Dreamcatcher

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La quería más que nada, la necesitaba más que a nadie y era hora de dejarla ir.

Ella sabía que la quería, el problema es que no sabía cuánto. Quizá si hubiese tenido una idea todo sería distinto… Aunque probablemente no.

Quizá si algo hubiese sido distinto, algo insignificante como no haber insistido ir al parque a jugar pelota cuando tenía 4 y la conocí, con sus trenzas de azabache hasta la cintura y las lágrimas corriendo por sus mejillas porque el helado de vainilla que había pedido estaba a sus pies cubierto de arena. Quizá si no la hubiese invitado a jugar ese día para que dejara de llorar, o que mi mamá no hubiese estado en el mismo banco que la suya y no hubiesen hablado… Quizá nada de esto hubiese pasado.

Ya era inútil pensar en ello, y se podría decir que es enfermizo lo que pienso, que a todo el mundo le rompen el corazón y que debería saber sobrellevarlo.

Todo sería así si algo distinto hubiese sucedido.

Quizá no habría parecido tan grave perderla si no hubiese perdido la prueba de admisión. Si hubiese seguido pensando que los espasmos eran debido a los nervios.

Quizá no habría importado tanto si el médico no hubiese tenido espacio para una cita o si ese médico hubiese pensado lo mismo que yo, que eran los nervios.

Quizá no sería necesario perderla si no tuviese que perderla en algún momento de todas maneras, si no tuviese que perderlo todo.

Ya no importaban muchas cosas, y a la vez todo parecía magnificarse.

Nadie lo vino venir.

“Es imposible de diagnosticar sin antecedentes, y sin embargo sólo 1 de cada 10 personas desarrolla Esclerosis Lateral Amiotrófica debido a antecedentes genéticos. No se conocen más razones para que pueda suceder”

“Tu caso es muy peculiar. Los síntomas no comienzan a desarrollarse normalmente antes de los 50 años, aunque si puede pasar, lo siento mucho”.

Por supuesto que puede pasar, me pasa a mí.

Ya no tenía sentido esperar, ni seguir pensando que podía suceder, ahora menos que ella se había ido y que yo me iba también.

Quedaba tiempo, quizá demasiado... Eso era peor.

Hubiese preferido algo más.

Pero para mí no habría mucho más, ya no.

Y Evan no necesitaba saberlo.

Capítulo 8

Le pedí a Vica que llamara a Balthazar, y quedamos en vernos en la biblioteca a las 5 en punto.

No sé por qué seguía insistiendo en ir a la biblioteca si no sabía dónde estaba (El día de mi pequeño accidente lo confirmé, no tenía ni idea de donde se encontraba) Pero bastó con llamar a un taxi y al cabo de 20 minutos estuvimos allí.

Vica y Leo vinieron. Habían terminado su almuerzo romanticón y se encontraban “queriéndose” en el sofá cuando salí. No pensé que aceptarían la invitación porque se veían muy ocupados, pero un repentino interés de Leo en ir bastó para que me siguieran.

- ¿Y uds qué? ¿Por qué querían venir?

Vica entornó los ojos y miró a Leo con cara de “Eres patético”.

- Don Juan quiere conocer a Balthazar.

- Por supuesto que quiero conocer a tu novio.

- EX novio, gracias. Ya los celos se están poniendo viejos, ¿no crees?

- No son celos, para nada. Sólo quiero ser sociable… Así como tú.

Leo la miró con una sonrisa ensayada y burlona, y Vica se viró con un gesto exasperado dirigiéndose a las escaleras de la biblioteca.

Era un edificio de ladrillos, parecido a una estación de bomberos de esas que salen en las ilustraciones para bebés. Ladrillos naranja rojizos recubrían toda la estructura, con ventanales de hierro forjado negro y puertas de madera clara rodeada de arbustos y precedida por una escalinata de cemento.

Nos adentramos a la estructura de techos altos y observé a Balthazar detrás de una de las mesas con un ejemplar de Grandes Esperanzas en sus manos.

- Hola Balthazar.

