La vaca

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Capítulo ocho

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CAPÍTULO OCHO

Cinco pasos para deshacerte de tus vacas

«Desde que tengo memoria, he utilizado el principio de “si vale la pena hacerlo, es mejor hacerlo bien o no hacerlo”. Cuando lo leí en este libro, no pensé en ello como si se tratara de una vaca. De hecho, estaba un poco molesta de que se le tildara de excusa. Pero después de continuar la lectura, comencé a darme cuenta que en muchas instancias, realmente yo utilizaba esta frase como una justificación para no actuar. Cuando me fui al Japón, a enfrentar una nueva cultura y un nuevo lenguaje, comencé a estudiar el idioma y llegué a hablarlo y comprenderlo muy bien, pero no me sentía lista para solicitar el trabajo que quería, así que lo pospuse. Luego, quise comenzar mi propio negocio, pero pensé que antes de saltar al ruedo necesitaba conocer mejor las costumbres y forma de hacer negocios y nunca empecé. Después de leer este libro me di cuenta que era víctima de esa vaca. He tomado la decisión de conquistar mis temores y ser la persona que realmente quiero ser».

Mirna, Tokio, Japón

Durante mis presentaciones, cuando le pregunto al público quién de ellos tiene la ligera sospecha que ha venido cargando con alguna vaca, muchos levantan la mano rápidamente admitiendo su culpabilidad. Otros hacen un gesto un poco más discreto reconociendo que hay un problema, pero sin admitir abiertamente ningún error. Y de vez en cuando, algunos le dan un leve pero acusatorio codazo a su acompañante, desviando así la culpa lejos de sí mismos.

Lo interesante y curioso acerca de las vacas es que es mucho más fácil descubrirlas en los demás, que reconocerlas en nosotros mismos. A pesar de la dificultad que tenemos en hallar cualquier falta en nuestra manera de pensar o actuar, tenemos una facilidad extraordinaria para encontrar las fallas de los demás. Sin embargo, el primer paso para deshacernos de las vacas es admitir que las tenemos.

Recuerda que nada sucede a menos que tú actúes. Ser consciente de las excusas, lamentar haberlas utilizado o desear que no existieran, no tiene ningún sentido, si continuamos permitiendo que gobiernen nuestras acciones. Lo único que te permitirá tomar nuevamente el control de tu vida es la acción rápida y decidida. Por ello quiero compartir contigo cinco pasos sencillos que te ayudarán a empezar hoy mismo a deshacerte de tus vacas de una vez por todas. Te aconsejo que busques papel y lápiz, de manera que te beneficies ampliamente de este proceso.

Debo hacerte una advertencia: ninguno de estos pasos es opcional. Algunos de ellos seguramente resultarán difíciles y poco agradables, pero son necesarios. Así que, sé honesto, paciente y firme en tu empeño, y muy pronto comenzarás a notar cómo tu caminar se hace más ligero y la carga más liviana, al liberarte de las vacas que has cargado por tan largo tiempo.

Primer paso: identifica tu vaca

Esto seguramente tomará algún tiempo. Este proceso de autoevaluación es quizá uno de los pasos más difíciles que vas a dar, ya que a pocos nos gusta admitir que debemos cambiar. No esperes que tus vacas salgan de su escondite y se rindan, demandando ser sacrificadas. La realidad es que, al ser confrontados con la necesidad de cambiar, muchos de nosotros preferimos defender y justificar nuestra situación presente antes de tener que aceptar que debemos actuar.

Hay dos razones principales por las cuales nos es tan difícil aceptar que estemos cargando alguna vaca. Primero, como ya lo he mencionado en más de una ocasión, es posible que tengamos muchas más de las que estemos dispuestos a admitir. Segundo, muchas personas simplemente no son conscientes del número de excusas, pretextos y justificaciones que utilizan diariamente, pues éstas son parte de su naturaleza y ya no les incomoda su presencia. No obstante, si queremos deshacernos de ellas, debemos primero aceptar que las tenemos.

¿Te has dado cuenta cómo las vacas de otros son excusas absurdas que vergonzosamente buscan justificar lo injustificable, mientras que las vacas nuestras son hechos reales que ilustran lo injusto de una situación en la que nosotros somos las víctimas?

