Kasandra

Kasandra


Capítulo 20

Página 23 de 43

Capítulo 20

Kasandra

Felicidad. Una palabra que me pertenece ahora, porque la estoy probando.

No pensé que pudiera sentirse uno tan bien cuando estás enamorado. Han pasado siete días desde aquella noche en mi bañera. He hecho muchos progresos, dejé que me tocara, aunque no del todo. Pasamos un tiempo juntos después de aquel episodio, pero debido a una entrega lo retuvieron durante varios días en el despacho de Carlos para planificar su viaje. Anoche, Adrián me dio una sorpresa que realmente disfruté. Apareció en la puerta principal, a última hora de la noche, con una botella de vino en la mano. —Si me dejas dormir en tu casa, tendrás vino —comentó bromeando.

Lo habría aceptado sin ningún compromiso, pero es divertido jugar con él. Sabe cómo hacerme sonreír con sus bromas.

Pasamos una agradable velada sentados en el sofá, charlando con una copa de vino, luego me quedé dormida y él me llevó a la cama.

No estaba allí esta mañana cuando me desperté, pero encontré una nota sobre la almohada.

Mañana, a mi regreso, te secuestro para un fin de semana fuera de la ciudad.

Tuyo. Siempre.

Ahora que he aceptado lo que somos, la preocupación por él ha comenzado. La entrega que tiene que hacer es complicada, tiene que pasar por dos aduanas y no sabré nada hasta mañana por la noche. Pienso en él todo el tiempo y cuando no quiero hacerlo Jennifer y Blanca me lo recuerdan; me han hecho muchas preguntas en los últimos días, tienen curiosidad por saber cómo va mi vida amorosa, al parecer es la noticia más interesante en Villa Falco.

Les conté lo que me apetecía contar, sin entrar en detalles.

La única persona que está al corriente de mis alegrías y miedos por el momento es el Dr. Hais. Huir del control de mi familia y ahora también de mi novio para ver a mi psicólogo, se hace cada vez más difícil. No podré ocultarlo por mucho tiempo.

El teléfono suena en mi mano mientras bajo las escaleras de Villa Falco.

—¿Porque? —grito al ver el nombre parpadear en la pantalla.

—¿Todo bien? —pregunta Víctor viniendo hacia mí.

—¿Por qué me llama Iván Volkov? —pregunto como si pudiera darme la respuesta y mientras tanto el teléfono deja de sonar.

Víctor sonríe: —Porque está interesado en ti.

Pongo los ojos en blanco: —Ni una palabra más. No quiero arruinar mi día.

El teléfono emite un sonido que me avisa de la llegada de un mensaje.

A: Kasandra

De: Iván Volkov

Te llevaré a cenar esta noche. Te daré lo que necesites. Te recogeré a las siete.

Miro a Víctor. —Necesito hablar con Carlos. ¿Dónde está?

—No estará disponible hasta esta noche.

Lo miro desconfiada. —Carlos siempre está disponible.

Su mirada impaciente me hace temblar. —No está disponible para nadie —reitera.

Pongo las manos en mis caderas. —¿Me estás diciendo que él puede desaparecer y no dar explicaciones y que yo tengo que ser controlada de continuo?

Rebusca la zona que nos rodea como para asegurarse de que nadie pueda escucharnos. —Tú también desapareces inventando excusas, pero olvidas que soy el jefe de seguridad y que siempre sé dónde estáis, todos.

—Parece una amenaza —rebato.

Hubo un tiempo en que me caía bien, hoy ya no es así.

—Me pagáis para manteneros a salvo, sé de la vida, la muerte y milagros vuestros, incluso cuando creéis que podéis engañar a todos con una excusa y salir una vez a la semana.

Mi cuerpo se pone rígido y mi mente aún está procesando una respuesta sensata. Sabe a dónde voy pero no ha dicho nada.

Veo su sonrisa diabólica, piensa que tiene todo bajo control como si nada se le pudiera escapar.

—No creo que mis asuntos personales te conciernan —me doy la vuelta dándole la espalda—. Y trata de ocuparte de tus propios asuntos.

Me alejo, pero escucho su voz fuerte y clara.

—Ve a la cita con Volkov, tendrás la espalda cubierta.

Normalmente no se toma ciertas libertades y es extraño que me hable como si fuéramos amigos. No creo que hacer amistad con Adrián también me incluya en el paquete, ya que se difundió el rumor de que somos pareja estable y muchas personas que trabajan en Villa Falco, de repente parecen haberse convertido en mis amigos también.

Camino a casa mientras miro el teléfono y resoplo. Iván Volkov es la transacción más tenaz que he tenido que afrontar en muchos años de trabajo, ni siquiera los mexicanos me han hecho perder tanto tiempo. A veces tengo la impresión de que pospone el acuerdo para tener una excusa y estar en mi compañía.