- Como mi apellido es Pirrip y mi nombre de pila Phillip, mi lengua infantil, al querer pronunciar ambos nombres, no fue capaz de decir nada más largo ni más explícito que Pip. Por consiguiente, yo mismo me llamaba Pip, y por Pip fui conocido en adelante…

- Hola, Sr. Pip. Disculpe la demora, los tórtolos me retrasaron, pero veo que tiene buena compañía.

- Dickens siempre es buena compañía. ¿Cómo estás Vica?

Balthazar, que no había despegado la mirada del libro, posó su vista del Halcón en Vica y Leo. Vica se limitó a asentir y Leo se adelantó para posarse ligeramente delante de ella.

- Mucho gusto, Balthazar Guerreiro.

- Leonardo García.

Intercambiaron miradas cautelosas y Leo se dirigió al otro lado de la sala a ver los lomos de los libros. Vica fue tras él.

- Entonces mi querida Evan. ¿Soñaste?

- ¿Lo dudas?

Tiré mi libreta sobre la mesa y Balthazar la cogió casi en el acto. Observó mis garabatos con detenimiento y me miró.

- ¿Es una broma, cierto?

- ¿Qué?

- Oh nena, estás en problemas.

Dijo eso y se levantó de la mesa sin hablar. Lo vi dirigirse hacia la puerta y cuando me di cuenta que no pensaba volver, lo perseguí y lo jalé de la chamarra.

- ¿Qué coño te pasa?

- Yo no me voy a meter en esto, pensé que querías resolver tus pesadillas, no que te ibas a meter con mafiosos.

- ¿Ah?

- ¿No sabes quién es Víctor Shaw?

- No, yo no soy de aquí.

- Pues, googléalo. 

Y se fue.

- ¿Qué dem…

- ¿Qué ha pasado, Evan?

Me encontraba en la puerta de la biblioteca, atónita y sin comprender todavía qué coño había sucedido.

Vica y Leo se encontraban detrás de mí, y la verdad es que no sabía qué contestarles.

- ¿Quién es Víctor Shaw?

- ¿Por qué preguntas eso, Evan?

- ¿Quién es?

- El amigo de Enzo y Emilio.

“Eso no puede ser bueno”.

Me dirigí a la zona de red inalámbrica y saqué el portátil.

“Víctor Shaw”.

Las palabras, “Drogas”, “Contrabando”, “Inocente por falta de pruebas” resaltaron por todo el navegador de búsqueda.

Y entonces, la vi en uno de los artículos.

“Encontrados restos de hija de Víctor Shaw en las afueras de la ciudad”.

 

Entré al artículo y me dispuse a leer todo sobre Stella Shaw.

“…Stella Shaw, hija del famoso empresario Víctor Shaw, conocido por su larga trayectoria en la industria de transporte internacional, fue hallada sin signos vitales en las afueras de Sevilla…”

“… Los representantes de la familia no otorgaron declaraciones y fuentes cercanas a los Shaw informaron que todavía no se conocía la razón de su muerte…”

“...Los cuerpos policiales realizaron las investigaciones competentes…”

“Asesinato… Heridas quirúrgicas en un costado… Sospecha de tráfico de órganos…Escándalo… Pánico en la comunidad…”.

 

“… ¿Es en serio?”

Sí, al parecer era en serio.

Vica y Leo esperaban pacientemente al otro lado de la mesa por mi respuesta.

- ¿Y bien?

- Mmm., no sé qué pasa pero algo me dice que tenemos problemas. Llama a Nino.

- ¿Pero por qué?

- Porque ya sé quién es Víctor Shaw.

No podía creer lo que estaba sucediendo.

Mi cabeza no había sido criada para asimilar que ese tipo de cosas pudiesen suceder. Que las películas que decían en los créditos “Basada en la vida real” eran ciertas, que ese tipo de cosas sucedían.

No podía creer que de verdad sucedían y mucho menos a mí. No tengo idea de la cantidad de veces que me burlé de la gente que leía el horóscopo, ni de lo mucho que repudié el vudú, el tarot y todo aquello que consideraba charlatanería. Ya no distinguía realidad de fantasía, no podía confiar en la gente que me incitaba a creer ni en los que me decían que nada de eso existía.

No sabía nada y la incertidumbre se adueñaba cada vez más rápido de mí.

