El génesis

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38 – La interpretación de los sueños (Génesis 40, 1-23)

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38 – La interpretación de los sueños
(Génesis 40, 1-23)

Habíamos dejado a José encarcelado por orden del propio Putifar a causa de los supuestos escarceos del elegido por el Señor —José— con su Señora, la Mujer de Putifar. Poco después, el Faraón se enojó con dos funcionarios de su palacio, por razones que el Libro no explica. Se trataba, en concreto, del panadero real y, según la Biblia, «el que preparaba las bebidas de Faraón», cargo administrativo cuanto menos farragoso que sin duda inspiró a nuestras modernas burocracias para encontrar una forma de denominar al funcionariado. Sin embargo, lo que en nuestras modernas burocracias no habría tenido efectos prácticos, pues la desidia a un funcionario de pro se le supone (y que se andara con cuidadito el «Faraón» Aznar, no le montasen los funcionarios una huelga para exigir menos trabajo y más sueldo), en los tiempos Antiguos se convirtió en una pena de cárcel con carácter indefinido.

Al menos, en la cárcel ambos funcionarios reales pudieron seguir dedicándose a sus quehaceres habituales, esto es, dormían que daba gusto, y de tanto dormir al final ambos tuvieron un sueño. Sueños muy parecidos añadiríamos, y en apariencia imposibles de interpretar:

«El que preparaba las bebidas de Faraón» soñó lo siguiente: «Había frente a mí una parra, y en la parra tres sarmientos. Apenas brotó, apareció la flor y maduraron los granos en los racimos. Yo tenía en la mano la copa de Faraón, y tomando aquellas uvas las exprimía en la copa de Faraón, y ponía la copa en sus manos».

En un alarde de originalidad, el panadero tuvo este sueño: «Había canastos de pan blanco sobre mi cabeza. En el canasto de arriba había toda clase de pasteles de lo que come Faraón, pero los pájaros se lo comían del canasto que estaba sobre mi cabeza».

Desesperados por interpretar su sueño, no se les ocurrió mejor idea que dirigirse a José, suponemos que por tratarse de un hebreo, ya saben, un tipo raro, y además un hebreo que decía continuamente, ante las carcajadas de la concurrencia, que era el Elegido por el Señor. José rápidamente supo interpretar lo que querían decir los sueños, gracias a la ayuda de Yaveh, y sin dilación el tío me suelta el siguiente rollo: «Esteee, vos (“el que preparaba las bebidas de Faraón”) tenés un deseo impulsivo y continuado de acostarse con su madre y asesinar a su padre. El Paciente presenta un Yo aplastado por el Superyo en la fase del espejo, y un Ego efervescente en el que la pulsión sexual le hace ser consciente de su superioridad respecto al sexo femenino, pues vos estás dotado de Falo, y ellas no». Y al panadero le dijo: «Esteee, vos tenés un deseo impulsivo y continuado de acostarse con su madre y asesinar a su padre. El Paciente presenta un Yo aplastado por el Superyo en la fase anal, y un Ego efervescente en el que la pulsión sexual le hace ser consciente de su superioridad respecto al sexo femenino, pues vos estás dotado de Falo, y ellas no».

Mientras José murmuraba para sí «menudo coñazo que acabo de soltar» los funcionarios reales, que ya se habían quedado extrañados con aquello de que José insistiera en que se tumbasen en un jergón antes de decir nada, musitaron totalmente acongojados: «¿Y eso qué coño quiere decir?».

Fatigado ante la falta de capacidad intelectiva de sus nuevos clientes, José resumió: «Tu sueño (al barman) quiere decir que pasarán tres días, al cabo de los cuales Faraón te reintegrará a tu antiguo puesto. Espero que entonces te acuerdes de mi y le pidas a Faraón que me saque de la cárcel. El tuyo (al panadero) que pasarán tres días, al cabo de los cuales Faraón te cortará la cabeza y los pájaros se la comerán. Son 10.000».

Los funcionarios se negaron a satisfacer la tarifa de José, por abusiva y por repetir este de manera escandalosa sus diagnósticos, pero quedaron secretamente satisfechos. El camarero porque, «qué coño, si el hebreo loco este tiene razón recobraré mi empleo» y el panadero porque le había gustado el detalle siniestro de que los pájaros se merendaran su cabeza recién cortada.

Ni que decir tiene que la interpretación de José, inspirado por el Señor, fue totalmente correcta. A los tres días, Faraón estaba celebrando su cumpleaños y se acordó de ambos empleados. Por aquello de dar un espectáculo a sus invitados, Faraón ordenó cortar la cabeza del panadero, y para saciar la sed de los mismos invitados, que deseaban celebrar la ejecución del panadero con buen vino, permitió que el escanciador volviera a su puesto. Naturalmente, el hombre olvidó por completo el trabajo que le había encargado José, demostrando que era un auténtico funcionario, con lo que nuestro héroe siguió pudriéndose en la cárcel, con compañías mucho menos satisfactorias que Putifar y una vida sexual insana y desenfrenada. Pero esto no duraría mucho tiempo, pues el Señor tenía previstos grandes destinos para José: «Análisis fundamental».

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