El misterio de los siete goles en propia puerta
Capítulo 40
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Al lado de mi padre estaban Alicia y Felipe. y mi madre.
Y el padre de Camuñas. y detrás de ellos … Habermas.
—Papá —dije—, ¿cuándo has venido? ¿Qué haces aquí?
—¿A ti qué te parece? —dijo mi padre, y entró en la habitación seguido por todos los demás.
—Pakete, ¿pero cómo se te ocurre? —dijo mi madre. y me miró como si hubiera cometido un crimen.
—¿Se puede saber en qué estabais pensando? —preguntó mi padre.
Los nueve nos quedamos allí en medio, sin saber qué decir.
—Papá —dije—, tenemos que hablar un momento… a solas.
—¿Para qué? —me preguntó él, muy enfadado—. ¿Me vas a explicar por qué te has colado en el vestuario del equipo rival, has registrado las taquillas y has robado material privado de una persona que no conoces? ¿O me vas a explicar qué hacías en una isla mintiendo a tu madre y espiando a tus entrenadores? ¿O por qué te escapaste del hotel a medianoche sin decir nada a los mayores? ¿O cómo has sobornado al conductor de un autobús para que persiguiera un taxi? ¿Para qué quieres hablar conmigo a solas, Francisco? ¿Me vas a explicar algo de todo eso?
Por un momento me quedé callado.
Cuando mi padre me llamaba Francisco, la cosa se ponía fea. Por lo visto, sabían todo lo que habíamos hecho.
O casi.
—Mi libreta dónde estar —dijo Habermas. Camuñas sacó la libreta negra y se la dio. Mi padre movió la cabeza de un lado a otro.
—Venía a Benidorm a darte una sorpresa, a ver el partido final de mañana —dijo mi padre—, y me encuentro esto. ¿Cómo puede ser? Estoy muy decepcionado, Francisco.
—Yo también —dijo Quique, el padre de Camuñas.
—¿Se puede saber qué mosca os ha picado? —preguntó Felipe.
—Lo que habéis hecho es un delito, ¿os dais cuenta? —dijo mi padre—. Este hombre, Jochin Habermas, os puede denunciar a la policía si quiere…
—Jochen —le corrigió Habermas—. Yo no denunciar de momento porque padre tuyo policía parece persona buena.
Habermas miraba su libreta y pasaba las páginas, como si quisiera asegurarse de que no habíamos arrancado ninguna.
—¿Querías táctica mía para partido final? —preguntó Habermas.
—No exactamente —dije yo.
—Queríamos pruebas —dijo Camuñas.
—¿Qué ser pruebas? —preguntó Habermas.
—Pues ya sabe —dijo Camuñas—, cosas para demostrar lo que está pasando con los partidos…
Miré a Camuñas, y a Helena, y a todos los demás. Y pensé que había llegado el momento de contar a mi padre lo que estaba pasando.
—Esa libreta es una prueba muy importante de todo lo que está ocurriendo —dije.