?) Los gringos[61] ya saben que me voy a casar y si me dab la beca será para Tuxtla.

(Les dije que puedo venir cada dos meses unos 8 días para conferencias o lo que quieran, y ellos están de acuerdo. Listo es hacerles trampa, porque de todos modos tendría que venir a cobrar la lana, pero no se dan cuenta.) Esto también me alegra, porque ya es muy difícil que se me vaya de las manos.

Pensé que si lleno otra hoja te gustaría, y además tengo ganas de hablar contigo. (¿Te acuerdas de este papel? Está remalo. Pero ya no tengo otro.) Como se trata de contarte lo que hago, te contaré hasta lo que haré. Mañana sábado me voy a ver con Chayito Castellanos en la mañana, para oírle algunas cosas y leerle otras. Acaba de regresar de Europa y el otro día en la escuela nos pusimos de acuerdo. Ella está a punto de casarse con Guerra[62] (un muchacho maestro de filosofía). Te lo digo para que no tengas ni la menor sospecha; aunque creo que eso de tus celos 7a pasó (con el favor de Dios). El domingo estoy invitado por Beto Nazar para comer en casa de su hermana y luego irnos a conocer el Hipódromo (a él le obsequiaron unos pases). Todo el tiempo aparte de esto lo dedico a estudiar (mañana en la tarde, el lunes, etc.) y a pensar en ti. Aunque esto de pensar en ti es, realmente, a todas horas.

Ya estoy más equilibrado. Ya sé lo que quiero (te quiero a ti) y sé cuándo lo tendré (en diciembre). Sé que eres mi mujer y que eso es lo importante. No me interesa nada más. Se lo digo a hombres y mujeres. Esto es ya un hecho.

Chepita querida, ¿verdad que ya puedo contarte lo que hago sin que dudes de mí? ¿Verdad que ya no tendrías celos aunque yo estuviese rodeado de mujeres? Ya es tiempo de que sepamos que nos pertenecemos el uno al otro enteramente, y que fuera de esto nada importa. A mí no me interesa nada sino tú. Te quiero y no me importa decirlo a quien sea, publicarlo, hacérselo saber a todo el mundo. Estoy contento de ti y me alegro de que seas mía. Ya sé que no puedes lidiarme y que no puedo vivir sin ti. Eres mi mujer, lo digo, lo diré siempre.

He podido ya soportar mi cuerpo. A veces se rebela y me dueles mucho, así, tan lejos. Pero ya sé que hay que esperar.

Y yo te espero, yo voy a ti diariamente; Chepita linda, amor.

Cuídate mucho, guárdate para mí, quiéreme. Te voy a deshacer a besos, te voy a apretar hasta que no haya nada entre tú y yo, y seamos una sola cosa.

Te adoro

Jaime

 

Lunes 5 de nov. / 51

Amorcito:

A horita acabo de encontrar en una libreta vieja un montón de hojas en limpio. Están rebuenas, tenía muchas ganas de escribirte, de hablarte, de decirte que te quiero con toda el alma. He pasado estos días muy triste, aburrido ya de estudiar y sin poder hacer otra cosa.

Me dejaste dos días sin carta. Ni sábado ni domingo. Hasta hoy: una hojita con dos fechas, I° y 2 de noviembre. Ya me tienes acostumbrado a tu carta diaria y cuando falta me siento mal, me siento incompleto. ¡Cómo te he deseado estos días! Desde el sábado a mediodía (estuve un rato con Chayito y su novio) no he hecho absolutamente nada sino estar encerrado aquí en mi cuarto y dar vueltas de un lado a otro y regañarte porque no estás aquí. Ese día Beto me dejó un recado diciéndome que no podría venir para ir al Hipódromo porque le habían puesto un examen hoy lunes. El sábado en la tarde vino Pancho Salmerón (el gordo, primo de Fernando)[63] y aquí nos estuvimos platicando (más tarde llegó Quicho)[64] hasta la una y media. Nos echamos unos tragos. Sólo fue media botella de Madero que tenía yo, pero ayer amanecí remal. Estos domingos que he pasado sin ti no puedes imaginártelos. Me bañé temprano y estuve estudiando algunas cosas. No me dieron ganas de ir a visitar a mi tío Nato. Sólo bajé al mediodía a comprar El Nacional y pasé a comer. Luego vine a encerrarme. ¡Cómo te deseaba, chula! ¡Cómo quería que estuvieses aquí, aunque sólo fuese para verte! Cerré la ventana y me acosté a leer un libro de literatura francesa. Como a las cuatro me estaba yo durmiendo cuando llegó doña Lucita[65] a invitarme a jugar dominó con ellas. Fui. A las 5 pasó Jorge, colorado, tembloroso, con una cruda tremenda. (Esto no lo cuentes en tu casa.) No había ido a ver a la Chita (que se ha de haber quedado furiosa, esperándolo). Le dije que fuese a esas horas a verla, pero no quiso. Sólo estuvo aquí un momento. Me invitó al cine pero no lo acepté. (Te digo que no me dan ganas de nada cuando estoy así.) A las 6 dejé de jugar y me vine a encerrar. A las 7 me desesperé y salí. Me fui aquí por Chile hasta Madero.

