Dakota

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CAPÍTULO XII

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CAPÍTULO XII

LA VERDAD SOBRE HAZEL

 

Aquella noche les fue ofrecido a mistress Thor y a Sarah un relativamente largo descanso, y decidieron regresar a la granja. Cuando llegaron a ella era muy tarde. No había luz más que en la cocina. Reinaba el silencio.

Encontraron a Molly sentada ante el fuego. Las llamas no bastaban para desvanecer de su rostro mofletudo las sombras de la preocupación.

—¿Se han acostado los niños? —preguntó mistress Thor, dejándose caer fatigada en una silla.

La cocinera alzó la vista.

—Buenas noches… Se ha acostado June. Los otros, no lo sé.

—¿Cómo? ¿Dónde están?

—Tampoco lo sé. Pero lo supongo.

Los ojos de mistress Thor adquirieron destellos enérgicos.

—¿Qué ha ocurrido, Molly?

Por toda respuesta, la mujer rebuscó en un bolsillo de sus amplias sayas, extrajo un papel sucio y arrugado y lo tendió a su ama.

—Cuando llegué, esta tarde, June estaba fabricando una pajarita con esto. Esa niña no sirve para nada: ni pajaritas sabe hacer. Por más vueltas y pliegues, y vueltas y pliegues, no lo conseguía. Supongo que, con el tiempo, llegará a ser tan tonta como su madre. Recuerdo que cuando Esther era un chiquilla…

Pero mistress Thor no la escuchaba.

—¡Dios mío! —exclamó—. ¡Han ido a Pine Ridge a advertir a los oguelalás!

—Sí, eso es lo que yo supongo. Como le decía, Esther…

—No temas, mamá —intervino Sarah, leyendo la carta por encima del hombro de su madre—. Ardilla conoce bien el camino y lo ha recorrido infinidad de veces solo desde que apenas sabía sostenerse sobre un caballo. No corren ningún peligro. Los indios les protegerán. Además, allí están Joe y Bromton, y quizá también los Madison.

Mistress Thor suspiró.

—Tienes razón, hija mía. Pero si el ejército lleva adelante sus propósitos se encontrarán envueltos en una terrible batalla, y tus hermanos son tan impetuosos… Tommy es capaz de cualquier locura. Ya le conoces.

—Cy Bromton cuidará de ellos. Tiene experiencia.

—Hay algo más, Sarah: no me gusta que hayan hecho esto. Se lo hubiera impedido, de serme posible. Quizá… Bien, quizá sea mejor que los sioux reciban un escarmiento después de lo que han hecho en Blancheville.

Sarah se estremeció.

—No lo hicieron los oguelalás.

—¡Todos son iguales! Nube Negra es un oguelalá y ya viste de qué fue capaz el muy…

—Olvídalo, mamá. ¡Molly! No te estés ahí con esa cara de palo y prepara algo de cena. Hoy apenas hemos probado bocado.

Mistress Thor miró fijamente a las llamas, y guardó silencio durante bastante rato. Su hija y la cocinera empezaban a disponer la mesa cuando habló.

—Hazel ha sido muy buena conmigo —dijo—, pero se ha equivocado. Yo no hubiera advertido a los sioux. O acaso… ¿Sabes, Sarah? Ella ha querido demostrarme que estaba con nosotros, que yo tenía razón cuando me refería a la amistad y la comprensión por los pieles rojas. Y lo ha demostrado pese a lo ocurrido en Blancheville, pese a la carnicería y al incendio… Pero, no. No ha demostrado eso. Ha querido ir más allá, quizá sin tener plena conciencia de sus sentimientos. No se ha puesto a mi lado, si no al lado de… de Joe. Claro está —mistress Thor sonrió mientras se difundía por su rostro una dulzura que lo transformaba—. Se había enamorado ya de Joe, aunque ha tardado en comprenderlo. Ya lo suponía yo así. Ahora no puede pensar por sí misma, ya no cuentan su criterio ni el de su padre. Se arriesga a exponer a este a una emboscada, a hacer fracasar, quizá sangrientamente, sus planes… por Joe. Bien, Sarah —mistress Thor cerró los ojos—, creo que empezaré muy pronto a ser feliz.

Y resultó notable la coincidencia de que la muchacha, aunque por motivos distintos, estuviese pensando lo mismo en aquel momento.

Como si sus íntimos sentimientos se hubieran puesto en evidencia, Sarah enrojeció.

 

 

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