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CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5

 

Lo primero que le enseñaron a Ana en la escuela de medicina, fue comprender la forma en la que el dolor adoptaba formas diversas. Desde una punzada, una leve molestia, o un dolor sin más, o un dolor que no se puede ignorar. Casi la mayoría de los males tienen un remedio medicinal, pero Ana había aprendido por las malas que existían dolores con los cuales sin importar como lo trataras, no se puede ignorar. Un dolor tan enorme que empequeñece a cualquier mal.

—Ana ¿Sigues ahí? — Ana reaccionó al escuchar la voz de Mina a través del móvil.

—Si, lo siento, estaba leyendo un expediente— Cerró los ojos y se frotó el cuello con la mano izquierda.

—Sé que estas de turno, pero no podía esperar para darte la noticia— Dijo ella alegremente — Me hice cinco pruebas y todas salieron positivas— Ana apretó los dientes, pero inmediatamente se recompuso.

—Aun así, tienes que ir al médico para hacer estudios y comenzar con tu control de natalidad ¿Quieres que te agende una cita? — dijo sin el menor entusiasmo —Hay una colega que me debe un favor, no será problema…—

—¡Oh! Ana, no te llame para que me ayudaras con buscar doctora, ¡te hable para darte la noticia de que serás tía! — << ¡Yupi! >> pensó con ironía. — Ya lo sospechaba desde hace semanas, pero había estado tan nerviosa con lo de la boda, que no quise hacerme falsas ilusiones, pero hoy me anime a salir de dudas ¡Estoy tan emocionada! Seré mamá y tú serás una estupenda tía—

—Supongo que también seré la madrina — No era una pregunta, pero Mina no capto el sarcasmo.

—¡Por supuesto! — gritó ella entusiasmada.

—¿Y qué dice Bruno a todo esto? ¿Está de acuerdo? Estoy segura de que alguno de sus hermanos…—

—Aún no le he dado la noticia, quiero que sea la mejor sorpresa del mundo…— Mina se soltó hablando sobre cómo darle la sorpresa a Bruno. Ana no prestó atención a la mitad del plan. Mientras escuchaba a Mina hablar, Ana contempló la sala de cuidados intensivos, habían tenido una noche muy agitada a causa de un accidente múltiple de coche, entró antes a su turno y apenas y estaba amaneciendo. Tendría unas largas horas de trabajo por delante, y comenzar con una noticia como esta no era la mejor manera de comenzar el día. Un bebé, Mina tendría un bebé de Bruno. Y si antes ya sabía de antemano que la había perdido ante el hombre, ahora no tendría ninguna posibilidad contra un bebé. Era ridículo, ya debería de estar resignada a que Mina no era para ella. Pero su estúpido corazón seguía sintiendo dolor. ¿Cómo enfrentarse a ese dolor? Pues como siempre, tendría que anestesiarlo, aguantarlo e ignorarlo.

—Se te dan muy bien las tartas, cocina una y escríbele un letrero que diga “ El mejor papá del mundo ”— Interrumpió los desvaríos de Mina.

—Pero eso es muy cliché ¿No crees? —

—Los clásicos nunca pasan de moda— Ana se puso de pie y sujetó bajo su brazo una pila de expedientes. —Como sea que se lo digas, Bruno pondrá cara de tonto, me gustaría verlo—

—Filmaré todo, y te enviaré el video— Dijo Mina entusiasmada —Regreso a la ciudad el fin de semana, ¿Podremos vernos? Tengo muchas cosas que contarte— Ni en un millón de años Ana estaría preparada para ese encuentro.