Tenía unas ganas inmensas de llevarte del brazo. En Madero vi el cine Rex. Sólo tenía yo tres pesos, justo para la entrada. Pagué mi boleto, entré. Eran dos películas que por el título y los actores se conocían mediocres. Había muy poca gente. Aquellos asientos donde nos sentábamos estaban vacíos. Fui a ocupar el mío y extendí mi brazo por encima del tuyo, vacío. No aguanté ni una hora. Al salir, en la esquina, estaba un “Santiago”.[66] Pensé que no me importaría mil veces irte a dejar hasta el fin del mundo y regresar tarde a mi casa, con tal de estar contigo. ¡Chepita! ¿Te puedes imaginar todo esto? Me vine apresuradamente a acostarme. Todavía pasó mucho para que me durmiera.

Hoy amanecí cansado. Eran las 8 y media. Todo esto lo sabes: pongo el radio, me levanto, conecto la parrilla, regreso a mi cama a vestirme, tomo luego el café, leo algo, o escribo, salgo a lavarme. Mientras hacen el cuarto, tomo los huevos, me peino; pero tú no estás ni vas a venir en todo el día. Ya son las 10 o 10:30 , bajo por tu carta (cuando no la encuentro subo más cansado). La leo dos, tres veces. Luego me pongo a estudiar.

Hoy a las 11 vino Jorge; estuvo aquí hasta las 12; me contó que ayer se fue a casa de su tía, la esposa de Noé Gómez.[67] Al rato vinieron Tito y Guillermito.[68] (¿Tú le guardas rencor a Guillermo? Aquella vez te engañé, te dejé creer que él había hablado de ti, pero en verdad nunca lo ha hecho, ni se lo permitiría yo, ni a él ni a ningún amigo mío. Aquella vez fue una muchacha de mi escuela que te conoció. Después cambió de opinión, pero esa vez tenía esa impresión tuya. Yo no te lo quise decir porque era provocarte más celos. Hubieras pensado que teníamos algo que ver, o que cuando menos, ella lo pretendía, y no era así. Muchas veces te he ocultado las cosas por temor de que las interpretases mal. Tú me lo has reprochado, pero yo creo que hice bien. Lo volvería a hacer si tú no cambiaras.) Invité a Guillermito a comer y luego lo corté. Es mucho lo que tengo que estudiar. Me he pasado la tarde leyendo hasta las 7. Hice mi cena y luego busqué este papel. Aquí estoy. Son las 9 y está lloviznando. Aún no sé si iré a dejar ésta al correo ahora mismo. Ya ves de que no he hecho gran cosa. Sólo aburrirme. Sólo desearte, sólo pensar en ti le imagino de mil modos, te veo de mil modos, le beso, le acaricio. Ayer en la mañana me acordé de aquella vez, a principios de septiembre, cuando parrandeé con Juan el día anterior, y tú viniste en la mañana y nos vimos aquí. Y cómo estuve deseándote igual, ayer, cómo hubiese dado un litro de sangre por tenerte, por repetir aquello! Te quiero tanto, Chepita! Me tienes tan enfermo, tan loco! Esto va y viene. Son días terribles de desesperado deseo, o son días muertos, cansados, en que hago las cosas sin saber. Ya estoy cansado de México, de esta vida agitada, revuelta, sin sentido. Aunque tú no estuvieses lejos, ya estuviera cansado. Han sido muchos años. Ahora deseo irme, vivir, vegetar en Tuxtla, estar un poco equilibrado.

Todo esto es prostitución, enfermedad y artificio. Quiero ver árboles, animales, gente sana, simple, tonta, no importa. Me hace falta esa vida directa, sin complejidades, limpia. Quiero casarme. Quiero que me des hijos, que seas mi mujer, que tenga yo una casa, que te mire a ti hermosa y limpia, que mire a mis viejos tranquilos, a mis hermanos, a todo lo que es mío a mi lado. ¡Cómo me gusta saber que te llevan al cine, y qué nostalgia siento! Ya no veo las horas de ir con los tres. Te he visto con mi mamá y qué alegre me he puesto! Quiero verte otra vez, muchas veces, siempre, Chepita querida, mujercita, cómo me faltas. Cómo he aprendido que eres todo lo que tengo! Te aseguro que no me importa ninguna mujer sino tú, que no quiero a nadie sino a ti. Las otras sólo me han servido para quererte más. Pero ya no hay otras sino tú, ya no puede haber nunca nadie sino tú. Quiero que te cuides, amorcito, chula, ya voy a llegar pronto; quiero encontrarte bien y muy bonita. Te voy a dar de besos hasta que digas: basta. Te voy a apretar hasta que te quejes. Te voy a dejar hasta que me mates.

Pero no voy a dejarte de querer hagas lo que hagas.

Jaime

 

Noviembre 10 de 51

Chepita querida:

He recibido tus cartas todas, a excepción de las del 3 y 4 que no me llegaron (si es que las escribiste, cosa que dudo mucho, pues nunca se me ha perdido ninguna desde que estoy aquí). A veces me dan risa y a veces pena, tus cartas. Tus aflicciones y tus dolores de cabeza en realidad son los míos. La estreptomicina te ha puesto a pensar hasta en la muerte, y los clientes en el dinero. Ojalá todo pronto se te quite, y te pongas muy bonita (tú eres lindísima) como te deseo, como te quiero.

