El misterio de los siete goles en propia puerta

El misterio de los siete goles en propia puerta


Capítulo 12

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Los equipos anfitriones suelen hacer casi siempre buen papel en sus torneos.

Inglaterra ganó su mundial, y Francia, y Argentina, y también Italia y Alemania (la primera vez). Hasta Uruguay.

España no. Lo ganamos después, aunque eso ahora no tiene nada que ver.

Pero a lo que voy: cuando un equipo juega en casa, casi siempre suele hacer un buen papel.

Incluso Corea del Sur llegó a semifinales en el mundial que jugaron en su país.

El anfitrión de nuestro torneo era el Colci de Benidorm, y jugaban el primer partido contra los argentinos del San Esteban, que eran los campeones infantiles de América del Sur.

El ganador de este partido sería nuestro rival en semifinales. Eso suponiendo que nosotros ganásemos al Inter.

Lo cual, si estuviera aquí mi profesor de matemáticas, el Tábano, diría que era una posibilidad entre un millón.

El Colci es un buen equipo, pero no es campeón de nada, y juegan el torneo porque son de Benidorm y el anfitrión juega siempre.

Pero el caso es que, aunque nadie apostaba por ellos, jugaron un partido buenísimo. Tenían muchísimas ganas, y se notaba que llevaban tiempo entrenando, y peleaban cada balón como si fuera el más importante.

Y además tenían algo muy importante que no tenía nadie más: el apoyo del público, que no paraba de gritar y de animar y le metía muchísima presión a los argentinos cada vez que cogían el balón.

Había una peña local, Paellas Colci, que había acudido al campo con paelleras vacías, y las golpeaban con el cazo.

Sin parar.

Durante todo el partido.

Más de cincuenta paelleras sonando al mismo tiempo hacen mucho, mucho ruido.

Justo antes del descanso, en un contraataque muy rápido, el balón le llegó al delantero centro del Colci, Pacheco, y este fusiló al portero del San Esteban.

Los de las paelleras se volvieron locos.

Parecía que aquello era la final de la Champions.

Después del descanso, los argentinos parecían asustados, por el ruido, por los gritos y, por supuesto, por las paelleras. Yo creo que no habían visto una cosa así en su vida.

La verdad es que yo tampoco.

Parecía que lo más importante del partido estaba ocurriendo en la grada, y no en el campo.

Ningún equipo volvió a meter gol.

Así que el equipo local, sin hacer grandes cosas, ganó el partido por uno a cero.

Yo di ría que el resultado fue:

Paelleras de Benidorm, 1 - San Esteban de Argentina, 0.

El Colci, el equipo local, había eliminado a uno de los favoritos, los campeones de Sudamérica.

Todo el mundo se puso como loco, y los de las paelleras saltaron al campo y se pusieron a bailar y a hacer el trenecito en mitad del terreno de juego.

Pero nosotros no teníamos tiempo para eso.

Nuestro partido estaba a punto de empezar.

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