Las manos se me entumecieron y un sudor frío me recorría la espalda. De verdad nunca supe en lo que me estaba metiendo, y principalmente, deseaba no haberlo hecho nunca.

- Víctor Shaw es un traficante de drogas.

- ¿Cómo lo sabes?

- Balthazar me lo dijo.

- ¿Qué?

- Sí, lo han acusado un montón de veces por tráfico de drogas, pero siempre logra evadir la cárcel porque las pruebas nunca son suficientes.

- Eso suena a contactos. Entonces ¿Esto quiere decir que mi tío y Emilio están trabajando con un mafioso?

- No lo sé. Llama a Nino.

Leo se puso en contacto con Nino y Cosette, y nos dirigimos de inmediato a su casa.

- ¿Traficante de drogas?

- Sí, como oyes.

Observaba con ojos incrédulos a Leo, que tenía una cara más bien de fascinado que de preocupado. Se sentía en su propia película de acción, y desgraciadamente todos estábamos metidos en ella.

Lo único que faltaba era quizá la parte más difícil: ¿Cómo les decía de los sueños sin que me internaran en un sanatorio o me inyectaran un Diazepam?

- ¿Y ahora qué hacemos?

Vica se paró con los brazos en jarras, como una madre que espera una explicación de sus hijos. Cosette estaba sentada cerca de Vica y se veía diminuta.

- ¿Qué podemos hacer?

- No lo sé, Vica. ¿Una intervención? ¿Qué se puede hacer en situaciones así? No lo puedo creer, como si necesitásemos de esa mierda. Vivimos bien, nos va bien en la compañía… ¿Qué estaría pensando para meterse en esa porquería? Avaro…

Nino hablaba más consigo mismo que con Vica y frotaba el borde superior de sus lentes mientras fruncía el ceño.

- Yo no creo que sean drogas.

Todos me observaron con curiosidad, esperando a que argumentara mi comentario.

- ¿Saben quién es Stella Shaw?

- La hija de Víctor. Ella falleció hace un tiempo. ¿Cuál es la importancia?

- No falleció. La asesinaron.

- ¿No eran cuentos?

Leo me miraba con cara de desconcierto y los demás seguían en silencio.

- No. Fue asesinada.

- Bueno, es hija de un traficante. ¿Qué esperabas?

- No fue ajuste de cuentas ni venganza. O bueno, no lo sé… Pero los reportes y las noticias dicen que fue robo de órganos.

Silencio otra vez, y más desconcierto se fijaba en la cara de todos.

- Yo sé que suena a película de ciencia ficción, pero no es así. Encontraron cicatrices en su costado, y los rumores dicen que en la autopsia estaba ausente un riñón. Que murió por una infección.

- Estás viendo muchas películas.

- No estoy jugando.

- ¿Y entonces qué estás diciendo?

- Que quizá estén traficando drogas, o que quizá no. Quizá las razones de su amistad sea otra.

- Pero no entiendo por qué demonios habría de estar relacionado con eso, ¡No tiene sentido! ¡Son drogas! ¡No es un juego, Evan!

- ¡No son drogas, tiene que ver con eso!

- ¡Estás loca!

- ¡No estoy loca, lo soñé!

Silencio.

“Ok, ahora si piensan que estoy loca”

- ¿Qué estás diciendo Evan?

Nino me observaba con cara de total incomprensión y curiosidad.

- Si bueno, si me llevan a un sanatorio no se los perdonaré nunca. Desde hace varias noches estoy soñando lo mismo. Un quirófano, un cirujano y Stella Shaw. Siento que me estoy volviendo loca, sé que nada suena cuerdo y que perderé mi credibilidad después de hoy. Pero sé que tiene que ver con eso.

Todos me observaban recelosos, y Vica se miraba impasible al espejo. Leo se adelantó y me miró por largo rato.

- Ok, no sé ni siquiera qué preguntarte. 1 – Sí, pienso que has perdido la cabeza y que deberían internarte. 2- ¿Por qué habrías de soñar todo eso y por qué habríamos de creerte? Y 3- ¿Qué tiene todo esto que ver contigo, cuál es tu papel aquí?

