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VIII Fraudes históricos » El mapa de Vinlandia

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El mapa de Vinlandia

«Por el deseo de Dios, después de un viaje largo de la isla de Groenlandia al sur hacia las partes restantes más distantes del mar del océano occidental, navegando hacia el sur entre el hielo, los compañeros Bjarni y Leif Eiriksson descubrieron una nueva tierra, sumamente fecunda e incluso tiene vides, a esa isla la nombraron Vinland. Eric [Henricus], legado del Observador Apostólico y obispo de Groenlandia y las regiones vecinas, llegó a esta verdaderamente inmensa y muy fértil tierra, en el nombre Dios Omnipotente, en el último año de Pascal, nuestro padre más bendito, allí estuvieron mucho tiempo, en invierno y en verano, después navegó hacia el Noreste, hacia Groenlandia y entonces en obediencia más humilde al deseo de su Superior».

Estas palabras están tomadas del denominado mapa de Vinland —la Tierra de las Viñas—, según el cual los vikingos groenlandeses de origen islandés y noruego habrían descubierto América cinco siglos antes de Colón. Aunque hoy en día hay pruebas e indicios muy notables de la llegada de navegantes escandinavos a América, la cuestión del mapa de Vinland es distinta, pues obedece a una serie de intereses que se manifiestan de forma recurrente por parte de miembros de las importantísimas colonias de norteamericanos de origen escandinavo obsesionados en demostrar que sus antepasados habían llegado a América antes que los navegantes españoles. Aunque se probase la llegada de marinos nórdicos al Nuevo Continente, este hecho no restaría en absoluto mérito alguno a Colón, pero para muchos el famoso mapa de Vinland, custodiado en la prestigiosa Universidad de Yale, podía ser la prueba definitiva de que las historias de viejos y valerosos navegantes vikingos eran ciertas.

La historia del mapa comenzó en 1960, cuando Paul Mellon, el benefactor que da el segundo nombre a la Universidad Carnegie-Mellon, regaló a la Universidad de Yale, una de las más antiguas y prestigiosas de América del Norte, un mapa en el que se veían, muy bien definidos, los contornos de América del Norte. Supuestamente, era una representación detallada de tres territorios: Helluland —la Tierra de las piedras planas, posiblemente la isla de Baffin—, Markland —la Tierra de los bosques, posiblemente Labrador— y Vinland —la Tierra de Viñas, posiblemente Terranova—, en el noroeste del Atlántico. Había un texto que decía que allí se cultivaban viñas, por lo que los navegantes escandinavos le dieron ese nombre. A este mapa se le dio el nombre de mapa de Vinlandia y sería la prueba irrefutable de que América había sido descubierta por los islandeses establecidos en Groenlandia, Leif Ericsson y Bjarni Herjolfsson, cinco siglos antes que Colón.

A mediados del siglo X, se dio un calentamiento climático en Canadá, incluyendo Terranova, en el que hoy están de acuerdo la mayor parte de los geofísicos y meteorólogos, lo que permitía el cultivo de viñas y que hizo que Groenlandia recibiese el nombre que aún conserva: Greenland, Tierra Verde. A partir del siglo XV, un progresivo enfriamiento hizo que se volviese una tierra fría e inhóspita. Tal vez por causas climáticas, a principios del siglo XV los esquimales atacaron la pequeña colonia escandinava, que fue aniquilada en unos pocos años. De ella sólo quedan hoy restos arqueológicos, aun a pesar de que llegó a tener un obispo y una población próspera y numerosa, de buenos y audaces navegantes, que probablemente llegaron hasta lo que hoy es América, desde sus puertos en la costa occidental de la gran isla helada.

Para analizar el mapa, los investigadores se propusieron emplear el radiocarbono 14. Científicos del Instituto Smithsoniano y de la Universidad de Arizona concluyeron que el mapa era anterior a Cristóbal Colón en cincuenta años, proporcionando la evidencia que faltaba de que los vikingos habían descubierto América y regresado a Europa. En Yale se mostraron encantados con el resultado.

Sin embargo, en 1973 Walter McCrone, un microscopista de reputación mundial, encontró anatasa cristalizada en la tinta. Ese óxido de titanio no se comercializó hasta 1920. Curiosamente, esta investigación no desacredita la anterior, lo que ocurre es que la técnica del carbono-I4 se empleó para analizar el pergamino, no la tinta.

Más recientemente se ha hecho un nuevo análisis con un moderno método en el que interviene un láser; se llama espectrografía Raman. Cuando una luz monocromática muy fuerte —por ejemplo un láser— choca con unas moléculas, los fotones pierden energía al excitar vibraciones típicas de las moléculas. Esa pérdida de energía se analiza con el espectrómetro. El resultado es el espectro vibracional Raman, que es único para cada tipo de molécula. Es decir, es la huella de identidad de la molécula. Este moderno sistema ha permitido ver que hay dos tintas, una negra de carbono y otra amarilla que es la que contiene el titanio. Algunos de los defensores de la autenticidad del mapa dicen que el dióxido de titanio podría haber sido natural; pero hay pruebas que demuestran claramente lo contrario. En las tintas del mapa no hay sólo dióxido de titanio. Cuando la tinta es de óxido de hierro suele dejar con el tiempo un reborde amarillento. Ese reborde se da en el mapa de Vinland y es en él donde apareció la anatasa. Pero como resulta que la tinta negra no es de óxido de hierro sino de carbono, no debería haber dejado el borde amarillento. Por tanto, parece claro que el falsificador sabía que había que dejar un borde amarillento y lo hizo con el recientemente comercializado óxido de titanio en años posteriores a 1920, lo que finalmente le delató. La conclusión de la investigación fue demoledora para los defensores del mapa: se trata de una falsificación de 1923.

El profesor Robin Clark del University College de Londres, autor del estudio, dice que el falsificador sabía que debía quedar un residuo amarillo y trató de reproducirlo. La tinta negra por encima es de carbono, lo que hace imposible que deje el residuo negro. El informe y las conclusiones británicas se publicaron en un artículo el 31 de julio de 2002 en la revista Journal Analytical Chemistry.

A pesar de tan contundentes evidencias, existen investigadores empecinados en la autenticidad del mapa, casi siempre como base para argumentar sus teorías sobre viajes a América anteriores a Colón. El último ha sido Gavin Menzies, dispuesto por cualquier medio a demostrar la llegada a Groenlandia en el siglo XV de navegantes chinos. Muchos de estos investigadores defienden teorías interesantes y atrevidas, pero hacen mal en apoyarse en el mapa de Vinland. Lo sentimos mucho, pero es falso.

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