El Chancellor (ilustrado)

El Chancellor (ilustrado)


Capítulo III

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III

29 de septiembre: El conocimiento del capitán Huntly, es decir, el acta en que consta el cargamento de las mercancías a bordo del Chancellor y las condiciones de transporte de dichas mercancías, está concebido en los siguientes términos:

BRONSFIELD & CO., COMISIONISTAS. CHARLESTON

 

Yo, John-Silas Huntly, de Dundee (Escocia), comandante del navío Chancellor, con un arqueo de novecientas toneladas poco más o menos, encontrándome en Charleston, para, en la primera oportunidad, ir sin realizar escalas hacia la ciudad de Liverpool, donde se llevará a cabo la descarga, reconozco haber recibido de los señores Bronsfield & Co., comisionistas de mercancías de Charleston, mil setecientas balas de algodón con un costo total de veintiséis mil libras[9], todas ellas intactas y en buenas condiciones, marcadas y numeradas como se indica al margen; efectos que prometo conducir en buen estado, salvo los peligros y riesgos de la mar, a Liverpool, y, allí, entregárselos a los señores Leard hermanos, o a quienes ellos ordenen, recibiendo por el flete la suma de dos mil libras[10] en total, conforme al contrato de flete, otrosí, los estropicios de acuerdo con los usos y costumbres de la mar. Y, para el cumplimiento de lo indicado, he comprometido y comprometo a mi persona mis bienes y el citado navío, con todos sus accesorios.

Y para dar fe de todo ello he firmado tres conocimientos del mismo tenor, los cuales, cumplido el uno, carecerán de valor alguno.

Dado en Charleston, a 13 de septiembre de 1869.

J. S. Huntly

Así es que el Chancellor lleva a Liverpool mil setecientas balas de algodón. Remitentes: Bronsfield & Co., de Charleston. Destinatarios: Leard hermanos, de Liverpool.

El cargamento se ha llevado a cabo con el mayor de los cuidados, ya que el navío está especialmente construido para el transporte de algodón. Las balas ocupan toda la bodega, salvo una pequeña parte que está especialmente reservada para los bultos de los pasajeros, y las balas, cuya estiba se ha llevado a cabo por medio de gatos, no forman más que una masa extremadamente compacta. De este modo no se desperdicia nada de sitio en la bodega, considerable para un navío, que así puede cargarse de mercancías a tope.

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