Releí su mensaje varias veces y me gustaría responder con un rotundo “no”, pero creo que los negocios también implican compromisos. Aunque Iván no me inspira confianza, debo cerrar el trato, no puedo permitirme un fracaso, está en juego el futuro de Hacienda Esperanza.

Con los hombros endurecidos por la tensión, decido enviar una respuesta cortés, inventando una excusa para posponer la reunión, pero lo pienso y sólo escribo.

A: Iván Volkov

De: Kasandra

Está bien.

Tras unos instantes llega su respuesta.

A: Kasandra

De: Iván Volkov

Perfecto. Hasta la noche, reina.

Siento que voy a vomitar. aquel hombre es difícil de asimilar, no quiere asumir mi negativa en esa cabeza rusa. Tal vez me equivoqué al aceptar encontrarme con él y aunque ya no se cierne sobre mí la amenaza de Julián, me temo que estoy en un problema aún mayor.

No pedí muchas explicaciones sobre esto después de dejar las mazmorras. Damián me confirmó que me concedió el deseo y estoy segura de que ha aumentado la dosis considerando lo que Julián le hizo a Blanca. No puedo culparlo, ama a esa chica y tener a Julián en sus manos sólo podría desatar su furia. Se deshizo de él de una vez por todas. Blanca estaba convencida de que Damián la dejaría, pero él sabía de su conexión con Darkan incluso antes que ella. Había elegido no decirle nada para que el pasado no arruinara su futuro juntos. Pensar en la demostración de amor de Damián me hace sonreír y en consecuencia, me recuerda a Adrián y lo que hace por mí. La sensación de culpa se apodera de mi estómago, quisiera advertirle de que esta noche salgo con Iván Volkov y explicarle que es sólo trabajo, pero no puedo contactarlo. No tendré la oportunidad de hablar con él hasta que regrese.

Adrián es la única oportunidad que tengo para ser feliz.

Puede liberarme de mí misma. Consigue escuchar y comprender mis silencios. No necesito hablar demasiado, él me entiende, lo sabe. Está al tanto de lo que me pasó, estoy bastante segura, pero le pediré que me lo confirme. Tarde o temprano tendré que abordar el tema y compartir mi pasado con Adrián, pero no sé cuándo sucederá.

Cuando llego a casa, abro el armario y escaneo mi ropa de mala gana. ¿Qué ponerse para una noche con el hombre que odias de todos modos? Iván Volkov es exactamente lo que no quiero, lo juzgo por sus acciones, pero realmente no sé nada sobre él como persona. Excepto que es descarado y no se anda con rodeos. Creo que conmigo es limitado sólo porque hay negocios de por medio. Es un hombre encantador, no puedo negar que es agradable a la vista. Esta noche intentaré ser amable y conseguir nuestro trato. Será satisfactorio volver a casa victoriosa y demostrarle a Carlos y a todos los demás miembros de mi familia que soy capaz de hacer negocios incluso sin su supervisión. Siempre he pensado que una mujer con poder en la mano es más peligrosa que un hombre.

Cojo los elegantes pantalones color crema y la blusa de seda rosa pálido. Es mejor mantener un aspecto profesional. Con el rabillo del ojo miro mi reflejo en el espejo mientras me pongo el atuendo elegido para la noche y me repito mentalmente que debo mantener el control y ser cortés hasta llegar a un acuerdo. Tengo que mantener mi lengua bajo control, asegurarme de que todo vaya bien.

Será una cena tranquila, entre charlas y apretones de manos. Iván Volkov me dará lo que quiero, ha llegado el momento de usar todas las cartas a mi disposición y ganar la partida.

Tendré que cuidarme las espaldas ya que es un hombre peligroso, pero a pesar de esto, el jefe de la mafia rusa cerrará un trato de un millón de dólares conmigo.

Esta noche no hay reglas. Quiero demostrar lo que valgo, aplastar la omnipotencia de Iván Volkov y asegurarme de que no note nada.

Quería una reina para administrar su reino. Ha expresado abiertamente su opinión al respecto, pero no estoy de acuerdo, le mostraré cómo la astucia y la picardía pueden conseguir mejores negocios. Si la noche da un giro inesperado, haré mi movimiento, pero no volveré a casa sin el trato. De una forma u otra conseguiré lo que quiero.

Mientras lucho con mi cabello, suena mi teléfono. Me acerco a la mesilla de noche donde está y encuentro el aviso de un nuevo mensaje.

Me desplazo con el dedo índice por la pantalla y leo lo que está escrito arrugando la nariz.