- No lo sé. No sé si es cierto y no sé por qué tiene que ver conmigo. Pero sé que sueño con eso porque sucedió en el edificio, en nuestro piso.

Leonardo me miraba receloso, y Vica se enderezó al escuchar lo del piso.

- Yo pensaba que era algo que había sucedido hace mucho tiempo, Balthazar me dijo que investigara y averiguara qué sucedió allí, para ver si resolviendo lo que sucedió podía dormir tranquila, y eso hice. Esperaba no encontrar nada, o encontrar un asesinato en los años 30, pero no fue así. Yo misma no lo creí hasta que vi los reportes.

- ¿Y no habríais leído algo sobre Víctor y Stella en los periódicos y por eso has soñado con eso?

- No.

Era obvio que nadie iba a creerme, y los entendía. Era una locura. Además ¿Cómo se relacionaba eso con Emilio y Enzo? ¿Qué tenían que ver ellos con eso? Nada tenía sentido y empezaba a creer que nunca debí haber abierto la boca.

- Yo le creo.

Vica se viró, y me observó.

- Claro, tu novio ha dicho esto.

- ¡Ya basta Leo! Suena ridículo, porque no has visto nada parecido antes. Para creer se necesita ver, y ni así. Pregúntenselo a Evan. Quizá esté loca y yo también, al igual que la mitad de la población del mundo que cree en cosas de ese tipo, pero quizás no. ¿Tienen algo qué perder tratando de analizar eso? ¿Y si es cierto?

- No tenemos nada qué perder.

Cosette habló desde el sillón y todos la observaron con recelo también. Nino asintió, aunque no parecía nada convencido. Leo bufó y se sentó en un banco de la cocina para escucharnos desde lejos.

“Ok, es tu turno Evan”.

- Bien, quizá nada es cierto. Lo sé. Pero supongamos que existe la posibilidad y que Emilio y Enzo no sean aprendices de traficantes.

- Ok, entonces expón tus pruebas y hechos, Evan.

- Esperen, esperen. Documentemos esto.

Cosette se puso de pie y se dirigió a otra habitación. Al cabo de dos minutos salió con una pizarra acrílica blanca y la colocó frente a nosotros.

- Quizá a la pizarra le guste un poco más esto que las matemáticas.

- Ok, Vica… ¿Escribes?

- Por supuesto.

Vica se puso de pie también y tomó un marcador para pizarras de la mano de Cosette. Ella tomó asiento a mi lado y Nino se sentó a un costado, cerca de mí. Posó su mano en mi espalda, aunque seguía observándome con recelo.

- Bien. Entonces tenemos a Víctor, Enzo y Emilio siendo los mejores amigos… ¿Desde hace cuánto, Cosette?

- Desde hace más o menos seis meses.

Vica anotaba todo lo que decíamos en forma de mapa. Y yo seguía rogando porque algo tuviese sentido.

- Y el Asesinato de Stella fue en Agosto del año pasado, según vi en las noticias.

- ¿Ajá, qué más?

- Víctor es traficante de drogas, y… No lo sé.

“Loca…” Escuché murmurar a Leo desde lejos, pero proseguí.

“Sí puedes, Evan. No estás loca”

- Ok, ¿Qué saben del tráfico de órganos en Sevilla?

- Nada, aquí no pasa nada nunca.

- ¿Nada?

Silencio. Esto no nos estaba llevando a nada y ya todos empezaban a observarme con preocupación. Tenía que hacer algo antes de que perdieran el interés.

- ¿Conocen a un tal Leví?

Nino se enderezó y me observó otra vez con cara de desconcierto.

- Sí. Trabaja en la compañía. Es el guardaespaldas de mi tía.

- ¿Qué tía?

- De Agatha… ¿Cómo sabes de Leví?

- Estaba en mi sueño.

Lo más probable es que no me creyeran todavía pero ya había despertado dudas con Leví, quizá todo se enredó aún más con él en la ecuación pero hizo que recuperaran un poco la fe en mí.

- ¿Quién es tu tía? ¿Por qué necesita un guarda espaldas?

- Es la accionista principal, junto con mi tío Gino, de VolpWoc.