Ahora no quiero contarte lo que he hecho, porque en realidad no he hecho nada y estoy cansado (y preocupado, además, por mis exámenes). Lo que yo quiero es abrazarte, besarte, quererte, besarte mucho, interminablemente. Me siento enfermo de tanto deseo. Me da coraje que no estés aquí. ¿No quieres mi boca? ¿No quieres mis manos? Estoy triste, agitado, con unas ganas inmensas de ti, de tus labios, de todos tus labios; estoy retriste. Eres tú tan linda, Chepita! Realmente, tan linda! Y te quiero tanto, y me haces tanta falta!

Ya no veo las horas de que pase esto pronto. Me desespero, me canso. Ojalá que con mi libro no me atrase más. (Ayer lo llevé. Me dijeron que estaría a más tardar el 10 de diciembre. Ojalá. Mi último examen va a ser el 5. ¿Sabes cuál? ¡Latín! Lo pedí extraordinario y me lo concedieron. Ahora no tengo tiempo ni para respirar. Se me ha olvidado todo, y estoy viendo que es difícil recordarlo y aún más aprender tantas cosas nuevas. ¡Y luego tengo 5 exámenes más, en estos días —hasta el 26—, y hay que prepararlos, y hacer trabajos, y el colmo! Estoy hecho bolas. Es un relajo.) Acabo de recibir telegrama de Natalia anunciándome la venida de Juan. Y ahora no sé: Juan, el libro, los exámenes, todo, ¿de dónde voy a sacar tiempo?

Bueno, todo saldrá. Todo saldrá, y dentro de un mes estoy contigo. ¡Qué maravilla! Mi Chepita chula, tengo tantas ganas!

Anoche estuve en la fiesta de los gringos, pero tú eres la más bonita de todas. Mientras más mujeres veo, más me convenzo de ti, de que no hay una como tú. ¡Cómo te quiero! Ponte bonita, ya no estés enferma, engorda un poco, no quiero verte flaca, quiero que estés apretada, deliciosa. Te imagino incansablemente. No sabes con cuántos ojos te miro, con cuántas bocas te deseo; eres insustituible, lo sé, no hay una como tú.

Es inútil. Mejor te voy a contar algo. Recibí el giro de Chita pero no se lo he entregado. Ya no va a su escuela, ni viene aquí, ni puedo ir a su casa porque siempre se va a estudiar a casa de una amiga. ¿Qué hago sino esperar a que buenamente venga? No la he visto desde hace 10 días; dijo que vendría el martes de esta semana, y otra vez me quedó mal. Luego ni a Jorge he visto. No tengo ni con quién avisarle ni cómo dar con ella. No le he dado, pues, ni su dinero ni tus encargos. Seguiré esperando a ver si viene, y dile a tu papá que perdone pero no puedo hacer más. (Además, no es para afligirse, porque ella tiene siempre sus centavitos, y tiene que venir si le hacen falta.) Saluda a tío Luis y tu mamá y tus hermanitas.

Ya iba a terminarla aquí, pero mejor voy a seguir. Quiero que estés contenta, y si te alegra saber lo que hago, te lo contaré. De veras me dan ganas de alegrarte, de saber que estás feliz.

No sé ni cómo voy a llenar esta otra hoja, pero algo saldrá. Te quiero tanto que sólo pienso en mirarte contenta. Mi Chepi linda! Me pasaría la hora escribiendo: ¡mi Chepi linda! Y me pasaría todas las horas besándote, desde la punta de los pies hasta arriba, sin dejarte un solo lugar vacío. Estoy medio de cruda, imagínate. Es una cruda de sueño (anoche no tomé) pero cruda al fin. Me acuerdo de los días de cruda, de las mañanas, de las tardes contigo. ¡Cómo no estás aquí!

El martes, el miércoles, el jueves, todos estos días no he hecho sino ir a la escuela, a la biblioteca, a alguna clase extra, a conseguir un libro con algún amigo. Esto en las tardes. En las mañanas y de noche estudio aquí en mi casa. Sólo anoche salí a esa cena. Fue en la calle de Xola, en casa de Miss Shedd.[69]

Habia como 30 gringos y unos 20 mexicanos y de otros países. Me lleve la gran sorpresa al oír que había marimba. (Una marimbita de las que acostumbran aquí, con acordeón y otros instrumentos.) Repartían un ponche caliente que era pura miel (quizá por esto no tomé).

Todo mundo hablaba en inglés, un relajo. Me presentaron a muchas personas que habían oído hablar de mí o leído algo mío. Casi me aseguraron que me darían la beca el año entrante (y que a lo mejor empieza en enero y no hasta julio). Una señora me sacó a bailar.

Yo creí que se trataba del “arrastre” mío, pero me desinflé al rato cuando vi que lo hacía con otros. En realidad, estos gringos tienen un carácter raro. La mujer baila por una parte y el marido por otra, y al final se reúnen y se dan de besos y se van encantados de la vida.

