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CAPÍTULO 6

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CAPÍTULO 6

 

Ana ignoró completamente las miradas curiosas de los médicos y enfermeras que rondaban por la cafetería, no era hora del almuerzo, pero, aun así, el lugar parecía más llenó de lo normal. Seguramente todos decidieron darse una vuelta para tener una mejor vista de la chica que había provocado un desastre y que ahora era acompañada por los dos cirujanos más estrictos del hospital. Hizo una mueca al encontrarse con Edson mirando demasiado a Morgan. Además, él no tendría por qué estar ahí.

—¿Te encuentras más tranquila? — Preguntó Edson de un modo muy amable, demasiado amable. Eso era extraño en él. Edson solo sabía actuar de dos formas. Como el cirujano profesional que era y el hombre seductor imparable que deseaba llevarse a su amante a la cama.

—Sí, gracias doctor— Morgan sostuvo una rodaja de limón cerca de su nariz —El olor a cítricos siempre ha logrado calmarme, lamento todo el desastre causado doctora Carson—

—No te preocupes — Ana no soportaba la torpeza, en verdad que no. Pero extrañamente no estaba molesta con Morgan. Viéndola de cerca, Ana se dio cuenta de que Morgan era más joven de lo que le había parecido en un principio. La ropa que llevaba la hacía parecer mayor y más gruesa. Sus ojos era el rasgo que más sobresalía en ella, tanto por la luz de inteligencia que brillaba en ellos como la inocencia sincera. Pero su boca le distrajo. Tenía unos labios carnosos y sonrosados que se humedeció antes de hablar.

—Dijiste que trabajas en un jardín botánico ¿Escuche bien? — Intervino Edson. Ana frunció el ceño, ahora que lo pensaba, ¿Por qué el cirujano seguía ahí? No solo les había ayudado a limpiar el desastre causado por Morgan momentos antes. Si no que cuando Ana le propuso a Morgan tomar algo en la cafetería, Edson se había autoinvitado. Y realmente parecía muy interesado en Morgan. Y Ana… La verdad aún no comprendía que le impulsaba ayudar a la chica. Sabía que debía evitar a aquella mujer porque era una distracción. Sabía que no había nada de especial en ella, pero algo le empujaba hacia ella haciéndole desear conocerla. << Es mi sentido del deber>> Pensó. Últimamente estaba inclinada a defender a jóvenes y desamparados.

—El invernadero es de mi abuelo, somos horticultores [12] — Dijo ella tímidamente — Me gustan mucho las plantas, estoy considerando estudiar una especialidad en floricultura, pero no estoy tan convencida…—

—¡Wow! Eso es interesante, ¿No crees doctora Carson? Nunca he visitado un jardín botánico, tal vez podamos ir un día de estos—

—Seguro— dijo Ana distraída, movió la cabeza. Debía estar más cansada de lo que se creía si era capaz de perder tan fácilmente la concentración. Esta chica la distraía, era tan extraña que hasta parecía hasta interesante. No estaba acostumbrada a lidiar con chicas como ella. Morgan tenía veinticuatro años, había leído su expediente médico, aunque tenía que admitir que no lo aparentaba, y estaba esa forma de vestir, para nada parecido a lo que una mujer a su edad vestiría. Apostaba que la chica ni siquiera iba a los antros. No parecía de ese tipo de chica.

—Me encanta la naturaleza y las plantas. No hay nada más interesante que plantar una semilla y verla crecer, es como presenciar un pequeño milagro. — No fue lo que dijo, sino la forma en la que lo dijo, que a Ana le hizo recordar su entusiasmo cuando ella decidió estudiar medicina. ¿Ella había tenido esa alegría en su mirada alguna vez? Hasta hace poco, Ana había planeado su vida meticulosamente. Su principal meta fue convertirse en cirujana, y lo consiguió. Después de eso, su vida solo consistió en trabajar todos los días. Estaba a punto de comenzar un estudio clínico simplemente porque estaba aburriéndose. Lo más emocionante que había hecho últimamente, fue estar de infiltrada en la casa de Dorian y ayudar a Gideon. Ana podría hacer con los ojos cerrados una cirugía y no sentir entusiasmo por ello, mientras que la chica que estaba enfrente de ella, hablaba tan alegremente sobre plantar margaritas. 