Anteriormente mencioné que las vacas sólo existen en el pensamiento. Sin embargo, suelen manifestarse en el lenguaje cotidiano, así como en los hábitos y comportamientos. Por esta razón, este primer paso exigirá que tomes papel y lápiz y deliberadamente te pongas en la tarea de identificar estos pensamientos, expresiones, hábitos y acciones —vacas— que forman parte de tu diario vivir.

A partir de este momento, quiero que mantengas tus ojos y oídos bien alertas a la presencia de cualquier vaca que se insinúe en tu manera de pensar, hablar o actuar. Recuerda que todas ellas vendrán disfrazadas de excusas, justificaciones, pretextos, mentirillas blancas, limitaciones, miedos, evasivas y otro tipo de expresiones que hacen parte de tu vocabulario. Y aunque en ocasiones sea difícil describirlas, siempre las reconocerás cuando las veas. La clave para descubrirlas está en prestar atención a la manera como te expresas externa e internamente. Recuerda que tus palabras y tu diálogo interno tienen la capacidad de programar tu mente subconsciente, influir en tus decisiones y forjar hábitos.

Cuando les pido a las personas que, de manera consciente, tomen nota durante el día de las veces que dieron una excusa por cualquier cosa, regresan sorprendidas de la cantidad de pretextos que utilizan constantemente.

Es posible que quieras revisar nuevamente los diferentes tipos de vacas que identificamos en el capítulo cuatro, de manera que las reconozcas fácilmente y ninguna de ellas se te escape o pase inadvertida.

Otra manera de identificarlas es examinando qué áreas de tu vida son susceptibles de mejorar. Digamos que no estás muy contento con los resultados obtenidos en tu vida profesional. ¿Qué es exactamente lo que no te gusta? ¿Qué es lo que ha originado estos pobres resultados? ¿Crees que ha sido culpa de algo o de alguien más? ¿Qué puedes hacer al respecto? ¿Por qué no lo has hecho aún? ¿Qué decisiones tomarás ya mismo para cambiar esta situación? Todos estos interrogantes seguramente se pondrán cara a cara con algunas de tus vacas en esa área de tu vida. Toma nota al respecto.

He aquí otra sugerencia: ¿te escuchas utilizando algunas de las siguientes expresiones con frecuencia?

Quisiera hacer esto, pero…

Perdona el retraso. Lo que sucedió fue que…

Mi temor es que…

Si tan sólo tuviera…

Honestamente, el problema es que…

Para qué trabajar tan duro, si al final…

A decir verdad…

Las palabras que vienen después de cualquiera de estas expresiones, seguramente, o son una vaca o están ocultando una. Toma nota de ellas. Decide qué vas a hacer al respecto.

Advertencia: este paso puede ser doloroso. Nadie quiere estar cara a cara con sus propias excusas y debilidades. Sin embargo, para deshacernos de ellas de una vez por todas y evitar continuar siendo sus esclavos debemos tener el valor de mirarlas a los ojos y decirles: «No voy a permitir que sigas controlando mi vida». Ése es el verdadero reto de este primer paso.

Segundo paso: determina qué creencias limitantes se esconden detrás de cada vaca

Examina tu lista y analiza qué creencias limitantes o juicios errados yacen bajo estas excusas. ¿Por qué se encuentran en tu lista? ¿Quién las puso allí? ¿Dónde las aprendiste? Además, piensa si estas razones son reales o no, si tienen sentido o son irracionales.

Como ya lo mencionara, muchas de nuestras vacas las adquirimos durante nuestros años de formación escolar, durante la niñez y la adolescencia, y las hemos cargado por tanto tiempo que las aceptamos como verdades incuestionables. Sin importar si las adquirimos voluntariamente o permitimos que alguien más nos las obsequiara, toda vaca oculta una idea errada que creemos cierta.

Recuerdo a Iván, un joven ejecutivo que durante el primer paso se dio cuenta que utilizaba constantemente la infame vaca del no tengo tiempo. Esta respuesta salía de sus labios automáticamente siempre que le presentaban un nuevo trabajo. Después de examinar más de cerca las situaciones específicas en las que solía utilizar esta expresión, encontró que ella ocultaba un problema aún mayor: esta excusa era una manera fácil de evadir nuevos proyectos.