—Estaré ocupada estas semanas, comenzaré mi estudio médico sobre aneurisma [8] de aorta [9] — Ana se encaminó hacia la sala de titulares, necesitaba tomar una taza de café —Te enviaré un mensaje, y te enviaré los datos de la doctora que te atenderá ¿De acuerdo? Yo me encargaré de eso—

—Aceptaré con la condición de que el día del parto, estés ahí conmigo— Ana se tropezó en su camino. Una nueva punzada golpeó su estómago

—Obstetricia no es mi área de especialidad…—

—Estarás ahí como mi mejor amiga— Dijo Mina con voz queda —Te necesito ahí— La voz de suplicante de Mina, siempre lograba Ana se quebrará.

—Estaré ahí— concedió.

—¡Gracias! Yo no sé qué haría en esta vida sin ti—

—Te llamaré después— Ana finalizó la llamada. Como cirujana Ana siempre intentaba eliminar el dolor, como humana intentaba ignorarlo, para eso siempre había escuchado frases típicas como “ Sufrir es opcional ” o “ El tiempo cura las heridas ” o la frase favorita del doctor Harper “ Cada dolor tiene un propósito ” Ana esperaba que el Doctor Harper tuviera razón.

La mejor forma que Ana tenía para lidiar con sus problemas era concentrarse en el trabajo, para ella realizar cirugías largas y cansadas no era una carga, al contrario, en el quirófano era donde mejor pensaba y lograba encontrar la paz. Entre más larga la cirugía, mucho mejor para ella.

Al salir del quirófano, comenzó a revisar su teléfono, tenía toda la intención de llamar a Gideon para saber cómo iba todo y proponerle emborracharse después de que terminara su turno. Entonces encontró un mensaje y una llamada perdida de un número que no conocía.

—Mierda— maldijo no en voz baja, a su costado una enfermera se apresuró alejarse. Era bien conocido que cuando Ana andaba de mal humor, era mejor no acercarse a tentar a la bestia. Ana se apresuró hacia los elevadores y al mismo tiempo estaba devolviendo la llamada.

—Hola— contestó una voz tímida.

—Estaba en una cirugía— Explicó —¿Por qué no pediste en la estación de enfermeras que me avisaran? —

—No quería molestar— Dijo Morgan con calma —Además, dijo que llamara antes— Ana aporreó el botón el ascensor.

—Y como no te conteste ¿Decidiste esperarme por cuatro horas? — preguntó con los ojos en blanco. El mensaje que había recibido decía que estaría esperándola en la sala de espera hasta que se desocupara. 

—Estoy leyendo un libro. No tiene importancia— << Que chica tan…>> La verdad, era que Ana no tenía una descripción para esta chica. Era tan calmada que a Ana la desesperaba. ¿Acaso alguna vez se molestaba por algo? Por lo que ella misma le había contado, la gente no era muy amable con ella y, aun así. Morgan hacia todo lo posible por ayudar.

—Ya estoy bajando, en seguida te veo— Ana terminó la llamada y se apresuró a la estación de enfermeras, no le costó ningún trabajo identificar a Morgan en la sala de espera, ella resaltaba como un punto brillante en la habitación. Llevaba puesto un sencillo blusón blanco, con una falta verde, esa ropa era demasiado grande para ella, ni siquiera el cinto de la cintura, lograba darle algo de estructura. La chica al verla, le sonrió. Y se apresuró a ponerse de pie.

—¿Hay algún consultorio libre? — Preguntó a la jefa de enfermeras.

—El consultorio dos— Informó la enfermera mirándola con curiosidad.

—Llama al doctor Edson, por favor— La enfermera enarcó una ceja —Dile que tiene una consulta urgente en el consultorio dos— La enfermera estaba sorprendida, pero fue lo bastante inteligente para no discutir. Ana se acercó a Morgan. Ella aun le sonría.

—No puedo creer que estuvieras esperando tanto tiempo—

—No me molesta— Morgan juntó sus manos en un claro acto de nerviosismo — Después de todo, usted me está haciéndome este favor— Ana hizo una mueca, ella no era buena persona, simplemente algo la estaba impulsando a ayudar a esta chica, tal vez porque ella mencionó al doctor Harper. Después de todo estaba en esa residencia por ayudarlo a él.