—Los girasoles son mis plantas favoritas— Dijo el doctor Edson, Ana hizo una mueca.

—Aunque tú te creas el sol, te aseguro esas plantas no se dejaran deslumbrar por ti— Comentó Ana.

—¡Oh por dios! Por lo menos yo sé algo sobre plantas— Se quejó Edson — ¿A ti tan siquiera te gustan? —

—¿A qué mujer no le gustan las flores? — Ana le guiño un ojo a Morgan —Aunque no sé mucho sobre ese tema, me temo que no me es posible tener plantas en mi apartamento, no sé cómo cuidarlas—

—Por supuesto que no, seguramente se secarían— Edson se burló —Incluso dudo mucho que pudieras tener una mascota, moriría en dos días—

—Cuidar unas plantas no es tan complicado— Morgan parecía mortificada al presenciar la guerra de palabras entre los dos médicos.

—Para ella si lo es— Aseguró Edson divertido —Puede salvar vidas, pero no puede mantener con vida a plantas y mascotas, puedo apostarlo—

—Por supuesto que puedes apostarlo— Ana lo miró pasivamente —Ya que somos iguales o me dirás ¿Qué tienes una mascota en casa? — Como Ana había predicho, la diversión de Edson murió. Casi no tener tiempo para nada más que el hospital era la vida de todo cirujano. Era como una regla. Salvaban vidas, pero ellos no tenían tiempo para una vida familiar, hogareña o simplemente una vida fuera de los muros del hospital. Ana se levantó. —Vamos Morgan, te acompañaré a tomar un taxi— Morgan se levantó rápidamente de la mesa, seguido de Edson que le dirigió una mirada no muy amable a Ana.

—¡Ah! No se moleste yo…—

—No es molestia, te acompañaré— Afirmó, y estaba decidida a hacerlo. Pero al final, no pudo hacer más que acompañarla a la salida de la cafetería porque recibió una llamada de emergencia. En cambio, Edson, amablemente se encargó de escoltarla hasta la salida. Maldito doctor prostituto, ya se encargaría ella de ponerlo en su lugar.

Cuando Ana terminó su turno de treinta y seis horas, no dudo en ir a la casa de Gideon, estaba cansada, estresada y con el corazón medianamente entumido. El trabajo no había sido un problema, su turno fue medianamente bien como siempre, sangre, cirugías, traumas, luchas de poderes con otros médicos. Nada sorprendente. Aunque había vivido dos situaciones diferentes, por una parte, Calamity Morgan, << Nombre que le había dado sin siquiera pensarlo>> Fue solo un pensamiento que le rondo la cabeza, lo malo fue decirlo en voz alta, Edson se encargó de hacerlo público y varias enfermeras lo apoyaron. Y, por otra parte, Mina. Como bien lo había prometido, Mina le había enviado el video donde le daba la noticia a Bruno de que sería padre. Fue tan doloroso verlo, ni siquiera lo había terminado. Lo que, si fue toda una sorpresa, fue recibir un mensaje de Bruno pidiéndole hablar con ella. ¡Y una mierda! Ana no quería saber nada de ellos, nada de su amorosa familia y mucho menos por nada del mundo quería presenciar su alegre momento. ¡Que se jodieran! ¡Que se fueran a la mierda los dos! Ana ya estaba cansada y frustrada y aunque en unos días cambiara de opinión y cediera en ayudarlos por el momento se apegaría a su cansancio y frustración.

Al llegar a la casa de Gideon no había podido más, y Ana había terminado de derrumbarse, estaba tan cansada de actuar indiferente, de fingir que no le importaba que Mina estuviera con Bruno. Tal vez para muchas Ana era la reencarnación de Satanás, pero era humana y sentía dolor como cualquiera.

Ana estaba en la ducha cuando escuchó que llamaron a la puerta. Al principio no le tomo importancia, hasta que comenzó a escuchar la voz de Dorian. Apretó los dientes, el hijo de puta jamás dejaría a Gideon tranquilo. Ana se acercó a la puerta justo cuando escucho a Gideon furioso.