A: Kasandra

De: Carlos

No vayas a la cita con Iván, si quiere hacer negocios, tiene que venir a mi oficina.

Sonrío preguntándome si cree que puede detenerme con un simple mensaje. No dejaré que él maneje el trato, quiero ser yo quien lo concluya ya que me atrapó en el medio.

No renunciaré al trato, no después de que le dije varias veces que no estaba de acuerdo y que él me obligó a continuar. Quería que lo cerrara y así será.

A: Carlos

De: Kasandra

Todo bien. Le avisaré a Iván que será una cena por placer y no por negocios.

El teléfono suena y su nombre parpadea en la pantalla.

—¿Diga?

Escucho ruidos de fondo. —¡No verás a Volkov! —dice tajante.

Tomo mis zapatos y me siento en el borde de la cama. —¿Por qué, hasta ayer querías que concluyera el acuerdo con él y hoy cambiaste de opinión? —Bromear con él siempre me ha divertido, me gusta cuando pierde los estribos, lo hace más humano.

—¡Kasandra! —truena su voz—. ¡No puedes hacer eso, no ahora que estás con Adrián!

Estoy sorprendida por sus palabras. No se trata de negocios, sino de Adrián. Ciertamente hablaron y Carlos está tratando de mantenerme al margen, considerando que las colaboraciones son principalmente con hombres de diferentes nacionalidades.

—¿Estás diciendo que hasta que no estuve con tu mejor amigo estaba bien dejarme hacer negocios con hombres peligrosos, pero ahora no?

Todo esto es patético. Estamos hablando de mi trabajo, siempre he hecho lo que me pidieron y ahora él no me lo puede quitar todo.

—Él te ama, estoy tratando de hacerlos la vida más tranquila.

Golpeo el suelo con el tacón de aguja, de los zapatos color hielo. —¿Adrián te lo pidió? —pregunto.

No responde.

Me río nerviosa. —No puedo creerlo. Sois patéticos —exclamo.

—Yo habría hecho lo mismo si mi mujer...

—Deberías haberlo pensado antes, cuando no estaba con nadie. Pero mientras era útil para ti, estaba bien, hiciste la vista gorda y ahora que tu amigo te pide que me saques de los negocios estás de acuerdo, todo sin preguntarme. —Corto la llamada, tiro el teléfono en mi bolso y salgo de casa. No permitiré que nadie decida cómo y cuándo, si algún día quiero renunciar a todo esto, lo haré por mi propia elección.

Cuando llego a la avenida principal, hay un automóvil con vidrios polarizados esperándome.

Respiro hondo y me acerco con calma, dándole tiempo al conductor para que abra la puerta. En el interior puedo ver unos zapatos negros de charol y unos pantalones de alta costura del mismo color. Entro en el coche y la imagen completa de Iván Volkov está a mi lado.

—Buenas noches Kasandra.

—Iván. —Esbozo una sonrisa y él me mira con interés.

—Estás hermosa. —Su mirada viaja por mi cuerpo—. Muy profesional. —Continúa llevando sus ojos hasta los míos.

Cruzo las piernas completamente a gusto y sonrío para mis adentros por llevar pantalones.

—Gracias.

El coche arranca y sólo entonces recuerdo que no pregunté adónde íbamos. Estoy seguro de que Víctor enviará a sus hombres a vigilarme, pero este no es el punto. —¿A dónde vamos?

Se quita la chaqueta y apenas sonríe. —A mi oficina —responde subiendo las mangas de su camisa blanca hasta los codos. No puedo evitar examinar los tatuajes en sus brazos, los prominentes músculos cubiertos de tinta.

—¿Encontraste algo interesante? —Me está provocando y puede permitírselo ya que lo he estado observando durante demasiado tiempo.

Casualmente aparto mi cabello a un lado y miro por la ventana, ignorando su pregunta.

Dejando atrás la finca de Carlos, el automóvil continúa hacia La Habana a gran velocidad.

—Escuché sobre el secuestro. Si quieres eliminar a alguien, puedes contar conmigo.

Se está esforzando por mantener una conversación y es una clara señal de que no estoy desempeñando bien mi papel.

—Te agradezco, pero el problema se ha resuelto.

Intento darle importancia mirándolo a los ojos.

—¿Te hizo daño? —pregunta serio.

Niego levemente con la cabeza. —Nada grave.

Escucho su suspiro, su presencia aún más cerca.

No me toques. Mi pensamiento reacciona instintivamente.

Aprieto mi costado contra la puerta, recuperando unos centímetros de distancia y lo miro a los ojos.

—¿Tienes los documentos para el trato?