—Ven, el doctor vendrá en un momento— Sin pensarlo sujetó a Morgan de la mano, y la guio como si fuera una niña en peligro de extraviarse, tal vez así era, por lo menos en las horas que estuvo esperando, no había causado un desastre. El doctor Edson no tardó absolutamente nada en aparecer, el hombre estaba más que intrigado en saber por qué la grandiosa doctora Carson lo estaba solicitando.

—¡Llegó la diversión! — Gritó Edson al abrir la puerta, entró al consultorio haciendo un drama como siempre. El hombre alegremente sonreía y alzaba los brazos como si fuera el dios vengador que venía a salvar el día. A su costado Morgan apretó con más fuerza su mano. —Mi hermosa doctora Carson, me has llamado y aquí estoy, tú mandas y yo obedezco, así de fácil soy— Edson no tenía que esforzarse demasiado en esbozar una sonrisa para ser atractivo, no por nada era el hombre más deseado en todo el hospital.             

—¿Es necesario entrar haciendo tanto escándalo? —

—Por supuesto, es una rara ocasión cuando tú me pides un favor— Edson fijo la mirada en Morgan.

—Aún no te he pedido nada—

—¿Ah no? ¿No pediste que viniera? — Edson enarcó una ceja, pero no dejaba de mirar a Morgan de arriba abajo, Ana ya podría pronosticar que en cualquier momento Edson diría algo incómodo. Ana dio un paso protector hacia adelante y miró fijamente al médico.

—Tienes una consulta, es tu trabajo— Edson entrecerró los ojos. Pero se mordió la lengua.

—Ok, dejémoslo hasta ahí— Edson se acercó hacia el estante de suministros para colocarse unos guantes. —Entonces dime, ¿Quién es mi paciente? ¿Tú o la chica que está pegada a tu costado? — Ana hizo que Morgan subiera a la mesa de exploración, sin apartarse de su lado, Ana le explicó a Edson el problema de Morgan. A pesar de que Edson podría ser desesperante la mayor parte del tiempo, era un profesional y escuchó con atención todo lo que Ana le contó. En la mirada del médico pudo distinguir pequeños momentos en los que Edson pudo haber utilizado su lengua rápida, ya se imaginaba lo que el médico diría, Morgan tendría que ir con un oculista, no un neurocirujano. Pero dado que a la chica no le gustaban las lentillas, Ana seguía en la creencia que una cirugía láser era la mejor opción. A pesar de lo pesado y pedante que pudiera ser Edson en ocasiones, en ese momento se comportó como el profesional que era. Asintió con la cabeza a todo lo que Ana le explicó y de manera profesional le hizo varias preguntas a Morgan. Al principio ella estaba nerviosa y temerosa, pero Edson terminó de realizar su examen sin problemas.

—De acuerdo a mi análisis previo, creo que nuestra chica aquí presente es una fuerte candidata para una LASIK [10] — informó Edson.

—¿Qué…? ¿Qué es…? — Morgan titubeo nerviosa, nuevamente ella buscó la mano de Ana.

—Laser assisted in Situ Keratomileusis— Dijo Edson con una sonrisa —Es una cirugía refractiva para la corrección de la miopía, hipermetropía y astigmatismo—

—¿Cirugía? — Chilló la chica. Ana intervino, hizo que Morgan la mirada.

—La cirugía LASIK se hace por un médico oftalmólogo que utiliza un láser de baja potencia para cambiar de manera permanente la forma que tiene la córnea. Con el fin de mejorar la visión y reducir la necesidad de la persona de usar gafas o lentes de contacto. — Explicó. —En tu caso, es la mejor opción. Ya que te reúsas a utilizar gafas y te molestan las lentillas— Mirando a Ana, Morgan tragó saliva, después bajo la mirada a su regazo.