—  No te atrevas.  —  Gritó Gideon.  —  No voy a ser tu puta, ¿Me oyes?  No voy a estar aquí esperando a que vengas a follarme mientras tienes a tu esposa en casa, merezco algo mejor que eso— Ana asintió con la cabeza, era bueno que Gideon le plantara cara.

— No te estoy pidiendo que seas mí, puta.  —  Dijo Dorian —Sé que no confías mucho en mí, y créeme últimamente no confió en mí mismo, he tomado malas decisiones. —<< Eso nadie se lo niega>> Pensó Ana con ironía, era de mala educación estar escuchando tras la puerta, pero estaba realmente preocupada por Gideon.

—Entonces, ¿Por qué estás aquí?  —

— ¿Sabes una cosa? — La voz de Dorian ahora había adquirido un tono tranquilo, hasta cansado se escuchaba —Últimamente he estado pensando mucho, ¿Cuál es mi propósito? Tenía un objetivo al venir a este país. Pero cada que alcanzaba una meta, otra ocupaba su lugar, durante años he estado buscando el inicio. Buscando el final, jamás estoy satisfecho, no he parado de caminar y tampoco de pensar. — Ana apretó los puños, Dorian era bueno con las palabras, y Ana mejor que nadie se sintió identificada con él. También sentía que durante meses estaba caminando en círculos y su vida no iba a ningún lado.

— Entonces, ¿qué quieres? —

—La otra noche, mientras miraba a mi hija dormir, encontré la respuesta a una de mis tantas preguntas, me gustaría que confiaras en mí—

— ¿Por qué? —

— Me haces sentir, Gideon, por primera vez en mi vida, la lógica no se aplica, sobre todo. No sé por qué estoy tan atraído por ti o por qué las emociones   surgen dentro de mí, pero quiero continuar nuestra relación para averiguarlo.  He optado por no para luchar contra lo que siento.  — Dorian hizo una pausa. — ¿Y tú?  ¿Estás dispuesto a ver cómo se va esto entre nosotros? —

— ¿Qué sucede con tu prometida? Si crees que voy a ceder a tu voluntad, repiénsalo. — Ana suspiró al escuchar la pregunta hecha por Gideon. Estaba más que claro que su amigo se había rendido.

— Hablé con Ángela esta mañana y le expliqué con un millón y medio de razones por que no seriamos un buen matrimonio, creo que la razón que término por convencerla fue el hecho de que le dije que me siento atraído por alguien de mí mismo sexo—

—Seguro que fue toda una impresión para ella— Dijo Gideon, Ana negó con la cabeza. Así de fácil Dorian había conseguido su objetivo. Tenía a Gideon de vuelta en sus garras. A su consideración, Gideon debió de haberle dado un poquito más de pelea.

— ¿Cuál es tu decisión Gideon? — Al comenzar escuchar sonidos de besos y jadeos, Ana comprendido que era momento de intervenir. Gideon era capaz de olvidarse que Ana estaba en la otra habitación.

—Lamento interrumpir— Ana salió de la habitación, encontró a la pareja dándose un lote contra la puerta. La sorpresa en la cara de Dorian, fue todo un poema, pero Ana disimulo la risa.

― Me has engañado ― Dorian se giró hacia Gideon― No lo niegues. —

— ¿Negar que? — Ana se cruzó de brazos― Hasta donde sé, te vas a casar abogado, así que lo que suceda entre nosotros no te incumbe— retó Ana. Gideon le dio una advertencia con la mirada.

― Esperen un maldito minuto. Dejen de discutir ¿Quieren? — Gideon se colocó en medio de los dos.

― No ― Gruñó Dorian. ― Acabó de venir aquí, te lancé mi maldito corazón y he sido engañado de nuevo—

—Dorian esto no es…—

—Déjalo— Intervino Ana —Él no puede estarse apareciendo aquí a la hora que le da la gana, no eres su pequeño juguete— Gideon se apartó de la pared y colocó su mano en el pecho de Dorian cuando intentó acercarse a Ana. Su mirada se posó en Ana.

—Ya basta, tú y yo tenemos que hablar― Le dijo a Ana y después se giró hacia Dorian, vio rabia sus facciones.

