Jane

Jane


Capítulo 11

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Capítulo 11

Traducido por veroniica

Corregido por LadyPandora

 

Esa noche, después de acostar a Maddy, la música continuó, aunque ahora era relajada e informal. En la terraza trasera, con vistas al bosque, el Sr. Rathburn se sentaba descalzo en un escalón, tocando con una de sus guitarras acústicas canciones populares, algunas de las cuales reconocí. A su lado, Dennis lo acompañaba. Desde una mecedora, detrás de él, Mike tocaba la armónica. El resto del grupo, Tom y Lonnie, Yvonne, Kitty y Bianca, con su pelo largo todavía flotando sobre sus hombros, bebían Heinekens y cantaban. Al final de cada canción, el grupo gritaba con alegría, los cantantes pedían peticiones.

Me senté en un banco en el extremo opuesto del porche, si tenía que estar en la terraza de atrás, estaría tan lejos del Sr. Rathburn y Bianca como pudiese. Después de haber bebido un par de copas, Yvonne se acercó para invitarme a reunirme con el resto de ellos. Le di las gracias sinceramente, pero le dije que estaba cómoda donde estaba y volvió al grupo.

El Sr. Rathburn parecía suelto y feliz. A medida que la noche avanzaba, se estaba convirtiendo más y más en todo un artista.

—Bianca, no has hecho aún ninguna petición. ¿No hay algo que quieras oír?

—No lo sé. —Bianca tomó un largo trago de su Heineken—. ¿Qué tal The Highwayman{12}?

—¿Qué versión? Hay tres que conozco, quizá más.

—Cualquier versión. Me encanta cualquier variación de la balada The Highwayman. Soy una fanática de los chicos malos.

—¿Escuchasteis eso? —preguntó el Sr. Rathburn a los demás—. ¿Quién de nosotros se ajusta a esa descripción?

—Oh, por favor —dijo Lonnie— ¿No lees tu propia prensa?

—Eres el más malo de los malos —agregó Mike. —Lo leí en la revista People. Debe de ser cierto.

El Sr. Rathburn sonrió.

—Pues bien, esta canción está dedicada a la hermosa Bianca Ingram.

Él se lanzó a la balada y los demás escucharon.

Una vez más sentí un escozor en mi corazón. Al oírle cantar esas canciones sobre la hija de un posadero que se disparó a sí misma para salvar al bandolero del que se había enamorado, estuve de nuevo al borde de las lágrimas. Me alegré cuando la canción terminó, es decir, yo habría sido feliz si no se hubiese girado y gritado mi nombre.

—¿Y qué hay de ti, Jane? ¿Alguna petición? ¿Has estado disfrutando de nuestra pequeña actuación de canciones populares?

Luché por una respuesta.

—Deja a la chica en paz —ordenó Bianca con voz burlona—. ¿No ves que preferiría estar dentro viendo American Idol?

—¿No se supone que tendrías que estar tomando fotografías, Bianca? —El tono de Dennis estaba perfectamente calibrado para sonar juguetón—. ¿En lugar de meterte con los sirvientes?

—Ooooh. —Bianca tomó otro trago largo de cerveza—. Chico listo.

—Estás perdiendo una excelente sesión de fotos —intervino el Sr. Rathburn—. Pero creo que incluso la reina de los fotógrafos de celebridades tiene que tomarse unas vacaciones de vez en cuando. Dennis, relájate. Ve a sentarte con Mike. No estoy bromeando.

Después de que Dennis se moviese, Bianca se deslizó en su lugar al lado del Sr. Rathburn.

—Si tu voz es tan impresionante como el resto de ti —le dijo—. Será mejor que hagamos un dueto, el primero de muchos, espero.

Y lo hicieron, ella cantaba una línea y él la siguiente, de una canción que reconocí, aunque no podía recordar su nombre ni quién la había popularizado. Estaba disgustada por notar que Bianca Ingram tenía, si no una impresionante voz, una bonita, que se mezclaba bien con el idiosincrásico barítono del Sr. Rathburn. A decir verdad, aunque me quedé en la terraza como me habían ordenado, apenas prestaba atención al resto de lo que había sido dicho o cantado esa noche. Lo único que podía hacer era ponerme nerviosa por los venenosos sentimientos que despertaban la armonización de sus voces en el estribillo. Estaba celosa, por supuesto, pero era más que eso. Sentía que estaba viendo a mi mejor amigo cometer un trágico error. Lo que sea que Bianca Ingram fuera, estaba bastante segura de lo que no era: amable, cariñosa o incluso genuina.

Y estaba decepcionada de que el Sr. Rathburn no se hubiese dado cuenta de los bordes afilados de su personalidad, o que enamorado por su sedoso pelo y largas piernas, hubiera decidido pasar por alto. Habría estado dispuesta a apostar que esta relación acabaría tan desgraciadamente como las demás, pero había poco o nada que pudiese hacer al respecto.

Desde mi lugar en las sombras, vi a Bianca Ingram apoyar su sedosa cabeza en el hombro del Sr. Rathburn. Lo vi acercarse a ella, sus dos siluetas fusionándose. Traté de recordar sus cualidades menos atractivas, su mal genio, su autoritarismo, su tendencia a mimar a su hija un momento y no hacerle caso al siguiente.

Por no hablar de su extraña insistencia en que yo estuviese presente en momentos como éste, aunque no había lugar para mí en el círculo de personas que se extendía a su alrededor. Antes apenas me gustaba. Ahora, con un escalofrío, me di cuenta de que había ido mucho más allá de quererle, me había enamorado de él. El amor se había colado en mí y ahora casi no podía imaginar un momento en el que no hubiera atesorado su sonrisa irónica, sus ojos grises, sus amplios hombros, su voz con sus nítidos bordes ásperos. Si tan sólo pudiera recuperar mi indiferencia, pero dudaba que alguna vez pudiera conseguirla de nuevo.

Cuando por fin terminó el jolgorio, eran casi las dos de la mañana. Tan pronto como terminó la fiesta, corrí a mi tranquila habitación. A diferencia de los demás no pude dormir hasta el mediodía. Me despertaría con la sensación de no estar más descansada que la noche anterior.

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