- ¿La compañía? ¿Qué hacen en esa compañía?

- Es una compañía de transporte internacional. Hacen el traslado de la mayoría de las exportaciones e importaciones de Andalucía.

- ¿Y eso no lo hace la compañía de Víctor?

- Sí…

- ¿No les parece extraño? ¿Por qué Emilio y Enzo hablarían con la competencia? ¿Querrán cambiar de compañía?

- Mi padre nunca dejaría a mis tíos, por más en desacuerdo que estuviese con ellos. Esa compañía la levantaron todos, es su bebé.

- ¿Entonces?

- Algo no cuadra.

Todo cobraba menos sentido.

- Leo habló antes de “aguas turbias” en la compañía… Emilio y Enzo piensan que algo no va bien con la compañía. ¿Pero por qué habrían de resolver eso con Víctor?

- Porque tiene recursos.

Leo se levantó de la cocina y vino hasta la sala. Ahora si parecía interesado.

- Enzo y Emilio quieren averiguar que sucede porque la compañía estaba en bancarrota y de repente se levantó de nuevo.

- Es cierto lo que dice Leo. La compañía estuvo a punto de cerrar hace unos dos años, y de repente todo volvió a funcionar, aunque nunca vimos un cambio de nada.

- ¿Y entonces cómo se recuperó?

- Drogas.

- ¿En tan poco tiempo y sin experiencia previa? ¿De verdad creen que a cualquiera se le da un proyecto como ese tan fácil?

- Quizá Víctor Shaw los está ayudando.

- ¿Por qué habría de ayudar a la competencia? Además, Emilio y Enzo no permitirían eso.

- Quizá no están encargados de nada. Los accionistas mayoritarios son Gino y Agatha.

- ¿Y Entonces qué hacen Enzo y Emilio ahí?

- No lo sé…

- ¿Entonces, dónde quedamos?

Vica estaba frente a la pizarra donde todo parecía un pequeño desastre. Las ideas volaban por la pizarra, y aunque parecía arte abstracto, no nos servía de mucho.

Cosette se puso de pie y le quitó el marcador y el borrador a Vica. Borró toda la pizarra y comenzó de nuevo dividiéndola en dos.

- Ok, en la izquierda va lo de tu sueño y en la derecha todo lo que tenga que ver con la compañía.

Y anotó todo lo que habíamos dicho. Donde lo único que se relacionaba era Leví y Víctor Shaw, que se encontraban en el medio de la línea de división.

Se quedó observando la pizarra un rato y preguntó.

- ¿Quién es Leví en tu sueño?

- El ayudante o algo así del destripador…

- ¿Destripador?

- Bueno, del hombre que realizaba la cirugía.

- Eres creativa para los nombres… Entonces Jack el destripador tiene como ayudante al guardaespaldas de Agatha.

- Al parecer.

- Ok… Bueno, Leví es más un mandadero que un guardaespaldas así que supongamos que tiene otro trabajo. Además Agatha tiene más guardaespaldas.

- Bien, ¿Eso dónde nos deja?

- …En nada. Lo siento, Evan. Pero eso no quiere decir que no podamos averiguar más.

- Entonces hagamos eso, averigüemos.

Nino se puso de pie y me hizo una señal para que fuera con él. Vica y Leo se quedaron con Cosette… Y yo obedecí (Como siempre hacía y no sabía por qué). Salimos de la casa y subimos al auto.

- ¿Adónde vamos?

- A visitar a mi papá.

Una casa de varios niveles se dibujaba en el horizonte. No había casas ni edificios cerca de esa zona y al cabo de unos minutos vi una cerca que rodeaba el terreno en el que se encontraba la casa… Era una especie de finca, la diferencia de las fincas normales es que una casa enorme con aires de la época Victoriana la coronaba.

Nos dirigimos a la entrada y luego de pasar la vigilancia, aparcamos frente a las puertas y entramos.

El  recibidor era espacioso y aunque la casa se veía grande por fuera, era muy acogedora… Y hermosa. Nino me hizo señas de que me sentara en el recibidor y siguió dentro de la casa.