—Comprendo—Susurró —Y esa cirugía… ¿Es muy cara? —

—No te preocupes por eso— Se apresuró a decir Ana. Morgan levantó la mirada hacia ella apresuradamente.

—Oh, pero es que necesito saber, no sé si mi seguro médico cubriría algo así…—

—Es una cirugía ambulatoria, el mismo día serás dada de alta, aunque tendrás que tener ciertos cuidados durante unos cuantos días, no te preocupes, además tienes a la doctora Carson cuidando de ti— Intervino Edson. Ana lo fulminó con la mirada. Pero regresó su atención a Morgan.

—Todo saldrá bien, el doctor Edson se encargará de todo y por el costo no te preocupes, si el seguro no lo cubre, existen otras maneras en las que el hospital puede ayudarte— Mirando a Edson. El médico estaba sumamente sorprendido, pero Ana le advirtió con la mirada que no dijera nada.

—¿En serio? —

—Si— Mintió, pero Ana no sintió culpa por ello— Ahora, ve a la estación de enfermeras, para dejar tus datos, tengo que hablar un segundo con el doctor Edson, en seguida te alcanzó— Morgan asintió. Bajo de la mesa de examen, le agradeció al doctor Edson y después salió del consultorio cerrando la puerta detrás de sí. Entonces, se desató el infierno. Las burlas del doctor Edson no se hicieron esperar.

—¡Dios! Esto es oro puro, el gran demonio de la cirugía está siendo controlado por una pequeña cosita—

—¿Acaso quieres que te golpee? —

—En serio me hubiera gustado filmarte, jamás te había visto tan tranquila, atenta y amorosa, nadie me va a creer— Edson no podía contener la risa —Esa chica debe ser increíble si logra sacar tu lado humano—

—Déjate de tonterías, estoy obligada ayudarla, se lo debo al doctor Harper— Con tan solo la mención del difunto médico, Edson se controló un poco

—¿Es pariente del doctor Harper? — Preguntó Edson curioso.

—Algo por el estilo— No podía decirle a Edson la verdad, tampoco podría informar que estaba trabajando en la residencia y más aparte era miembro activo de un centro recreativo o las burlas de sus colegas jamás cesarían. Respecto a la cirugía de Morgan, no sería ningún problema para Ana pagar la cirugía, después de todo, tenía un poco de dinero ahorrado y aún estaba la herencia que le había dejado Harper y no había utilizado. Ana ya había decidido que la utilizaría en favor de algo o de alguien, ayudar a una pobre chica era una buena opción.

—Bien, siendo de esa manera, arreglaré…— La explicación de Edson fue detenida cuando escucharon un fuerte golpe proveniente de la estación de enfermeras. —¿Qué fue eso? —

—Morgan— Pronosticó Ana cerrando los ojos, apresurándose hacia la puerta.

—¿Has dicho, Morgan? —

—Créeme, “ Calamity [11] Morgan ” es capaz de incendiar el hospital ella solita— Dijo Ana. Pero para nada estaba divertida con ese hecho. Al abrir la puerta, se encontraron con el piso lleno de instrumentos médicos, un carrito volcado y dos enfermeras en el suelo con Morgan intentando ayudarlas a levantarse.

—¿Joder, pues qué clase de arma nuclear has traído? — Preguntó Edson divertido. Ana no le encontró la gracia, se apresuró hacia Morgan.

—¿Te encuentras bien? —

—Lo siento tanto, doctora Carson, no me fije…—

—Tranquila, no ha ocurrido nada— Ana miró a las enfermeras, parecían molestas, pero no parecía que estuvieran heridas de gravedad —¿Te has golpeado? —

—Estoy bien— Morgan volvió a disculparse con las enfermeras y se apresuró a ayudarlas a recoger el desastre del piso. Ana suspiró pidiendo a los cielos paciencia necesaria para soportar hasta que Morgan tuviera su cirugía. La cual esperaba fuera pronto y que no ocurrieran muchos accidentes hasta entonces.

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