El génesis

El génesis


26 – Experiencias agronómicas de la alegre familia de Isaac (Génesis 26, 1-33)

Página 29 de 47

26 – Experiencias agronómicas de la alegre familia de Isaac
(Génesis 26, 1-33)

A pesar del esfuerzo realizado por su padre, Abraham, con la inestimable ayuda divina para incrementar la Hacienda las cosas en el mundo se torcían con facilidad. Ni siquiera el afortunado primogénito podía confiar en vivir de rentas. Curtidos como pocos, Isaac y sobre todo sus esclavos, debieron trabajar de valiente para lograr una posición desahogada.

Azotando el hambre el país, y tras decidir no ir a Egipto (una conveniente aparición divina, muy en la línea de la familia, le desaconsejó tan horrible lugar), Isaac se traslada a Guerar. Siguiendo con la tradición bíblica de costumbre, y a fin de evitar que la belleza de Rebeca le trajera problemas, la hizo pasar por su hermana. De esta manera no se exponía a que la envidia del vulgo al ver a tan bella mujer se posara sobre su legítimo propietario, aunque a precio de exponerla a la satisfacción de cualquier arrebato lúbrico. Isaac no arriesgaba su vida por nada del mundo, y el concepto de honra no aparece por parte alguna.

También llegado un momento la farsa se descubre. El rey de los filisteos, ocioso como pocos, se pasaba el día mirando por la ventana y pilló a Rebeca e Isaac haciendo carantoñas en el parque como dos adolescentes en celo. La furia del monarca fue intensa pero de corta duración. Siendo consciente de que la mentira de Isaac habría podido hacer caer en pecado a cualquier súbdito ignorante de la condición de mujer casada de Rebeca (por lo visto forzar a la hermana de un extranjero estaba todo lo bien visto que mal consideración merecía hacer lo propio con su legítima esposa) el monarca opta por protegerle, y ordena, bajo pena de muerte, que no se le haga ningún mal.

Lo cierto es que esta orden le vino de perlas a un Isaac que a esas alturas ya estaba en el punto de mira de los lugareños pues con la consabida bendición divina comenzaba a lograr cosechas espectaculares, encontraba pozos de agua dulce con gran facilidad y dejaba a todos los demás a la altura del betún. Las riñas por los pozos se sucedían, inaugurando una tradición de batallas por las fuentes de agua que se perpetúa en nuestros días. Sistemáticamente Isaac encontraba y luego perdía sus pozos y los filisteos se los quedaban. La cosa amenazaba con convertirse en un conflicto de primer orden hasta que los filisteos se dieron cuenta de que la colaboración con Isaac era probablemente la más inteligente solución. Dado que Dios estaba con él y le mostraba el lugar donde cavar una y otra vez, ¿qué mejor que una entente cordial? De esta manera Isaac pudo dedicarse a cuidar su jardín en paz y así distraerse con los conflictos familiares, algo mucho más interesante.

Ir a la siguiente página

Report Page