Algunos fracasos recientes con un par de trabajos, sembraron en su mente un miedo irracional sobre su habilidad para administrar grandes proyectos. Iván no tenía ningún problema con los pequeños, pero le aterraba la idea de aceptar la responsabilidad por el éxito de proyectos mayores. En este caso su vaca no era realmente la falta de tiempo, sino el miedo al fracaso y su propia inseguridad acerca de su capacidad para llevar a cabo dichas iniciativas.

Iván llevó a cabo cada uno de los pasos presentados aquí y fue capaz de eliminar este miedo que había limitado su potencial por largo tiempo.

Así que busca las verdaderas raíces de tus vacas. Si encuentras que cierta excusa, justificación o generalización que utilizas frecuentemente no representa una creencia real en tu vida, elimínala inmediatamente de tu vocabulario. Tan increíble como parezca, este segundo paso te ayudará a deshacerte de la mitad de las vacas que hoy posees.

Tercer paso: haz una lista de los efectos negativos que han traído estas vacas a tu vida

Muchas veces cargamos con ciertas vacas, porque no somos conscientes del gran mal que nos hacen. Es cierto que, desde el punto de vista legal, las excusas no son crímenes. De manera que seguramente nunca serás castigado por ofrecerlas. Sin embargo, puedes estar totalmente seguro que tus justificaciones ya se encargarán de castigarte, y la condena siempre será la misma: vivir encadenado a una vida de mediocridad.

Si tú crees que la razón por la cual sufres de sobrepeso y tienes el nivel de colesterol por las nubes es porque «tus padres eran gordos y en tu casa no se prestaba atención a comer de manera saludable», seguramente no te enviarán a la cárcel por creer esto. Pero lo cierto, es que no hay necesidad de ningún castigo adicional, ya que dicha creencia te habrá sentenciado a tener una pobre salud, baja energía y un alto riesgo de una muerte súbita.

Así que, durante este tercer paso, haz una lista de todas las consecuencias negativas de utilizar todos estos pretextos. Curiosamente, una inmensa mayoría de nosotros no creemos que ellos nos estén haciendo mucho daño, pero lo cierto es que toda vaca nos limita.

Frente a cada vaca que identificaste anteriormente quiero que escribas todo lo que te ha costado mantenerla. No te quepa la menor duda que estás pagando un precio por ella. Puedes ignorar este hecho o creer que estoy exagerando, pero las consecuencias de tus excusas son un recordatorio costoso de todas las oportunidades perdidas a causa de cargar con ellas.

Mientras trabajaba en ampliar este capítulo, recibí una carta de una persona que leyó la primera edición de este libro —lo llamaré Eduardo— en la que me contaba que, durante su niñez, su padre no pasó mucho tiempo con él. Era una persona muy ocupada y sus compromisos y viajes de negocios lo mantuvieron ausente con frecuencia. Eduardo aprendió a aceptar y entender esto; sin embargo, lo que nunca pudo llegar a consentir fue que, aun cuando estaba en casa, su padre era muy distante y estuvo totalmente desconectado de su vida. Él recuerda que nunca destinó tiempo para ayudarle con las tareas, conversar o revolcarse en el suelo para jugar con él antes de irse a dormir.

Por su parte, su padre nunca pensó que sus razones fueran excusas. Eduardo se acuerda de escuchar con frecuencia expresiones como: «Lo siento hijo, pero estoy demasiado ocupado», «Entiende, mi trabajo demanda mucho de mí», «Hoy no tengo ni un minuto libre», «Quisiera tener más tiempo para mi familia, pero…» o su favorita: «Si sólo tuviera una hora más en mi día…».

Hoy, Eduardo está casado y tiene sus propios hijos. Él y su padre, quien cuenta con 72 años de edad, buscan edificar la relación padre-hijo que nunca tuvieron. Su padre sabe que es imposible construir recuerdos de eventos en los cuales nunca participó. No podrá devolverse a las sesiones de tareas de su hijo, a las ceremonias de graduación, a los juegos, a los días de tristeza o de celebración. La realidad es que esos momentos ya se fueron y él no fue parte de ellos. Todo lo que él quiere hacer hoy es acercarse a un hijo que encuentra distante.