― Sabía que la ibas a elegir a ella ― Explotó el abogado antes de salir furioso, azotó la puerta muy fuerte. Ana sonrió ante la pequeña victoria.

―Eso salió bien…― Ana hizo una pausa. ― ¿Estás seguro de que…? — Gideon se giró hacia Ana y la sujetó de los brazos, la guio hacia el sofá y la sentó como si fuera una niña regañada.

― Sabes que has arruinado mi momento ¿Cierto? ― Gideon tomó asiento sobre la pequeña mesa de café para quedar cara a cara con ella― ¿Escuchaste tras la puerta? —

—Ese hombre merece sufrir un poco— Ana admitía que no había sido nada cortes, pero Dorian le había hecho demasiado daño a su amigo.

— ¿Por qué hiciste eso? — Ella se encogió de hombros

— Porque el idiota tiene que arrastrarse para pedir tu perdón — Sus ojos se estrecharon. ― Es irracional, y ha tomado muy malas decisiones, lo que menos deseo es que te lastime. Quiero estar segura de que en verdad te ama y no volverá a salir con otra estupidez, no olvides que hasta hace poco era un mujeriego—

—  Maldita sea. — Suspiró, mirándola fijamente.  ― ¿Por qué tienes que recordármelo? —

― E…― Ella dudó. ― Te has convertido en mi mejor amigo, no quiero que te lastimen, recuerda que en este momento eres mi salvavidas— Gideon apartó un mechón de cabello de su rostro. Ana era sincera, tal vez toda esta extraña amistad comenzó como un favor para Kai, pero Gideon la comprendía mejor que nadie.

― También te considero una amiga—

—Exacto y como tu mejor amiga, tengo que cuidarte, Dorian es conocido por su habilidad de no llevarse bien con los demás y está actuando irracionalmente cuando se trata de ti. — Gideon sonrió.

—Yo tampoco soy el hombre más racional cuando se trata de él, sé que tal vez no es buena idea, pero…—

—Tú te enamoraste de él ¿No es así? — Ana lo interrumpió y colocó una mano en su mejilla. Mejor que nadie Ana sabía que el corazón podría llegar a ser irracional en cuanto al amor se trataba.

—No sé si estoy listo para usar esa palabra—

— ¿Te preocupas por él? —

—  Bueno. Sí, tenemos nuestros problemas, pero estamos tratando de solucionarlos. — Ana arrugó los labios.

— He empeorado las cosas. Lo siento—

— ¿En verdad? — Gideon enarcó una ceja, Ana rio.

—No, la verdad es que ese hombre se lo busco, no me cae para nada bien— Una sonrisa asomó en los labios de Gideon.

—Eres peligrosa, ¿Lo sabías? — Ella le devolvió la sonrisa y se levantó, lo abrazó, aunque él seguía sentado en la mesa de café, ella quedó más alta que su cabeza y le dio un beso en la parte superior de su cabeza.

—Eres un buen hombre y Dorian Donnart no te merece. — Se echó a reír.  — Quiero lo mejor para ti. —Ella se echó a reír. —Y si tú escoges a ese tipo, pues no hay remedio, solo adviértele que tendrá que compartirte conmigo—

— Prométeme que intentaras llevarte bien con él— Suplicó Gideon.

—Solo puedo prometer no intentar matarlo— Gideon la abrazó con más fuerza. — En todos estos años, eres la persona que mejor me ha comprendido y me ha aceptado por completo, y quiero que seas feliz — Su voz se volvió áspera.  —Sería un consuelo para mí que por lo menos uno de los dos encontrara el verdadero amor—

—Ana, sé que aún no me has contado todo lo que te sucedió hoy, pero sé que podemos resolverlo— Él alzó la vista, no quería arruinar más el momento de Gideon, era con consuelo por lo menos que uno de los dos pudiera conseguir a la persona que amaba.

—Créeme, no hay mucho que resolver, la persona que me interesa pertenece a alguien más—   Ana ya estaba decidida a aceptar esa realidad.

— Yo siempre seré tu amigo y estoy aquí para ayudarte en lo que sea. —

―Genial. Sin embargo, no es algo que tienes que decirme a mí, Dorian Donnart tiene que hacerse a la idea que te compartirá conmigo—

—Aún no sé qué pueda suceder entre nosotros, ambos somos demasiado complicados—

—Él te ama. — Y eso era cierto, Ana lo veía en la mirada del abogado, aunque el hombre estaba siendo terco en aceptarlo.