Bailé 3 o 4 tandas, con diferentes mujeres, y me reí mucho porque apenas si nos entendíamos. Desgraciadamente sí entendía a una poetisa salvadoreña, que me recitó dos poemas larguísimos y horrorosos de su propia cosecha. Sufrí también la acometida de un gringo que hablaba de unos cuentos suyos y que terminó obsequiándome una revista en inglés de la que es director. La cena también fue a lo gringo: se hace cola, se toma un plato y se pasa por unas mesas donde están las ollas con frijol, las medias lunas, las quesadillas, etc., y que unos meseros depositan en las manos de uno. Todo es informal y las gentes andan con su plato por todas partes. Cada quien se sirve al gusto, lo mismo de comer que de beber. Después sacaron un “Pancho Conejo” (tequila, con refresco de toronja) al que le entran mejor que los mexicanos. Casi siempre las mujeres toman más que los hombres, pero para que se emborrachen ha de pasar mucho tiempo, ¡tienen un aguante! Todo terminó a las 2 de la mañana (la marimba se fue a la una) y ni escándalos ni nada. En realidad, saben divertirse y son muy medido. A mi me gustó la informalidad de todo. Quieren que uno se sienta como en su casa, y lo logran.

Ahora estoy desvelado porque tuve que levantarme temprano. Tuve clases extras en la escuela toda la mañana. Hoy en la tarde no he hecho nada. A propósito me tiré en la cama para pensar en ti. Y luego escribirte. Ya son las 7 Vi y voy a ir al correo. Tal vez después me meta a un cine. Estoy aburrido, estoy deseándote, queriéndote como nunca. ¡Chepita chula, linda, me haces tanta falta!

Bueno, amorcito, cuídate, escríbeme, quiéreme.

Te adora

Jaime

Me gustaría que les leyeras a mis viejos todo esto de la fiesta. Les va a agradar.

(¡Pórtese bien!)

 

Jueves 15 de noviembre / 51

Chepita querida: Es la una de la tarde y acabo de bajar por tu carta (la del 13). Me bañé hace rato y estoy cansado, con una lasitud de todo el cuerpo, flojo como de hule. No he querido hacer nada en toda la mañana. Me levanté hasta las diez. Todas estas noches había dormido mal y ahora quise desquitarme. Pero amanecí triste, intoxicado de ti, deseándote. Antenoche descubrí que siempre sueño contigo. Después se me olvida; pero antenoche desperté a tiempo de darme cuenta. Es la idea sexual fija, constante, con todas las variaciones posibles pero siempre la misma. Te repites incansablemente, a todas horas, de mil modos. Yo estoy cansado en este momento, con fuerza apenas para escribir, y veo las cosas serenamente, como un espectador, como han de verlas los que ya están viejos.

Ayer se fue Juan. Me quedé triste. Me fui a la escuela a un examen. Más tarde pasé a la imprenta; me dijeron que entre el 7 y el 10 de diciembre estaría mi libro. Luego vine a cenar. Mañana tengo otro examen, no lo he preparado; hoy en la tarde y mañana lo haré.

Estos días no he podido, a todas horas con Juan, y casi siempre para puros negocios de política. Sólo el domingo paseamos. Los otros días, de un lado para otro, arreglando sus asuntos. Pero me acostumbré; me hace falta. Ojalá haya llegado bien.

Tengo sueño todavía. Me gustaría descansar mi cabeza en tus muslos y dormirme. Es larga la tristeza, y honda. Tengo sueño. Tengo ganas de ti para dormirme. Estoy tierno y cansado, y quiero tus manos para besarlas. ¡Qué finas son tus manos! ¿Para qué el consultorio y tantas groserías que le haces a tus manos? (¿Por qué dudas en cerrar a las 5? ¿Tiene sentido el que trabajes para volverte a enfermar? Una cosa es ayudar a tus padres, y otra perjudicarte. No hagas tonterías. Por unos pesos más, puedes arruinarte. Bien sabes lo que quiero.) A tus hermanitos no los he visto, y aquí le tengo su dinero a Chita. Veremos hasta cuándo.

Te mando esos recortes. El del “Jueves de Excelsior” me dio risa. Pancho Salmerón lo encontró y me lo trajo. ¿Cuándo fuimos a los toros en julio? El otro, ¿no te gusta? Todo mundo sabe ya que voy a casarme pero mi novia quiere seguir enferma.

¿Qué hago con mi novia? Lo primero que voy a hacer en diciembre es apretarla a besos. La voy a destrozar. (Me preocupa lo del año entrante. ¿Cómo vamos a hacerle? Yo ya no quiero que nos separemos ni 15 días más. Y tengo que estar aquí hasta julio. ¿Qué has pensado? ¿Cómo resolverlo? Tú vienes sólo un mes a titularte y luego regresas. Quedarían abril, mayo, junio, julio! ¿Te das cuenta? Si estos dos meses han sido imposibles, ¿qué pensar de cuatro? A lo macho, yo ya no quiero dejarte, no podría; no quiero que nos separemos nunca más. Te conocí, te quiero, ya no es posible vivir lejos.) Josefita querida!

