El génesis

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28 – Jacob y la senda matrimonial de su padre Génesis 28, 10-22, 29, 1-30)

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28 – Jacob y la senda matrimonial de su padre
Génesis 28, 10-22, 29, 1-30)

Jacob realiza un largo y accidentado viaje hasta casa de Labán, salpimentado por interesantes experiencias oníricas en las que aparecen elementos tan freudianamente apasionantes como una escalera. Traumatizado por la experiencia Jacob, de ordinario poco dado a regalar ni los buenos días (recordemos sus ajustes de cuentas con Esaú), se compromete con el Señor a ofrendarle la décima parte de lo que obtenga de la tierra. Aunque, eso sí, Jacob supedita el regalo a que Él le ayude en la vida. Do ut des, claro. En cualquier caso, y dado que la vida, efectivamente, iba a sonreír a Jacob, a partir de este momento se instituye lo que con el paso de los siglos devendría el diezmo y, con él, el primer germen de la redistribución de la renta a través de los impuestos.

Tras llegar Jacob a tierras de Labán se encuentra con una de sus hijas en el momento en que ella llevaba al rebaño a abrevar. Prendado por la belleza de la chiquilla, Jacob decide plantarse en casa de su tío y reclamar lo que ya empieza a considerar suyo: a su prima Raquel. Su tío, generoso, le da sin embargo a elegir. Además de la jovenzuela y «guapa y de lindo semblante» Raquel también tenía disponible a Lía, la primogénita, de la que la Biblia nos informa de que «tenía los ojos tiernos». Inaugurando una tradición que se perpetúa hasta nuestros días en materia de elección de mujeres, Jacob fue el primer hombre al que lo que le gusta en una mujer es la mirada y los ojos que… eligió a la guapa.

En una pose de humildad que habría despertado las sospechas de Labán si hubiera tenido noticias de cómo se las gastaba Jacob (y del hecho de que en mucho tiempo no podía volver por su casa so pena de jugarse la vida ante su furioso hermano), Jacob propone a su tío que le ceda a su hija menor a cambio de 7 años de trabajos agrarios. Cumplidos satisfactoriamente los mismos Labán organiza una gran fiesta para festejar la entrega de su hija. Y aprovechando el estado de excitación, cansancio y probable embriaguez de Jacob le metió en la cama a Lía y no a Raquel. Cuando a la mañana siguiente, tras una noche de pasión en la que no emitió queja alguna, Jacob va a pedir cuentas a su ya en ese momento suegro se encuentra con que este le da una solución del agrado de todos: a cambio de acabar la semana de bodas con la primera y de otros 7 años de trabajo le daría también a su otra hija.

Jacob fue engañado vilmente por su tío-suegro, que le coló a Lía, la mujer que «tenía los ojos tiernos», descripción que hace temblar al hombre más templado. Además, en total, acabó trabajando 14 años para conseguir a Raquel, enriqueciendo por ello a su tío. Una situación que demostró la paciencia con la que Jacob puede contar a la hora de medrar socialmente. Una vez dado el primer paso los objetivos del hijo de Isaac están claros: tener descendencia y arrebatar la hacienda de Labán.

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