Hija

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Diario 24

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Diario 24

No necesito explicar de dónde salió la información sobre el viaje en avión. En cambio al lector podría interesarle saber que viví dos meses en la Universidad de Virginia, dando un curso de escritura creativa. Fue una experiencia muy interesante trabajar en taller con chicos que estaban aprendiendo español. Al principio el español macarrónico con que respondían por escrito a mis consignas me llenaba de pavor. Tenía en mi clase a unos pocos estudiantes latinoamericanos y suspiraba de alivio cuando llegaba a sus trabajos, escritos en correcto castellano. Poco a poco me di cuenta de que había estudiantes que no dominaban el idioma y sin embargo lo que escribían era mucho más interesante, rico, profundo, inventivo, perturbador que los textos de algunos native-speakers. Entonces, la literatura ¿no es puro lenguaje? ¿Qué es, dónde está la literatura, ese misterio que aparece por encima y por debajo del dominio de la lengua? Entretanto, en este capítulo, algunos datos concretos y arbitrarios sobre la universidad, que no cumplen ninguna función en el desarrollo de la trama, realzan la verosimilitud del relato.

En una primera versión, Natalia cumplía veintiún años, la mayoría de edad. Pero decidí que no me convenía fechar con precisión el episodio. Sin edad, Naty podría ser algo mayor, estar en los veintipocos, y lo prefiero así, a esta altura es importante que sus acciones y decisiones no sean sólo errores de adolescencia.

Me cuesta mucho terminar esta novela. Me pregunto, sin respuesta posible, por qué elegí un tema tan cruel. De todos los elementos que juegan en la construcción de un texto literario, el tema es el más misterioso, el más independiente de la voluntad consciente del autor. En su Método de Composición, Edgar Allan Poe describe con rigurosa racionalidad todas la instancias que lo llevan a la composición de su poema «El cuervo». No hay deliquios románticos, se develan todos los misterios, se habla de técnica y oficio, se ignora la supuesta inspiración. El discurso casi científico de Poe fracasa en un solo punto: cuando trata de explicar la elección del tema. Se trata de poesía y por lo tanto el tema debe ser bello, dice el escritor: ¿y qué hay tan bello como la muerte de una joven hermosa? Es esa idea personal, arbitraria, absurda, inexplicable, que cada uno de nosotros tiene de la belleza, de los temas…

Me gustaría poder engañar a mis lectores, lograr que no sepan cuánto falta todavía para el final, pero es imposible. El lector tiene el libro en la mano y puede notar a simple vista que le quedan pocas páginas sin leer, o poco porcentaje si está leyendo un e-book. El autor, por su parte, no lo ignora, sabe que el lector tiene datos concretos que vaticinan un próximo final. ¿En qué medida afecta o determina la escritura esa certeza física?

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