― Eso espero. ― Gideon hizo una mueca ― Ahora, ¿puedes quedarte sola? Iré a buscar a ese cabezón— Ana se rio.

—  Soy una niña grande, voy a estar bien, dormiré en tu cama, sin embargo— Ella no quería ir a casa, era egoísta. Pero seguro que ese par de hombres podrían irse a un hotel a follar como conejos.

—Siéntete como en tu casa, volveré para prepararte el desayuno—

— Estoy deseando que llegue. —Se echó a reír. — Te diría que buena suerte, pero no lo vas a necesitar. Eres el hombre más decidido que he conocido. Él no tiene ninguna oportunidad—

Media hora después. Ana solamente lograba dar vueltas en la cama, el sueño nunca llegaba fácilmente para ella. Derrotada, salió de la cama y se acercó a la ventana, permitió que el aire de la noche despejara su cabeza, el departamento de Gideon era bastante pequeño, un básico departamento de soltero, pero se sentía mucho más cómoda ahí, que, en su propio departamento. Era como si estuviera escondiéndose del mundo últimamente. Incluso Alex le había llamado para invitarla a comer, ya que tenía mucho que no pasaba por el edificio. Realmente deseaba una botella de vodka, pero una búsqueda rápida de los armarios de la cocina había revelado que no había nada de alcohol en la casa. Habría agradecido un agradable trago después horas de trabajo. Además de que le gustara o no, ahora tendría que enfrentar el hecho de su miseria. Gideon ahora estaría con Dorian, lo que sin duda reduciría sus horas de libertad, Alex con Kai, Iain con el fiscal, eso la dejaba siendo de nuevo la soltera del grupo. Estaba Keity por supuesto, pero la chica era una niña todavía, el fiscal la asesinaría si la perturbaba con su forma de ser. Pensar en Keity, la hizo pensar en otra chica joven. Morgan Calamity. Jamás considero que cultivar plantas fuera una carrera a considerar. Pero, al parecer esa carrera le quedaba a Morgan como un guante. No podría imaginarla como abogada, contadora o médica. Las plantas, flores, algo bonito y tranquilo para al quien como ella. Morgan era un espíritu libre…

Un espíritu muy desastroso, pero libre. No le importaba lo que los demás pensaran de ella o de su forma de vestir. Realmente la había metido en problemas en el hospital, el rumor de la amiga peligrosa de la doctora Carson corrió como pólvora por el hospital, nadie podía creer que ella siendo tan estricta, tuviera una amiga así. Morgan no era su amiga, pero no corrigió a nadie del hospital. Estaba dispuesta ayudar a la chica, eso era todo.

El viento se agitó y ella levantó la vista las plantas que colgaban del piso de arriba. La luna colgaba alto en el cielo oscuro.

—Intentar ser más sociable y tener amigos, no está resultando tan sencillo como usted creyó— Dijo Ana en voz alta.

—Sé que intentó dejarme una lección de vida para que al final no terminara sola como usted, pero es demasiado complicado— Si alguien la escuchaba hablar sola, pensarían que estaba loca. No le importaba. Necesitaba desahogarse un poco.

—Tengo amigos ahora, pero dudo mucho que logre mantenerlos mucho tiempo. Soy una persona complicada y eso no lo lograré cambiar de la noche a la mañana. — Sin importar las circunstancias que rodeaban todos ahora, y lo peligroso que fue seguir el plan de Kai. Su amistad con Gideon era verdadera y esperaba que así continuara.

—Y estoy comenzando a pensar que, el amor no existe— Al menos el amor para ella no existía, veía a Iain con el fiscal, a Alex con Kai y ahora a Dorian arrepentido arrastrándose por recuperar a Gideon y Ana llegaba a tener un poco de esperanza… Solo un poco. Pero una hora después. Esas esperanzas se iban al traste. Simplemente al parecer cuando el ser cósmico al que llamaban Dios, hizo la repartición de amor, a Ana no le había tocado nada.

 

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