“Ok… Interesante”

Todavía no sabía cuál era el propósito de la visita. Era muy poco probable que su papá fuese a decirle absolutamente nada, y en ese momento comencé a preocuparme… No era muy inteligente ir a preguntarle por drogas, tráfico de órganos y mafiosos. Pero ya no había vuelta atrás.

Seguí en el recibidor por varios minutos más, y en el momento preciso en el que decidí entrar a la casa a buscar a Nino, escuché una puerta abrirse y me quedé en mi sitio.

“No… No, eso no… ¿Te parece?... El sábado hacen otra entrega… ¿A las 8?... No ya no usan el muelle, ahora van al depósito… Donde hacen las fiestas… Ese… Te veo allá”.

Una voz venía desde la parte de atrás de la casa y unos segundos después la sombra de un hombre pasó hasta las escaleras.

Seguí esperando, y cuando volví a intentar ver dónde estaba Ignazio escuché pasos apresurados bajar la escalera.

- ¡Deja de meterte en donde no debes, Ignazio!

“Ay no”.

- ¡Me sabe a mierda lo que hagas! ¡A mí no me importa si quieres ser un mafioso o drogadicto, es tu maldita vida y puedes hacer lo que se te venga en gana con ella pero te advierto, si le pasa algo a Cosette por tu culpa será lo último que hagas! ¡No me importa que seas mi padre!

Nino y su padre se encontraban a centímetros entre sí y sin embargo sus gritos deben haber llegado a la entrada de la finca. Nino tenía la mandíbula tensa y su cara destellaba un rojo vivo, temblaba de la rabia y parecía que la amenaza que había hecho iba impregnada con toda la seriedad del mundo.

Emilio sostenía el barandal de la escalera, dejando sus nudillos blancos como papel mientras la vena de su frente relucía desde lejos.

- ¿Cosette sabe? ¿Cómo demonios se te ocurre decirle eso?

- ¿Y tú crees que yo ando pendiente de lo que hacéis o no en tu vida? A mí no me importa, a ella sí.

Emilio se quedó en silencio y Nino se dirigió a la puerta. Como no volvió asumí que me esperaba… O que se había olvidado que me había llevado y me había dejado tirada en quién sabe dónde.

Salí y el auto estaba encendido.

“Gracias a Dios”

Me subí y observé a Nino con la cabeza apoyada en el volante, dándole puñetazos controlados a la puerta del conductor.

Me quedé en silencio mientras el recuperaba la compostura y cuando vi que se relajó un poco, coloqué mi mano en su espalda, acariciándolo y tocándole el cabello de vez en cuando.

Puso su mano en mi rodilla y la apretó un poco, tenía un aspecto horrible. Se notaba a leguas lo mal que se sentía y por unos segundos lo único que observé en el fue desolación. Quizá había más problemas en su familia de los que pensaba.

No volteó a mirarme en un buen rato y no se levantó del volante por varios minutos. Después soltó mi rodilla y se me quedó mirando por varios segundos. Traté de sostenerla la mirada pero me intimidó al instante. No hablaba, sólo me observaba con una intensidad que quemaba y hacía que me preguntara qué clase de cosas podría haber estado pensando.

Se quitó los lentes y me siguió observando. Ya se hacía insoportable su mirada así que si no iba a hablar, hablaría yo.

- ¿Qué t…

No pude terminar. Se abalanzó sobre mí, haciéndome retroceder al instante, pero la ventanilla del auto se interpuso en mi camino.

Sus labios se posaron sobre los míos, besándome con rabia y aferrándose a mi cintura, tomando mí cabello entre sus manos con un poco más de fuerza de la que sé que usaría normalmente.

Estaba molesto y sus labios lo demostraban mientras mordía mi labio inferior con frenetismo. Recorrió mi cuello con sus labios e hizo un sendero de mordisquitos hasta mi clavícula.

Sus manos estrecharon aún más mi cintura. Lo abracé por el cuello y lo besé con dulzura. Alejé mi cara unos centímetros de la suya, haciendo que se inclinara y recorrí sus labios con los míos. Lo besé hasta sentir que se relajó, y después hundí mi cara en su cabello, respirando el olor de su champú.

El se recostó sobre mi pecho y me abrazó sin decir nada, hasta que decidió volver.

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