Bueno, linda, pórtate bien, engorda, ten el pelo largo, ya no más ronchas, ponte bonita, bonita.

Te manda un montón de besos.

Jaime

Ahorita —viernes a las 8 de la noche— regresé de un examen de la escuela. Hoy en la mañana recibí tu carta de antier. Me da gusto que tengas ganas de darle una probadita al dulce y te aseguro que te lo estoy guardando para diciembre. A mí me encantaría también. Hace un momento me encontré con Jorge que anda con Enrique Güiris.[70] Dice Jorge que te manda un abrazo, y que el 23 de diciembre está allí. El dinero de Chita ya se lo llevó desde hace 3 días, pero a ella no la he visto. OK. Cuídate. Te quiere Jaime.

Te mando un besito para donde tú sabes.

(¡Pórtese bien!)

 

Viernes 23 de nov./ 51

Josefina querida: Acabo de recibir tu carta de antier y me da coraje saber lo que te pasa. No me imaginé que estuviesen así las cosas. Pero quiero decirte que haces bien y que me alegras mucho portándote así. Nadie tiene derecho a exigirte lo contrario, y ya deben de irse dando cuenta de que me perteneces y que nuestra vida, nosotros dos, es lo importante. Debes continuar en esa forma sabiendo que yo te apruebo en todo. No te vas a casar con tu profesión ni con la sociedad, sino conmigo. Además, una cosa es ser sociable y otra cosa es prostituirse. A lo macho. Estoy enojado. Qué fiestas ni qué la chingada!

En realidad, me lo explico muy bien (es el espíritu del empleado que quiere quedar bien con los jefes), pero no lo justifico, y mucho menos si tú has de participar en ello.

A mí me importa un pito tu profesión ni tus relaciones sociales. Te quiero a ti y exclusivamente a ti, y vas a ser mi mujer y la dueña de mi casa, no un anzuelo para “triunfar en sociedad”. Si te llaman orgullosa sigue siendo orgullosa. No tenemos más que a nosotros mismos (yo a Chepita, tú a Jaime) y no podemos arriesgarlo en vanidades.

No te hagas tampoco un desastre de ello. Ya voy a llegar. Aguanta, no hagas caso, no escuches nada. Sabe que yo estoy contento de ti, que me da gusto saber que te portas bien, y que te quiero siempre y más porque eres mi mujer. No tienes que rendir cuentas a nadie sino a mí, no vas a vivir el resto de tu vida sino conmigo, y yo te quiero, yo confío en ti, yo sé que lo que haces está bien hecho.

Creo que para el 10 estaré contigo; ya son pocos días. Diles que para entonces, irás a fiestas. Y si no les gusta, también irás. Que no estén fregando: yo no quiero pelear, no quiero arrebatarte sino tomarte de tu familia. Pienso que es lo mejor llevarse bien con ellos.

Pero que no frieguen, que nos dejen en paz, no queremos intrusos. Porque si no, yo lomo lo que es mío, lo agarro, lo quito a pesar de Dios padre. Y tú eres mía, de nadie más, que lo sepan.

Bueno, chula; ya ni pude contarte nada. No hay nada en realidad. Te quiero a todas horas, hago como que estudio, voy a la escuela, paso algún examen (el lunes serán tres) pero en el fondo sólo te estoy queriendo, pensándote, diciéndote muchas cosas. Las mismas que te voy a decir dentro de unos días. Las que te voy a hacer. Te adoro, soy eternamente tuyo.

(Aquí te va un besito de Jaime.)

 

Miércoles, 28 de nov./51

Mi Chepi linda: Hoy recibí tu cartita de antier (todas las he recibido a tiempo). Me da gusto lo que me cuentas, y muchas ganas de estar contigo. Yo creo que para el 10 podré irme. Todos los días voy a la imprenta y al paso en que va mi libro va bien. Ojalá siga así, pues si no hay contratiempo me lo entregarán el 8 o 9. Ya tengo muchos deseos de irme. Sólo pienso en ti y te deseo. ¡Qué a gusto vamos a pasarla de hoy en adelante! Esta ausencia después de todo, nos ha hecho bien: hemos entendido que no podemos vivir separados. Yo tengo los mejores propósitos e intenciones. Siempre me voy a portar bien para tenerte contenta. A mí no me importa nadie más que tú, y te lo voy a decir diariamente con mi conducta, con el trato, con el respeto que te tengo. Quiero que lo sepas definitivamente, que nos entendamos bien, que no haya ni una sospecha ni una duda. Haz tú el proyecto, el plan de vacaciones; a dónde quieres ir, qué se te antoja, todos tus deseos y caprichos: yo lo cumpliré. Prepáralo todo ahorita y pídeme lo que sea. Te pertenezco totalmente. No deseo otra cosa sino que estés a gusto. En lo único en que yo voy a mandar, será en los besos que te daré, en las caricias que no podrás evitar. Aquí vas a ser obediente y te vas a dejar matar por mí, porque te voy a deshacer, ya verás. ¡Me he pasado tantas noches, tantas horas, deseándote, imaginando todo! Te sé de memoria, y te repaso diariamente, con mis ojos cerrados, con mi boca, con mis manos, con mi cuerpo todo, con cada célula. Necesito olerte, gustarte, verte, tocarte, oírte. ¡Si supieras cómo está el dulce de necesitado de ti! (Ya voy, amorcito. Te voy a llenar la boca mil veces, y los oídos, y el cuello, y los ojos. Todo lo que quieras. Lo deseo, lo quiero, es urgente.) Ahorita voy a ir a la escuela a dejar un trabajo. El lunes pasé mis exámenes y me fue muy bien. El domingo llevé a Chita al Rex. Estaba lleno, tuve que sentarme en las gradas. Va a venir este domingo próximo; dice que ya compró tu aguja y los otros encargos. Si me voy antes, yo te lo llevo todo. Jorge está bien. Yo sólo me la paso estudiando y yendo a la imprenta. Parece que no quieren dar el extraordinario de latín hasta marzo (somos seis los que lo presentarán) porque hasta entonces tendrán las calificaciones y sabrán si es la última clase que uno debe. Pero yo lo estoy preparando para el 5, pues a lo mejor se apiadan y lo conseguimos para entonces. Fuera de esto, no hago nada, sino pensar en mi Chepita querida y desearla y quererla mucho. A todas horas.