Sonríe furtivamente y toma una carpeta junto a él. —Todo lo que necesitas está aquí, siempre cumplo mi palabra. Y tú, Kasandra, ¿puedes decir lo mismo?

Asiento, las palabras bajan por mi garganta. Cumpliré mi compromiso con él, una sencilla cena y podré volver a casa victoriosa.

—Bien. Considerando que pareces muy complaciente esta noche, quiero hacerte un regalo. —Toma una segunda carpeta azul y la coloca en mis piernas—. Se trata de tu familia, creo que encontrarás esclarecedora la información recopilada.

Pongo mi mano en la capeta desconcertada. —¿Por qué debería interesarte mi familia? ¿Qué es lo que realmente quieres de nosotros, Iván?

No me gusta su expresión lívida, espeluznante, me siento amenazada y tengo un mal presentimiento.

—Te lo dije, te quiero a ti. Una reina para un rey.

Tengo la impresión de que la información de la carpeta es más una moneda de cambio. Un chantaje hermoso y bueno.

—Creo que te he dejado esto claro. Tú y yo somos dos mundos completamente diferentes, sin ofender.

Se ríe tiránicamente: —Sabes que dos como nosotros somos perfectos juntos.—Apoya su brazo en el asiento sobre mis hombros, evitando tocarme—. ¿Crees que el camarero es el indicado? —¿Cómo podría estar contigo sabiendo que eres tú la que manda? Vamos, Kasandra, la gente como nosotros no puede tener lo que los hace felices, sino lo que nos hace poderosos. —Hace una pausa, evalúa mi reacción e intrigado por mi impasibilidad, continúa hablando—: No quiero agobiarte, no quiero encerrarte y esclavizarte. Eres una mujer inteligente, valiente y de carácter fuerte, por eso te quiero a mi lado, para gestionar juntos nuestro imperio y convertirnos en los más poderosos del mundo.

Sus palabras parecen convincentes, lástima que no sepa cuánto odio lo que hago y el entorno que me rodea. Si tuviera la opción, lo dejaría todo sin pensarlo. Es un mundo que nunca me ha pertenecido, nunca he aprobado lo que hago y lo que veo, demasiadas veces he tenido que ignorarlo, justificar mis acciones y las de todos los miembros de mi familia. Y ahora tengo frente a mí la representación de lo que detesto y fingir que todo esto es normal no es fácil. Pero en este mundo tienes que saber actuar si quieres conseguir algo, si no te muestras fuerte estás destruido.

—Tu propuesta me halaga, Iván. Y tienes razón cuando dices que nuestra unión nos beneficiaría a los dos, pero no tengo el poder que tú crees. Carlos está a cargo, nuestro jefe de familia —específico en caso de que lo hubiera olvidado, pero lo dudo, tengo la sensación de que quiere dominar a Carlos, destruir el poder que tiene sobre los demás. Al final, todo se reduce a eso. El poder que hace a los hombres invencibles. Un poder obtenido con la piel de los demás, sacrificando vidas, ideando subterfugios, destruyendo a todo aquel que decida interponerse en su camino.

Con un sabor amargo en la boca, aprieto las dos carpetas en mi regazo con mis dedos, mientras el auto se detiene. Miro por la ventana y me sorprendo cuando veo un jet. —¿Por qué estamos aquí?

Nuestras puertas se abren al mismo tiempo, pero la atención de Iván es toda para mí. —Sabes bien que viajo a menudo y comprenderás que no tengo una base fija. El Boeing 747-8 es mi segundo hogar, en el interior también hay una oficina donde podemos concluir nuestro acuerdo y si te conviene podemos cenar lejos de miradas indiscretas.

No me gusta la idea de estar completamente a solas con él, sin protección, pero quiero demostrar que puedo arreglármelas. No creo que Iván sea un tipo imprudente y no arriesgaría negocios por una mujer, aunque fuera yo.

Salgo del coche mientras un hombre me abre la puerta. Lo miro sigilosamente antes de alejarme y continuar hacia los escalones del jet. Iván está detrás de mí, escucho su voz, pero no entiendo lo que está diciendo. Creo que está dando órdenes a sus hombres y no entender su lenguaje me desestabiliza, puede que haya dicho algo que yo quería saber.

Subo los escalones con calma, respiro hondo y observo por encima del hombro. Iván está detrás de mí con una mirada serena pero al mismo tiempo ambigua.

Nunca me convenció, siempre sospeché que era alguien dispuesto a apuñalarte por la espalda, pero estoy aquí, con él, sola. El deseo de demostrarle mi audacia a Carlos amenaza con meterme en problemas y cuando Víctor lo ponga al día se volverá loco. Probablemente tenga razón, tomé una decisión precipitada.

 

Ir a la siguiente página

Report Page