Es innegable que las justificaciones de su padre produjeron toda una serie de efectos negativos en su relación con su hijo. Quizás las oportunidades que tú has permitido que te pasen de largo son profesionales o financieras, o de pronto tienen que ver con tu salud o con tu vida familiar. Cualquiera que sea el caso, recuerda que el precio de cargar cualquier vaca generalmente es demasiado alto. Entonces, por doloroso que sea, escribe todas las oportunidades perdidas; identifica los fracasos que han sido el resultado directo de conservar estas vacas; detalla todos los temores irracionales que experimentas de manera cotidiana como resultado de las excusas y justificaciones que has venido utilizando por tanto tiempo.

Si no das este paso, es posible que no sientas la necesidad de deshacerte de tus vacas. Recuerda que quizá las dos fuerzas de mayor motivación son el deseo de triunfar y el temor al fracaso. Nuestra vida está guiada, en parte por lo que más queremos, y en parte, por lo que más tememos. Siempre buscaremos hacer aquello que nos produzca placer y evitaremos hacer todo lo que nos provoque dolor. Es más, nuestra mente hará más por evitar dolor que por experimentar placer. Así que a menos que sientas el dolor de estas oportunidades perdidas, no sentirás la necesidad de abandonar tu conformismo y matar tu vaca.

Una vez que hagas la lista de todo el mal ocasionado por la presencia de estas vacas, léela una y otra vez; siente el dolor de saber que la elección por esta vida de mediocridad ha sido sólo tuya. Interioriza ese dolor, siéntelo en la boca del estómago y entiende que puedes disfrazarlo de mil maneras, ignorarlo por algún tiempo e inclusive, pretender que no existe. Pero mientras no mates tus vacas, siempre estarán ahí. Imagínate cargar con ese dolor por el resto de tus días, ¿tiene sentido? ¿Estás dispuesto a pagar ese precio?

Si quieres deshacerte de esa carga, deja de hablar de lo que no has hecho y comienza a actuar. Las buenas intenciones sólo intensifican la mediocridad. Lo único que te va a permitirte realizar un cambio radical es que tomes hoy mismo la decisión de deshacerte de tus excusas y que actúes de manera inmediata.

Cuarto paso: haz una lista de todos los resultados positivos que vendrán como consecuencia de matar a tus vacas

Quiero que por un momento te des la oportunidad de visualizarte viviendo libre de vacas. Escribe todas las nuevas oportunidades que vendrán como resultado de liberarte de ellas. ¿Qué nuevas aptitudes desarrollarás? ¿Qué nuevas aventuras te permitirás vivir? ¿Qué nuevos sueños te atreverás a soñar y perseguir como resultado de no contar ya más con todas esas excusas que te mantenían atado a la mediocridad?

Escribe todo esto porque lo vas a necesitar. Matar tus vacas no es tan fácil como parece; exige disciplina, dedicación y constancia. En ocasiones te sentirás frustrado, porque caerás nuevamente en los mismos viejos hábitos y deberás levantarte y empezar de nuevo. Esta lista que te pido que realices en este cuarto paso, te servirá de inspiración y motivación cuando te sientas desfallecer. Léela siempre que desees ver cuál es la recompensa que te aguarda por deshacerte de tus excusas, así que llévala contigo en todo instante.

Hace algún tiempo estaba ayudando a una amiga mía a identificar todas las consecuencias positivas de matar su vaca de no tengo tiempo para ir al gimnasio. Ella pesaba más de cuarenta libras por encima de su peso ideal, y a pesar de saber lo que esto le estaba costando, no se sentía motivada para hacer lo que sabía que tenía que hacer.

He aquí sólo algunos de los efectos positivos que logramos identificar al llevar a cabo este cuarto paso:

Tendré más energía y dinamismo durante el día.

Luciré espectacular y tendré una mejor autoestima.

No estaré constantemente cansada.

Tendré una vida larga y saludable.

Seré mucho más creativa y dinámica en mi trabajo.

Ella fue capaz de identificar más de una docena de razones que le ayudaron a encontrar el tiempo necesario para ir al gimnasio. Estas mismas razones la inspiran y motivan a mantener su compromiso día a día.

