Hasta que nos quedemos sin estrellas

Hasta que nos quedemos sin estrellas


Cartas para Deneb (I)

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Cartas para Deneb (I)

Todas las civilizaciones han intentado explicar el origen de la Vía Láctea. El pueblo khoisan del desierto de Kalahari en el sur de África cuenta que hace mucho tiempo no había estrellas y la noche estaba siempre sumida en la oscuridad. Una niña, sintiéndose sola y ansiando encontrar a otros como ella, arrojó un puñado de brasas ardiendo al cielo para iluminar el camino. Así fue como nacieron las estrellas.

Conozco la leyenda porque era una de tus favoritas. Todavía recuerdo la noche que me la contaste por primera vez. Fue unos meses después de que muriera papá, cuando ya empezaba a tener pesadillas. Mamá pasaba las noches fuera trabajando y tú eras la que cuidaba de mí. Solía pedirte que durmieras conmigo para no sentirme sola. No podías decirme que no, así que te metías en mi cama hasta que me quedaba dormida y después volvías silenciosamente a la tuya.

En una de esas noches, estábamos las dos tumbadas sobre el colchón, mirando las estrellas que relucían en el techo de nuestro dormitorio. Estaba acurrucada junto a ti, en silencio, mientras tú me acariciabas distraídamente el pelo, que llevaba mucho más largo por entonces.

Terminaste de contarme la historia y dijiste:

—Algún día tú también formarás tu propia galaxia.

Desde esa noche, siempre que me preguntaban qué quería ser de mayor, respondía que la niña de las brasas del pueblo khoisan, en África, para tener una galaxia propia.

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