Escríbeme, chula, y cuéntame de todo. ¡Has de estar relinda! ¡Tengo unas ganas de verte y de salir contigo a todas partes! Nunca he estado tan enamorado de ti. Te quiero, te quiero, te quiero mucho, mucho, mi Chepi linda. Cuídate. Deséame, quiéreme, ya voy, te llevo a todo Jaime, completo, tuyo.

 

México 1° de dic./51

Josefita querida: Recibí hace un momento tu cartita de antier, y acabo de leer ahorita las tres últimas.

¡Cómo me da gusto leerlas varias veces! Pienso que el amor te hace escribir bien, decir las cosas bien, expresarlas. Con sus errores de ortografía y todo, me gustan como la mejor obra literaria. Y te quiero mucho por ellas, por lo que dices y por lo que no alcanzas a decir. Yo estoy convencido de que mi mujercita es la mejor de todas, y la quiero mucho todos los días, puntualmente, como si cumpliese con un rito o una ceremonia. Josefita linda, la más linda entre todas las mujeres, Josefita querida, la más querida siempre!, yo tampoco puedo decir mucho: para decirte lo bonita que eres necesito besarte y besarte y besarte, hasta que mis labios a puros besos te lo digan.

¿Qué hacer si no puedo irme antes, chula? No puedo dejar el libro a medias. Tú sabes que tengo tantas ganas como tú de estar allí. He pensado que para el 10 —si hay suerte— puedo irme. Entonces aunque sea un día de la fiesta pasaremos juntos. Ojalá. Ojalá que me entreguen pronto el libro y que no se vayan a atrasar. Tú no sabes lo que es una imprenta: voy todos los días, todos los días, dos o tres horas diarias, a verlos. Los hago trabajar, los apresuro, pero no puedo hacer lo imposible. Creo que si todo sigue bien (¡y con mucha suerte!) me lo entregarán el 8 o el 9 —y demos gracias a Dios de que así sea. Yo también estoy desesperado, y no te imaginas las que paso. Pero ¿qué hacer? Necesariamente tengo que esperarlo. No puedo ni siquiera ir a apartar el pasaje, porque no sé cuándo estará (oportunamente yo te avisaré para que dejes de escribirme). Y ahora ya no tengo ni qué hacer. El examen de latín lo negaron siempre, con excusas de que en marzo lo concederán con mayores facilidades y no sé qué cuentos. Así es que estoy de ocioso. Ayer en la tarde fui a la imprenta y hoy en la mañana (ahorita es la una) volví a ir, y todos los días seguiré yendo a mañana y tarde. Si alguien está interesado en que termine pronto soy yo. ¡Va longo unas ganas! Ya vas a ver: en dos o tres días voy a aprender a manejar, y luego las grandes paseadas que nos vamos a dar. Además, no te voy a perdonar ni un beso. A razón de 5 besitos diarios son 300 los que me debes.

Bueno, voy a seguir escribiendo para que estés alegre (y voy a ponerle entrega inmediata para que la recibas mañana domingo antes de irte al cine). Y son 300 sin contar los de estos días que faltan. Así que prepárate. Te digo que te voy a dejar sin fuerzas: vas a necesitar sobrealimentación. Los besitos, y lo demás, hasta que digas: ya no. ¿Te has dado cuenta que ya llevamos dos meses sin vernos? (Antes que se me olvide: lo que hiciste en la chamba está perfectamente. Si te siguen fregando, mándalos al diablo. ¿Por qué estaré tan educado ahorita? No te pongas miedosa ni te conviertas en una pobre empleadita. No quiero a mi novia con complejos de burócrata. Ningún doctorcito de mierda te va a dar órdenes.

