Hija
Diario 13
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Diario 13
De la vida real, por supuesto. Una historia terrible. Una de mis hijas tuvo como compañero de la primaria a un chiquito que sufría una enfermedad nerviosa degenerativa. La madre lo había cambiado de escuela por razones de buena enseñanza y no tardó nada en arrepentirse. El chico faltaba mucho, por culpa de la enfermedad, extrañaba a sus amigos, los compañeros nuevos no lo querían, se burlaban de sus dificultades con la absoluta falta de compasión y empatía de los siete años. Al año siguiente volvió a su escuela anterior. Unos años después supe que había muerto.
En una primera versión de este diario escribí:
En este punto, ya no tengo excusas. Se trata de avanzar en el tema central de la novela y tal vez sea imposible. El lector podría haber comenzado a sospecharlo, pero yo lo sé. Tengo tres hijas. Lo que sigue, lo que debería seguir de acuerdo con mis planes, es intolerable, me resulta intolerable y muy probablemente no pueda hacerlo.
Sin embargo, a esta altura, el lector ya sabe, por motivos físicos (las páginas que le faltan leer), que la novela continúa. Quede, entonces, ese comentario como recuerdo de que, a las dificultades literarias, se sumaron, en la escritura de este libro, las dificultades psicológicas de la autora.