Quinto paso: establece nuevos patrones de comportamiento

Amo trabajar en el jardín. Es una experiencia relajante y revitalizante para mí, particularmente al regreso de un largo viaje de negocios. Hace algún tiempo me ocurrió una experiencia de jardinería que desde entonces he venido utilizando para ilustrar la importancia de este quinto paso. En el patio de atrás a un lado de la casa se encontraba una vasija llena de tierra, que algún día fue el hogar de una hermosa planta, pero que hoy simplemente acumulaba todo tipo de maleza y hierbas silvestres. Mi esposa me pidió que le buscara buen uso a esta vasija o me deshiciera de ella.

Como todo buen jardinero apasionado, no dejaría pasar la oportunidad de salvar esta vieja matera, así que decidí hacer los preparativos para sembrar en ella un rosal. Removí toda la maleza, aireé la tierra y agregué los nutrientes apropiados en preparación para la nueva planta. Sin embargo, antes de plantar el nuevo rosal tuve que salir de viaje por unos días.

Dos semanas más tarde, cuando regresé, nuevamente, el recipiente estaba lleno de maleza. No entendía cómo era posible que estas hierbas pudieran crecer tan rápidamente. Así que, una vez más, me dispuse a remover los indeseables invasores y a preparar el terreno para plantar mi rosal esa misma semana. No obstante, un viaje inesperado surgió y, nuevamente, debí ausentarme antes de terminar el trabajo.

A mi regreso, descubrí la maleza, una vez más, haciendo su aparición. Así que decidí no dejar pasar un día más antes de plantar el rosal. Finalmente entendí que siempre y cuando la vasija esté desocupada y la tierra disponible, la maleza va a aparecer una y otra vez. Lo único que evitará su regreso es si algo más está creciendo en ese lugar.

Lo mismo sucede con las excusas. La mente se asemeja mucho a aquella vasija. En ella, podemos plantar cualquier tipo de pensamiento que deseemos: sueños o excusas, oportunidades o justificaciones.

Si después de dar todos los pasos que he delineado en este capítulo, logras eliminar tus excusas, malos hábitos o comportamientos autodestructivos, habrás dado un gran primer paso. ¡Felicitaciones! Sin embargo, ten cuidado. Si no siembras nuevas ideas, creencias o comportamientos positivos, ten la seguridad que, poco a poco, tus vacas comenzarán a hacer nuevamente su aparición.

Así que crea un nuevo patrón de comportamiento que te permita responder a estas vacas recurrentes en caso que alguna de ellas vuelva a dar señales de vida. Mantente alerta. Earl Nightingale escribió: «Tú eres el resultado de aquello en lo que piensas la mayoría del tiempo». Si siempre estás pensando en tus excusas, debilidades y limitaciones, ellas se convertirán en tu realidad. Así que asegúrate de no darles la oportunidad de crecer en el jardín de tu mente.

Frente a cada una de tus vacas escribe las acciones específicas que piensas llevar a cabo para deshacerte de ellas y también escribe cómo vas a responder en caso de que volvieran a surgir. Por ejemplo, si tu vaca ha sido la excusa: yo no sirvo para eso porque ya estoy muy viejo, de ahora en adelante, cada vez que te sorprendas pensando o diciendo esto, quiero que interrumpas dicho pensamiento inmediatamente, y que digas con firmeza y entusiasmo: «Sé que soy muy bueno para esto. Utilizaré mi experiencia para dominarlo con rapidez».

Si haces esto con todas tus vacas te darás cuenta que en poco tiempo habrás eliminado la mayoría de ellas.

PLAN DE ACCIÓN CAPÍTULO OCHO

Albert Einstein decía que para que cualquier cosa suceda, primero hay que hacer algo. Siguiendo este sabio consejo te sugiero que tomes los pasos presentados en este capítulo y los utilices para eliminar la que consideres la peor de todas tus vacas. Con esto me refiero a la que más negativamente te esté afectando, aquella que con mayor frecuencia te roba tus sueños, esa que tú sabes que, de eliminarla, te traería los mejores frutos.

 

Primer paso: identifica tu vaca:

Segundo paso: determina por lo menos dos falsas creencias que se esconden detrás de dicha vaca:

Tercer paso: haz una lista de al menos cinco efectos negativos que esta vaca te haya traído:

Cuarto paso: haz una lista de al menos cinco resultados positivos que vendrán como resultado de matar tu vaca:

Quinto paso: establece al menos dos nuevos patrones de cómo esperas responder cuando esta vaca se aparezca de nuevo en tu camino:

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