Cumple con tu trabajo y nada más, y si te ponen obstáculos no vuelvas a pararte en Salubridad. Ellos tienen también obligación de servir al pasante. Y después de todo, ¿qué chingao importa todo eso? Te he dicho mil veces que no vamos a vivir de tus sacadas de muelas, y que no vas a depender de nadie sino de mí. Mejor la corto.) ¿Cómo estás? ¿no has engordado nada? ¿qué es eso de tener gripes? ¿ya se te quitaron las ronchas? ¿quieres casarte con Jaime? ¿qué le vas a dar? ¿puro toloache? ¿con eso de necesitar tanto el dulce te vas a volver diabética? ¿qué es lo que te gusta más: el dulce o el toloache? ¿los dos al mismo tiempo, o primero uno? ¿si uno primero, cuál? Ahora que yo llegue ¿vas a estar bonita? ¿qué me vas a dar? ¿sabías que el pobre de Jaime está reenamorado? ¿hecho un idiota? ¿pensando sólo en su Chepita linda, queriendo darle un besito en sus labios bien abiertos y húmedos? ¿tú sabes con qué vas a amarrarme para que no te deshaga? ¿sabes dónde vas a poner mis manos, mi cabeza, mi boca?

¿Por qué no vamos al cine hoy? En vez de ir a la imprenta, tomamos café aquí en el cuarto y luego nos vamos a ver una buena película. Si tú quieres nos quedamos, no vamos a ninguna parte, y luego cenamos aquí. Hace rato compré una latita de sardinas portuguesas y tengo unas cervecitas y un Maderito (aparte podemos comer huevos o chuletas, lo que quieras). ¿Qué te parece? Nos damos el tiempo que queramos para una y otra cosa. Ni quién nos apure. Ni quién venga a molestarnos. ¿Vienes?

¡Pensar que todo esto en realidad podría disfrutarlo contigo! Así solo, no sirve para nada ni el dinero ni nada de lo que tengo. Ni yo mismo. No sirvo para nada sin ti. Te quiero. Soy tuyo. No sirvo sino para desearte, y quererte mucho, siempre, toda la vida.

Jaime

 

Domingo 2 de die. /51

Josefita querida: ¿Qué estás haciendo? Esta tarde cabrona está insoportable. Son las 5:30 y no tengo ganas de hacer nada. La Chita no vino, quién sabe por qué; de por sí es muy informal. Al mediodía llegó Jorge y nos fuimos a comer juntos; hace rato, a las 4, se fue al cine. Me gustaría ir; pero luego ¿para qué? Es domingo y todos han de estar muy llenos.

¡Cómo he tenido ganas de que estuvieses aquí! Estoy oyendo los toros, pero salgo a la ventana y doy vueltas en el cuarto y estoy desesperado. Ayer te escribí, pero ¿por qué no hacerlo hoy, si tengo tantas ganas de hablarte?

En este día no viene el cartero, y tu carta me hace falta desde temprano como un pan. ¿Qué haces? Miro tu foto. Te digo: mula, ¿por qué no estas aquí? Son chingadtras. ¿estás en cine con mis viejos? ¿Y yo? Hecho un idiota. Lo peor es que no tengo ganas de cambiar: ni tic salir, ni de quedarme, ni de nada. Pero sí tengo ganas: de ti, de ti, de ti. Estoy hambriento de ti, muriéndome, destrozado. ¡Qué antojo, qué deseo, qué necesidad de tenerte! Ya me debiera dar vergüenza. Eres como una droga, como un vicio, no es natural, no creo que nadie, por más enamorado, sienta así. Esto es de mi piel, de mis glándulas, de mi alma, de mis ojos, de mis manos, de mi boca, de todo lo que soy, lo que te pertenece, lo que es tuyo.

Yo podría buscarme una vieja ahorita; pero ¿para qué? No puedo, no quiero, te quiero a ti, lo demás no me importa, me engaño, me hago mal; sólo tú eres verdad, eres lo mío, lo que quiero, yo mismo.

¡Chepita linda! ¡Muía! ¿Por qué no estás aquí? Te aseguro que estos días los mido en minutos, en pedacitos de tiempo, unos sobre otros, largos, eternos. Ya no veo las horas de que sea el 10, el 12, el día que pueda irme. Estoy jodido, a lo macho, ya no aguanto. El dulce se está cociendo, se derrite. Ahorita no hay nadie en toda la casa. Sólo estoy yo, deseándote, deseándote, deseándote. Tengo la sangre hirviendo, me arden los ojos, te quiero, es urgente.

Jaime

 

Jueves 6 de dic. /51

Josefita chula: ¿Cómo estás, amor? Ni ayer ni hoy recibí carta tuya. Desde aquellas simultáneas del lunes, no ha habido nada. A mí me hacen falta. Me siento mal todo el día. Espero que mañana me lleguen, porque si no te voy a jalar las orejas.

Acabo de llegar de la imprenta y mientras el sartén se calienta te escribo. Ésta la voy a dejar hasta mañana. Son las 8 y tengo hambre, y tengo ganas de ti. Pasé hace un momento al correo a dejar una carta a mi mamá y pensé escribirte. Ahorita tengo ganas de jugar contigo, te quiero mucho. Quería decirte: “Josefita, Josefota, Josefita”. ¿Qué has hecho? ¿Cómo está mi toloache?

Ahora sí creo saber exactamente el día de mi viaje. Según mis cálculos más aproximados, casi estoy seguro de salir el viernes dentro de 8 días, para estar allí el sábado 15 en la mañana. Ahora le ofrecí treinta pesos extras al muchacho de la imprenta si lo termina el sábado (ahorita es puro imprimir, ya todas las pruebas están corregidas). Me dijo que le haría la lucha (son unos cabrones). Si efectivamente lo cumple, entonces mi libro se va a encuadernación el lunes temprano; allí tarda tres días (Dios mediante y todos los santos) y me lo entregan —listo—el miércoles en la noche o el jueves a más tardar: El viernes a las 8

sale Jaimito a Tuxtla: el sábado temprano se agarra a besos con su Chepita. ¿Qué te parece?

(Enciéndele unas velitas a san Apapucio y las 11,000 vírgenes, por favor.) No te imaginas los cólicos que he pasado. A todas horas estoy en la imprenta, y ni así. Ojalá que esta vez se cumplan mis cálculos. Yo creo que sí. Ya no puede tardar más!

Bueno, chula, voy a hacer mi cena, ¿no gustas? Después podría darte un dulce exquisito que tengo guardado para ti —con el que, de seguro te llenarías la boca—. ¿No quieres?

Okey!

 

7 de die. [1951]

Amorcito:

Se me estaba olvidando decirte que antier recibí el giro de tu papá para Chita. Ya lo cobré y se lo tengo guardado aquí. Me dijo (el lunes estuvo aquí un momento con Jorge) que el sábado (mañana) temprano vendría: y que en cuanto pase sus exámenes, esto es, el jueves de la semana entrante, empezaría a hacer todos tus encargos. Dice que ella se va el domingo 16, pues tiene que cobrar tu beca. Me gustaría esperarla, pero francamente ya no aguanto, y si puedo irme, como te digo, el viernes, pues me voy. (Tú puedes seguir escribiéndome, con seguridad, hasta el martes incluso. Después ya no.) Recibí tu carta del 5 (de la del 4 no dices nada, eres muy mañosa) y ya daré tus recomendaciones a Chita. Ahorita son las 9 de la noche y acabo de regresar de la imprenta.

Pasé a cenar abajo una milanesa (me aburren los huevos) y en el apartado encontré una tarjetita de Fernando en donde me dice que hoy en la noche vendrá con García Díaz[71] a visitarme y festejar mi libro. Pienso que ya no ha de tardar.

Como ves, todo el día he estado fuera. Éste, especialmente, me ha dejado sin aliento. Me duele todo el cuerpo de tanto andar: de aquí a la imprenta me voy a pie, y luego fuimos a buscar el papel para la portada y más tarde fui a ver a los gringos y después otra vez a la imprenta, y todo de nunca acabar. Pero estoy contento. Mi libro está quedando a todo dar.

Hoy le compré un buen papel: los gringos me obsequiaron 500 pesos. (Hasta hoy me los dieron; no les he dicho nada a mis viejos porque espero que me manden mi pasaje; en realidad, me quedan 200 lanas libres de polvo y paja, pero pienso dártelos a ti para la alcancía; no voy a gastar ni un centavo.) Estoy cansado y contento, Chepita. Todo lo que me ha costado este libro cuando menos es por algo. Ya lo verás. ¡Qué diferencia de Horal!

Y además ya voy a estar contigo, con mis viejos, con todos ustedes, con mi familia.

¡Qué descanso, qué alegría!

Bueno, amorcito, linda, te besa y te quiere mucho.

Jaime

 

Sábado 8 de die. /51

Josefita querida: Quise escribirte hace rato, al mediodía, pero no pude de tan enojado que estaba. Ahora ya se me va pasando, ni modo. El caso es que fui a las 11 a la imprenta pensando que a lo mejor ya ni encontraba mi libro que se había ido a encuadernación, y me llevé la más desagradable sorpresa. El muchacho no trabajó anoche, como se comprometió, y hoy ni siquiera me dio la cara. Me peleé con el papá, que es el dueño, porque francamente son chingaderas, para qué se comprometen. Ahora no han hecho nada (ya sólo faltan 30 páginas de imprimir, es lo que me da coraje) y esto lo harán hasta el lunes. Así que el libro se irá a encuadernación el martes; dos días perdidos. Ni porque les ofrece uno paga extra. Ya no quiero ni hablar. Ni pensar, ni decir “Tal día me voy”. Parece que todo se me enchueca a propósito.

En realidad, estoy desilusionado, ya no me importa nada, es imposible hacer algo con estos hijos de su madre. Informales, cabrones.

Hoy temprano vino Chita. Le di el dinero. Dice que ayer pasó su examen y le fue bien. El lunes o martes tiene el último y luego hará tus encargos.

Anoche vinieron Fernando y Adolfo. Trajeron una botella de whisky y estuvimos platicando hasta las 4, todos muy en juicio, rarísimo. A esas horas todavía me puse a leer, sin sueño, y me dormí cerca de las 5. A las 9 vino Chita y tuve que levantarme. Ahorita, las 4 de la tarde, quisiera dormirme, no tengo cruda pero sí mucho sueño, quisiera que estuvieses aquí, sería maravilloso. Te lamería yo. Ya sabes cómo amanezco estos días. Me desintegro, se me cae la piel, del deseo, de desearte.

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